Péter Nádas - Libro del recuerdo

Здесь есть возможность читать онлайн «Péter Nádas - Libro del recuerdo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Libro del recuerdo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Libro del recuerdo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

“Una de las novelas más importantes de nuestro tiempo” – The Times Literary Supplement
“El libro que usted estaba esperando desde que leyó ‘En busca del tiempo perdido’ o ‘La montaña mágica’ – The New Republic

Libro del recuerdo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Libro del recuerdo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Esperaré a que se cambie, ¿de acuerdo? Después hablaremos -dije en voz baja-. ¡Pero dése prisa!

Aún me miraba, aún eran para mí los pliegues de su risa, los frunces de debajo de los ojos y los finos trazos curvos y muy juntos que casi borraban las líneas más profundas y oscuras que la amargura y la tristeza habían puesto en torno a su boca, pero despacio, cuidando que la transición fuera suave, para no descomponer el gesto, retiró su brazo del mío y por el brillo de sus ojos se adivinaba que ya no iba a disponer de más tiempo para recibir mis atenciones; ya había conseguido lo que quería y no tenía por qué seguir con lo mismo, y se daría prisa, sí, pero no porque yo se lo pidiera ni porque quisiera cambiarse sino porque tenía otros planes.

– ¡A mí ya me perdonaréis, pero no pienso ir con vosotros! No contéis conmigo -dijo frau Kühnert en tono ofendido y cargado de reproche, con una voz de falsete que no podía dominar, pero Thea, que ya se había soltado de mí y corría por el pasillo en dirección al camerino de Hübchen, gritó por encima del hombro: «Ahora no tengo tiempo para ti.»

frau Kühnert se echó a reír bruscamente, como si acabara de oír un buen chiste, porque no podía hacer otra cosa: cuando son tan grandes la desfachatez y la desconsideración, ya no nos es posible reaccionar con el enojo, porque éste denota un afecto que halaga al que nos ha ofendido, saboteando así nuestro propósito de castigarlo; se acercó a mí y, como si quisiera ocupar el lugar, caliente todavía, que había dejado su amiga, instintivamente, con un movimiento maquinal, me tomó del brazo y, al darse cuenta de lo que hacía, su risa se crispó en una sonrisa de azoramiento que, sin transición, se convirtió en un gesto de honda desolación.

Comparadas con la cara de Thea, todas las demás, incluida la mía, me parecían bastas y vulgares, caras que reflejaban los sentimientos de un modo primitivo, incontrolado, crudo, tosco; y esto me ocurrió entonces, cuando sentí el brazo libre de la presión de la mano de frau Kühnert, que la había retirado con rapidez, pero los dos nos demorábamos en la huella de Thea, indecisos, y entonces la mujer, en su confusión, se dejó dominar por una expansiva sinceridad, que no estaba justificada por la situación y acrecentó aún más mi disgusto y nos violentó a ambos con una turbación común, que hubiera podido calificarse de solidaria, de no ser porque ninguno deseaba semejante solidaridad.

– ¡Le ruego que no vaya usted! -me dijo, o mejor, me gritó aferrándose a mi brazo-. ¡No se mezcle en este asunto, por favor!

– ¿Se puede saber qué asunto? -pregunté con una sonrisa boba.

– ¡No sabrá usted desenvolverse, ni falta que le hace! Tengo la impresión, y no es mi intención ofenderle, de que a veces ni siquiera entiende de qué hablamos, y podría figurarse que está chiflada o qué sé yo, perdóneme, pero es algo que no se puede explicar, ¡es de locura, créame, de locura!, y aunque yo trato de frenarla todo lo que puedo, a veces tengo que ceder, porque de otro modo no podría controlar esos ramalazos de puta, porque de eso se trata, y entonces sí que perdería la cabeza, por eso le suplico que no abuse de su situación, porque si en lugar de usted fuera otro, se iría con ese otro. ¡Si no me cree, oiga lo que pasa ahí dentro!

Porque en el camerino de Hübchen había alboroto, se oían gritos de hombre, chillidos de Thea, golpes de objetos contra el suelo, siseos y risas ahogadas que culminaron con el gorjeo desafiante de una risa cantarina, altiva y un tanto afectada; la puerta se cerró con estrépito y momentáneamente quedaron amortiguados los sonidos lascivos, pero enseguida volvió a abrirse, y aunque yo entendía lo que me decía frau Kühnert, me parecía muy ventajoso el papel de candido que ella me había adjudicado, porque ¿hay en el mundo alguna historia de la que no desee uno saber más? ¿Hay detalles que no nos hagan desear buscar otros detalles más reveladores? Así pues, si seguía haciéndome el tonto, podría reunir más información y quién sabe si descubrir aspectos insospechados.

– Perdone, pero no sé de qué me habla -dije acentuando la estupidez de mi candida sonrisa y fingiendo cierta irritación, y la táctica dio resultado. Naturalmente, tu ignorancia siempre complace al interlocutor, fue el empujoncito final en la dirección que de todos modos ella pensaba tomar, ahora podía desahogarse sin tapujos, y me habló como a un idiota, descargando todo el furor acumulado durante la conversación telefónica.

– ¡Usted no lo entiende, no, no lo entiende! -susurró con impaciencia, dando una ojeada al ajetreo del pasillo-. ¡Ya le he dicho que no puede entenderlo, ni falta que le hace, ni yo deseo que lo entienda, porque es asunto privado, pero si se empeña se lo diré, y es que ella está perdidamente, ¿me entiende?, perdidamente enamorada, mejor dicho, cree estarlo, o mejor aún, ¡se ha convencido a sí misma de que está enamorada de ese sujeto! -señaló el teléfono con un airado movimiento de cabeza-. Y, por si no fuera bastante que él tenga veinte años menos, es marica, pero a ella se le ha metido en la cabeza conquistarlo, porque dice que nunca ha querido a nadie como a él, aunque podría irse a la cama con ese idiota de ahí dentro o con quien le diera la gana, ¡hasta con usted, por ejemplo! ¿Lo entiende? Pero ha de ser precisamente él, el único con el que no puede ser. ¿Lo entiende ahora? Por eso le ruego que desaparezca cuanto antes. No se enfade conmigo, pero márchese. ¡Ahora mismo! Quizá así yo pueda disuadirla. ¡No soporto que la humillen! ¿Me entiende? ¡No lo soporto!

Por mucho que frau Kühnert hubiera deformado la realidad en ese desahogo confidencial, era evidente que le había gustado revelarme algo que en realidad hubiera debido callar, y que hasta deseaba callar, pero su pasión era tan viva y tan real que no pude sustraerme a su influjo. Me miraba fijamente con las gafas un poco caídas, y la mitad inferior de sus ojos saltones, de un azul desvaído, cuarteados de venitas, estaba agrandada por las dioptrías de un modo francamente aterrador; era la pasión de la bondad, del amor y del desvelo, pura e inconfundible, que no empañaba el que, para realzar su abnegación, recurriera a ciertas exageraciones; le producía una satisfacción inmensa ser la única persona que no perseguía fines egoístas, interesados ni mezquinos y que comprendía perfectamente al prójimo, tal como era, la única que comprendía a Thea, y esta comprensión, y el privilegio de ser partícipe de sus secretos, eran la única recompensa que recibía por su bondad y su desinterés; la mano que hacía un momento me sujetaba me señalaba ahora el camino, me apartaba de sí, me empujaba, y yo me encaminaba de buen grado hacia la salida, pero en aquel momento ya estaban otra vez en el pasillo ellos dos, sin aliento y sofocados, jadeando, enzarzados en una furiosa riña infantil; Hübchen, desnudo y tapándose las vergüenzas con la mano, caminaba hacia atrás y Thea, en actitud de espadachín, perseguía al pobre idiota, como lo llamaban ellas, golpeándolo con una toalla mojada; debían de doler bastante los toallazos, pero cuando ella vio, seguramente por el rabillo del ojo, que yo me iba, lanzó la toalla haciendo un molinete» gritó: «¿adonde va?» y corrió tras de mí dejando libre a su víctima el camino de la huida.

Pero lo que ella esperaba que fuera un asalto triunfal se convirtió en tranquila despedida.

Cuando subimos a su coche, para recorrer la corta distancia que Separaba los dos teatros -íbamos a la ópera a ver un nuevo montaje de Fidelio -, Thea estaba silenciosa, revolvió un rato en la oscuridad hasta encontrar por fin, en la guantera, las gafas que se ponía para conducir, otro de sus peculiares aditamentos, unas gafas de cristales grasientos que nunca limpiaba y a las que faltaba una patilla, lo que la obligaba a erguir el delgado cuello y mover la cabeza con parsimonia para impedir que le resbalaran de la nariz; las calles estaban desiertas, era una noche desapacible, de fuerte viento, y en los conos de luz de las farolas se veía llover en diagonal, no hablábamos, y yo, desde el asiento de atrás, un poco nervioso por el silencio, observaba a Thea, por supuesto.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Libro del recuerdo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Libro del recuerdo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Libro del recuerdo»

Обсуждение, отзывы о книге «Libro del recuerdo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x