1 ...7 8 9 11 12 13 ...18 El joven siente viva tristeza ante esta anciana que se adhiere a cualquier resto de compasión que pudiera inspirar, igual que a su Cristo de plomo, su rosario, su San José y su Niño. Sin sospechar que Dios se ha reducido en esta vivencia senil a una expresión insultante, a un ignorante disfraz, atribuye a la misma naturaleza de la fe el consuelo falso, la esperanza histriónica, risible. La causa de esta adhesión grosera –tan humana, tan legítima, por otra parte– radica, para Camus en la soledad, la incultura, la insensibilidad.
Tal es el rostro de Dios que Camus conoció en su infancia y juventud. Gracias a su vida desbordante de plenitud, se acerca a las gentes próximas a la muerte sintiendo, como lo sienten los jóvenes, que la vejez no le implica. Alegría de vivir, goce, amor, comienzo de la experiencia consciente, todo lo vuelca hacia sí mismo, de manera tal, que su futuro se confunde con su presente. Su capacidad de ironía inmisericorde le sugiere que “el gran coraje consiste en mantener los ojos abiertos sobre la luz como sobre la muerte”.54 ¿Cuán extraño es que, en la voluntad camusiana de asumirse “valientemente”, el consuelo de la religión se le presente como vergonzante y lastimoso?: al cerrar los ojos del hombre a la única realidad en que se puede creer, que es la que se vive, al entregarle el empeño engañoso de una vida tras la vida, Dios priva al hombre del reino de este mundo. “Dios no le servía sino para apartarla de los hombres y dejarla sola”.55
Traspasado ya este primer escalón de la que llamaríamos ascensión hacia la moral en la obra de Albert Camus, tenemos a mano los fundamentos de lo que constituirá su indagación, contra las primeras “evidencias” que más tarde se volverán improbables.
Como él mismo lo sostuvo, los motivos insertos en estos primeros ensayos constituyen el fundamento de su quehacer posterior: amor de vivir y desesperación de vivir que le llevarán a una lucidez ejercida desde ahora y ya sin tregua sobre la existencia, que en ningún caso desembocará en lo trascendente. Nacimiento de un humanismo basado en el amor y la aspiración a la justicia, y mantenido constantemente del lado de la Tierra. Junto a la pobreza, la rebeldía futura puede ya atisbarse; al confrontar su ansia de conocimiento y dominio racional del mundo con la indiferencia del paisaje cuyos secretos se le cerrarán para siempre, Camus va dibujando, ¿consciente, inconscientemente?, la figura de lo absurdo, tal como surgirá y se hará presente en su amor exacerbado por la vida, gracias a su conciencia de la muerte.
“Nuestro más íntimo sentido es el de la eternidad”, afirmaría Camus en alguna de sus anotaciones de Cuadernos... Este sentido vigilante y tenso ha de enfrentarse al tiempo cuya única promesa es la de la muerte. De este modo, se fundamentará una nueva dialéctica, entendida como progresiva iluminación del sentido de la vida, manifiesta en una obra cuyo principal valor radica en la calidad y firmeza de su testimonio personal.
Por lo demás, ¿cómo definir el lazo que conduce desde este devorador amor a la vida a esta secreta desesperación? Si escucho a la ironía, agazapada en el fondo de las cosas, se descubre, lentamente. Guiñando su ojo pequeño y claro dice, “vivid como si”… A pesar de tanta búsqueda, es esta toda mi sabiduría.56
Vivir como si… Asombra encontrar en esta temprana intuición de los valores con que regirá su vida, una clara formulación de lo absurdo y de su resultado, que muchos años más tarde, luego de una lenta evolución en la percepción de lo negativo de la existencia humana, desembocará en idéntica consecuencia: puesto que es imposible encontrar un Sísifo dichoso, hemos de imaginarlo feliz. Hacer como si…
El despliegue de estos valores apenas intuidos en una juventud ebria de sí misma, pero atenta en su voluntad de lucidez, se realizará simultáneamente a partir de dos obras: El extranjero, novelística, y Calígula, dramática. Bodas en Tipasa es un ensayo en el que ahonda Camus en los motivos de su primer trabajo, con enorme enriquecimiento lírico, pero sin que, respecto a aquel, signifique un avance considerable en el punto preciso que nos interesa: la evolución del moralista Camus.
19. “Il n’y a pas d’amour de vivre sans désespoir de vivre”, ai–je écrit, non sans emphase, dans ces pages. Je ne savais pas à l’époque à quel point je disais vrai ;… EE, Préface, Essais, p.11.
20. J’ai toujours refusé la réimpression de l’Envers et l’Endroit. Mon obstination n’a pas de raisons mystérieuses. Je ne renie rien de ce qui est exprimé dans ces écrits, mais leur forme m’a toujours paru maladroite.
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La question de sa valeur littéraire étant réglée, je puis avouer, en effet, que la valeur de témoignage de ce petit livre est, pour moi, considérable. EE, Préface, Essais, p.5.
21. …il y a plus de véritable amour dans ces pages maladroites que dans toutes celles qui ont suivi, Ibid., p.5.
22. Fullat, op cit., p. 40.
23. Il faut mettre ses principes dans les grandes choses. Aux petites, la miséricorde suffit. EE, Préface, Essais, p.8.
24. José Luis Aranguren, Ética, Madrid, Revista de Occidente, 1958, p. 56.
25. Roger Quilliot, “L’Envers et l’Endroit, Commentaires”, en A. Camus, Essais, p. 1169.
26. Si, malgré tant d’efforts pour édifier un langage et faire vivre des mythes, je ne parviens pas un jour à récrire l’Envers et l’Endroit, je ne serai jamais parvenu à rien, voilà ma conviction obscure. EE, Préface, Essais, p. 13.
27. A. Camus, “Sur Les Îles, de Jean Grenier”, en Essais, p. 1157.
28Roger Quilliot, “L’Envers et l’Endroit, Commentaires”, en A. Camus, Essais, p. 1172.
29. Quilliot, art. cit., p. 1171.
30. … rien ne m’empêche de rêver, a l’heure même de l’exil, puisque de moins je sais cela, de science certaine, qu’une oeuvre d’homme n’est rien d’autre que ce long cheminement pour retrouver par les détours de l’art les deux ou trois images simples et grandes sur lesquelles le cœur, une première fois, s’est ouvert. EE, Préface, Essais, p. 13.
31. Cfr. Quilliot, art. Cit., p. 1180.
32. Chaque artiste garde ainsi, au fond de lui, une source unique qui alimente pendant sa vie ce qu’il est et ce qu’il dit. Quand la source est tarie, on voit peu a peu l’œuvre se racornir, se fendiller.
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Pour moi, je sais que ma source est dans L’Envers et l’Endroit, dans ce monde de pauvreté et de lumière ou j’ai longtemps vécu et dont le souvenir me préserve encore des deux dangers contraires qui menacent tout artiste, le ressentiment et la satisfaction. EE, Préface, Essais, pp. 5-6.
33. Morvan Lebesque, Camus par lui–même, Paris, Seuil, 1963, p. 13.
34. On descendait alors des chaises sur le devant de la maison et l’on goûtait le soir. EE, Essais, p. 24.
35. … au bas de l’échelle, le ciel reprend tout son sens, une grâce sans prix. Ibid,. p. 24.
36. Elle était infirme, pensait difficilement. Ibid. p. 25.
37. Il a pitié de sa mère, est-ce l’aimer? Ibid., p. 25.
38. … je mettrai encore au centre de cette œuvre l’admirable silence d’une mère et l’effort d’un homme pour retrouver une justice ou un amour qui équilibre ce silence. EE, Préface, Essais, p. 13.
39. Ainsi, chaque fois qu’il m’a semblé éprouver le sens profond du monde, c’est sa simplicité qui m’a toujours bouleversé. Ma mère, ce soir, et son étrange indifférence. EE, Essais, p. 28.
40. Il est son fils, elle est sa mère. Elle peut lui dire : “Tu sais”. Ibid., p. 29.
41. On m’a dit un jour: “C’est si difficile de vivre”. Et je me souviens du ton. Une autre fois, quelqu’un a murmuré : “La pire erreur, c’est encore de faire souffrir”. Ibid., p. 23.
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