José Manuel Aspas - El jardín de la codicia

Здесь есть возможность читать онлайн «José Manuel Aspas - El jardín de la codicia» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El jardín de la codicia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El jardín de la codicia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando a Vicente Zafra, inspector de policía de Valencia, le asignan la misteriosa muerte de una mujer en el barrio de San Isidro de esta ciudad, no era consciente que su investigación le conduciría a una oscura red de tráfico de personas, donde la vida de la gente no tiene ningún valor y la codicia y el ansia de dinero, lleva a límites insospechados.A riesgo de su vida, irá destapando conexiones criminales que implican al crimen organizado en Brasil y Marruecos. La crueldad de estas mafias quedará de manifiesto al tiempo que va desarrollándose la trama de esta sorprendente historia."Un thriller con un tono trepidante que corta el aliento y que es imposible dejar de leer hasta su sorprendente final."

El jardín de la codicia — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El jardín de la codicia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La policía científica llegó en una furgoneta de color blanco, sin ningún distintivo exterior que indicara que se trataba de un vehículo oficial. Bajaron tres agentes y tras una breve charla con los presentes, se acercaron al lugar desde donde era visible el cuerpo, sin pisar la zona de tierra. Hablaron entre ellos un par de minutos.

Los tres se colocaron un mono de un tejido parecido al algodón, que les cubría de zapatos a cabeza; a continuación, unos guantes de látex y puestos en paralelo, se introdujeron en la arena, separados un metro unos de otros. Realizaron unas fotos y seguidamente, agachados, se dispusieron a avanzar poco a poco, cepillando delicadamente la tierra en busca de cualquier objeto que pudiese ser relevante para el esclarecimiento del caso, guardándolos en pequeñas bolsitas herméticamente cerradas para su posterior análisis. Llegados junto al cuerpo de la joven, tras hacer las correspondientes fotos, uno se quedó junto al cuerpo y los otros dos volvieron a la carretera ampliando el perímetro a inspeccionar.

Uno de los agentes que metódicamente ampliaba la inspección de la zona llegó donde empezaba la vegetación. Tras realizar unas fotos, se agachó junto al tocón de un árbol. Se encontraba entre el inicio de la vegetación, casi cubierto por esta, lo observó detenidamente, lo fotografió y midió. Hacía mucho tiempo que el árbol había sido podado; su corteza se encontraba oscurecida al igual que la parte por donde la sierra lo cercenó. Medía sesenta y dos centímetros y por la parte superior se encontraba arañado, descarnado por la zona donde el agente lo estudiaba detenidamente. A los pies del tocón, en un lateral, sobre la arena, había un pequeño cristal del tamaño de una moneda de euro con diferentes aristas.

El agente lo fotografió y tras recogerlo lo introdujo en una bolsita de muestras. Exploró con su cepillo la tierra alrededor del tocón, pero no encontró nada relevante.

Mientras estos agentes se encontraban inmersos en el examen del terreno, llegaron más policías para inspeccionar los alrededores y contenedores próximos. Era indudable que había sido golpeada con un objeto. El asesino se podía haber desprendido de él. También se encontraba en el lugar el médico forense, la jueza de guardia y el furgón mortuorio, además del tropel de personas que se concadenan cuando se encuentra un cuerpo, sea un suicidio, asesinato o simplemente porque le haya llegado su hora. Cada uno esperando el momento de realizar su labor específica. El cuerpo es el centro de la acción, pasa de ser una persona a ser un cadáver, inanimado y frío.

Eran las siete cuarenta y cinco.

—«Víctor ocho, ¿me recibe?» —tronó la emisora.

—Alto y claro —respondieron desde el vehículo policial.

—«Rafael Berbel ha sido reconocido por un agente entrando en la estación de autobuses» —les comunicaron desde central.

—¿Quién cojones es el tío éste? —preguntó el inspector Arturo Broseta.

—¿No has leído el informe que teníamos encima de la mesa?

—A las siete de la mañana no estoy para leer notitas.

—¿De verdad no recuerdas quién es este tío? —preguntó Vicente.

—Pues no.

—Alias el Montaña.

—Ahora sí. Ese hijo puta nos la jugó hace unos meses, fue el que pegó la paliza al drogadicto de Manises. Es un tipo duro, ni siquiera al que curró tuvo cojones de inculparlo.

—Pues parece que anoche se cargó a uno. Había un testigo en el lugar, que Rafael no vio.

—Cojonudo.

—¿Lo han detenido?—preguntó Vicente Zafra a la central por la emisora.

—«Nos informan que lo tienen bajo vigilancia por cámaras, se encuentra en el andén. Los agentes de servicio en la estación han recibido el requerimiento de búsqueda esta madrugada. Al parecer uno de los agentes lo ha reconocido».

—Recibido. Estamos en cinco minutos.

—«Se dirigen varias unidades al lugar».

—Que nos esperen en la puerta —ordenó Vicente.

—«Recibido».

—Nos han jodido el café —comentó Arturo Broseta. Colocó el pirulo de color azul sobre el techo del vehículo y aceleró. Eran las ocho treinta y cinco.

Arturo y Vicente Zafra eran dos inspectores de la brigada de homicidios, llevaban dos años como compañeros. Para Arturo sus dos primeros años como inspector. Zafra era el veterano, con veintiocho en el cuerpo y catorce de inspector de homicidios.

Habían llegado a un punto de compenetración extraordinaria, exclusiva de determinadas profesiones que requieren, en ocasiones, la comunicación visual, la confianza total en el compañero.

Rafael Berbel era un individuo con un historial policial enorme. Con metro ochenta y cinco, un cuerpo de los denominados hoy en día como ciclados, un físico que había utilizado toda su vida para amedrentar, con cara de pocos amigos y rapado. Sencillamente, imponía.La noche anterior había acuchillado a una persona, con toda probabilidad por un asunto de drogas. Se trataba de un drogadicto que se ganaba la vida pasando droga a pequeña escala. Su cuerpo se encontraba en el instituto anatómico forense. Berbel no sabía que detrás del contenedor, junto al lugar donde le asestó las puñaladas al pobre desgraciado, se ocultaba un colega que le acompañaba y que aterrorizado, permaneció inmóvil hasta ser descubierto por la policía. De esta forma, los medios de comunicación informaban que la policía investigaba el suceso, indicando que todos los indicios apuntaban a un ajuste de cuentas pero sin saber concretamente quién o quiénes habían intervenido, sin mencionar que la policía tenía un testigo. Por ese motivo se encontraba relativamente tranquilo y creía disponer de unos días de margen hasta su identificación.

Cuando los inspectores llegaron a las puertas principales de la estación de autobuses, ya se encontraba en ellas un vehículo policial, y justo detrás de los inspectores venía otro zeta, todos con las sirenas desconectadas como indicara Zafra por la emisora. Los primeros agentes en llegar se encontraban hablando con otro compañero al pie de las escaleras.

Tras aparcar, los inspectores se dirigieron al grupo de policías que se encontraban en las escaleras. Uno de ellos portaba una emisora en la mano. Zafra supuso que era el agente que estaba de servicio en la propia estación. Se dirigieron a él.

—¿Dónde se encuentra el individuo? —le preguntó Zafra.

—Está en el andén veintiuno, esperando el autobús con destino a Madrid.

—Le están controlando.

—Afirmativo, mi compañero le está visualizando por cámaras y nos avisará si se mueve. He hablado con el responsable del tráfico de autobuses para que detenga el que espera el individuo.

—¿Han detenido el autobús fuera de la estación?

—Sí, ha parado a la espera de instrucciones. He supuesto que sería mejor abordar al sospechoso en el andén que dentro del autobús. Por lo que hemos observado el tipo está tranquilo, pero controla las inmediaciones. He creído conveniente solo controlarlo y no detenerlo; su aspecto es de estar como un toro. Además, no sabemos si va armado.

—Ha actuado correctamente. —Zafra lo miró y no pensó en ningún momento que habían escurrido el bulto. En alguna ocasión los agentes esperaban demasiado a realizar alguna detención por temor al resultado. Siempre era mejor que tomase la iniciativa un superior; si la cagaba, la cagaba él—. Independientemente de cómo nos salga la detención, usted ha hecho lo correcto.

En el transcurso de la conversación, otro vehículo policial había llegado. Zafra se encaró a los seis agentes que componían las tres dotaciones que se encontraban en el lugar.

—Bien, no creo que vaya armado con arma de fuego, pero es seguro que porta una navaja. De todas formas, es mejor que no vea uniformes. Iremos con la máxima precaución. Una dotación se situará en la entrada por la que acceden los autobuses y otra en la salida. Estad al loro; si detecta nuestra presencia saldrá corriendo por una de ellas. Vosotros dos, permaneced junto a él. —Se refería a los agentes de servicio en la propia estación—. Nosotros bajaremos por separado e intentaremos reducirlo. Si se huele la estrategia correrá hacia una de vuestras posiciones.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El jardín de la codicia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El jardín de la codicia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


José Manuel Prieto - Rex
José Manuel Prieto
José Manuel Pagán - El peso del vacío
José Manuel Pagán
José Manuel Benítez Ariza - Cosas que no creeríais
José Manuel Benítez Ariza
José Manuel Andueza Soteras - Jesús y los esenios
José Manuel Andueza Soteras
José Manuel Domínguez - Las aventuras del jabalí Teodosio
José Manuel Domínguez
José Manuel López Nicolás - Reacciones cotidianas
José Manuel López Nicolás
José Manuel Aspas - Avaritia
José Manuel Aspas
José Manuel Saiz Álvarez - La empresa familiar ante la crisis
José Manuel Saiz Álvarez
Отзывы о книге «El jardín de la codicia»

Обсуждение, отзывы о книге «El jardín de la codicia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x