Javier Traité - Cuando Colón llegó a Japón

Здесь есть возможность читать онлайн «Javier Traité - Cuando Colón llegó a Japón» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cuando Colón llegó a Japón: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuando Colón llegó a Japón»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Embárcate en esta desternillante crónica del descubrimiento de América.¿Quién no conoce a Colón? El gran descubridor de América es un personaje popular en todo el mundo, pero ¿de verdad sabemos cómo era? ¿Nos hacemos realmente a la idea de lo loco que estaba? Esta es la historia torcida del mayor caso de chamba que han conocido los siglos: el de un hombre que convenció a una reina de que le diera tres barcos para ir a Japón y se salvó de palmarla en el mar por el simple hecho de que, si uno navega hacia el poniente desde España y se empecina en no dar media vuelta, que es lo que habríamos hecho todos, es prácticamente imposible NO descubrir América. Únete a Bartolomé y Giacomo Colón, Juan de la Cosa, Martín Alonso Pinzón, Luis de Torres y muchos otros marineros que acompañaron a Cristóbal Colón en su búsqueda de Japón y descubre que la Historia no es como te la han contado, sino mucho más torcida.

Cuando Colón llegó a Japón — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuando Colón llegó a Japón», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Sí, sí, supongo que los reyes se esperaban el rechazo de los de Palos y firmaron otra provisión para permitirme reclutar marineros de las cárceles. Pero, vamos, poco aprovechable, ya le digo, uno que está condenado a muerte por asesinato y unos amigos suyos que lo encubrieron y estaban también pringando en el calabozo.

—No parece la mejor compañía para quedarse a solas en mitad del océano.

—Pues no, la verdad. Ya le digo que no tengo más que problemas.

—Pero, bueno, Cristóbal, es la historia de siempre, tienes que hablar con las personas adecuadas. Los marineros son marineros, muy suyos, ya sabes. Lo que necesitas es meterte en el bolsillo a algún capitán influyente al que conozcan. Mira, habla con los Pinzón. Martín Alonso es uno de los regidores de Palos, criado del duque de Medina Sidonia, y tiene buena posición. Ahora envío una nota para que te reciba. Ha navegado mucho y los hombres confían en él. Y le va la marcha, por lo que cuentan; si le convences, seguro que te enrola toda la tripulación que necesitas.

Y así fue: Cristóbal Colón entró en conversaciones con aquel tal Martín Alonso Pinzón y, en un par de horas de charla, con dos botellas de vino, le convenció de lo ricos e inmortales que iban a ser los capitanes de aquel viaje y que lo repartirían todo como hermanos. Otro par de horas después, Martín Alonso había convencido a sus hermanos Francisco y Vicente, y juntos, empezaron a recorrer Palos, los pueblos vecinos y la provincia entera, en busca de parientes, amigos o marineros reputados a los que embarcar. En la misma Palos, Colón conoció a otro personaje interesante y muy influyente: Pero Vázquez de la Frontera, el marinero más viejo y respetado del lugar, que en sus años mozos había navegado con la armada portuguesa. Quizá si aquel matusalén hubiera tenido otra experiencia, habría dicho que Colón era imbécil y habría alzado a toda la vecindad en su contra. Pero resultaba que, en 1452, el tal Pero había embarcado en la exploración atlántica del portugués Diego de Teives, en la que hallaron un «mar de hierba». El viejo navegante siempre había lamentado haber dado la vuelta, pues suponía que, tras aquel mar de yerbas flotantes, se hallaban las míticas tierras asiáticas de Cipango y Cathay. Cuando Colón le explicó la ruta planeada, mostró un apoyo total al proyecto, lo que acabó de convencer a otros reticentes, e incluso animó a Martín Alonso Pinzón a poner dinero de su bolsillo para sufragar gastos.

El tal Pinzón, por cierto, dijo que, en efecto, las carabelas que le habían preparado a Cristóbal en Palos eran una mierda y que él se encargaría de conseguir otras mejores. Habló con un tal Cristóbal Quintero con el propósito de fletarle su nave, una carabela nórdica llamada La Pinta, que había arrendado en otras ocasiones y rendía de maravilla en mar abierto. De paso, consiguió enrolar al mismo Quintero como marinero. Pinzón era un tipo realmente eficaz. Luego fue a hablar con unos conocidos, los Niño, otra familia de navegantes influyentes, con el mismo resultado: tres hermanos enrolados (Pedro Alonso, Francisco y Juan) y una nave fletada: una carabela de vela latina llamada, como no podía ser de otra forma, La Niña.

Y como Colón debía aportar un tercer barco, los Pinzón le pusieron en contacto con la persona adecuada: un navegante y cartógrafo cántabro que llevaba años en Puerto de Santa María y tenía en propiedad una nao estupenda llamada La Gallega. El tipo en cuestión era un navegante y cartógrafo llamado Juan de la Cosa, y no solo le fletó la nave a Cristóbal, sino que se enroló en el viaje junto a un puñado de marineros vascos que pululaban por Cádiz tan acalorados como el propio De la Cosa. El almirante, pensando que iba a necesitar mejor protección que una pinta, una niña y una gallega para un viaje tan peligroso, rebautizó a esta última como Santa María.

En agosto de 1492, todo estaba listo, con las tres flamantes naves reparadas y bien pertrechadas. Las bodegas, llenas de alimentos, agua, vino y productos varios para posibles intercambios. Y a bordo, una variopinta tripulación de casi un centenar de hombres, entre los que se contaban Cristóbal, los Pinzón, los Niño, los criminales, un tonelero, un pintor, un artillero, un sastre, tres cirujanos, los vascos de Juan de la Cosa, un italiano de Calabria, algún murciano e incluso un judío amigo de Cristóbal, traductor de mozárabe, árabe y hebreo. ¿Por qué un traductor de árabe y de hebreo? Pues porque no encontró ningún traductor de chino. «Mejor eso que nada», pensó Colón. Por otro lado, era más fácil que algún chino conociera el árabe antes que el español, pues estaban más cerquita. Y, además, ¿no podían encontrar las míticas tierras habitadas por la tribu perdida de Israel? Sería una putada encontrar a unos judíos ricos con ganas de comerciar y no poder hacer negocios porque nadie hablara hebreo, y ellos, al estar perdidos, tampoco hablarían castellano.

Con estos mimbres comenzó el viaje que cambió el mundo.

El primer viaje de Colón empezó como cualquier mal comienzo de vacaciones veraniegas. Al poco de salir, se jodió el coche; la carabela, en este caso, y más concretamente La Pinta, cuyo timón se rompió. Según explica (presuntamente) Bartolomé de las Casas en su Diario de a bordo (que, también presuntamente, es una transcripción anotada del cuaderno de bitácora de Cristóbal), sospecharon del propietario, Cristóbal Quintero, que había sido visto rondando el gobernario poco antes de que se desencajara. Quizá Quintero estaba borracho cuando aceptó alquilar su barco y unirse a la tropa y, cuando se le pasó la resaca, se encontró en alta mar, embarcado en un viaje hacia la muerte bajo el mando de un loco. En cualquier caso, nadie tiró a Quintero por la borda, y los expedicionarios tuvieron que apañar el timón de La Pinta de mala manera y hacer escala en las Canarias. Cosa que, por otro lado, planeaban hacer para cargar alimentos frescos que les duraran unos días más de viaje.

Pasaron allí la primera semana de septiembre, entre Lanzarote, La Gomera y Gran Canaria, admirando las explosiones volcánicas del Teide («vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife»), comprando quesucos canarios, tomando el sol y reparando el timón de La Pinta y algunas vías de agua que se habían abierto.

«Desde luego, parece que me haya comprado la carabela en Aliexpress, joder.»

Cristóbal Colón, 3 de septiembre de 1492

Ya que estaban entretenidos con las reparaciones, Colón ordenó sustituir las velas latinas de La Pinta y La Niña por velas cuadradas, más adecuadas para aprovechar los vientos atlánticos. Y quizá el almirante se habría quedado unos días más en las Canarias haciendo turismo, o se habría acercado a Tenerife para ver de cerca los fuegos del Teide (y habría muerto asfixiado como un Plinio de la vida), pero, entonces, llegó otra carabela española que le informó que una flota portuguesa andaba por la zona buscando y, tal vez, siguiendo a Colón, por lo que decidió partir sin más demora el 6 de septiembre.

Empezaba así la Gran Odisea Española, la epopeya náutica ibérica por antonomasia, cuyo mayor exponente fue que… vieron pájaros.

En serio.

Hasta que no llegan a América, el Diario de a bordo es un coñazo; nunca ocurría nada. De vez en cuando veían pájaros. «Eso es que estamos cerca de tierra», decían, porque este pájaro nunca se aleja más de veinte millas de tierra, y este otro nunca más de quince, etc. ¿Cómo lo sabían? Pues por experiencia marinera, es decir, que no lo sabían, porque, vamos, si esa gente pensaba que iba a llegar a Japón en cosa de un mes navegando por el Atlántico, ¿cómo cojones iban a saber con precisión las millas que tal o cual ave marina se alejaba de la costa? Pero era un pensamiento racional que confortaba las mentes de los hombres: si había pájaros, debía de haber cerca rocas o árboles donde hicieran sus nidos. Y era un pensamiento útil de forma aproximada. Los portugueses, a fin de cuentas, habían descubierto las Azores y otras islas siguiendo pájaros. ¿Por qué no iban a hacer ellos lo mismo?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cuando Colón llegó a Japón»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuando Colón llegó a Japón» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cuando Colón llegó a Japón»

Обсуждение, отзывы о книге «Cuando Colón llegó a Japón» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x