David Camus - La espada de San Jorge

Здесь есть возможность читать онлайн «David Camus - La espada de San Jorge» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La espada de San Jorge: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La espada de San Jorge»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una fascinante aventura épica en el siglo XII de las grandes sagas.
Cuando aún es un niño, el intrépido Morgennes es testigo del asesinato de toda su familia. Más tarde, tras pasar unos años en el Monasterio de Troyes, donde da muestras de gran inteligencia, parte con su amigo Chretien en busca de aventuras. En Bizancio, tras superar la iniciación, será armado caballero. Y ya en Jerusalén deberá volver a probarse a sí mismo enfrentándose al mundo de la memoria y al de los muertos, a las sombras y a los recuerdos…
Una recreación histórica apasionante de los tiempos de la caballería, el honor y la devoción por la causa.
Una historia muy intensa, que no decae en ningún momento: héroes caballerescos, búsqueda de reliquias, el contexto histórico de las cruzadas y los templarios, todo ello acompañado de grandes dosis de fantasía y acción sin límite.

La espada de San Jorge — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La espada de San Jorge», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Coc, coc, cot!

– ¡Quieto! -chilló de pronto Morgennes a un jovenzuelo que estaba a punto de sumergir dos aves desplumadas en un recipiente de agua caliente.

El joven se quedó inmóvil, manteniendo a los animales sobre el vapor del agua hirviente. Y en ese momento una de las dos giró el cuello en dirección a Morgennes y cacareó con desesperación:

– ¡Coc! ¡Coc! ¡Coc! ¡Coc!

– ¡Es ella! ¡Es Cocotte! -dijo Morgennes.

Saltó sobre el joven aprendiz y lo lanzó al suelo. ¡Cocotte! Temblando violentamente, la pobre gallina, toda pelada y con la carne salpicada de pequeñas protuberancias, hundió su cabeza bajo el brazo de Morgennes en busca de protección.

– ¿Por qué la has cogido? -preguntó Morgennes al cocinero, tendido bajo él.

– Pero… ¡si yo no he hecho nada! -se excusó este, desesperado.

Era tal el escándalo que reinaba en las cocinas que Morgennes casi estaba sordo. Cuando no eran los golpes de la tajadera contra las tablas de mármol o de madera, era el golpeteo de las cazuelas o las soperas que removían los aprendices, el silbido de los fuegos encendidos bajo las calderas, el ruido del agua hirviendo, el chapoteo de los alimentos que tiraban dentro, el tintineo de cristal o de jarras al entrechocar, las órdenes aulladas de un puesto a otro y los chorros de vapor, dispuestos a escaldar a quien se acercara demasiado.

– ¡Ibas a matarla! -gritó a voz en cuello Morgennes, mientras levantaba al pobre desgraciado sobre los fogones dudando si lanzarlo al caldero como había intentado hacer él con Cocotte.

El joven se debatía como un loco, lloraba, chillaba. Entonces Morgennes lo dejó en el suelo y le dijo:

– Lo siento, no sé qué me ha pasado. Creo que me han envenenado…

– ¡Bravo! ¡Bravo! -gritó en ese momento una voz detrás de nosotros, mientras, por primera vez, se hacía un relativo silencio en las cocinas-. ¡Habéis superado la primera prueba, os felicito!

Morgennes se volvió y vio que Colomán aplaudía con entusiasmo, sentado con indolencia sobre una mesa. Entonces recordó las últimas palabras de Poucet: «¡Guardaos de los ogros!».

– ¿Nos diréis quién sois en realidad? -preguntó a Colomán.

– ¿Yo? En todo caso, no soy un ogro -replicó Colomán, como si supiera lo que estaba pensando Morgennes.

– Tal vez no lo parezcáis -dijo Morgennes-, pero actuáis como si lo fuerais. ¿Por qué esta prueba?

– Os importa mucho esta gallina, ¿verdad?

– Sí.

– Quería saber hasta qué punto.

– ¿Y ahora?

– ¡Morgennes, desconfía! ¡Trata de embrujarte! En cuanto a ti -dije amenazando a Colomán con la señal de la cruz-, si eres de Dios…

– ¡Tst, tst, tst! -me interrumpió Colomán, sacándose con toda tranquilidad sus magníficos guantes blancos-. No me hagáis reír, por favor. No vayáis a buscar el mal más allá de los hombres… Por mi parte -dijo girando sobre sí mismo-, me jacto de respetar los siete deberes de caridad que todo buen cristiano debe cumplir. Pues esta es mi divisa: « ¡ Visito, poto, cibo, redimo, tego, colligo, condi! » . ¡Y en efecto, nunca dejo pasar una ocasión de visitar a los enfermos, dar de beber a los sedientos, alimentar a los hambrientos, rescatar a los cautivos, vestir a los desnudos, acoger a los extraños y sufragar servicios para los difuntos!

Poco a poco, en las enormes cocinas, el escándalo infernal se reanudó. Colomán se acercó a Morgennes.

– Prácticamente te salvé la vida -le dijo-. En el Krak de los Caballeros. Fui yo quien insistió en que te curaran, ¿sabes?

– No lo sabía -dijo Morgennes-. Gracias.

– No me des las gracias… Ah no, no te querían esos orgullosos caballeros, o en todo caso solo para que les acompañaras en sus hazañas como un perro que sigue a su amo… -Haciendo volar la gran capa a su alrededor, se acercó más a Morgennes-.

Sé mi alumno -dijo-. Te enseñaré todo lo que necesitas para que te acepten. Montar a caballo como si hubieras nacido sobre una silla; combatir con la espada de manera que los mejores duelistas se dobleguen ante ti; manejar la lanza, la maza, el martillo. Saltar, nadar, correr… Llevas en ti la fuerza de veinte hombres, lo sé. Pero no tienes una educación militar. Y lo que no se ha aprendido no se puede hacer bien. Sé mi alumno, conviértete en un mercenario.

– ¿Un mercenario? Yo soñaba con ser caballero.

– ¿No cumple el hombre en la tierra un tiempo de servicio, no lleva en ella la vida de un mercenario? Vamos, ya tendrás tiempo de ser armado caballero. ¡Más adelante!

– Pero ¿por qué yo? -preguntó Morgennes.

– Tengo mis razones. Pongamos que me recuerdas a alguien.

– ¿A quién?

– A un amigo.

– ¿Y si acepta? -interrumpí-. ¿Cuál será el precio?

– Tendrá que servirme, durante toda su vida.

– ¿Durante toda la vida? ¿Y ya está?

– Y si miente irá al infierno.

– Acepto -dijo Morgennes.

– Muy bien. Empezarás enseguida. Pero debes saber que si no mantienes tu palabra, no te me escaparás. Vayas donde vayas, te encontraré y te lo haré pagar…

– No soy un traidor, ni un cobarde -dijo Morgennes.

– ¿Y yo? -pregunté-. ¿Os habéis olvidado de mí?

– Desde luego que no. Me ha parecido entender que te interesas por los libros. Aquí tengo más de mil rollos que contienen recetas de platos procedentes de todos los rincones del mundo. ¿Te gustaría consultarlos?

– ¿Recetas de cocina? A fe mía que habría preferido algo más consistente, pero por qué no.

– ¡Entonces ve!

Y con un gesto que no podía ser más teatral, me señaló una puerta, detrás de la cual se veían estanterías enteras repletas de pergaminos.

– ¿Por qué no hay mujeres en este lugar? -preguntó Morgennes a Colomán.

– Hay una, pero una sola; tal vez la conozcas en el momento apropiado. En cuanto a las demás, han perdido el derecho de entrar aquí.

– ¿Por qué?

– En los primeros tiempos de esta academia, las mujeres eran admitidas. Pero muy pronto nos dimos cuenta de que eran demasiado crueles. Con demasiada frecuencia infligían a su víctima una sanción mucho más terrible que la que se había ordenado. Cuando se trataba de herir, ellas mataban. Y si se requería un castigo ejemplar, ellas aplicaban diez. No, realmente su lugar no está aquí. Nunca serán unas buenas mercenarias. Les cuesta demasiado obedecer las órdenes.

– ¿En qué consiste el entrenamiento? -preguntó Morgennes-. ¿Por dónde empezaré? ¿Por la equitación? ¿La lucha? ¿La esgrima?

– Primero lavarás los platos.

Le mostró una montaña de vajilla sucia que llegaba hasta el techo.

– Son los platos que os han servido -dijo Colomán.

– Muy bien -replicó Morgennes tragando saliva.

– Cuando hayas terminado, pregunta al maestro cocinero cuál es tu siguiente tarea. Volveremos a vernos dentro de tres meses.

– ¿Tan tarde?

– Acaba con los platos…

21

Nadie puede hacer bien lo que no ha aprendido.

Chrétien de Troyes,

Perceval o El cuento del Grial

Morgennes comprendió rápidamente que los ruidos de entrenamiento para el combate que había oído al llegar al palacio no procedían de ningún gimnasio, sino de las cocinas.

Allí, en esa parodia de centro de entrenamiento, un verdadero ejército de mercenarios se ejercitaba en la guerra, en recibir y cumplir órdenes, en trabajar en equipo, rascando, frotando, cociendo, calentando, sin rechistar nunca. Generalmente, los que abandonaban no eran mucho mejor tratados que los que intentaban huir. A estos se les castigaba con la muerte, mientras que los primeros debían implorar perdón mientras los torturaban.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La espada de San Jorge»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La espada de San Jorge» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La espada de San Jorge»

Обсуждение, отзывы о книге «La espada de San Jorge» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x