• Пожаловаться

Alberto Vázquez-Figueroa: Centauros

Здесь есть возможность читать онлайн «Alberto Vázquez-Figueroa: Centauros» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, год выпуска: 2007, ISBN: 978-84-666-3377-2, категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Alberto Vázquez-Figueroa Centauros

Centauros: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Centauros»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Su vida de pendenciero y donjuán impulsa a Alonso de Ojeda a embarcarse con Cristóbal Colón en su segundo viaje al Nuevo Mundo. Tras una penosa travesía, Ojeda se enfrenta a la aventura de ser un conquistador en aquellos territorios inexplorados. Tendrá que vérselas con nativos hostiles, y serán justamente sus habilidades y su astucia las que logren derrotarlos. Sufrirá los reveses de la fortuna, servirá como explorador de la reina Isabel, se embarcará con algunos cartógrafos para determinar si las tierras descubiertas son en realidad un nuevo continente y, en su recorrido por las costas del norte de Suramérica, hará extraordinarios descubrimientos.

Alberto Vázquez-Figueroa: другие книги автора


Кто написал Centauros? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Centauros — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Centauros», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero no podía por menos que preguntarse:

¿A quién demonios le importará mi fama una vez muerto?

Sus protectores, el severo Gran Duque y la más condescendiente Pescadora, llegaron, con harto pesar por parte de esta última, a la dolorosa conclusión de que su adorado hijo único, Juan, heredero de un título y una fabulosa fortuna que no debía acabar en manos ajenas, corría evidente peligro de muerte andando a todas horas del día, y sobre todo de las oscuras noches de las callejuelas sevillanas, en compañía de un fiel amigo que sin duda era el más apropiado a la hora de defenderle, pero que parecía atraer a los más peligrosos pendencieros tal como la miel atrae a las moscas.

Era cosa sabida que, en más de una ocasión, y pese a su escasa pericia con la espada, el siempre imprevisible e incontrolable Juan de Medinaceli se había apresurado a defender a su amigo cuando le atacaba más de uno.

— Cualquier día nos lo desgracian… — señaló con buen criterio el duque—. Y me resigno a que los de mi linaje derramen hasta su última gota de sangre luchando contra los infieles, pero no a que se desparrame sobre el suelo de una sucia taberna. — Lanzó un hondo suspiro antes de concluir—: Tengo en gran afecto al tarambana de Ojeda, pero no hasta el punto de que por su culpa se extinga la Noble Casa de los Medinaceli.

Fue la duquesa, más diplomática, la encargada de hacer comprender con suaves palabras que habían acabado los buenos tiempos, la alegre y despreocupada juventud había quedado definitivamente atrás y llegaba el momento de sentar la cabeza y asumir responsabilidades.

— A partir de hoy tienes que elegir entre ser duque o pescador — le dijo a su hijo con pasmosa calma—. Siempre me he sentido orgullosa de que prefieras la rama de mi familia a la de tu padre, pero eso estaba muy bien para un niño o un muchacho, no para un hombre. Ahora eres un auténtico Medinaceli, y eso exige ciertos sacrificios; el primero, alejarte de tu querido Alonso.

Resultaba en verdad amargo, pero la vida marca pautas a las que ni siquiera los personajes de más rancio abolengo consiguen escapar.

Ojeda lo entendió aun mejor que su amigo, por lo que al día siguiente montó en su intratable Malabestia y, tras pasar unos días de descanso en su casa natal a las afueras de Cuenca, en Oña, se estableció por un breve lapso de tiempo en Toledo.

Por desgracia, su fama le había precedido.

Y en Toledo, cuna de los mejores aceros de su tiempo, un herrero que tenía fama de fabricar espadas prácticamente indestructibles supuso que dicha fama se multiplicaría por mil, con el correspondiente aumento de sus beneficios, si una de sus armas era capaz de partir en dos la famosa espada del legendario Alonso de Ojeda.

— Admito — al parecer respondió el conquense ante la provocación del nuevo aspirante a muerto— que con semejante brazo y tan imponente espada conseguiríais partir no en dos, sino en ocho pedazos la mía, siempre que se quedara inmóvil. Pero os aseguro que no pienso dejarla quieta ni un instante.

Tras casi medio centenar de golpes en los que el filo de su magnífico acero no encontró más que aire, sillas, mesas, columnas y mostradores, sin conseguir aproximarse ni a un palmo de un escurridizo contrincante que se limitaba a esquivarle con un ligero quiebro de cintura o un paso atrás, el agotado herrero se dejó caer sobre el primer taburete que encontró a mano y masculló:

— He venido hasta aquí con el fin de enfrentarme a una persona, no a un fantasma. Pero insisto en que la calidad de mi acero es mejor.

— Lo cual nadie ha puesto en duda — replicó Ojeda con una amplia sonrisa—. Y me sentiría muy honrado, e incluso agradecido, si forjarais una hoja idéntica a la mía en previsión de que alguna vez se rompa, lo cual, visto el continuo uso que me veo obligado a darle, siempre es posible.

— Os forjaré tres, y así tendréis repuestos de por vida.

A la larga, el fornido herrero toledano, Ramiro de Seseña, ganó mucho más prestigio, y por consiguiente dinero, por forjar las hojas de la espada de Alonso de Ojeda que por el fallido intento de partírsela en pedazos. De Toledo el conquense pasó a Valladolid, donde al poco tiempo advirtió que el frío mermaba de forma harto acusada sus facultades físicas. Así pues, decidió regresar al calor de su amada Sevilla, ya que su querido amigo Juan de Medinaceli se había traslado con la corte a Barcelona, donde los reyes aguardaban la llegada de don Cristóbal Colón.

Fiel a su costumbre, se encontraba de nuevo en la más negra ruina. Nunca había sido capaz de obtener beneficio alguno ni de su fama como duelista, ni de su éxito con las mujeres.

Había recibido, eso sí, más de una jugosa propuesta de poner su espada al servicio de poderosos señores que deseaban librarse de sus enemigos de un modo más limpio y elegante que mediante el habitual método de enviarles un par de sicarios en mitad de la noche, pero ello iba en contra del estricto sentido de la moral de un hombre que se consideraba a sí mismo el más devoto siervo de la Virgen.

De igual modo rechazó la pequeña fortuna que le ofreció un caballerete con fama de seductor y demasiadas ínfulas, a cambio de que se dejara vencer «en noble duelo», con la promesa de que a lo sumo lo heriría en un brazo, consiguiendo así que por primera vez el mundo pudiera comprobar que la sangre del temido Alonso de Ojeda era tan roja como la del común de los mortales.

— Por lo que a mí respecta aceptaría encantado, puesto que a decir verdad mi bolsa anda en estos momentos harto menguada — fue su irónica respuesta— Pero me preocupa que, en cuanto la empuño, mi espada actúa por su cuenta, por lo que corremos el riesgo de que vos quedéis tuerto y yo tan pobre como siempre.

Con su regreso a Andalucía pretendía, además de huir del frío, visitar una vez más a fray Alonso de Ojeda, quien pese a llevar su mismo nombre y apellido, era el revés de la trama del zascandil de su primo.

Sosegado, estudioso, reflexivo, recatado y sumamente pacífico, el abnegado fraile había pasado la mayor parte de su vida intentando hacer regresar «al buen camino» a quien consideraba, no sin cierta razón, la oveja negra de su noble y respetada familia.

Si la naturaleza hubiera decidido actuar en buena lógica, aunque tan sólo fuera en esa ocasión, repartiendo en su justa proporción los defectos y virtudes de los dos Alonso de Ojeda que en el mundo eran, habría obtenido un par de seres humanos bastante aceptables en lugar de un espadachín y un santo.

¿Cómo se entiende que, corriendo por sus venas la misma sangre y habiendo sido educados en los mismos principios, ambos primos se enfrentaran a la vida desde puntos de vista tan diferentes?

«El Nano» Ojeda era alto, fuerte y con aspecto de leñador vasco, a tal punto que se le consideraba capaz de derribar un mulo de un puñetazo, pese a lo cual su primo estaba convencido de que preferiría que le aplastaran un dedo antes que retorcerle el cuello a una gallina aun desfalleciente de hambre.

Respiraba bondad por cada poro de su gigantesco cuerpo y al espadachín le constaba que, pese a que reprobaba su forma de comportarse, jamás saldría de sus labios una palabra de condena. A lo más que llegó en una ocasión fue a comentar que no era quién para criticar las decisiones del Altísimo.

Según decía, si así había hecho el Señor a su descarriado primo, era porque así debía ser y sus razones tendría para haberle creado de esa manera.

Aparte de sus muchos y buenos consejos, éste jamás percibió de él ni siquiera un atisbo de reproche, lo cual a decir verdad le pesaba más que un largo sermón cargado de razones.

Que le sobraban.

Para «El Nano», la vida humana era lo más sagrado que el Señor había puesto sobre la Tierra, y por tanto no entendía que su querido pariente hubiera acabado con tantas y no le reconcomieran los remordimientos.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Centauros»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Centauros» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Alberto Vázquez Figueroa: Delfines
Delfines
Alberto Vázquez Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa: Viaje al fin del mundo: Galápagos
Viaje al fin del mundo: Galápagos
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa: La Iguana
La Iguana
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa: Yáiza
Yáiza
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa: Maradentro
Maradentro
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa: León Bocanegra
León Bocanegra
Alberto Vázquez-Figueroa
Отзывы о книге «Centauros»

Обсуждение, отзывы о книге «Centauros» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.