1 ...7 8 9 11 12 13 ...22 Existen estudios reportados en la literatura sobre una gran diversidad de temas. Algunos buscan caracterizar al público que visita los museos; otros analizan su comportamiento considerando diferentes parámetros como la edad, género, las interacciones sociales y las dinámicas que se establecen ya sea dentro del grupo con el que van al museo o con el personal de este; qué aprenden al visitar la exposición y qué tipo de emociones se generan por mencionar algunos. También existe una diversidad de instrumentos y metodologías para evaluar diferentes aspectos de la experiencia del visitante, incluyendo métodos cuantitativos y cualitativos. En el capítulo “Enfoque multiángulo, una contribución a la evaluación sumativa de la experienca museística”, Alba Patricia Macías Nestor, presenta diferentes estrategias de evaluación y propone una combinación de las mismas con el fin de tener una idea integral de la experiencia y de ofrecer criterios para el diseño de esta.
Es recomendable llevar a cabo una evaluación interna y otra externa. La interna la puede realizar el equipo de trabajo realizador. Cada integrante del equipo deberá evaluar la parte que haya desarrollado. La evaluación de las distintas fases del proceso ayuda a delimitar problemas potenciales en cualquier etapa y proporciona criterios fundamentales para tomar decisiones de mejora o modificación del producto. Además de estas evaluaciones parciales es conveniente que una vez terminada la exposición todos los involucrados hagan una autocrítica; cada uno debe dar una opinión fundamentada de su participación.
Así mismo, es altamente recomendable contar con una evaluación externa efectuada por profesionales que no hayan participado en el proyecto, a petición de la institución interesada en el estudio y a partir de determinadas indicaciones. Las evaluaciones deben reflejar en primer término las impresiones del público. También es sumamente enriquecedor tomar en cuenta a profesionales externos, para que opinen sobre el rubro de su competencia. Se puede incluir en el grupo consultado a científicos especialistas en los temas abordados, divulgadores de la ciencia y expertos en cada uno de los medios empleados.
Toda la información obtenida de ambas evaluaciones –interna y externa– es importante y complementaria, por lo que se deben considerar sus resultados para llevar a cabo las modificaciones pertinentes.
La mayoría de los estudios que se realizan son aplicables solo al contexto específico en que se llevaron a cabo. Sin embargo, los análisis comparativos de varios de estos estudios pueden arrojar resultados, como determinados patrones y tendencias, que contribuyan al campo de conocimiento.
Studart et al. (2003) hace una distinción entre evaluación e investigación en MCC. Aunque en ambos se hacen estudios de público, la intención es distinta. La evaluación es un levantamiento sistemático de datos sobre determinados elementos expositivos, programas y actividades cuyo propósito es obtener información que sirva para mejorar los objetos estudiados. En cambio, la investigación tiene la finalidad de obtener conocimientos nuevos que puedan ser generalizados y que eventualmente sirvan como base para teorías. La evaluación surge de la necesidad de emprender una actividad específica a corto plazo. Además, tiene el propósito de buscar patrones en relación con diferentes rubros de la experiencia del museo, con el fin de contribuir al campo de conocimiento de los MCC.
Desarrollar un proyecto museológico basado únicamente en la experiencia puede resultar en equipos museográficos deficientes, discursos que no se entienden o ambientes que no generan una experiencia agradable. Una corrección o modificación oportuna antes de abrir la exposición al público evita que se desperdicien recursos económicos, técnicos y hasta emocionales. Por lo tanto, la evaluación no debe verse como un “lujo intelectual”, un instrumento coercitivo, una forma de obtener información para “legitimar” lo que se invirtió o una pérdida de tiempo. La evaluación debe verse como un ingrediente indispensable de todo proyecto museológico y un instrumento que aporta criterios para el buen desarrollo del mismo, ya que permite tomar decisiones oportunas en las diferentes etapas de desarrollo del proyecto, minimizando los posibles errores. Por lo tanto, la evaluación debe verse como una inversión e incluirse tanto en el cronograma de actividades del proyecto como en el presupuesto.
La investigación es esencial porque sirve de fundamento para nuevas estrategias comunicativas, nuevas formas de relacionarse con los usuarios y nuevas propuestas museológicas. Aporta bases para la creatividad, la experimentación y nuevos aprendizajes.
El presente libro es una muestra de algunas líneas de investigación y representa una contribución al campo de conocimientos sobre MCC. Sin embargo, a pesar de que ya existen numerosos estudios e investigaciones en MCC, aún hay muchas preguntas abiertas. Algunas de estas son: ¿qué significa el aprendizaje en un MCC?, ¿qué se lleva una persona de su experiencia y cómo influye en su vida privada, profesional o social?, ¿cómo contribuyen los MCC a que los usuarios sean mejores ciudadanos, trabajadores, padres o madres?, ¿cuáles son los efectos de diferentes propuestas museográficas en diferentes públicos?, ¿cuál es el impacto real del museo en la sociedad? y ¿cómo llevar a cabo un diseño universal que sea incluyente para todos los usuarios? Se podrían agregar muchas más interrogantes a la lista, lo que queda claro es que todavía hay mucho por aprender sobre los MCC. No todos los MCC cuentan con un grupo de investigación. Sin embargo, sus proyectos museológicos se verán altamente enriquecidos si los responsables de llevar a cabo tales proyectos están al tanto de las nuevas tendencias teóricas y metodológicas.
La brecha entre teoría y práctica
Como señala McCarthy (2015) una de las discusiones más frecuentes en foros académicos es la brecha y hasta divorcio que existe entre los denominados practicantes (practicioners) de los MCC y los académicos. Además de los motivos mencionados para tal separación, los practicantes dicen que el quehacer cotidiano del museo es muy demandante y que no tienen tiempo para estas “reflexiones y discusiones académicas”. Ven con cierto desprecio a los académicos de los MCC porque consideran que sus propuestas están en el mundo ideal y que no corresponden a la realidad. Los académicos consideran que los practicantes caen en soluciones repetitivas, poco imaginativas y con deficiencias en el discurso. Existen varias estrategias para disminuir esta tensión entre ambos y para cerrar esta brecha con el fin de mejorar las propuestas museológicas. A continuación se mencionan algunas:
• La integración de un espacio de experimentación para el grupo de realizadores con el fin de fomentar la creatividad, actualización e innovación. La institución debe motivar y apoyar este tipo de actividades considerándolas tanto parte del plan de desarrollo de la institución como de los planes de trabajo individuales. Los resultados de tales innovaciones deben reportarse en informes técnicos internos. Estos servirán como una constancia del trabajo realizado y como parte del aprendizaje de la institución. También pueden ser la base para tesis, comunicaciones formales, publicaciones o patentes.
• Un programa de actualización y capacitación para el personal mediante cursos, talleres, estancias en otras instituciones, congresos y posgrados.
• Un programa institucional en el cual estudiantes de licenciatura y posgrado de diversos campos de conocimiento puedan realizar prácticas profesionales, tesis e investigaciones en el MCC, en colaboración con los practicantes.
• Programas de intercambio y estancias posdoctorales en el MCC.
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