67. La traducción en castellano sería, aproximadamente, Sociedad para la Eliminación de los Hombres. María Arias, op. cit., p. 92.
68. Randall, op. cit., p. 65.
69. “Liberación femenina”, en Otilia Vainstok, op. cit., p. 187.
70. “Un grupo de militantes proponemos” en La liberación de la mujer: año cero, op. cit., p. 100.
71. Leda Trejos Correia, “Grupos de concientización de mujeres: Aportes metodológicos para el trabajo con mujeres”, en Nilsa M. Burgos Ortiz, Sara Sharratt, Trejos Correia, Leda M, La mujer en Latinoamerica: perspectivas sociales y psicológicas, Buenos Aires, Humanitas, 1988, p. 46.
72. Kathleen Mc Afee, Minna Wood, op. cit., p. 21.
73. Shulamith Firestone, en Otilia Vainstok, op. cit., p. 213.
74. Reich, op. cit., p. 20.
75. Idem, p. 37.
76. Idem, p. 22.
77. Dixon, op. cit., p. 34.
78. Millet, op. cit., p. 85.
79. Idem, p. 85.
80. Silvia Federici, Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, Buenos Aires, Tinta Limón, 2011, p. 29.
81. Idem, p. 30.
82. Mabel Campagnoli, “El feminismo es un humanismo. La década del 70 y lo personal es político”. En Andrea Andújar, Débora D’Antonio y otras (comps.) Historia, género y política en los 70, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras (UBA), Feminaria, 2005, p. 155.
83. Idem, p. 161.
84. Christiane Rochefort, “El mito de la frigidez femenina” en La liberación de la mujer: año cero, op. cit., p. 92.
85. Ibídem.
86. Dunbar, “La Liberación Femenina como base de la Revolución Social”en Otilia Vainstok, op. cit., p. 115.
87. Dana Densmore, “Independizarse de la revolución sexual”, en Otilia Vainstok, op. cit., p. 139.
88. Simone de Beauvoir, El segundo sexo, Madrid, Cátedra, 2005, p. 211. (La primera edición de Gallimard es de 1949).
89. Carla Lonzi, Escupamos sobre Hegel y otros escritos de liberación femenina, Buenos Aires, La Pléyade, 1978, p. 16.
90. Idem, p. 59.
91. Shulamith Firestone, La dialéctica del sexo, Barcelona, Kairós, 1976, p. 20.
92. Mary Nash, Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos Barcelona, Alianza, 2004, p. 18.
93. alejandra ciriza, “Simone de Beauvoir. Del cuerpo, la libertad y la sexualidad”, Baruyera, n° 6, Buenos Aires, 2009, p. 12.
94. Comisión por el Derecho al Aborto, “ El segundo sexo cumple 50 años”, Buenos Aires, Nuevos aportes sobre aborto, 1999, p. 4.
95. María Garretas, Milagros Rivera, La diferencia sexual en la historia, Valencia, Universitat de Valencia, 2005, p. 30.
96. Paola Solorza, Cuerpo femenino y subjetividad. Ritos de pasaje: De la inacción al agency en Donna in Guerra, de Dacia Mariani, Artes & Humanidades, vol. I, California-USA, Buenos Aires, julio de 2013, p. 5.
97. Idem, p. 25.
98. “La cuestión del aborto en el feminismo italiano”, Nuevos aportes sobre aborto n° 1, 2, 3, Buenos Aires, Comisión por el Derecho al Aborto, 1990, p. 15.
99. Antonietta Cilumbriello, Daniela Colombo, en Klugman y Budlender, “La lucha por los derechos reproductivos en Italia”, op. cit., p. 227.
100. Erica Dummontel, “Las luchas de las mujeres y la ley de aborto en Italia”, IV jornadas de Atem -25 de noviembre, Buenos Aires, 1987, p. 8.
101. “El aborto ya no es más un delito en Italia”, Persona, año 2, n° 8, Buenos Aires, 1981, p. 21.
II. VIAJERAS MILITANTES
Si al volver a la isla la encuentras pobre,
no creas que te ha engañado. Ítaca te dio
un maravilloso viaje. Sin ella, no habrías partido.
Pero ya no tiene más que darte. Serás rico
con todo lo que habrás ganado en el camino.
“Ítaca”, Constantino Kavafis
PEREGRINAS
El intenso valor depositado en el camino por las palabras de Kavafis, la primacía del recorrido que tutela esta página condensa el sentido del capítulo. Algo de lo narrado en el poema sostuvo las inquietudes de las viajeras militantes. Por más que esta clasificación parezca una entelequia, aunque reunirlas pueda parecer artificioso –por las diferencias naturales, que las hubo–, las viajeras existieron. Al caracterizar el perfil de estas argentinas de los años 70, lo que emerge es su condición de profesionales y universitarias y, además, su disponibilidad económica para viajar. Estas peregrinas se desplazaban de un lugar a otro con el propósito de explorar idearios, experiencias y materiales fuera de su suelo, para traerlos e instalarlos en beneficio de sus congéneres. En líneas generales, trasladaban obras, acciones y pensamientos de otros continentes, otros idiomas y otras culturas. Seguramente, a semejanza de la composición poética de Kavafis, estas mujeres marcharon de su terruño para satisfacer la búsqueda de contenidos políticos y teóricos feministas, aunque ello implicara traspasar fronteras, arriesgarse por países transatlánticos: el hallazgo les resultaba indispensable e insustituible.
Iban y volvían y también vivían por un tiempo en las “usinas” que generaban esos contenidos: Nueva York, San Francisco, Londres, Roma, Milán y París. No solo se apersonaron para ser espectadoras o partícipes de los acontecimientos en ebullición en esas grandes metrópolis, también tomaban contacto con las producciones de ideas y textos claves del feminismo. De ahí su partida. Los ejemplos abundan a pesar de las diferencias de clase, de edad, de horizontes: Victoria Ocampo, María Rosa Oliver, Otilia Vainstok, María Luisa Bemberg, Gabriella Christeller, Marysa Navarro, Isabel Larguía, Linda Jenness, Martín Sagrera Capdevilla (viajero español que vivió en nuestro país) entre otros tantos casos. Si bien Mirta Henault, María Elena Oddone y Nora Ciapponi no se trasladaron a otros epicentros ni abandonaron Buenos Aires, igualmente cumplieron con el designio de viajeras militantes al pedir en préstamo lo que ellas habían detectado como importante en el pensamiento estadounidense y europeo, con el fin de traducirlo y difundirlo entre sus pares.
Agrupar a estas personas tiene por objetivo escribir sus historias. Ya es hora de restituir sus voces, rescatar el aporte de esas mujeres del pasado hacia este presente, su contribución a las disidencias sexuales y otras minorías. Como sería un despropósito no aprovechar la oportunidad, retomamos las experiencias del siglo XX, un período en el que las mujeres empezaron a viajar solas por el mundo; con más frecuencia y en mayor número, desde la década de 1970. Algunas se movilizaban de modo original; otras, de acuerdo con las pautas tradicionales. Los motivos siempre resultaban heterogéneos.
Tal como lo dicta el rito de iniciación de las clases medias, la travesía podía inscribirse en la fase final de la educación universitaria, en la práctica de las lenguas extranjeras, que les abrían un horizonte interesante para su desempeño laboral posterior o, simplemente, como viaje de formación o aprendizaje de la vida. Entonces, a partir de esa década, fue posible para ellas cumplir con “la gran gira”, que equivalía al viaje iniciático permitido y estimulado desde mucho tiempo atrás a los varones. Las había traductoras, escritoras, científicas, activistas y artistas varias. En verdad, más que el periplo con fines culturales o turísticos nos interesa aquí el “viaje acción”, aquel por el cual ellas intentaron una verdadera “salida” para generar cambios en sus entornos políticos próximos. Para esta “transgresión”, era menester una voluntad de fuga, un espíritu de exploradora dispuesta a atravesar las distancias hasta sus confines, aun sorteando adversidades y movidas por una convicción política que las distinguía de las demás.
La gloriosa Emma Goldman, en sus memorias Viviendo mi vida, publicadas en Estados Unidos en 1931, otorgaba una importancia especial a los desplazamientos suscitados por su compromiso con el ideario anarquista y feminista. En esta misma dirección encontramos las vivencias personales unidas a los acontecimientos sociales, que solían operar como telón de fondo en autobiografías, epistolarios, diarios, relatos de viaje, bitácoras. A diferencia del conocido “viaje de iniciación”, en el que se parte de lo conocido para explorar lo inédito, en el “viaje militante” se lleva consigo un cúmulo de conocimientos previos –lecturas, criterios, imágenes, contactos, presunciones– para alcanzar el propósito, luego ratificado o corregido por las nuevas experiencias. También podría ser denominado gira o tour. Sin embargo, ambos conceptos encierran la noción de un paseo largo o corto con fines turísticos o recreativos. Y no es este el caso.
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