Entendemos tan poco del amor, nosotros, los hombres; apreciamos a los que nos estiman, o cuántas veces damos con el pleno conocimiento de obtener algún rédito. Caminamos como turistas, con miedo a lo desconocido, no como simples viajeros, desligados; nos cuesta tanto tratar con el prójimo que es más fácil huir al mundo virtual, pero estás escapando, entiende eso. Si no te permites mirar a los ojos a la persona que tienes enfrente te pierdes de vivir, de encontrarte tú, de renacer.
Tomar el hoy con gratitud es un gran paso, es dominar al hombre viejo que quiere saltar del pasado al futuro y viceversa. Salir de la mente es sacudirse del polvo y luchar por la corona de la vida, el alma entra en el no tiempo, en la poderosa unión con el todo. Sin los dones de Dios, sin los lazos de pureza la mente se vuelve indomable, eso se refleja a diario en las personas frustradas, las que se sugestionan medrosas a perder el trabajo y se forman una idea de que sostienen algo. Al fondo de esas decepciones o temores se esconde la incertidumbre a tomar diferentes horizontes. Sé que es duro quedar sin empleo, te aseguro que se abrirán nuevas puertas, surgirán ofertas impensadas; puede que pases oscuridades, luchas, hasta ciertas privaciones. Hay un tiempo para perder y otro para triunfar, un tiempo para soltar y otro para recoger. Nunca apoyes tu universo en la corriente exterior, ni en un amor o un maestro, el linaje humano es débil, falla a diario. No bases tu esperanza en un político ni en los que se tienen por poderosos, a estos les corroe tu libertad, te quieren ver mendigando o adulando su imagen. Mejor eleva tu mirada al cielo y ora, abraza una pertenencia sobre tus pensamientos, que sean tuyos y puedas deleitarte en ellos. Todo el mundo te querrá dar un plan de escape, pero ese plan encierra espada y látigo, todos los que te ofrezcan algo misericordioso traen detrás sus propias reglas, trabas y amarguras.
Si echamos una mirada realista por la vida de Jesús, entenderemos que en ningún momento vino por el mundo, sus riquezas y sus fuerzas. Él se manifestó por las almas y a sanarlas; a ungir las heridas del enfermo, a dar luz en las áreas oscuras del corazón endurecido, a unir a los hermanos distanciados. Esta es una escena que se repite incesantemente en la humanidad, aprecia solo una cara de la moneda, solo la comodidad y el bienestar, aunque sea un fugaz espejismo. Imaginamos a un Dios fuerte y distante, no al que camina junto a la persona doliente; a ese Cristo no se lo quiere y se lo rechaza como hace dos mil años, el Jesús llagado es despreciado.
Es que la vida se hace visible al nacimiento y dura seis, siete años, luego de esos seis o siete años el niño decide por propia voluntad tomar trampas y ficciones del mundo adulto. Hay un cambio en su mentalidad. Luego ya no querrá oír al amigo que le aprecia sinceramente, el amor y la concordia no están a la moda: la ira, los malos hábitos, la rebeldía contra los padres; llevar una vida desenfrenada, eso sí parece grandioso y es tomado con naturalidad. Si actúas así no descubrirás quién eres, no discernirás qué hacer con tu tiempo libre o tratarás de sobrecargarte de basura para no caer en el aburrimiento. No robes la inocencia de nadie y en lo posible conserva tu propia pureza, intenta alcanzar un conocimiento tal de tu persona que te permita obrar con equidad.
Si haces esto caminarás tus propios caminos y eso se convierte en mágico y loable.
Si quieres correr por los prados, recostarte con el rostro al sol, acoger el silencio o trepar una colina; solo ve y corre, recuéstate, sé silencio y escala. Traza tu propio sendero, no esperes a que otros te validen, lo que en ti susurra conviértelo en leyenda. Ese es el secreto, la verdadera riqueza estriba en vivir cada instante con amor e inocencia, recreándote como niño del cielo; es mejor ser tildado de irracional que convertirse en un cementerio de llanto y olvido.
Durante el día te agitas por un sinfín de tareas, pero, en realidad, ¿cuántas aportan dicha? La felicidad escapa de la mayoría porque un hombre entre mil se forjará en valor para realizar esta travesía. El ser corriente, el que actualmente vive en la tierra, se volcó tanto en su parte física, en su vestidito, que olvidó la parte espiritual que le antecede, que lo convierte en apertura universal. Aquel que logre desvelar el misterio, que comprenda que no solo es su cuerpo, muy pocas veces estará dividido y su vida será un fluir constante a la fuente eterna. No se levantará con dureza ante un semejante, no dañará ni de forma física ni de pensamientos, pues verá en el prójimo su reflejo.
Dispone de un tiempo para ti, resérvate al menos quince minutos, al ambiente lo irás construyendo poco a poco, procura entrar en ti, ese es el viaje a la vida y excelencia.
Vivir cualquiera vive, pero saber vivir es un arte divino y dadivoso, captar ese instante es eternizarlo; recuerda que todo viaje es hacia fuera, este particularmente será en las profundidades de tu ser.
El despertar de los ángeles es comparable con lo que sucede en el hombre cuando se encuentra en espíritu, no fue ni es un despertar somnoliento, sino plenamente lúcido, un despertar intelectual. Porque el alma se mueve en principio a tientas, pues no conocía las dimensiones de esa casa ni qué tanto deleite hubiera dentro. Si esta alma persevera en esa oscuridad, sin detenerse ante los ladridos de perros y malhechores que todavía rondan alrededor de su morada, porque no quieren estos sentidos corpóreos morir, ni darle virtud a la vida superior. Obstinados a arrastrar a la pobre criatura por la concupiscencia de sus bajos instintos, hacen todo lo posible por hundirla en su viejo estado.
Los pensamientos brotan tanto de ella misma como de las fuerzas contrarias que le hostigan, por eso el alma aun entrando le puede oír y ser dañada. Y aquí lo bueno de la oración, que si es beneficiosa cuando se repite en voz alta y de corazón, tiene mayor poder meditada en silencio. Más avanzada el alma se eleva donde no llegan casi pensamientos, es como la antesala suprema, donde el espíritu socorre entendiendo el deseo de esta pequeña que quiere elevarse de lo terrenal.
Puede quedar como adormilada en el cuerpo, los sentidos quebrados y entrar en un todo, que no es otra cosa que reencontrarse con su Señor. Comparable a destapar la bóveda del alma y entrar en el campo contemplativo. Como si lo conocido desapareciera y no existiera cuerpo; de hecho, a veces sorprendido el hombre de estas cosas atisba (con los sentidos espirituales) cuánta extensión existe entre sus miembros; es decir, no entenderá dónde está su izquierda o derecha, entiéndase que dentro es infinito.
Aquí lo maravilloso de oír al corazón; dicen los teólogos que el corazón se encuentra unido al corazón de su Señor. Entiendo esto como el hijo que se une a la madre por el cordón umbilical y es la vía por la cual obtiene alimento, el hombre recibe a través del corazón todos los bienes hasta formarse y respirar por sus propios medios. He aquí cuando vemos a las almas desinteresadas y altruistas que decimos: “Tiene un gran corazón”. Lo expresamos en término figurativo, y bien cierto es que el corazón al ennoblecerse se extiende por su belleza, a semejanza del corazón de Jesucristo, atravesado por la lanza de Longinos, y sin este acto las entrañas de las misericordias no serían abiertas para la humanidad. El hombre al haber descubierto el alma y su morada no tiene su corazón dentro, pues él es dentro de este, para ser una imagen perfecta de lo divino.
El corazón es el portal sin puertas que te conducirá a la contemplación y la contemplación a una vida más grata y alegre, de ti depende tomarla o no. El hombre toma conciencia luego que le suceden episodios indeseados, después que sufre bastante se lanza en esa búsqueda, no está mal, pero en tantas oportunidades se ve engañado por falsos maestros, que desvirtúan el rostro real del amor. Para amar descubre tu interior, ahí puedes oír la voz de tu corazón y cuando la oigas no podrás confundirla con ninguna otra; esa parte es sabia, inocente, reflexiva y siempre te orientará de la mejor manera.
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