Nos hemos referido al miedo y al estrés, pues constituyen "antesalas" de la ansiedad y sus trastornos. La ansiedades un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo , y está relacionada con la angustia que suele acompañar a muchos trastornos psicológicos (Real Academia Española, 2004).
La ansiedad "normal", que ayuda a enfrentar situaciones de mejor manera, es la que se produce en situaciones de eustrés, en las que hay una reacción de alarma moderada, o bien ésta es intensa pero ocurre ocasionalmente y por períodos cortos; por ejemplo, ante el casamiento de un familiar cercano, o al jugar la final de un partido. En estas situaciones la cantidad de ansiedad es apropiada, y las reacciones que genera en nuestro organismo nos permiten mejorar nuestro rendimiento.
La ansiedad se relaciona con la angustia; de hecho, muchos autores emplean ambos como sinónimos (Sexto, 2000). Otros hacen una distinción entre ambos términos, relacionando la ansiedad con las cogniciones o pensamientos, y la angustia con las sensaciones físicas o corporales de malestar físico, caracterizadas por la sensación de ahogo y opresión en el pecho (ver Tabla 2) (Oberhofer, 2005).
Hoy se entiende a la ansiedad como un fenómeno complejo que tiene componentes cognitivos, emocionales, somáticos y conductuales (Seligman, Walker & Rosenhan, 2001). El componente cognitivo incluye la expectación de un peligro difuso e incierto. A nivel emocional, la ansiedad causa un temor agudo o pánico. En términos físicos, el cuerpo prepara al organismo para manejar el peligro, lo que se conoce como la "reacción de alarma": la presión sanguínea, las palpitaciones del corazón y la sudoración se agudiza, las funciones de los sistemas inmunológicos y digestivos aumentan, y el flujo sanguíneo se dirige a los principales grupos musculares. A nivel de la conducta pueden surgir tanto movimientos voluntarios como involuntarios, dirigidos a escapar o evitar la situación, o bien enfrentarla.
Pensamientos y sentimientos Ansiedad |
Sensaciones corporales Angustia |
Hipervigilancia Opresión toráxica (pecho apretado) Temores Inquietud Preocupación Inseguridad Miedo o temor; aprensión Pensamientos negativos (inferioridad, incapacidad, culpas) Anticipación de peligro o amenaza: sensación de peligro inminente, temores a la muerte Inhibición intelectual: dificultad para concentrarse y tomar decisiones, desinterés, descenso en el rendimiento Sensación general de desorganización o pérdida de control sobre el ambiente: inhibición social, agresividad |
Hiperactividad - Paralización motora - Gestos torpes y desordenados - Tartamudeo y otras dificultades de expresión verbal - Conductas de evitación Expresión facial enrojecida o pálida, sudoración en las manos o generalizada, períodos de calor y frío Síntomas cardiovasculares: palpitaciones, pulso rápido, tensión arterial alta, mareos, desmayos Síntomas respiratorios: sensación de sofoco, ahogo, respiración rápida y superficial, opresión torácica, nudo en la garganta Síntomas gastrointestinales: náuseas, vómitos, diarrea, molestias digestivas, pérdida de apetito Síntomas genitourinarios: enuresis, encopresis Síntomas neuromusculares: tensión muscular, temblores, hormigueo, dolor de cabeza tensional, fatiga excesiva Síntomas neurovegetativos: sequedad de boca, sudoración excesiva, mareos |
Tabla 2:Síntomas de la ansiedad en el niño y adolescente (Oberhofer, 2005).
DEFINICIÓN: ¿CUÁNDO SE CONVIERTE LA ANSIEDAD EN UN TRASTORNO?
La ansiedad puede llegar a ser patológica cuando la amenaza es irreal o exagerada y cuando el monto de ansiedad dificulta, obstaculiza e incluso impide que la persona pueda realizar sus actividades cotidianas, según sus expectativas y capacidades (Oberhofer, 2005).
Un monto excesivo de ansiedad puede, en vez de activar a la persona, paralizarla. En este caso, en vez de experimentar eustrés, sentimos un distrés alarmante y desagradable, y los síntomas de la ansiedad ya no nos ayudan a reaccionar de manera adaptativa, sino que interfieren en nuestra vida cotidiana. La ansiedad nos invade, se vuelve excesiva, y ya no se refiere a cosas puntuales, sino que a muchos objetos y situaciones, presentes y ausentes, incluso imaginados.
De esta manera, cuando la ansiedad alcanza niveles excesivamente altos, que inundan la vida de la persona y se prolongan en el tiempo, hablamos de trastornos de ansiedad . La patología constituye en sí misma un sufrimiento y desadapta al sujeto, en vez de permitirle enfrentar los estímulos del mundo externo.
Una cosa que es importante entender es que la ansiedad constituye un sustrato básico en la mayoría de los trastornos psicopatológicos; es decir, es una cualidad que acompaña y forma parte de muchos problemas de salud mental, siendo patognomónica de ellos. No obstante, también puede llegar a constituirse como un cuadro psicopatológico en sí; de hecho, hay distintos tipos de trastornos de ansiedad, que revisaremos más adelante.
EXPLICACIÓN: ¿POR QUÉ PUEDE DESARROLLAR UN NIÑO UN TRASTORNO DE ANSIEDAD?
Los trastornos de ansiedad son multicausales, es decir, se explican por factores biológicos, psicológicos y contextuales. Es necesario tener en mente un modelo explicativo multicausal para poder diseñar intervenciones efectivas, que consideren varios factores paralelamente.
Explicaciones de tipo biológico
Las personas con trastorno de ansiedad suelen presentar una capacidad alterada del sistema nervioso central para reaccionar frente a los estímulos. Presentan una hiper- reactividad vegetativa, es decir, una reación excesiva del sistema nervioso autónomo, simpático y parasimpático. El simpático produce los fenómenos de alerta, que son los que generan los síntomas de la ansiedad: la dilatación de las pupilas, el aumento de la frecuencia cardiaca, la sudoración, la piloerección o que "los pelos se pongan de punta", etc. El sistema simpático produce estas reacciones vegetativas liberando neurotransmisores tales como la Noradrenalina y la Serotonina, que actúan trasmitiendo señales. La noradrenalina está asociada a la respuesta de "alerta máxima" (es la que se ve involucrada en los trastornos de pánico, por ejemplo), y la serotonina está relacionada con las emociones y el estado de ánimo. El sistema parasimpático por su parte, inhibe las reacciones que provoca el simpático, mediante neurotransmisores tales como el GABA (ácido gamma aminobutírico). El GABA actúa como freno, inhibiendo la transmisión de los neurotransmisores que activan al sistema.
En adultos con trastornos de ansiedad se han encontrado patrones alterados en los sistemas noradrenérgico, serotoninérgico y gabaminérgico. Más que una "ausencia" o "exceso" de estos neurotransmisores, lo que ocurre es una inadecuada regulación o neuromodulación, lo que significa que en algunas personas puede estar aumentada la secreción de determinados neurotransmisores, mientras que en otras puede estar alterada la recaptación, y en otras pueden existir problemas a nivel de la recepción.
Las investigaciones han demostrado que la genética juega un papel considerable en el desarrollo de los trastornos de ansiedad. Torgensen (1990) encontró que el 30% de los gemelos monocigotos desarrollaban ambos un trastorno de ansiedad, mientras que el 0% de los gemelos dicigotos lo hacían. Los hallazgos de Torgensen sugieren un mayor peso del factor genético por sobre el factor ambiental para este trastorno, ya que solo los gemelos monozigotos comparten el mismo código genético. La transmisión parece ser autosómica dominante, es decir, se requiere sólo una copia de un alelo para que un rasgo fenotípico en particular sea expresado. Los rasgos distintivos de los trastornos ansiosos no se saltan generaciones, siendo los genes transmitida igualmente a hombres y mujeres, y teniendo cada niño un 50% de probabilidad de heredarlo.
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