María Ana Hirschmann - Cuando murieron mis dioses

Здесь есть возможность читать онлайн «María Ana Hirschmann - Cuando murieron mis dioses» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cuando murieron mis dioses: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuando murieron mis dioses»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta es la impactante historia de una hoven checoslovaca, circunscripta a finales de la Segunda Guerra Mundial. En ella se destaca la fuerza y la trascendencia de su fe, inculcada desde niña por su generosa y humilde madre. Al recorrer las páginas de este libro, descubrirás cómo, a lo largo de su huida de un campo de trabajos forzosos y las innumerables peripecias que tuvo que afrontar, encntró un hogar y a un Dios que la protegió a cada instante y le mostró su poder para obrar increíbles milagros.

Cuando murieron mis dioses — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuando murieron mis dioses», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Mientras bajaba la escalera, tarareaba una melodía. Me eché el cabello hacia atrás y sacudí la cabeza, pues debía dejar de soñar.

De pronto, tuve que detenerme en seco. Por la puerta abierta, entraba un oficial de la marina. Su rostro me resultaba familiar, y súbitamente supe quién era ese hombre. Me sentí aterrada y volé a mi habitación. Allí, me senté en el borde de mi catre, y traté de dominar mi enloquecido corazón y mis alborotados pensamientos. ¡Nunca había estado tan asustada en mi vida! ¿Qué pasaría si él no gustaba de mí? Y ¿qué pasaría si...? Comencé a peinarme otra vez, acomodé la insignia en mi uniforme azul y me miré detenidamente para ver si todo estaba en orden.

Enseguida, oí que me llamaban por mi nombre. Reuniendo todo el coraje que pude, bajé lentamente la escalera y saludé respetuosamente a la directora de turno. Con una chispa de malicia en sus ojos, señaló al marino y dijo:

–Tienes una visita, María Ana. ¡Ven y dale la bienvenida!

Miré de lleno su rostro sonriente y le extendí la mano. Rudy sonrió ampliamente, y dijo con alegría:

–¡Bien, aquí estoy, pequeña Hansi!

Yo asentí y alcancé a tartamudear, ruborizada:

–Sí, ya lo veo.

Como la directora nunca me había visto cohibida, primero se sorprendió y luego se rio con ganas. Eso pareció romper la tensión del ambiente, y ya con cierto aplomo pude darle la bienvenida e invitarlo a unirse al grupo que se entretenía afuera.

De pronto, me di cuenta de que la aparición de Rudy había causado sensación, y me sentí mucho más dueña de mí misma. Lo presenté, con orgullo, a mis amigas, quienes por detrás me hacían señas de aprobación o envidia. Yo sonreía satisfecha.

Cuando llamó la campana para la cena, Rudy fue invitado a comer con nosotras. Lo ubicaron junto a la directora general, una mujer de alto rango y modales muy severos. Yo cumplí con mis deberes de supervisora, pero no podía evitar que mi corazón latiera con violencia, especialmente cuando miraba hacia donde estaba Rudy. Como buen caballero, supo llevar una conversación galante con la directora y, al mismo tiempo, vigilarme de cerca dirigiéndome significativas miradas. Al finalizar la comida, la directora estaba tan bien impresionada con el visitante que me liberó del resto de mis tareas para la noche, como también para el día siguiente, aun antes de que yo se lo pidiera. Como nunca antes había hecho algo semejante, la medida causó verdadera sensación entre mis compañeras.

Luego de cambiarme el uniforme y volver, salimos lentamente, conscientes de que muchos ojos nos observaban. Ya afuera, caminamos hacia la puesta del sol. Todo lo que nos rodeaba parecía encantado, fulgurando con matices dorados y purpúreos. Un extraño silencio parecía interponerse entre nosotros cuando Rudy me tomó de la mano para ayudarme a subir una loma. Allí nos quedamos largo rato mirando cómo se desvanecían los colores, devorados por la noche.

Nos habíamos sentido muy unidos en las cartas. Aunque nunca lo habíamos mencionado específicamente, nuestros sentimientos más profundos se hallaban entre las líneas de cada página. Ahora comprendíamos que había llegado la hora de la prueba para nuestra amistad. Cada uno temía que una palabra equivocada, o un gesto mal interpretado, pudiera romper el hilo tenue. Nuestra amistad estaba haciendo frente a la realidad. No lo miré cuando sentí que Rudy estaba estudiando mi perfil. Pausadamente, la noche se adueñó del último resto de luz dorada.

–¿Estás desilusionada, pequeña Hansi? –preguntó Rudy, quedamente.

Sacudí mi cabeza, negando categóricamente, y respondí con prisa:

–No, ¿y tú, Rudy?

Él negó también, pero ambos sabíamos que estábamos mintiendo. Sí, los dos nos sentíamos chasqueados. No porque no nos agradásemos mutuamente, sino porque éramos diferentes de lo que cada uno había esperado. Los sueños son perfectos; los seres humanos nunca lo son. Dos años y medio de una amistad ficticia tocaba a su fin, y nuestros sueños estaban irremediablemente perdidos. ¿Serían nuestros vínculos lo suficientemente fuertes como para arrostrar la realidad con éxito?

Decidimos hacer la prueba. Nos sentamos en un tronco y conversamos. Yo tenía muchas preguntas que formular, de manera que escuché mientras él me contaba cosas de su vida. Su voz era suave y amable. Se comportaba como un joven, pero maduro al mismo tiempo. Miré cómo las estrellas, una por una, aparecían sobre nosotros hasta que el cielo era un domo tachonado de diamantes que nos rodeaba, inspirándonos nueva confianza. Después de todo, no estábamos desilusionados. Por lo menos yo, súbitamente, me di cuenta de que no lo estaba, porque él en realidad era como siempre me lo había imaginado.

Comprendí también, de pronto, que Rudy había recibido mis saludos en esos años pasados; las estrellas nos hablaban nuevamente, y nos habíamos sentado para escucharlas. Ellas subían por el cielo y brillaban en mi corazón, y sentía que dos ojos centelleaban en los míos, mientras regresábamos tomados de la mano. Ambos habíamos perdido algo; cada uno se había quedado sin su corresponsal. Pero habíamos encontrado algo más precioso.

Al día siguiente, nos sentíamos felices y cómodos uno con el otro. Parecía que nos hubiésemos conocido desde mucho tiempo antes. Le mostré los alrededores y, alegremente, subimos algunos cerros. Lo presenté a “mis” agricultores, que se impresionaron con los “bronces” y medallas que él lucía. La esposa del agricultor en cuyo campo trabajábamos nos preparó meriendas y no aceptó que la ayudáramos en su tarea antes de irnos. Paseamos por los pequeños rincones del campo, donde yo solía sentarme para escribirle y soñar con el momento cuando nos encontráramos.

De pronto, Rudy me tomó entre sus potentes brazos y me besó. Yo me liberé rápidamente y sacudí mi cabeza, disgustada. El quedó completamente confundido y afligido. ¿No se daba cuenta? Yo sabía que había besado a muchas chicas, pero ¿no entendía que entre nosotros sería diferente? Durante años, habíamos considerado nuestra amistad como algo muy especial. ¿Había de ser el nuestro como la mayoría de los “romances” de guerra –pasión, besos, diversión y peleas–, para quedar con un sabor amargo cuando todo terminara? ¡Nunca! Yo no podía enamorarme, desamorarme y volverme a enamorar como algunas muchachas lo hacían. Tal vez fuera soñadora, pero creía que algún día habría un gran amor en mi vida. Posiblemente, esa insólita amistad con Rudy no terminara de un modo vulgar o como un amorío cotidiano.

El rostro de Rudy estaba serio cuando traté de explicarle lo que sentía. Luego, levantándome el mentón suavemente hasta que mis ojos se encontraron con los suyos, me dijo:

–María Ana, ¿te he dado motivos para creer que te trataría vulgarmente, o como un amor pasajero? Te has convertido en parte de mi vida, en mi gran inspiración. No puedo imaginar mi existencia sin ti y sin tus cartas. Tú eres el tipo de mujer que yo quisiera por esposa algún día. ¿Te agradaría?

¿Había oído bien? ¿La propuesta era seria? Nos habíamos encontrado apenas el día antes. Hundí mi rostro en su hombro y sus brazos me rodearon delicadamente. Miré sus ojos, y el corazón me dijo que había hallado el gran amor de mi vida.

Después, cuando caminábamos al sol, me habló de nuestro futuro en común. Entonces, dijo:

–Mira, te estoy hablando de nuestro futuro hogar, y descubro que sé muy poco de ti. Hemos hablado nada más que de mí y mi vida; cuéntame de ti, de tu niñez, de tu familia...

Encogí los hombros. ¿Qué podía decirle? ¿Contarle de la casita entre los bosques y de la cama de paja en que dormía? ¿Entendería? Él era único hijo varón de una familia rica. Tenía dinero, seguridad y los lujos de una vida acomodada aun en tiempos de guerra. ¿Debía contarle de cuando mi madre me despidió en la estación, preocupada porque podía olvidarme de Dios? ¿Entendería todo eso? Él era de familia luterana, pero la religión no le importaba nada. Era nazi, como yo, y confiaba en el Führer y en el futuro del Reich. No, en realidad no había mucho que contarle.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cuando murieron mis dioses»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuando murieron mis dioses» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Kanti V. Mardia - Spatial Analysis
Kanti V. Mardia
Chrissi Winterfeld - Anarchie im Herzen
Chrissi Winterfeld
Marie Louise Fischer - Herzen in Aufruhr
Marie Louise Fischer
Iván Canet Moreno - 305 Elizabeth Street
Iván Canet Moreno
Ángel Martín Blázquez - Cuando despierta el cuco
Ángel Martín Blázquez
María Esther Gilio - Cuando los que escuchan hablan
María Esther Gilio
Margaret Way - The Horseman
Margaret Way
Mark Swallow - Zero Per Cent
Mark Swallow
Ann Lethbridge - More Than a Mistress
Ann Lethbridge
Отзывы о книге «Cuando murieron mis dioses»

Обсуждение, отзывы о книге «Cuando murieron mis dioses» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x