La exportación es la manera más importante de captar divisas que tienen los países en vías de desarrollo; particularmente, las exportaciones no tradicionales o de manufacturas son el único medio de obtener los recursos necesarios para el crecimiento, así como de atender la agobiante deuda externa.
1. Reseña histórica
El comercio internacional está sujeto a cambios tan rápidos y complejos que nos impulsa a adentrarnos en los vericuetos de la historia a fin de conocer determinadas técnicas y procedimientos que lo facilitan o lo restringen.
En primer lugar, tenemos que partir de la comprobación histórica que este, tal como lo entendemos, es el intercambio de bienes y servicios entre Estados o países soberanos o libres. Tal condición solo es apreciable a partir de los inicios del siglo XIX, ya que antes existía una explotación inmisericorde de las grandes metrópolis respecto de regiones sojuzgadas como América Latina, África y Asia, que no podían articular libremente sus términos de negociación comercial, sino que eran consideradas áreas de extracción. De tal manera que hablar de intercambio internacional, dentro de una idea de relaciones entre naciones más o menos soberanas, solo es admisible y reconocible a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Siendo que estas vinculaciones se han visto incrementadas en cuanto a la variedad de sus componentes y el número de participantes, ya que comprende bonos y debentures, stock de capital, conocimiento patentado y servicios.
Dos aspectos marcan los diferentes períodos históricos del comercio mundial: las transformaciones políticas, por un lado, y las innovaciones tecnológicas, particularmente en el transporte, por el otro. Es posible afirmar que estos dos factores fueron los impulsores o causantes del devenir histórico. A raíz de ello, podemos vislumbrar cuatro etapas: inicio del comercio global, las grandes fluctuaciones, los nuevos escenarios y la revolución tecnológica y la nueva estructura de los mercados.
1.1. Inicio del comercio global
Esta etapa comienza a partir de 1860 y culmina en 1914, cuando estalla la Primera Guerra Mundial. Antes de este periodo, corrió una fase conocida como la Pax Britannica que caracterizó los inicios del siglo XIX, después de Waterloo, en que Gran Bretaña se convirtió en el único hegemón mundial; lo cual le permitió imponer sus reglas de juego en todos los mercados. Fue un preludio relativamente pacífico y sin duda el más largo en la historia europea sin conflictos violentos.
Lo distintivo de la llamada Pax Britannica fue la influencia económica, cultural y política de Gran Bretaña en casi todos los pueblos del mundo. Basada en su progreso y en sus contribuciones respecto de las teorías económicas, pudo ejercer un gran peso sobre las conductas de otros Estados, a causa de su enorme y admirada política liberal. De tal manera que todo ello adelantó los movimientos independentistas en el resto del mundo.
Este período inicial del comercio global tuvo su partida de nacimiento con la transformación del transporte debido a uno de los inventos más significativos del siglo XIX que fue la máquina de vapor, así como la transformación del proceso industrial.
Merced al invento del escocés James Watt, que hacia 1800 perfeccionó su máquina estacionaria a vapor, que luego fue adaptada por Robert Fulton (1807) y George Stephenson (1814) para activar a los barcos y las primeras locomotoras, se inició la gran transformación del transporte, acrecentando la demanda de una materia prima: el carbón, y acercando los frutos del desarrollo industrial a los grandes centros de consumo. En 1860, las calderas cilíndricas se adaptan a los barcos, denominándolos precisamente vapores y transformando, por primera vez, la energía que los impulsaba; lo cual posibilitó el traslado de grandes volúmenes de mercaderías y el recorrido de mayores distancias permitiendo establecer nuevas rutas comerciales a través de los mares.
Es indudable que ello impulsó el industrialismo y creo nuevos métodos de producción en Europa occidental y en Estados Unidos de América, así como la transformación del transporte marítimo y ferroviario, dando origen a nuevas situaciones económicas como la movilidad de los factores de producción, la variedad del comercio internacional y los ajustes de la balanza de pagos.
A este gran invento se le unió una serie de fenómenos políticos que modificaron el mapa de la dominante Europa. Estos dos fenómenos —político y tecnológico— posibilitaron, hacia 1860, el surgimiento de nuevos actores en el mercado mundial, como las empresas productoras y las compañías de transporte; todo lo cual trajo el debilitamiento significativo de la esclavitud que, junto con la Inquisición, evidenciaban el desprecio por el ser humano.
En efecto, a comienzos del siglo XIX, se empiezan a desmoronar los imperios coloniales que dominaban América, África y Asia. Surgen naciones independientes que, sobre las bases administrativas de las antiguas colonias, intercambian sus productos usando los canales comerciales establecidos durante la etapa anterior, convirtiéndose directamente en proveedores de materias primas hacia la Europa industrializada.
América Latina era un conjunto de nuevas naciones que ofrecían los mismos productos que habían sido extraídos antes por los antiguos imperios, pero ahora con nuevos intermediarios y formas de contratación. La región incrementó sus exportaciones de materias primas y se configuró realmente un mercado entre diferentes Estados que continuó creciente hasta la primera conflagración mundial en 1914.
El comercio mundial creció debido a las innovaciones señaladas y a la influencia de las políticas económicas europeas y estadounidenses que impulsaban la reducción de aranceles, impactando en la India, China, Japón y particularmente América Latina, con resultados no siempre justos o equilibrados.
La balanza comercial se caracterizó por una concentración en la exportación de materias primas como fue el guano y los metales preciosos del Perú; el café y banano, en Colombia; y los granos y productos cárnicos de Argentina y Uruguay. Los nuevos cultivos introducidos por los europeos descendientes de los conquistadores alcanzaron significativos volúmenes y variedades en la canasta exportadora de países centroamericanos, como el café y el cacao o en naciones como Brasil, Colombia y Venezuela; así como la vid y la caña de azúcar.
Este período se paraliza con la Primera Guerra Mundial, ya que los flujos comerciales de las mercaderías se vieron interrumpidos y los medios de pagos experimentaron cambios sustanciales.
1.2. Las grandes fluctuaciones
La primera gran conflagración a escala mundial en 1914 propicia, irremediablemente, un período de grandes fluctuaciones que llega hasta 1939, cuando nuevamente el mundo se ve impactado por la demencia y la ambición, delineando lo que serían después nuevos escenarios, dentro de los cuales los factores políticos y el descubrimiento del petróleo, que sustituyó al carbón, se juntan para diseñar una nueva fase comercial.
Debido al impacto de la Primera Guerra Mundial y las desavenencias de los países europeos, se anularon los tratados comerciales bilaterales, interrumpiéndose los flujos de comercio y el intercambio. Finalizada la contienda y con la industria destruida, surgen inevitables las medidas de protección de las manufacturas nacionales, como fue el caso de la Ley de Salvaguardias de las Industrias Nacionales, de 1921, dada en Gran Bretaña.
En este contexto, los tratados de comercio fueron escasos y no incluían la cláusula de la nación más favorecida; por lo que las reducciones arancelarias bilaterales no se extendieron a los demás socios comerciales, limitando su efecto liberalizador.
La gran depresión del año 1929, en Estados Unidos de América, se extendió a los demás países debido a la fuerte reacción proteccionista que esta crisis generó. El detonante de esa reacción fue la introducción del arancel Smoot-Hawley en 1930, que incrementó las tasas aduaneras americanas en un 60%. La respuesta de los demás países fue elevar todos los aranceles, provocando una fuerte contracción del comercio que, a su vez, agravó y expandió la crisis económica más grande que haya experimentado la economía mundial en el siglo XX.
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