Índice de contenido
Portadilla Ediciones Le Monde diplomatique «el Dipló» Capital intelectual
Prólogo: Y luego la paz se alejó... | Hélène Richard
Capítulo 1 | La humillación
El gigante soviético se desploma | Amnon Kapeliouk
Tratamiento de rejuvenecimiento para el neoliberalismo en Europa del Este | Ibrahim Warde
El “nuevo orden internacional” duró sólo un día | A. K.
Contener, contener, siempre contener a Rusia | Paul-Marie de La Gorce
La Alianza Atlántica marcha hacia el Este | Gilbert Achcar
A la hora de las “guerras humanitarias” | Anne-Cécile Robert
La compleja transición rusa | Jean-Marie Chauvier
Capítulo 2 | El regreso de la Contención
Las raíces económicas de la crisis ucraniana | Julien Vercueil
Ucrania, entre la guerra y la paz | Igor Delanoë
La nueva “línea de fuego” entre Rusia y Occidente | Jean-Arnault Dérens y Laurent Geslin
Capítulo 3 | La confrontación atómica
La ofensiva comercial rusa | Olivier Zajec
Decodificar la estrategia del Pentágono | Michael Klare
La enceguecedora amenaza del “Rusiagate” | Aaron Maté
¿Qué busca Rusia en Siria? | Nikolaï Kožhanov
Capítulo 4 | Bajo influencia
Guerra informativa | Maxime Audinet
El lobby antirruso derrota a Trump | Serge Halimi
La potencia rebelde del colonialismo digital estadounidense | Kevin Limonier
Los autores
Procedencia de los textos
Ediciones Le Monde diplomatique «el Dipló»
Capital intelectual
La nueva Guerra Fría
Rusia desafía a Occidente
Prólogo:
Hélène Richard
Gilbert Achcar
Maxime Audinet
Igor Delanoë
Jean-Arnault Dérens
Laurent Geslin
Serge Halimi
Michael Klare
Paul-Marie de La Gorce
Kevin Limonier
Aaron Maté
Anne-Cécile Robert
Julien Vercueil
Ibrahim Warde
Olivier Zajec
y otros
La nueva guerra fría : Rusia desafía a Occidente /
Helene Richard ... [et al.] ; coordinación general de Creusa Muñoz ; dirigido por José Natanson.- 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Capital Intelectual, 2019.
Libro digital, EPUB - (Claves del siglo XXI)
Archivo Digital: descarga y online
Traducción de: Gustavo Recalde ... [et al.]
ISBN 978-987-614-577-0
1. Política Internacional. I. Richard, Helene. II. Muñoz, Creusa, coord. III. Natanson, José, dir. IV. Recalde, Gustavo, trad.
CDD 327.1
© de la presente edición, Capital Intelectual S.A., 2018
Capital Intelectual S. A. edita también, el periódico mensual
Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
Director: José Natanson
Coordinadora de la Colección Le Monde diplomatique: Creusa Muñoz
Diseño de tapa: M.
Diagramación: Daniela Coduto
Corrección: Alfredo Cortés
Comercialización y producción: Esteban Zabaljauregui
Título de la edición orginal: La nouvelle guerre froide
© Le Monde diplomatique, 2018
Paraguay 1535 (C1061ABC) Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Teléfono: (54-11) 4872-1300
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Suscripciones: secretaria@eldiplo.org
Pedidos en Argentina: pedidos@capin.com.ar
ISBN 978-987-614-577-0
Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento sin el permiso escrito de la editorial.
Primera edición en formato digital: Junio de 2019
Digitalización: Proyecto451
Prólogo
Y luego la paz se alejó...
Hélène Richard
La caída del Muro de Berlín debía dar comienzo a una “nueva era de democracia, paz y unidad”. Así lo expresaba la Carta para una Nueva Europa firmada en París en 1990 por treinta y cuatro países, incluyendo la Unión Soviética. En la mente de muchos dirigentes de entonces, el bloque socialista y el campo occidental mitigarían sus respectivos defectos, convergiendo hacia una socialdemocracia a la europea. El temor a una guerra atómica en suelo europeo se reduciría, y con él, la imperiosa necesidad del paraguas nuclear estadounidense para Alemania Federal; Moscú, por su parte, devolvería su libertad a sus antiguos satélites. Finalmente, gracias a los “dividendos del fin de la Guerra Fría”, se dispondría de importantes sumas para otra cosa que no fuese el trepidar de los tanques.
¿Qué quedó de esta esperanza? Los dos antiguos sistemas convergieron, pero en el sentido del neoliberalismo y el florecimiento de sus respectivas oligarquías. Peor aun, los tanques estadounidenses están nuevamente en Polonia, y Lituania, precavida desde la anexión de Crimea por parte de Moscú, duplicó sus gastos militares. En cuanto a Rusia, despliega sus misiles Iskander en el enclave báltico de Kaliningrado. ¿Quién da más? ¡El Pentágono! Con un presupuesto ya superior a la suma de las ocho potencias militares que le siguen, recibirá en 2019 una partida adicional de 54.000 millones de dólares, algo nunca visto desde el 11 de septiembre de 2001 y la “guerra contra el terrorismo”.
¿Cómo se llegó a esto? El informe Wolfowitz de 1992 ofrece una pista. Mientras el ex enemigo soviético estaba de rodillas, este documento oficial del ejército estadounidense ya advertía sobre “el regreso del nacionalismo en Rusia”. Como escudo, Washington disponía entonces de la Alianza atlántica. Decidió conservarla e incorporar nuevos miembros pese a la disolución del Pacto de Varsovia. A pesar de las promesas realizadas a Gorbachov, la OTAN se acercó a las fronteras rusas, barriendo de paso con el proyecto de un espacio de seguridad que incluía a Rusia. La idea de que esta expulsión de Rusia a los márgenes de Europa corría el riesgo de alimentar el revanchismo que pretendía prevenir, ¿nunca pasó acaso por la mente de los expertos militares del Pentágono?
El despertar ruso es pues fruto menos de la amargura de una derrota que de la herida de una traición. “Desde luego, la Unión Soviética ha muerto, pero no ha sido vencida”, analiza hoy Gorbachov. A cambio de su buena voluntad, el ex líder soviético esperaba que Rusia fuera reconocida como un aliado digno de confianza por los occidentales. Pero, cuando sus reformas precipitaron la desaparición de la Unión Soviética [diciembre de 1991], Washington aprovechó para asegurar su posición dominante. Y Moscú debió observar, impotente, las intervenciones militares estadounidenses, incluso en su zona de influencia histórica en la ex Yugoslavia, Irak y Afganistán.
Aunque se haya recuperado un poco desde su derrumbe en los años 1990, Rusia todavía no es capaz de rivalizar con Estados Unidos. Sin embargo, la humillación que cree haber sufrido lleva a Moscú, aunque debilitada, a repudiar la arrogancia estadounidense. El primer gesto de autoridad se manifestó en 2007, cuando en la Conferencia de Munich Vladimir Putin condenó los “intentos de implantación de una concepción del mundo unipolar”. Al año siguiente, el ejército ruso intervino en Georgia, cuya integración en la OTAN era esperada por Washington. Cuatro años más tarde, Rusia anexó Crimea, a fin de asegurarse de que la base de Sebastopol no pasara al bando contrario. Finalmente, en Siria, Moscú pretende no ceder un ápice de terreno mientras su aliado, Bashar al Assad, figure también en la lista estadounidense de los déspotas a eliminar.
Moscú se involucró también en la batalla ideológica, negándose a que sólo los medios de comunicación occidentales definan el gran relato geopolítico. Su canal público internacional, RT, sostiene que una revuelta en Georgia o una revolución en un país árabe oculta a menudo un complot estadounidense, que Europa, inmersa en una crisis migratoria, se encuentra al borde de una guerra civil, y brinda un amplio espacio a las tesis xenófobas y antimusulmanas de la derecha identitaria.
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