Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta

Здесь есть возможность читать онлайн «Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La hormiga que quiso ser astronauta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La hormiga que quiso ser astronauta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando las preocupaciones podían extirparse con anguilas modificadas con Quimicefa, y tus amantes incluían a una pintora que era, literalmente, tu alma gemela, y a un ángel (bueno, un serafín) exiliado del Cielo. Cuando los repartidores de pizzas conspiraban para escribir tu biografía no autorizada, y una vieja grabadora trucada podía servir para recuperar y extraer sentido de las palabras dichas en una ruptura. Cuando La Muerte recorría la ciudad con una lista de víctimas que, si eras lo suficientemente rápido, podías alterar. Cuando las hormigas aspiraban a alcanzar las estrellas. ¿Lo recuerdas? ¿Sí? Ahora, ¡despierta!

La hormiga que quiso ser astronauta — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La hormiga que quiso ser astronauta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Te apetece fumar?

Asentí. Pude haber jugado con ella, pero deseaba que aquella farsa acabase cuanto antes y Blanca volviera a vestirse de misterio y fantasía, que volviera a ser esa bruja de corazón negro que no necesitaba degradarse de aquella forma.

– Pues ya sabes dónde lo guardo.

– Sí…

Y me levanté a encontrarme con mi regalo, siguiendo todo aquello con la docilidad de un corderito, sintiéndome espantosamente ridículo al abrir el cofre y componer un teatral gesto de sorpresa. Empeñé varios minutos en fingir que leía el poema, mientras ella me miraba ilusionada desde la cama. Para colmo, su poema era muy inferior al mío, casi como una de las versiones que yo había desechado por considerarla poco esforzada. Salí del paso con una sonrisa rápida. No tuve fuerzas para nada más. Me escondí en su abrazo y cerré los ojos, asqueado por la pantomima, deseando que el sueño se apresurase a poner su punto y aparte a aquel acto que desde el principio había perdido toda su gracia.

Sin embargo, el episodio mencionado, al margen de dejarme un resabio amargo por dentro, visto de forma aislada no pasaba de ser una escena desafortunada que incluso podía considerarse como una prueba que ratificaba la impecable sincronía de nuestros corazones. Pero la cosa no se detuvo ahí, y los sucesivos episodios lo condenaron a ejercer de punta de un iceberg que comenzaba a aproximarse, monstruoso y gélido, hacia nuestro barco del amor.

Esa noche, distraído como estaba, metí la cabeza en el cepo de un sueño de lo más absurdo: yo caía, completamente desnudo, por un acantilado, y a juzgar por la velocidad del descenso, parecía ansioso por hacerme papilla contra las puntiagudas rocas que erizaban su fondo. Tenía la sensación de haber sido empujado con violencia, pero no recordaba por quién. Mis brazos estaban atados a unas aparatosas alas de arcángel hechas de madera y cera que yo sacudía con resignación, sabiendo lo inútil que ese gesto le había resultado a la humanidad. De repente, a apenas un metro de las afiladas rocas, un fuerte golpe de viento hinchaba mis alas y éstas tiraban de mi aterrada persona hacia arriba. Las escenas siguientes testimoniaban mi desmañado vuelo, que tenía más de pataleta infantil que de otra cosa, por las azuladas praderas del cielo. Tras varios intentos vanos de controlar mis alas, me descubrí enfilando con pericia hacia una de esas lunas de cine mudo, con inmensos carrillos y molestos cohetes en los ojos. Su mofletuda superficie, según pude comprobar tras un desastroso aterrizaje, estaba decorada siguiendo los patrones de un cuento infantil. A mi alrededor no había más que setas, enormes y cabezonas, algunas de ellas incluso con un ciempiés bigotudo instalado cómodamente en su techo. Me disponía, apartando a un lado la lógica, a entablar conversación con el que tenía más a mano, cuando Jerry Lewis se me acercó. Vestía un traje de astronauta que parecía haberle confeccionado de memoria alguna de las limpiadoras de la NASA. El actor me dedicó una mirada de arriba abajo, se encogió de hombros, me tendió una mano con la palma hacia arriba y dijo: Dámelo, de todas formas. Yo, que aparte de mis alas y mis vergüenzas, no llevaba nada, respondí, para quitármelo de encima: Vaya, ya sabía yo que me dejaba algo allí abajo. Lewis me miró y meneó la cabeza, mostrando una decepción teatral por mi descuido, que parecía extensible a la juventud en general. Luego regresó por donde había venido, y yo desperté.

Supongo que el sueño mismo era consciente de lo estúpido de su propuesta y decidió cortar ahí, antes de recibir el abucheo de mi subconsciente. Cuando desperté, Blanca estaba pintando. En una pequeña radio sonaban los distorsionados acordes de The Jesus and Mary Chain. Me acerqué a ella por detrás y la envolví en mis brazos. Blanca se acomodó en aquel trono que ya le pertenecía, distraída en su obra, un aliño de colores que no intenté descifrar. Me concentré en el roce de su cuerpo contra el mío, en el perfume de su piel insomne, en el indómito oleaje de su melena sin peinar y el compás tenue de sus caderas, comprobando que mi interior respondía adecuadamente. La desastrosa escena de la noche anterior había pasado a la historia, y el día que ahora comenzaba parecía no guardarme ningún rencor por las discutibles sensaciones que había abrigado en su transcurso. La estreché más aún, deseando que las horas siguientes no fueran más que una resaca de aquella, pero el destino ya había hecho sus planes y no tenía intención de cambiarlos por mí. Nos dirigíamos al infierno, y acabaríamos en las llamas, nos gustase o no.

– Esta noche he tenido una pesadilla -anunció Blanca mientras preparábamos el desayuno.

– Yo también -dije, por llamar de alguna forma al festín de disparates que me había despertado, que más parecía el metraje sobrante de la última película de Tim Burton que algún mensaje cifrado proveniente de las zonas más profundas de mi ser.

Aunque me moría por contárselo, le cedí caballerosamente el turno. Ella acabó su café, apartó la taza a un lado y colocó los codos sobre la mesa, como un conferenciante. Blanca era de las que se tomaba en serio los sueños; solía desmenuzarlos al máximo, hasta encontrarles algún sentido que la satisficiera, sólo entonces los olvidaba. Algunos incluso los anotaba en una libreta, con objeto, me decía, de pasarse una entretenida vejez cotejándolos, buscándoles su matemática.

– Prométeme que no te reirás -me pidió.

– Prometido.

– Vale… Allá voy. Yo me encontraba, acompañada por mi profesor de física del instituto, al borde de un acantilado muy profundo. Estaba totalmente desnuda. Lo único que llevaba encima era unas alas de madera y cera, que al parecer mi profesor me había construido para que llevara un encargo a la luna. Yo estaba muy asustada porque las alas no parecían en absoluto fiables. Pero me aterroricé más al descubrir que el encargo consistía en el primer volumen de la Enciclopedia Británica. Le dije a mi profesor que no tenía idea de dónde llevar una cosa tan pesada sin que me estorbase para volar, dado que me encontraba desnuda. Él me miró el pubis con una sonrisa socarrona (la misma con que nos humillaba en sus clases, cuando no recordábamos las fórmulas que había explicado el día anterior), y dijo: improvisa. Así que tuve que improvisar. Luego me acerqué al borde, temblando de miedo y desequilibrada por la carga intrusa. Aprovecha las corrientes, me aconsejó antes de soltarme un empujón lleno de desprecio. Moví las alas con desesperación, pero fue inútil. Empecé a caer a una velocidad espantosa hacia una muerte segura. Desperté unos segundos antes de la colisión.

Como había prometido, no me reí. No habría podido hacerlo ni aunque me hubiesen agitado un cheque en blanco delante de las narices. Blanca me informó a continuación de que en sus días de instituto, aquel mismo profesor acostumbraba a mandar a las chicas más deslumbrantes al despacho del director con alguna bagatela. El director era un pulpo con pinta de Jerry Lewis con el que se iba de copas, lo suficientemente cauteloso como para que sus toqueteos no sobrepasasen nunca el terreno de la ambigüedad, protegiéndose así de posibles acusaciones. Aquel acoso velado repugnaba a Blanca, pero una parte muy recóndita de su alma le reprochaba el no ser escogida nunca, debido a sus discretos encantos, y por un tiempo no supo qué era peor, ser ofrecida a las largas manos del director o no merecer su atención. Asentí a sus especulaciones freudianas maquinalmente, tratando de borrarme del rostro la estupefacción.

– Cuéntame el tuyo -me pidió, una vez acabó de diseccionar ante mí su estrafalario sueño.

– Bah, mi pesadilla es de las del montón -respondí en un débil intento de hacerla abandonar el tema.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta»

Обсуждение, отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x