Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta

Здесь есть возможность читать онлайн «Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La hormiga que quiso ser astronauta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La hormiga que quiso ser astronauta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando las preocupaciones podían extirparse con anguilas modificadas con Quimicefa, y tus amantes incluían a una pintora que era, literalmente, tu alma gemela, y a un ángel (bueno, un serafín) exiliado del Cielo. Cuando los repartidores de pizzas conspiraban para escribir tu biografía no autorizada, y una vieja grabadora trucada podía servir para recuperar y extraer sentido de las palabras dichas en una ruptura. Cuando La Muerte recorría la ciudad con una lista de víctimas que, si eras lo suficientemente rápido, podías alterar. Cuando las hormigas aspiraban a alcanzar las estrellas. ¿Lo recuerdas? ¿Sí? Ahora, ¡despierta!

La hormiga que quiso ser astronauta — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La hormiga que quiso ser astronauta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Huelga decir que nuestra entrada en el Insomnio fue espectacular. Si dejarse ver con una chica espléndida entre sus coetáneas es un sistema infalible para suscitar la intriga en éstas, con un ángel, bueno, un serafín, para ser exactos, es todavía mejor. Sentí, mientras conducía a Sariel hacia una mesa libre y le retiraba caballerosamente la silla, cómo la fauna femenina del local clavaba en mí sus incrédulas pupilas, preguntándose si no se habían equivocado con aquel tal Alejandro, con aquel chico irrelevante que ahora se revelaba como un gourmet del sexo, como un amante tan virtuoso que incluso los órdenes celestiales requerían sus servicios. Yo me dejé escrutar fingiéndome concentrado en nuestra cita, sonriendo a Sariel y haciéndola sonreír, prodigándome durante la charla en caricias afectuosas y cómplices, insinuando una intimidad que aún no teníamos, consciente de que aquello era una jugada maestra, de que a partir de esa noche me bastaría con dejarme caer por el Insomnio para cubrir el cupo de mi cama por varios meses. La hinchada masculina, por su parte, aplastaba a Sariel con sus ojos rapaces y camioneros, con miradas de ésas que desnudan y que debido a que era imposible desnudarla más resultaban de lo más ridículas en su empeño. Les dediqué una sonrisa desdeñosa mientras le acariciaba el cuello o le corregía el cabello rebelde con descaro. Sariel era mía. Si querían una, que probaran con el teléfono…

– ¿Todos los serafines tenéis tu pinta? -le pregunté, una vez Richi, que había saltado aguerridamente la barra para servirnos, se retiraba con una mueca idiota en el rostro.

– No, no. Así sólo me ves tú. Alcé las cejas.

– No entiendo.

– Somos materia neutra -explicó, deslizando su dedo índice por el borde del bloody mary que yo le había sugerido-. Tomamos la idea de belleza que tiene la persona que nos mira. En el Renacimiento, por ejemplo, algunos venecianos…

– ¿Sabes tú entonces cómo yo te veo? -la interrumpí.

– No -sonrió-, pero apostaría a que soy la mujer mas bella que has visto nunca.

– Ya -murmuré, echando un vistazo a la platea-. Como la de todos esos desgraciados.

Me bastó un rápido escrutinio a aquellas sonrisas babeantes para deducir que yo debía encontrarme sentado junto al último desplegable del Playboy , o junto a Pamela Anderson envainada en su bañador rojo, o junto a la vecina del quinto, cuyas bragas debían de caer con frecuencia, como una mariposa torpe y fatigada, sobre los tiestos de alguno de aquellos especímenes, y que Sariel, según se mirase, era una brasileña de sangre caliente, una alemana escultural, puede que incluso una japonesita de bolsillo, si es que por allí había algún adicto al manga. Y también comprendí, con el consecuente rubor, que nunca volvería a comerme una rosca en el Insomnio, pues para aquella congregación de chicas estupefactas yo debía estar haciendo manitas con Tom Cruise o Enrique Iglesias o algún negro de pelo trenzado con un paquete inmenso.

Durante los días siguientes, contagiado por su ávida curiosidad, seducido por el cascabel de su risa, arrobado por la letanía indócil de sus plumas, llené el depósito del coche y procedimos a diseccionar la ciudad: se lo mostré todo en una órbita loca, con ella siempre radiante y arrebatada a mi lado, pegada a la ventanilla para que no se le escapase ningún detalle. Era un placer pisar el acelerador en busca de nuevos hallazgos que transfigurasen su rostro de ángel, incapaz de lidiar con más de una emoción al mismo tiempo. Me hice con una guía de ocio y consumimos largas mañanas en museos y galerías, retozando entre lienzos y esculturas, muestras de que alguno de nosotros acertaba de vez en cuando a sintonizar con la Divinidad; visitamos invernaderos, donde el Hombre corregía la naturaleza, y jardines parcheados de verde en los que el sol se derramaba manso, acaramelado sobre la hierba y los enamorados, y desde las balaustradas de los puentes, observamos el trasiego del río, las arrugas que trazaban las barcazas turísticas y los descosidos que las piraguas producían sobre su jaspeada superficie. Recorrimos los suburbios, sus calles viscosas, crispadas de adolescencia y navajas, olorosas a madriguera; rebuscamos en la oscuridad amoratada de los portales los trémulos cristos de la heroína, con sus brazos huesudos reducidos a hipódromos engañosos y los ojos velados, desprendidos hacia dentro; seguimos a los fastuosos coches de los profanadores de niñas putas de regreso a sus urbanizaciones de lujo, y observamos a alguno de ellos desde las sombras reingresar, aureolados de vicio y mugre, en un hogar aséptico, ocupar su puesto ante la tele y la familia, soportar con desgana al perro y sus festejos cargantes, acariciar, como última obligación del día, el cuerpo rancio de su mujer con las mismas manos con que golpeó horas antes a la puta, justo antes de correrse y limpiarle la sangre de la nariz con un billete de cinco. Apostamos el coche en los juzgados, donde el pecado perdía su complexión próxima y ruin para quedar traducido en un par de datos fríos, límpidos, inocuos sobre un formulario de despacho. Nos difuminamos en pubs y nos solidificamos en las pistas de las discotecas, bajo la lluvia dura y agresiva de sus luces; investigamos los servicios, donde la coca subía a la nariz para fustigar la mente y el amor era distorsionado en sus angostas cabinas, una vibración apresurada de carne y soledad contra la obscena poesía que teñía sus puertas. Nos codeamos con indigentes, ecologistas, timadores, funcionarios, con ludópatas menopáusicas que ya no sabían acariciar más que el frío contorno de las tragaperras, con saltimbanquis y músicos callejeros que un día habían decidido abolir todos los tiempos verbales a excepción del presente. Visitamos los multicentros, las salas de fiesta, las guarderías, la catedral, con su útero de mármol y sus retablos llenos de erratas, donde el Hombre copiaba el Cielo como un estudiante desmemoriado. Y finalmente, visto todo lo que teníamos a mano, la senté ante la tele y le enseñé a manejar el mando a distancia, y allí, las alas desplegadas abarcando la totalidad del sofá, los ojos desorbitados, la boca aterrada, supo el resto; a ritmo de vértigo, el zapping amontonó sin piedad en sus retinas ingenuas coros de niños famélicos y amarronados, océanos emborronados de residuos, ballenas y focas descuartizadas, bosques calcinados, guerras sin sentido, atentados casi rutinarios, polución política, atrocidades y masacres que alguien justificaba desde algún panfleto, niñas violadas, desechadas luego en pozos o zanjas… Y Sariel, entre suspiros y exclamaciones, supo por qué Arriba ya nadie movía un dedo por nosotros.

Pero fue todo ello como un safari inolvidable, como una luna de miel en la que cambiamos las cataratas del Niágara por la miseria social. Al principio yo rehusaba su contacto, esas manos de raso que buscaban anclarse en la mía ante las atroces estampas de la realidad, pero luego mandé al infierno el qué dirán y Sariel y yo no escatimamos esas muestras de afecto a que nos conducía tanta complicidad, tanta aventura, tanta fuga; hubo abrazos por las esquinas, besos que nos insonorizaban contra el fragor de la noche, que nos transformaban en estacas inmóviles, absortas, contra el huracán de la muchedumbre. Hubo tal exhibición de zalamerías que me sorprendió no recibir ninguna misiva del colectivo gay local informándonos de que habíamos sido nombrados miembros honorarios.

Y es que yo era incapaz de ver a Sariel con otro aspecto que no fuera aquel cuerpecillo frágil de senos resbalosos y caderas a medio hacer y aquel rostro hermosísimo, de sonrisa asalvajada e inocente, de ojos terriblemente azules, que no sabían mirar las cosas más que directamente, con la insolencia propia de los niños, ahora coagulados de calamidades; y sobre esa imagen y no otra deslicé mi cuerpo desnudo, en el colofón más apropiado que pude encontrar a nuestra agotadora tesis sobre el alma humana.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta»

Обсуждение, отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x