• Пожаловаться

Ezequiel Teodoro: El manuscrito de Avicena

Здесь есть возможность читать онлайн «Ezequiel Teodoro: El manuscrito de Avicena» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. ISBN: 9788498025170, издательство: Entrelineas Editores, категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Ezequiel Teodoro El manuscrito de Avicena

El manuscrito de Avicena: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El manuscrito de Avicena»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ezequiel Teodoro: другие книги автора


Кто написал El manuscrito de Avicena? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El manuscrito de Avicena — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El manuscrito de Avicena», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El médico comía con apatía pensando de nuevo en lo que le había ocurrido. No había solución posible, quizá el chico tenga razón y Silvia vuelva a estar en un aprieto. Desde que se marchó a San Petersburgo habían hablado unas cuantas veces, al principio se esforzaron en mantener el contacto, si bien con los meses el número de llamadas fue descendiendo y ya hacía dos semanas que no sabía nada de ella. Guardaba su número de teléfono en el móvil, sin embargo no se atrevía a telefonearla, la última vez parecía que no supieran qué decirse.

—¿Tengo razón?

—¿Qué?

Javier dio un sorbo a la coca-cola y le miró a los ojos.

—Tiene que ver con tu mujer, ¿verdad?

El doctor Salvatierra no respondió. No quería contestar a esa pregunta, responderla significaba hablar de ella, explicar qué hacía allí, por qué se había ido, aceptar que él la había empujado a marcharse, recordar a su hijo.

—Si no mentiste a esos agentes, no existe explicación alguna sobre lo que ha ocurrido, Y no me lo creo, tío.

—¿Tío? No soy tu tío ni desearía estar en su lugar. Habla con más respeto, chico o te quedas en la cuneta.

Javier se incorporó en el asiento.

—Perdona, no quería mosquearte. Es sólo que, bueno, querría ayudarte; pero allá tú si no necesitas ayuda. Total, me dejas en Murino, o cerca, y no te vuelvo a ver más.

—De acuerdo, tienes razón. Creo que está relacionado con Silvia, aunque no sé por qué.

—¿La has llamado?

—No, no sé dónde he perdido ese maldito aparato.

Los dos se mantuvieron unos minutos en silencio.

—Es científica, trabaja en el CSIC. La contrataron para una investigación en San Petersburgo mañana hará exactamente un año. Desconozco cuales son los detalles de la investigación, no me contó nada por motivos de confidencialidad y yo tampoco le pregunté. La verdad es que últimamente no hemos hablado demasiado.

Javier se había recostado en su asiento, escuchaba al médico con atención moviendo la cabeza de vez en cuando como si asintiera.

—Hablamos por última vez hace dos semanas, desde entonces no se ha vuelto a poner en contacto conmigo... ni yo la he telefoneado. —Levantó la vista hacia su compañero de mesa—. Cosas de matrimonio, ya sabes... Si algo le hubiera ocurrido...

A esas alturas la voz ya no le salía de la garganta. Apoyó los codos en la mesa y comenzó a acariciarse el lóbulo de la oreja derecha; en la mesa, los platos con los restos de la comida descansaban como mudos testigos de la conversación. Javier fue a decir algo pero lo dejó en un gesto interrumpido y volvió a recortarse en la silla.

En el parking del hotel, un Renault Laguna se detenía junto a un todoterreno y del coche descendían dos hombres. Uno de ellos se agachó, y colocó un aparato bajo el vehículo del doctor en tanto el segundo vigilaba. Cinco segundos después se montaron en el automóvil y el conductor pisó el acelerador, perdiéndose inmediatamente entre las calles.

—¿A qué se dedica exactamente tu mujer? Quiero decir, es científica, sí, ¿pero qué hace?

—Empezó a estudiar medicina aunque en cuarto abandonó y comenzó química. Se especializó en química analítica, siempre le ha gustado jugar a detectives.

—¿Detectives?

—Básicamente su trabajo consiste en descomponer un material en los elementos más sencillos que lo componen, y de nuevo recomponerlo. Y, créeme, es buena. Aunque ganó una plaza en el CSIC hace veinte años, ha colaborado con laboratorios de prestigio internacional, y recibido premios por ello. Hacía cuatro años que no aceptaba ningún encargo... —La voz del médico se tornó profunda.

—¿Qué pasó?

El doctor Salvatierra suspiró, se levantó lentamente y negó en silencio.

—No es momento de hablar, mañana debemos partir temprano.

Javier asintió indeciso y se incorporó.

—¿Conocías a quienes la contrataron? —Le preguntó ya en pie.

—Fue el doctor Charles Snelling. Colaboró con él en el desarrollo de un proyecto en Inglaterra, hará unos diez años de aquello; desde entonces hemos coincidido en unas cuantas ocasiones, en congresos, conferencias y sitios así. N o me parece mala persona, un poco presuntuoso tal vez, está emparentado con un conde, un duque o algo así, pero es un buen profesional.

El médico proporcionó el número de habitación al camarero. Después él y Javier entraron en el ascensor y subieron al primer piso; pasaban de las doce de la noche y la recepción se hallaba en penumbra aunque el pasillo continuaba iluminado. Camino de la habitación el doctor Salvatierra se preguntaba cómo había sido capaz de invitar a ese chico a continuar viaje con él y, lo que es más importante, a dormir en su misma habitación. Quizá la soledad. Se parece mucho a David, ¿no? La imagen de su hijo regresaba una y otra vez a su mente para hacerle sentir siempre culpable. Lo más importante ahora es saber qué está pasando con Silvia. Abrió la puerta y pasó al cuarto seguido por Javier, que inmediatamente se acostó tal y como estaba.

—¿No tienes pijama?

—¿Pijama? —Javier sonrió y señaló la mochila tirada en el suelo al pie de su cama—. Sólo viajo con eso. Y ahí no caben muchas cosas, tío..., digo, doctor.

El médico se quedó mirándolo desde la puerta del baño. El joven lucía un pendiente blanco, vaqueros desteñidos, camiseta negra con unos símbolos que no conseguía identificar, seguramente letras chinas, un tatuaje en el brazo derecho: «Llega antes, llega primero», y unas zapatillas deportivas de color blanco. ¿Será seguro dormir con él? Inspiró y expiró profundamente, entró luego en el baño, se cambió de ropa, se lavó los dientes y las manos, salió y se sentó en su cama frente a Javier.

—Ahora que conoces mi situación y si vamos a ser compañeros de viaje, merezco saber qué haces aquí, para qué vas tan lejos y, sobre todo, cuál es el motivo por el que no cuentas con dinero. ¿No crees?

El joven apagó el Ipod, se quitó los auriculares con los que había estado oyendo música desde que el médico entró al baño y se incorporó.

—No creas que soy uno de esos quinquis que viaja de gorra. Soy universitario, estoy en segundo de Bellas Artes.

Se levantó un poco hasta situarse a la altura del médico.

—Mi padre falleció hace seis meses. Trabajaba en unos bocetos, era aparejador, cuando sufrió un infarto; por mucho que hicieron en la ambulancia, no consiguieron que sobreviviera. Fumaba mucho y bebía bastante, sobre todo desde la muerte de mi madre.

El joven continuó hablando durante mucho rato. Le contó al médico que la situación del negocio de su padre era cuando menos preocupante y que su socia se había apoderado de lo poco que se podía salvar y él, de repente, se encontraba sin ni siquiera un lugar dónde vivir. Era demasiado mayor para una casa de acogida y su tutora legal, la socia de su progenitor, no había querido saber nada de él en cuanto tuvo problemas con la policía. Algún alboroto en la facultad, una borrachera descontrolada, y se vio en la calle sin saber a quién recurrir. Después algunos vecinos le ayudaron, hasta que se cansó de pedir limosna y de dormir en casa de unos y otros.

—¿Tus padres no tenían familia?

—Los dos eran bastante mayores, mi padre se casó con más de cincuenta años y mi madre pasados los cuarenta, y no tenían hermanos.

—¿Y a qué vas a San Petersburgo?

Javier calló unos segundos. Recordar a sus padres removió sus sentimientos.

—La socia de mi padre me había prestado un trastero para guardar lo poco que no perdí de mi familia. Una noche, hará unos dos meses, forcé la puerta y entré allí para dormir; mi intención era pasar un par de noches, sólo hasta que encontrara un lugar mejor. No tenía qué comer así que rebusqué entre las cosas de mi padre por si encontraba algo de valor, y me tropecé con el libro de familia de mi abuelo. Le eché un vistazo por curiosidad, Jordi Ubillos, así se llamaba mi abuelo, casado con María Fernández, hijo: Germá Ubillos, mi padre, e hija: Mercé Ubillos.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El manuscrito de Avicena»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El manuscrito de Avicena» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Juan Saer: La Pesquisa
La Pesquisa
Juan Saer
John Le Carré: La Casa Rusia
La Casa Rusia
John Le Carré
Susana Fortes: La huella del hereje
La huella del hereje
Susana Fortes
Noah Gordon: El Médico
El Médico
Noah Gordon
Отзывы о книге «El manuscrito de Avicena»

Обсуждение, отзывы о книге «El manuscrito de Avicena» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.