David Camus - La espada de San Jorge

Здесь есть возможность читать онлайн «David Camus - La espada de San Jorge» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La espada de San Jorge: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La espada de San Jorge»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una fascinante aventura épica en el siglo XII de las grandes sagas.
Cuando aún es un niño, el intrépido Morgennes es testigo del asesinato de toda su familia. Más tarde, tras pasar unos años en el Monasterio de Troyes, donde da muestras de gran inteligencia, parte con su amigo Chretien en busca de aventuras. En Bizancio, tras superar la iniciación, será armado caballero. Y ya en Jerusalén deberá volver a probarse a sí mismo enfrentándose al mundo de la memoria y al de los muertos, a las sombras y a los recuerdos…
Una recreación histórica apasionante de los tiempos de la caballería, el honor y la devoción por la causa.
Una historia muy intensa, que no decae en ningún momento: héroes caballerescos, búsqueda de reliquias, el contexto histórico de las cruzadas y los templarios, todo ello acompañado de grandes dosis de fantasía y acción sin límite.

La espada de San Jorge — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La espada de San Jorge», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En el interior del palacio resonaban gritos, que innumerables pasillos y una increíble cantidad de puertas forradas de metal no lograban ahogar. ¿Qué tipo de gritos? Todos los que puedan imaginarse. Gritos de placer, durante las orgías a las que Colomán invitaba a cortesanas para saciar la lujuria de sus mercenarios. Aullidos de dolor, cuando los esclavos eran azotados hasta sangrar por haber olvidado sonreír o haber volcado una copa. Clamores de soldados ejercitándose, restallido de los látigos sobre las armaduras o la piel. Sollozos, gemidos, cuando la muerte por agotamiento parecía el único final posible al penoso entrenamiento de los reclutas. Y sobre todo, más que ningún otro ruido, el del impacto del metal contra el metal, espadas chocando con estruendo contra un escudo, mazas contra un peto; flechas, lanzas, hundiéndose en la tela, en la carne o en la madera de una diana.

¡Estábamos en el reino de Satán!

– Es el diablo en persona -susurré al oído de Morgennes-. Este tipo me da mala espina. Mírale, con su cabello negro, los labios pintados de rojo, las cejas hirsutas, esos pelos que le salen de la espalda, los caninos como cuchillos… ¡Y qué me dices de sus orejas! ¿No son puntiagudas y afiladas como las de los lobos? Y además, ¿no te parece extraño que siempre esté riendo, que siempre esté de buen humor?

– ¿Tú crees que Dios es triste? -preguntó Morgennes.

– No, no he dicho eso. Pero tengo miedo.

– No te preocupes…

Colomán empujó con las dos manos una doble puerta maciza, que daba a una terraza colgada sobre el Bósforo. Allí, sobre mesas de mármol, a la luz de los antorcheros de oro, habían servido un fabuloso festín.

– ¡Que aproveche! -nos dijo Colomán-. Lo siento, no me quedo, tengo cosas que hacer. Pero bebed, bebed, porque como decimos aquí: «¡Las ideas negras se aclaran con un buen vino!».

Nos dejó allí, en compañía de numerosas esclavas apenas núbiles y ligeras de ropa, que se esforzaron en servirnos lo mejor posible. Aquello fue una sucesión de terneros, vacas, bueyes, becerros, corderos, ovejas, ensartados en espetones o servidos en tajadas tan gruesas como el puño de Colomán; gordas marranas y pequeños lechones rellenos de aceitunas y alcaparras; jorobas de camello bañadas en aceite de sésamo, seguidos de un bosque de setas y de codornices, perdigones, faisanes, conejos, liebres, puerco espines, y todo tipo de animales de caza -ciervos, corzos, cabras montesas y gamos, sin olvidar a los jabalíes-. Cuando la carne desapareció de la mesa, nos ofrecieron diversos alcoholes y digestivos, y un nuevo diluvio de manjares se abatió sobre nuestras panzas y gaznates. Luego llegó un océano de pescados -sardinas, bremas, lubinas, atunes, merluzas, mújoles, angelotes (una especie de tiburón traído de Francia), rayas, doradas- y de crustáceos (os ahorro la lista), que nos sirvieron sin caparazón, espinas ni escamas, y con algas a modo de acompañamiento. Creía que ya habíamos acabado, cuando nos trajeron gran cantidad de embutidos, con esta sorprendente explicación:

– Para ayudaros a digerir.

Entre las longanizas, salchichones y salchichas, había una larga morcilla negra con un sabor bastante fuerte, que era deliciosa.

– ¡Es magnífico! -se entusiasmó Morgennes.

– ¡Sí! ¿Qué es? -pregunté.

– Es el rabo de un toro, puesto a secar con especias durante tres años y tres días y luego bañado en miel -me respondió una joven esclava, con una hermosa tez cobriza y unos ojos de un azul hechizador.

Pero la comida no había terminado. Porque después del embutido llegaron los patés, las terrinas, las tortas, las empanadas y los pastelillos, con los que nos deleitamos más allá de lo razonable.

– No sabía que tenía un estómago tan grande -dijo Morgennes.

– Estamos violando al menos uno de los diez mandamientos -añadí-. Aquí hay algo que no va como debería, lo juraría…

– Tienes razón.

Al mirar hacia el otro lado de la terraza, vi el mar que rompía contra las costas bajas, salpicadas de árboles, y que entraba en los puertos atestados de embarcaciones, rodeados por altas murallas.

– ¡Cocotte! -dijo de pronto Morgennes.

– ¿Qué pasa con Cocotte? -pregunté.

– ¡Ha desaparecido!

– ¿Bromeas?

– No. ¡Espero que no nos la hayamos comido!

Y se lanzó hacia el interior del palacio.

– ¡Cocotte! ¡Cocotte!

Abandonando a regañadientes aquel festín, salí tras él.

Con el vientre lleno, pedorreando sin cesar, rodando más que caminando, meando contra las paredes y vomitando en los rincones, pasamos por un verdadero infierno para seguir avanzando a pesar de todo.

– ¡Nos ha envenenado! -le dije a Morgennes.

– ¡En absoluto! ¡Somos nosotros los que nos hemos atiborrado como cerdos!

En el palacio de Colomán había tal sucesión de pasillos y habitaciones que me entraron náuseas -me recordaba los innumerables platos que acabábamos de devorar, cuya simple evocación me producía mareos-. La mayoría de aquellas salas no tenían muebles, excepto, a veces, un diván, donde roncaban esclavos atiborrados de vino. Cuando tratábamos de despertar a uno de esos durmientes, nos mandaba a paseo y volvía a hundirse en un profundo sueño.

Por fin hicimos un descubrimiento de lo más interesante:

– ¡Allí, mira! -dijo Morgennes.

Había una pluma rojiza, en medio de una alfombra con un motivo oriental.

– ¿Quién nos dice que es de Cocotte?

– Yo.

Después de recogerla, volvió la mirada hacia una puerta dé la que escapaban aromas de pollo asado.

– ¡Qué horror! -dije-. ¡Me niego a entrar ahí!

– ¡Haz un esfuerzo, sígueme!

La puerta daba a una escalera de caracol que se hundía en las entrañas del palacio, de donde se oían unos ruidos amortiguados.

– ¡Por los dioses! -suspiró Morgennes-. ¡Tengo una migraña espantosa! Es como si las campanas del mundo entero se hubieran dado cita en mi cráneo.

– ¡Pues el mío es como la obra de Santa Sofía!

Yo estaba convencido de que habíamos sido víctimas de un sortilegio. Pero ¿cuál? ¿Y por qué? La respuesta debía encontrarse forzosamente en algún lugar cerca de las cocinas, donde acabábamos de entrar. Un maestro cocinero con el cráneo rasurado, vestido de blanco, estaba orgullosamente plantado en el centro de la antecocina. Llevaba a modo de condecoraciones, sujetas a su delantal, mechador, tenedor, trinchante, picador de carne y todo lo que constituye el utillaje de un honrado maestro del gremio. Detrás de él se afanaba un ejército de cocineros, rustidores, marmitones, pinches, aprendices y lavaplatos, equipados con espetones, trapos, calderos, escobas, cucharas, cucharones, batidores, espumaderas, escurrideras y otros mil utensilios.

Extrañamente, no había ni una sola mujer, como si las cocinas estuvieran prohibidas para ellas.

– Si esto no es el infierno, se le parece mucho -observó Morgennes.

Chorros de vapor ascendían silbando hacia las altas bóvedas, inundándolas de humo. Lenguas de fuego lamían los muros o resplandecían en fosas bajo nuestros pies. Hacía tanto calor que grandes gotas de sudor nos resbalaban por la piel. Y los marmitones, que no dejaban de recibir órdenes y patadas en el culo, corrían de un lado para otro azorados, como una horda de pequeños demonios al servicio de diablos más poderosos. Morgennes sujetó por el brazo a uno de estos jóvenes pinches y le preguntó:

– ¿Has visto a una gallina? ¿Pequeña y de color rojizo?

El mocoso se encogió de hombros y señaló un rincón de la cocina, entre los hornos, las chimeneas y los sumideros, donde, suspendidos con ganchos, había todo lo que puede concebirse en materia de gallináceas: capones, gallos, cebones, gallinas, pollos, pollitos (a razón de cinco o seis por gancho) y pollas cebadas. Pero ni rastro de Cocotte.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La espada de San Jorge»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La espada de San Jorge» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La espada de San Jorge»

Обсуждение, отзывы о книге «La espada de San Jorge» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x