Lan Chang - Herencia

Здесь есть возможность читать онлайн «Lan Chang - Herencia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Herencia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Herencia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Herencia narra el rastro de una traición a lo largo de generaciones. Sólo una mirada mestiza como la de la escritora norteamericana de origen chino Lang Samantha Chang podía percibir así los matices universales de la pasión, sólo una pluma prodigiosa puede trasladarnos la huidiza naturaleza de la confianza.

Herencia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Herencia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Qué te trae por aquí? -le preguntó Junan de repente.

– ¿A mí? -respondió para ganar tiempo.

– Sé que no vendrías a verme a menos que quisieses algo de mí. ¿De qué se trata?

Li Ang volvió a respirar hondo. De pronto, el aire de California carecía de toda sustancia.

Muchos años antes, Junan le había dicho que algún día volvería suplicándole. Ahora la situación era exactamente la que ella había predicho; pero saberlo no facilitaba nada las cosas. Estaba dispuesto a suplicarle, pero si tenía que hacerlo, sería formulándole una petición cuya negativa pudiese soportar. Las últimas semanas, tumbado en la cama sin poder dormir, le había estado dando vueltas en la cabeza, preparándose una pregunta secreta que ni Yinan conocía.

– Bueno -dijo-, hace muchos años que no nos vemos. Y he tenido mucho tiempo para pensar en ti.

Junan escuchaba imperturbable. Era como hablarle a uno de los altos cipreses que se erguían detrás de ella.

– Sí -prosiguió-. Muchos años para pensar en lo mal que me he portado contigo y con tu hermana.

Junan sonrió.

– Es cierto. Soy consciente de lo que he hecho.

Hizo una pausa. Sabía que lo que estaba diciendo era verdad. Por un momento se planteó dejarlo estar, no pedirle nada. Pero todavía le importaba lo que ella pudiese pensar de él. Junan no mostraba respeto por las disculpas. Tenía que seguir adelante.

– No tienes por qué perdonarme -dijo-, pero, por lo menos, ¿no podrías apiadarte de Li Cai, el hijo de Yao? Es un crío listísimo, el primero de la clase. Su padre ha sufrido mucho por mi culpa. ¿Estarías dispuesta a avalarlo para que viniese a los Estados Unidos?

Ella no respondió nada pero siguió observándolo atentamente.

– Todos estos años -añadió Li Ang-, Yao ha seguido considerándote su bondadosa tía. Jamás le hemos dicho nada que lo hiciese cambiar de parecer. Él te estaría eternamente agradecido si ayudases a su hijo.

– ¿Qué quieres de mí realmente?

– Te lo acabo de decir.

– No, hay algo más.

Li Ang se dio cuenta de que seguía con las manos agarradas a los brazos de la silla. Respiró hondo. Junan le había arrancado la máscara. Ahora, desnudo y vulnerable, tenía que exponerle la petición de Yinan.

– Quiero que pongas fin a esta enemistad entre Yinan y tú. Quiero que la perdones.

Junan sacudió la cabeza.

– Por favor -exclamó-. Yinan… está sufriendo. Sólo tú… sólo tú puedes terminar con esta situación. Por favor, ve a verla. Está enferma. Se va a morir. Hazle ver que la has perdonado y vuestras almas podrán descansar en paz.

Hizo una pausa y levantó la vista hacia ella, esperanzado. Le temblaban las manos. Pestañeó para secarse los ojos. Se le vino encima la sombra imponente de todo cuanto había perdido y aún habría de perder, y se quedó esperando, como si los dos fuesen jóvenes y su vida prometiese mucho. Durante un buen rato ella no respondió. Tenía las manos entrelazadas sobre el regazo y se miraba el oro de sus dedos y muñecas con el ceño fruncido.

– Te ha hecho venir para pedirme eso.

– Ella…

– Es imposible. -Le temblaba la voz, se le caía en pedazos-. La gente hace las paces por múltiples razones, y tú lo sabes. -Respiró hondo y cuando volvió a hablar, Li Ang la notó más tranquila-. Pero no deberías interferir en nuestras rencillas. -Junan posó su fría mano en la de él-. Esto es algo entre Yinan y yo. Entre hermanas, ¿lo entiendes?

– No -dijo él. En ese instante se dio cuenta de que nunca había entendido a ninguna de las dos. Después de tantísimos años, el vínculo que las unía, aun estando enfadadas, le resultaba imposible de entender ni conocer.

– Hay cosas que, una vez rotas, ya no se pueden reparar jamás.

A él también le temblaba la voz.

– Puede que los tres no volvamos a vernos nunca más en vida, Junan.

Ella hizo un esfuerzo por controlarse. Se miró fijamente las manos hasta que logró erguir su rostro blanco y plácido, y volvió a sonreírle.

– Ya lo sé -dijo-. No cuento con ello.

Se hizo un largo silencio antes de que él se pusiese en pie. Salió del jardín y cruzó la hermosa casa, hasta donde lo esperaba el criado para acompañarlo a la salida. Pronto cogería el avión y viajaría para reunirse con la hermana de Junan. Había echado muchísimo de menos a Yinan y le llevaba regalos, fotografías y obsequios. Más valía mirar hacia el futuro y zanjar el tema. Pero la conversación con Junan se le había grabado a fuego en la mente.

Yinan murió a principios de la primavera siguiente. Mi padre me envió copias de sus poemas. Era un pequeño consuelo, me escribió, compartir sus recuerdos de Yinan con alguien que también la había querido. Las poesías, escritas en complejos caracteres, llenaban muchas hojas de papel, algunas amarillentas y otras nuevas, algunas de su puño y letra y otras recién transcritas por mi padre. Las leí todas, repetidas veces, sobre todo una que había escrito con sumo cuidado en una hoja gruesa de color crema.

Te esperé muchos días;

días soleados, días radiantes de escarcha.

Bajo un cielo despejado, la brisa mece las barcas.

Pronto llegará el invierno.

Guardé los poemas en mi caja de caudales, entre las páginas del libro de cuentos, que estaba hecho trizas. Dentro del libro también había guardado los desvaídos mensajes de Hu Ran y las dos viejas fotos que me acompañaban desde Chongking. Tras cuarenta años, los objetos se habían apergaminado y habían perdido el color. Lo único que parecía ser indestructible eran las perlas de mi madre, que salieron de su saquito desenroscándose como si estuviesen vivas: una sarta de esferas graduadas de color plata de las cuales la más grande era mayor que mi pulgar. Las perlas brillaban trémulas a la luz, proyectando una especie de resplandor sobre los manoseados papeles, y por un momento me imaginé lo que diría mi madre. «Las casas, el oro y las alhajas mantienen su valor, Hong. Todo lo demás se deprecia.»

No obstante, las fotos seguían suscitando mi interés. Una era el retrato de Yinan cuando era niña, con una rosa en la mano. Llevaba el pelo peinado hacia atrás y un vestido claro que le quedaba un poco raro, como si se lo acabasen de retocar. Lo que me llamaba la atención era la pose: el semblante alicaído, los ojos mirando a la cámara, la expresión de timidez. Pero había algo más, algo que no era timidez y que le confería un aspecto atormentado.

En la foto de su boda, mis padres estaban tan jóvenes que casi dolía mirarlos. La cara de mi padre no mostraba el menor indicio de futuras tribulaciones ni sabiduría. Simplemente estaba guapo con su uniforme de teniente y su gesto de arrogancia y, al mismo tiempo, extraña inocencia. A su lado, mi madre estaba impecable. Llevaba el pelo recogido en un moño que le tiraba de la cabeza hacia atrás y le levantaba la barbilla. Ya entonces, con sólo diecinueve años, lucía un porte majestuoso y un absoluto dominio de sí misma. La frente, amplia y ovalada, encerraba pensamientos impenetrables. Su mirada inteligente era tan cristalina como el agua. La curva delicada que iba de la nariz a la boca, la boca en sí, el mentón: no se le veía el menor signo de debilidad por ninguna parte. Pero en algún sitio tenía que estar. Un mechón de pelo rebelde, un hueso hundido, algún error minúsculo… ¿Dónde estaba la huella delatora del destino?

Examiné la foto de Yinan en busca de algún parecido entre ambas hermanas, la guapa y la fea. Las dos parecían tener el mismo aire reservado que insinuaba la existencia de algo que no podía tocarse. Ésa era, a mi entender, la parte de sí mismas que jamás compartirían con nadie salvo entre ellas. Mi madre y mi tía siempre habían estado tan unidas que, aun después de traicionarse, se atraían de un modo que excluía a todos los demás. La traición había creado una hermana fantasma que ninguna otra persona podría reemplazar. En todos esos años no fueron capaces de exorcizar ese espectro. Las dos tenían el alma vacía, como un cuarto que esperase con expectación la llegada de una importante visita.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Herencia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Herencia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Herencia»

Обсуждение, отзывы о книге «Herencia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x