52. El CDG ha tenido acceso a armas y equipo militar, como rifles AK–47 con varios cargadores de municiones, (173) así como rifles N–PAP M70, pistolas PAP M92 PV, pistolas HG, receptor inferior para fusil Anderson AR–15, rifles Del–Ton DTI–15, (174) granadas, lanzagranadas, rifles automáticos de calibre .50, lanzacohetes RPG–7, cohetes antitanques M–72, (175) cascos y chalecos antibalas. (176) Además, este cártel es conocido por el desarrollo de “narco–tanques”, es decir, camiones que solo pueden ser destruidos con granadas antitanque, con el fin de patrullar sus rutas de contrabando. (177)
53. Con base en la información recabada, este grupo perdió gran parte de su poder para reclutar y entrenar miembros después del arresto de Cárdenas Guillén en 2007. Esta incapacidad para reclutar, por ejemplo, se advierte en el hecho de que su práctica de reclutar a exmiembros de las Fuerzas de Seguridad para unirse a su brazo ejecutor cesó después de 2007. Además, debido a que el CDG no sigue los métodos tradicionales para enrolar de otros cárteles, los recursos humanos con los que puede confiar son algo menores que los de otras OTD. (178)
54. El CDG aún podría ser capaz de planificar, coordinar y llevar a cabo operaciones limitadas, en una escala relativamente pequeña y circunscrita solo a determinados grupos. El tipo de acciones en los que el CDG ha estado involucrado desde 2007 en adelante son considerados esporádicos, debido a que este cártel se ha debilitado en tamaño y estructura y por lo tanto no cuenta con suficientes recursos para mantener enfrentamientos prolongados. (179) Entre sus operaciones, es importante señalar que en febrero de 2014 el comandante del CDG, Samuel “Metro 3” Flores Borrego baleó a su homólogo y contraparte Zeta, Sergio “el Concord 3” Peña, en respuesta a una emboscada. Además, el 7 de junio de 2017, en la cárcel de Tamaulipas, se produjo un motín debido a las rivalidades entre grupos leales al CDG y a Los Zetas, que concluyó con la muerte de al menos cuatro personas. (180) El 28 de julio de 2017 los cadáveres de cinco mujeres y cuatro hombres fueron encontrados apilados en frente de una casa en la ciudad mexicana de Nuevo Laredo, en la frontera con Texas, como consecuencia de la guerra entre este cártel y Los Zetas. Sin embargo, los autores de estos incidentes continúan siendo desconocidos. (181)
55. La ausencia de un comando central a cargo de la organización implica, además, la incapacidad de definir una estrategia militar unificada o de hacer uso de tácticas militares. También se duda de que desde 2007 este grupo haya mantenido suficiente cohesión como para hablar con una sola voz para negociar y concertar acuerdos. En abril de 2010 este grupo fue conocido por haber formado una alianza con LFM, a fin de luchar contra Los Zetas, que para entonces ya se habían separado del CDG y estaban presionando agresivamente hacia el interior de su bastión tradicional en Tamaulipas. (182) Sin embargo, su división en diferentes células y facciones parece exhibir la fragmentación del grupo y, a su vez, la falta de una autoridad central capaz de tomar decisiones para todo el grupo.
56. En suma, la información disponible indica que el CDG no parece alcanzar el umbral requerido para ser considerado un grupo armado organizado, especialmente debido a la falta de un mando central y su clara fragmentación en células diferentes.
5.2. CÁRTEL DE JUÁREZ (CDJ)
57. Los orígenes del CDJ datan de la década de los ochenta, cuando la zona de Ciudad Juárez quedó bajo el control de Rafael Aguilar Guajardo. La organización creció exponencialmente después de la muerte de Guajardo en 1993, cuando su Teniente Amado Carrillo Fuentes, alias “el Señor de los Cielos”, asumió el control del grupo. (183)
58. El CDJ parece funcionar bajo una clara estructura de mando responsable de más de 8,000 miembros, incluidos 2,000 en Ciudad Juárez, 1,000 en Chihuahua y 5,000 en Texas. (184) Tras la muerte del anterior líder, Amado Carrillo Fuentes, en 1997, su hermano Vicente asumió el liderazgo hasta 2014. Durante este periodo Vicente conservó el control completo sobre las operaciones de la CDJ. (185) Aunque algunas fuentes discrepan de que el cártel tuviera un liderazgo estructurado después de 2014, la información disponible sugiere que sí cuenta con suficiente capacidad de mando y control. Según un miembro de este cártel, cuando las órdenes provienen de “arriba” deben ser obedecidas, de lo contrario los miembros insubordinados son asesinados como medida disciplinaria. (186) La estructura de mando también es evidente en el hecho de que el liderazgo creó y ha utilizado pandillas que han definido claramente las competencias dentro del CDJ. La pandilla La Línea está a cargo de la ejecución de las órdenes en la calle, como el brazo armado del cártel; la pandilla El Barrio Azteca opera principalmente en el lado de Estados Unidos, y Los Linces, un grupo formado por unos 80 desertores de las Fuerzas Especiales del ejército mexicano, es responsable de proteger a los miembros del cártel y de trasportar drogas. (187) Cada una de estas pandillas opera dentro de una estructura jerárquica hacia abajo de la línea de liderazgo. Concretamente, José Antonio Acosta Hernández dirigió La Línea de 2008 a 2011 y actuó como el “jefe de plaza” (188) del cártel en el estado de Chihuahua y en Ciudad Juárez. En tal carácter, Acosta Hernández ordenó y dirigió ataques contra los enemigos de la organización, lo que a la larga ha resultado en más de 1,500 muertos. (189) Se cree que después de su arresto en 2011 esta banda ha ido decreciendo. (190) La pandilla El Barrio Azteca es considerada altamente sofisticada y eficaz; (191) tiene una estructura jerárquica similar a la del ejército, donde un comité de “generales” gobierna por consenso. Debajo de ellos, los “capitanes” controlan miniplazas que son administradas por “lugartenientes” que, junto con los “soldados” o “indios” —a menudo menores de edad—, son utilizados para la distribución local de pequeñas cantidades de droga. El Barrio Azteca es bien conocida por el riguroso orden que aplica a sus miembros, de quienes exige priorizar las actividades de la pandilla por encima de todo lo demás, e impone un conjunto de “reglas sagradas” cuyo incumplimiento puede acarrear castigos severos e incluso la muerte, tanto para los miembros de la pandilla como para sus familias. (192) Por lo tanto, con la información reunida se infiere que el CDJ sí cuenta con una clara estructura de mando que es capaz de imponer reglas disciplinarias a sus miembros.
59. Aunque no se ha obtenido información acerca de la existencia de un cuartel o sede particular permanente de esta OTD, se podría suponer con seguridad que la base desde la cual opera está en Ciudad Juárez. (193)
60. En el apogeo de su poder a comienzos del año 2000, el CDJ operaba en casi 21 estados y sus principales áreas de influencia incluían los estados de Sinaloa, Durango, Zacatecas, Jalisco, Coahuila, Colima, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Chiapas, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Puebla, Morelos y la Ciudad de México. (194) Actualmente, el grupo mantiene una posición firme en Ciudad Juárez y el valle de Juárez, que sigue siendo el principal corredor para el trasporte de drogas ilegales en Estados Unidos. (195) No es fácil determinar la medida exacta en que este grupo controla el citado territorio, ya que ha modificado su control territorial constantemente desde 2006 hasta la fecha. Si bien había perdido considerablemente su control después de 2011, los analistas sugieren que desde 2016 y la detención del Chapo, ex líder del CDS, un vacío de poder permitió al CDJ reorganizarse y reclamó parte del territorio, incluidas las secciones de la zona montañosa. (196) Además, se estima que este cártel siempre ha mantenido poder sobre el corredor de Juárez. (197)
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