José Manuel Aspas - El jardín de la codicia

Здесь есть возможность читать онлайн «José Manuel Aspas - El jardín de la codicia» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El jardín de la codicia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El jardín de la codicia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando a Vicente Zafra, inspector de policía de Valencia, le asignan la misteriosa muerte de una mujer en el barrio de San Isidro de esta ciudad, no era consciente que su investigación le conduciría a una oscura red de tráfico de personas, donde la vida de la gente no tiene ningún valor y la codicia y el ansia de dinero, lleva a límites insospechados.A riesgo de su vida, irá destapando conexiones criminales que implican al crimen organizado en Brasil y Marruecos. La crueldad de estas mafias quedará de manifiesto al tiempo que va desarrollándose la trama de esta sorprendente historia."Un thriller con un tono trepidante que corta el aliento y que es imposible dejar de leer hasta su sorprendente final."

El jardín de la codicia — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El jardín de la codicia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Pues hasta mañana.

—¿Inspector? —El agente se había quitado el mono con el que había inspeccionado el lugar de los hechos—. He escaneado el carné que portaba la joven.

Le entregó dos carnes idénticos, con la foto en color.

—Gracias.

En ese momento la jueza firmaba el acta de levantamiento del cadáver y los funcionarios del instituto anatómico forense introducían a la joven en una bolsa y retiraban el cuerpo. En pocos minutos se fueron todos y solo quedaron los dos inspectores y algunos restos de cinta entre los árboles, como si de una fiesta de carnaval se tratase.

—¿Qué piensas?

—Según el forense, murió entre la una y las tres. —Arturo estaba acostumbrado a las preguntas de Vicente. Sabía que este poseía un grado de deducción extraordinario, pero a pesar de ello siempre preguntaba de sopetón la percepción de Arturo sobre lo que creía que había ocurrido—. Este lugar es un clásico para citas sexuales en el coche. A lo mejor la tía se cortó en el último momento y él se enfadó. Falta el bolso de la joven, pero no creo que se trate de un robo.

—No, esto no es un robo. La joven vino a este lugar en coche con su asesino por voluntad propia. Una vez aquí, se abrió la puta caja de Pandora.

Se acercaron al lugar donde había estado el cuerpo, la tierra estaba removida. Encontraron el tocón donde había aparecido la pieza de color rojo y midieron el lugar. Sabían que los compañeros de la científica lo habrían hecho, pero Zafra insistió en hacer una composición del espacio.

—Subió el vehículo de frente hasta aquí. Ella salió por la puerta del acompañante, pudo separarse dos metros máximo del coche, se giró y recibió los golpes aquí mismo, dónde cayó. El vehículo dio marcha atrás para salir y golpeó el tocón con su parte trasera —reflexionó Vicente—. Las distancias pueden coincidir.

—Una vez que pudo sacar el coche de la arena, borró las huellas de los neumáticos.

—Es curiosa su preocupación por borrar las huellas de los neumáticos. Si estos son de uso común, las huellas solo te sirven si tienes unos con los que compararlos. En caso de tener novio o un sospechoso, los neumáticos de sus coches serían los primeros en compararse.

—Entonces, supones que no se trata de un ligue ocasional —comentó Arturo.

—Creo que no. Veremos qué nos deparan los resultados del trocito de piloto encontrado. ¿Qué te parece si vamos a su trabajo?

El aspecto, tanto exterior como interior del vehículo era lamentable. Un modelo muy antiguo de la casa Mercedes, pero si uno lo miraba detenidamente observaba que las ruedas eran bastante nuevas y el sonido del motor era un ligero zumbido. Indiscutiblemente el sonido de un motor bien engrasado y potente.

Pararon frente a una casa de una sola planta en las afueras de una aldea, en el sur de Marruecos. De los cuatro hombres que lo ocupaban, uno permaneció al volante, manteniendo el motor encendido; dos se dirigieron a la puerta de entrada, y el cuarto bordeó la casa dirigiéndose hacia la parte trasera. Sabía que esta daba a un pequeño huerto donde los niños solían jugar.

En ningún momento hablaron entre ellos. Sabían qué encontrarían y lo que tenían que hacer. Los tres sacaron pistolas. Los dos que se acercaron a la puerta principal ni siquiera se molestaron en llamar. Uno de ellos golpeó con una fuerte patada la parte de la puerta donde se supone debía estar el pestillo. Si se hubiese molestado en mover la manilla, la puerta se habría abierto, no estaba cerrada con llave. Cuando un hombre lleva sangre en los ojos y violencia en las venas, todos sus actos van cargados de brutal ferocidad. La puerta astillada se abrió con un gran estruendo y entraron. Dentro los miraba boquiabierto un hombre mayor sentado junto a la mesa. No tendría más de cincuenta y cinco años, pero en esta tierra tan inhóspita, a esa edad se es un anciano. Los dos disparos le alcanzaron en el pecho y lo proyectaron hacia atrás. Una mujer, también mayor, entraba a la estancia desde la cocina, portando en sus brazos una olla. Gritó y la cacerola cayó de sus manos. Le dispararon los dos. La mujer recibió tres impactos.

El hombre que se dirigió a la parte trasera de la casa se encontró con una joven que estaba jugando con dos niñas. En una fracción de segundo sus miradas se cruzaron y la joven frunció el ceño. No vio el arma que portaba en su mano derecha pegada a la pierna. El joven sonrió y la chica soltó un poco de la tensión del primer momento. En ese instante se escuchó un gran estruendo. La joven movió ligeramente la vista hacia la casa y las detonaciones del interior coincidieron con las producidas frente a ella. Un disparo le dio en el estómago y otro en el lado izquierdo del pecho que le destrozó el corazón. Su muerte fue instantánea. A continuación disparo sobre las niñas. No dejó de sonreír en ningún momento.

Los dos hombres del interior, tras disparar sobre la anciana, se dirigieron a la segunda habitación por el pasillo. Sabían que era el dormitorio de Aman y que en ese momento estaría durmiendo. Tenía turno de noche en el trabajo. Cuando abrieron la puerta, Aman se encontraba con un pie fuera de la cama. No le concedieron oportunidad alguna. Con la misma frialdad que habían matado a los demás, actuaron. Le dispararon cuatro veces y cayó fuera de la cama con el pecho y el rostro cubierto de sangre.

Mientras tanto, el joven que había disparado a la chica y las niñas seguía apostado junto al huerto, esperando por si alguno escapaba. Al oír su nombre, volvió por donde había llegado. Los tres se juntaron en el camino y se dirigieron al vehículo. Subieron y sin pronunciar palabra, se fueron. El que se sentó junto al conductor sacó un teléfono móvil y marcó un número. Cuando contestaron, sólo dijo: «Estaban todos, objetivo cumplido sin problemas». Colgó, y girándose les dijo:

—Os invito a cenar.

Todos asintieron entre risas. Conocían personalmente a la familia que habían ejecutado. No sabían el motivo concreto por el que tenían que matarlos, sospechaban que algún familiar directo habría defraudado a su jefe. Ellos únicamente cumplían órdenes.

Cuando la crueldad rige los actos de los hombres, en sus entrañas se aloja la miseria más inhumana. Únicamente pierden el apetito aquellos que ven las muertes más atroces en el telediario. Tal vez, ni estos.

La joven conducía un pequeño utilitario descapotable de color rojo. El cabello rubio y largo ondeaba como un estandarte. Paró en un semáforo; otro vehículo se detuvo en paralelo al de ella. Dos jóvenes dentro de ese coche la miraban con cara de bobos. La joven los miró a través de sus grandes gafas oscuras, les sonrió y cuando el semáforo se puso en verde, aceleró.

Conduciendo, empezó a reír escandalosamente. Le encantaba sentirse así. Con treinta y dos años, tenía un buen físico, era alta, delgada, con un busto de los que hacen girarse a los hombres. Pero los dos jóvenes con cara de tontos no babeaban exclusivamente por que intuyeran que estaba estupenda, sino porque irradiaba energía, confianza, seguridad y sensualidad. Volvió a reír. Le encantaba la vida que llevaba. No estaba pegada a nada ni a nadie, disfrutaba de su vida y compartía momentos con quién le hacía disfrutar de la vida. Era inteligente, lista y además, con pasta.

Provenía de una familia madrileña con un estatus social elevado. Estudió periodismo e idiomas. Se comunicaba perfectamente en inglés, francés e italiano, y chapurreaba el alemán. Con una personalidad segura de sí misma, podría haberse dedicado a lo que hubiese querido, pero no sabía si se debía a la estricta forma en que sus padres la educaron o simplemente porque era así, cuando terminó la carrera se subió al barco, desplegó velas y navegó por la vida con pasión. Viajó por toda Europa a costa de sus padres.Tenía la excusa perfecta, les decía que se trataba de una forma de ampliar sus conocimientos destinados a la profesión de periodismo y al mismo tiempo perfeccionar idiomas. Terminó conociendo a un vividor y estafador francés que la encandiló. Ella quería vivir y él le enseño a vivir. Además, follaba como nadie y le hacía reír a todas horas. No se puede pedir más de ningún hombre. Al final, esa historia pasó a ser historia y comenzó otro camino.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El jardín de la codicia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El jardín de la codicia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


José Manuel Prieto - Rex
José Manuel Prieto
José Manuel Pagán - El peso del vacío
José Manuel Pagán
José Manuel Benítez Ariza - Cosas que no creeríais
José Manuel Benítez Ariza
José Manuel Andueza Soteras - Jesús y los esenios
José Manuel Andueza Soteras
José Manuel Domínguez - Las aventuras del jabalí Teodosio
José Manuel Domínguez
José Manuel López Nicolás - Reacciones cotidianas
José Manuel López Nicolás
José Manuel Aspas - Avaritia
José Manuel Aspas
José Manuel Saiz Álvarez - La empresa familiar ante la crisis
José Manuel Saiz Álvarez
Отзывы о книге «El jardín de la codicia»

Обсуждение, отзывы о книге «El jardín de la codicia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x