José Ángel Mañas - Conquistadores de lo imposible

Здесь есть возможность читать онлайн «José Ángel Mañas - Conquistadores de lo imposible» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Conquistadores de lo imposible: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Conquistadores de lo imposible»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A partir del mítico año de 1492, y durante las siguientes seis décadas, un país que acaba de culminar una épica reconquista, descubrirá, conquistará y colonizará un continente inmenso que ha permanecido hasta entonces cerrado al resto del mundo.
¿Quiénes eran Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Diego de Almagro, Bartolomé de las Casas o Lope de Aguirre? ¿Quiénes sus acompañantes en esos viajes y qué encontraron en aquellas tierras? ¿Qué los llevaba a regresar una y otra vez al fascinante Nuevo Mundo?
Con su característico estilo realista, José Ángel Mañas novela la mayor epopeya de la historia de España, recreando las dramáticas circunstancias de la más extraordinaria aventura protagonizada por nación alguna.

Conquistadores de lo imposible — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Conquistadores de lo imposible», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Carta de relación de Hernán Cortés a Carlos V

I. REVUELTA EN TENOCHTITLÁN

Lago de Texcoco, 24 de junio de 1520

1

—¿Qué más se sabe, mensajero?

—Desde que salimos de Tenochtitlán, a Alvarado no dejan de matarle hombres. Los mexicas han atacado el palacio con una furia hasta ahora desconocida. Solo cuando han sabido de nuestra victoria sobre Narváez, han cesado de acosarle.

Así lo había contado también en Zempoala Xicomecóatl, el Cacique Gordo, al que habían liberado entre muestras del mayor afecto. Allí se les unieron más indios totonacas, que se sumaron a la tropa de Cortés, reforzada desde su victoria sobre Narváez con los más de mil españoles que este traía para prenderle.

A alguno de los hombres no le había sido fácil, una vez ganada la batalla, devolver las armas a los mismos que venían para ejecutarlos como traidores. La mayoría protestaba y solo las mejores razones de Cortés consiguieron convencerlos.

El buen comportamiento desde entonces de los narvaecinos parecía dar la razón al extremeño, quien, una vez enterrados los muertos y habiendo dejado a Narváez preso, volvió a ponerse en marcha con la mayor premura camino a Tenochtitlán.

Si los caciques de los alrededores de Zempoala, nada más saber de su victoria, le enviaron dos mil indios de guerra, a su paso por Tezcuzco, en cambio, no salió nadie a recibirlos. Pero Cortés no perdió el tiempo en represalias y por fin, el día de San Juan su pequeño ejército cruzó la larga calzada que atravesaba la laguna, entre chinampas abandonadas, entrando en la gran capital.

—Raro es —comentó, viéndola también desierta.

Y dio orden de avanzar con cautela.

En las puertas de Tenochtitlán, por lo general repletas de gente, no había ni un alma.

Lo único que se oía era la pisada de los infantes, los cascos de los caballos, las ruedas de los falconetes que arrastraban con gruesas sogas, las voces de los capitanes. Por las calles no se veían ni indios principales ni gente del común. A uno y otro lado, solo había edificios despoblados. Las canoas brillaban por su ausencia.

—Parece una ciudad muerta —dijo Juan Velázquez receloso, cabalgando junto al padre Olmedo.

El cielo se cubría.

Una suave llovizna refrescaba los rostros y labios de unos hombres que, sedientos tras la marcha, abrían las bocas al aire para recibir el agua.

—Que no se relaje nadie —dijo Cortés.

Desde las azoteas, muchos ojos medio escondidos los espiaban.

De cuando en cuando, un osado, apostado a un lado de la calzada, observaba, inmóvil, el paso de los barbudos.

Era mediodía.

2

Seis meses atrás habían hecho el mismo trayecto en olor de multitud. Entonces los tenochcas se agolpaban en las calles y las azoteas para descubrir a las gentes llegadas de donde nacía el sol.

Hoy estaban encerrados en sus casas los que quedaban. Cuando empezaron a llamar a las puertas entendieron que muchos habían abandonado la ciudad y se refugiaban en otras poblaciones vecinas de la laguna o estaban dispersos por el campo.

—Esto me da muy mala espina —dijo Sandoval.

Cortés callaba. Hasta aquí, toda su energía la había concentrado en vencer a Narváez. Lo consiguió, luchando como si fuera la última batalla. Desde entonces todo parecía casi un añadido, y le costaba reubicarse.

Tras ordenar que se mantuvieran alertas, cruzaron las dos grandes plazas de Tenochtitlán y bordearon el centro ceremonial. Pese a que en los templos los braseros seguían ardiendo en lo alto, todo lo encontraron vacío. Los barbudos mostraban extrañeza. Los que ya conocían el lugar, por verlo desierto; los de Narváez, maravillados por la arquitectura.

—¡Mirad en lo alto!

El adoratorio del Templo Mayor, muy ennegrecido por el fuego, probaba, como dijera el mensajero de Alvarado, que allí se había guerreado. Junto a los braseros que apenas soltaban humo, había una piedra reluciente de sangre. Y al pie de la escalinata se veían cuerpos decapitados en medio de grandísimas manchas de sangre seca que no provenía del sacrificio. Mucha matanza había habido.

Por sus ropajes, los hombres sacrificados parecían tlaxcaltecas.

Cortés, en medio de la calma de mal agüero, mantuvo su vista en lo más alto del gran cu. No estaba la cruz de madera que había puesto antes de partir, cuando, quizá irritado por las noticias de la llegada de Narváez, lleno de rabia y armado con una barra de hierro, se había liado a golpetazos con la imagen de Huitzilopochtli.

—¡Todos preparados para cualquier eventualidad!

La Malinche lo tradujo para los capitanes tlaxcaltecas, que a su vez transmitieron la orden a sus guerreros. Las voces resonaron como un eco en el silencio de la calle.

Pasaron junto a la cancha desierta del juego de pelota (también allí había manchas de sangre seca en el suelo) e hicieron un alto para apartar de la calzada una barrera hecha de maderas, piedras y arena en medio de la calle.

Más allá, ante el palacio, no se apreciaban signos de vida.

Un soldado se acercó a la puerta y llamó varias veces con la gruesa aldaba. Solo entonces se pudieron oír voces dentro.

Al cabo, asomaron las cabezas de los vigías en la azotea. Empezaron a vocear y los de dentro salieron al patio para abrir las puertas atrancadas entre gritos de júbilo.

—¡Ha vuelto Cortés! ¡Ha vuelto el capitán Cortés!

La lluvia seguía cayendo mansamente.

Llovía mucho, cuando se acercaba el verano, en Tenochtitlán. Toda la laguna permanecía cubierta por una capa de nubes que agrisaban tanto el paisaje como el ánimo.

3

En el patio, la gente de Alvarado cogió los caballos y los fueron lle­vando a las caballerizas mientras Tonatiuh, como alcalde en funciones, se aprestaba a besar las manos a Cortés y a entregarle las llaves de la fortaleza, como exigía el ritual.

Los hombres se acercaron a los recién llegados entre abrazos y sonrisas aliviadas y miraban con extrañeza a los de Narváez. El tiempo iba escampando de nuevo.

Los indios que traían se reencontraban con los tlaxcaltecas que quedaron al mando de Alvarado.

Poco a poco se iban poniendo unos a otros al corriente de todo.

Cortés quiso una relación completa y detallada, y Alvarado, que ya se abalanzaba hacia él para abrazarlo, se contuvo porque aparecía Moctezuma. El tlatoani salía al patio con su séquito, ansioso como el que más por hablar con Cortés. Los españoles se apartaron.

—¡Malinche! —exclamó con una efusividad inusitada—. ¡Todos hemos oído de tu victoria! ¡Mucho me alegro de ello!

Si cuando se encontraron por primera vez era Cortés quien buscaba abrazar a Moctezuma, esta vez fue al revés. Mucho había sucedido en los meses transcurridos desde entonces y Cortés sabía que Moctezuma le había ofrecido aposento, alimento y regalos a Narváez. El tlatoani jugaba sus bazas.

—Apartaos, alteza —se deshizo del abrazo con frialdad—. No vengo con el ánimo comunicativo.

A Moctezuma se le congeló la sonrisa e hizo un intento de hablar con Marina. Los dos intercambiaron frases secas. Cortés ni se dignó a mirarlos. Ante tamaño desaire, el tlatoani dio orden a su séquito de volver con él al interior del palacio, camino de sus aposentos.

Eso complació a Alvarado.

Según se iba Moctezuma, Cortés ignoró la expresión de reproche de sus capitanes.

El extremeño se mostraba ensoberbecido por su reciente victoria, y puso su mirada en Alvarado, que, con esa cabeza que le sacaba, se inclinó para abrazarlo con una ruidosa carcajada.

—¡Capitán Cortés!

Cortés permitió el abrazo.

Sus íntimos hacían un corro a su alrededor. Destacaba Jerónimo, con su largo cabello trenzado a lo indio y sus orejas horadadas por pendientes. Alvarado, con la coraza manchada de sangre, volvió a abrazarle y lo sacudió con su fuerza de gigante.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Conquistadores de lo imposible»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Conquistadores de lo imposible» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Conquistadores de lo imposible»

Обсуждение, отзывы о книге «Conquistadores de lo imposible» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x