Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta

Здесь есть возможность читать онлайн «Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La hormiga que quiso ser astronauta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La hormiga que quiso ser astronauta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando las preocupaciones podían extirparse con anguilas modificadas con Quimicefa, y tus amantes incluían a una pintora que era, literalmente, tu alma gemela, y a un ángel (bueno, un serafín) exiliado del Cielo. Cuando los repartidores de pizzas conspiraban para escribir tu biografía no autorizada, y una vieja grabadora trucada podía servir para recuperar y extraer sentido de las palabras dichas en una ruptura. Cuando La Muerte recorría la ciudad con una lista de víctimas que, si eras lo suficientemente rápido, podías alterar. Cuando las hormigas aspiraban a alcanzar las estrellas. ¿Lo recuerdas? ¿Sí? Ahora, ¡despierta!

La hormiga que quiso ser astronauta — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La hormiga que quiso ser astronauta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Coral, espera… -me oí suplicar contra la caída del telón.

Se detuvo y volvió la cabeza hacia mí, lenta, muy lentamente. Y me resultó más hermosa que nunca. Pero aquella belleza fulgurante, constaté asombrado, no se debía por una vez a sus palpables encantos, era algo indefinible que se superponía a ellos, que los gobernaba y de alguna manera los eclipsaba, algo que fluía desde dentro de sí misma, a través de los tragaluces de sus ojos removidos, embadurnándola de un prestigio inesperado, de una valía heroica casi dolorosa. Era como si el aplomo que había esgrimido durante su charla hubiese desenterrado todo un arsenal de virtudes insospechadas. Por primera vez, creo, la vi como persona. Vi aquello que era ella al margen de su cuerpo, al margen de mis comparaciones con Blanca, algo que se valía por sí mismo, que crepitaba con orgullo, que estaba vivo, algo que había estado presente en cada conversación, en cada gesto, en cada caricia, en cada discusión, y que yo no había sabido valorar. Comprendí que todo cuanto era ella y que siempre había considerado como un handicap, desde su apabullante terrenalidad hasta sus gustos y manías, se me mostraba ahora bajo una luz nueva que barría mis prejuicios. Y por primera vez, creo, la amé, pues noté crujir mi alma bajo el peso de un sentimiento novedoso, estremecedor y violento, para el cual no tenía nombre y que ya no era aquella bola contaminada de deseo y soledad que había estado tendiendo hacia ella, como una bolsa de snacks, durante un año. La amé, la amé con la fuerza de los mares, con el ímpetu del viento. La amé en extremo. Hasta el último extremo.

Un amor tardío, que quizá muriese sin destinatario, como esas cartas de amor que se pierden en Correos. O quizá no.

– Aún no me has dicho qué has averiguado en Barcelona.

– Eso ahora es irrelevante, Álex, ¿no lo entiendes todavía? -Me sonrió con indulgencia.

¿Irrelevante? Maldita sea, por qué no podía decirme sencillamente si me quería o no.

– Madura -aclaró-. Si lo consigues, ya sabes dónde vivo.

Madurar, sí, nada tan fácil como eso.

– ¿Cómo?

Coral lanzó un bufido. Ella tampoco parecía saber cómo. Paseó una mirada fatigada por la habitación, que fue a tropezar con el temario que dormitaba, orgulloso de su virginidad, sobre la tele.

– Aprobando las oposiciones. Ése sería un buen principio.

Clavé una mirada de odio en los malditos papelajos. ¿Por qué siempre estarían por medio? La convocatoria era pasado mañana. Cuarenta y ocho horas. Trescientas cincuenta y dos páginas.

– Hecho -aseguré, resignado-. Las aprobaré. Luego iré a por ti.

– Estupendo.

Abrió la puerta, pero antes de desaparecer, volvió de nuevo la cabeza hacia mí.

– Por cierto, Alex, la noche en que me acompañaste a la estación no cayó un solo copo de nieve.

Y así, sin más, sin garantías de vuelta, desapareció.

2

Así que yo estaba loco y para dejar de estarlo debía asumir la locura de Coral… Vale, pero, ¿era cierto aquello? ¿Estaba yo loco?, me pregunté, jugando con una pluma de serafín, encadenado con alambre a un sofá destartalado en medio de un salón encendido contra la noche, donde flotaba un olor peculiar, una mezcla de Fortuna y Chanel que a partir de ahora siempre asociaría con el aroma del amor. Evidentemente yo no estaba loco, pero podría estarlo, si ésa era la única forma de no perder a Coral. Por amor, enloquecería. Se trataba tan sólo de creer todos aquellos desvaríos que me había contado. Sólo era cuestión de voluntad. Miré la pluma que tenía entre mis dedos y le dije: tú eres un pendiente… La pluma continuó siendo lo que era, una pluma, creo incluso que de alguna forma sonrió irónicamente ante mi torpe intento. Me sentí como un converso hipócrita.

Aquello no funcionaba…

Bien, me dije, cambiemos el enfoque del asunto. Partamos de la premisa de que ya estoy loco, de que soy yo y no ella el que está loco. Bien mirado, si yo había adjudicado tan alegremente a Coral el papel de loca en cuestión de segundos, ¿por qué no iba a hacerlo ella conmigo, que había dispuesto de todo un año para convencerse? Y siendo así, ¿por qué debía de ser ella la equivocada y no yo? Tal vez Coral estuviese en lo cierto y su versión del mundo fuera la correcta, mientras que lo que yo había tomado por realidad no era más que algo ilusorio e inviable.

Visto así, yo podía estar loco.

De acuerdo, convine, pongamos que lo estoy. Estoy loco, chalado, demente, chiflado, desequilibrado, tocado, medio tarumba.

Bien, ¿qué se entiende por locura? Lo opuesto a la razón. Bien, ¿qué es la razón? Comprendí que ambas, para fundamentarse, se necesitaban mutuamente. Yo estaba loco sencillamente porque el resto de la gente estaba cuerda. Mi mente no estaba enferma, no había alteraciones químicas ni neurofisiológicas bajo mi cráneo. Al parecer, en algún lado se había celebrado una reunión para acordar la forma de ver el mundo y nadie había tenido el detalle de invitarme. Era repugnante descubrir que la locura, como todas las marginaciones, era una mera cuestión cuantitativa. Pretenciosa sociedad la nuestra, reflexioné, que puede condenar al encierro a quienes se pronuncien en contra de la mayoría. Me consolé pensando que la verdad era de los locos, pero que sin embargo, el mundo que dejaban traslucir sus palabras resultaba contraproducente para quienes dirigían el cotarro. Sin embargo, los shows televisivos no cesaban de acoger a ancianas pueblerinas que afirmaban hablarle de tú a la Virgen y era algo, me constaba, que muchos aceptaban sin dudarlo. Se estaba produciendo un conato de cambio, no había duda. En cuestión de años los cuerdos serían derrotados y los locos asumirían el control. Y tal vez ni siquiera se notase.

No sabía dónde iban a conducirme aquellas especulaciones, pero continué casi por pura curiosidad, intrigado por descubrir cuánto podían dar de sí. Coral, tras todo aquel discurso exaltado, se las había arreglado para concederme una especie de beneficio de la duda. Había dicho que si yo era capaz de controlar los relés de mi mente para que dejaran de emitir aquellas interferencias no se trataría de locura sino de inmadurez. Bien, aquello no había ni que considerarlo siquiera: en mi mente seguía mandando yo. Por tanto no estoy loco, sólo soy una persona inmadura, celebré con un regocijo estúpido. Aquello que no era más que una posibilidad peregrina coincidía fielmente, oh sorpresa, con la opinión que mis padres habían mantenido durante toda mi adolescencia, y que probablemente seguían manteniendo, bastaba con llamarles. Pura casualidad, me dije, con escasa convicción.

Seguí especulando, algo inquieto ahora. No me gustaba demasiado el cariz que estaban tomando mis aparentemente inocuas reflexiones. Además, algo curioso ocurría también entre mis dedos, un fenómeno paralelo al discurrir de mi mente. La pluma seguía siendo una pluma, una remera poderosa que no regresaría nunca a casa. Y sin embargo, había algo, algo extraño en su tacto, en su peso, algo que no encajaba, una especie de desajuste sensitivo. No podía asegurarlo, pero la pluma parecía estar mudando su sedosa calidez por una frialdad desconcertante, con un levísimo resabio metálico.

Continué: Coral me quería, de eso no me cabía ya la menor duda. Para estar juntos, sólo tenía que salvar el insignificante obstáculo de la inmadurez, tan omnipresente en mi vida, que si bien no había dejado de ser un engorro en mi adolescencia, ahora se atravesaba entre nosotros como un infranqueable farallón de piedra. Sin embargo, ahora tenía las claves para sortearlo, aunque el peaje resultaba excesivo. Más bien aterrador. Significaba dar por falsas muchas cosas: negar la existencia de los ángeles y las sirenas, de los comemierda, olvidar todo eso sobre la conexión de las almas gemelas, y sobre todo, lo que me hacía sentir como un verdadero Judas, era negar la existencia de Javi, venderlo por unas míseras monedas al reino de mi imaginación. Era aceptar que me había pasado la mayor parte de mi adolescencia, desde que Wenceslao se largara, hablando solo, que todavía lo hacía.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta»

Обсуждение, отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x