Prefacio a la tercera edición
Capítulo 1
MAPAS PARA NO EXTRAVIARSE
Sentidos de la palabra ‘comunicación’.
Capítulo 2
HABLEMOS CARA A CARA
Capítulo 3
LOS PRIMEROS RECUENTOS
Capítulo 4
¿QUÉ DIJO LASSWELL Y CON QUÉ EFECTO?
Capítulo 5
LA CREDIBILIDAD INTELECTUAL DE CARL HOVLAND
Capítulo 6
LA INFLUENCIA PERSONAL DE PAUL K. LAZARSFELD
Capítulo 7
LA CRÍTICA TEÓRICA DE LOS TEÓRICOS CRÍTICOS Y LOS ESTUDIOS CULTURALES
Capítulo 8
LA HIPÓTESIS DE USOS Y GRATIFICACIONES
Capítulo 9
WILBUR SCHRAMM: UNA EVALUACIÓN NECESARIA
Capítulo 10
MARSHALL McLUHAN ES EL MENSAJE
Capítulo 11
LA TELEVISIÓN COMO PROBLEMA (I)
Capítulo 12
LA PANTALLA COMO PROBLEMA (II)
Capítulo 13
LA TELEVISIÓN COMO PROBLEMA (III)
Capítulo 14
LOS INTELECTUALES CONTRA LA TELEVISIÓN
Capítulo 15
NUEVOS ROPAJES PARA IDEAS NO TAN NUEVAS
Capítulo 16
PAUL K. LAZARSFELD: VARIAS DÉCADAS DESPUÉS
Capítulo 17
UNA VUELTA MÁS: VIDEO JUEGOS Y VIOLENCIA
Capítulo 18
LOS NUEVOS ESCENARIOS DE LA COMUNICACIÓN
NOTAS
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
BIBLIOGRAFÍA
Prefacio a la tercera edición
Las dos primeras ediciones de Teorías de la Comunicación fueron publicadas por la Editorial Universitaria en 1998 y 2004, respectivamente. Desde su primera aparición se convirtió en un texto de consulta para los estudiantes y docentes de nuestro en las carreras asociadas a su tema central: Periodismo, Publicidad, Relaciones Públicas, Comunicación, Comunicación Audiovisual, etc.
Esta tercera edición es una versión revisada y sensiblemente aumentada. De una parte, se han integrado los primeros capítulos de otro texto menor, Comunicación Social (1999, 2006), dedicados a la comunicación interpersonal y grupal. Esta decisión tiene el propósito de remediar una falencia evidente: las ediciones anteriores estaban centradas en los autores y modelos que tienen como objeto de estudio los medios de comunicación. Este sesgo retrata una tendencia evidente en los estudios, casi obsesionados por comprender el rol de los medios de comunicación en las sociedades recientes, descuidando sistemáticamente los niveles interpersonales y grupales. No se trata de una negligencia: es un modo de pensar. Este calculado olvido está retratado, incluso, en una inocultable divisoria institucional (facultades, revistas, congresos, etc.), tema que abordamos ahora en términos críticos. Al mismo tiempo, algunos capítulos nuevos están elaborados a partir de artículos publicados con antelación en revistas de la especialidad.
Por otra parte, las ediciones anteriores no recogieron la entonces incipiente aparición de Internet y la evolución que nos ha conducido hasta la telefonía móvil y las redes sociales. Esta ausencia está subsanada ahora, recogiendo la investigación pertinente y sus conclusiones por ahora provisionales. En fin, se ha puesto mucho mayor énfasis en construir y juzgar en términos epistemológicos el estado del arte de los estudios en comunicación, cuestión que los especialistas y las instituciones esquivan con mayor frecuencia de lo que debieran.
Una necesaria aclaración se impone, en esta edición, en lo referente al título del libro. Se trata de una advertencia que ha madurado con el paso de los años y se refiere al concepto de ‘teoría’. En el capítulo I de su libro Evolución. El mayor espectáculo sobre la Tierra, el etólogo británico Richard Dawkins se enfrenta a la equivocada opinión de que la teoría de la evolución es ‘sólo’ una teoría (Dawkins 2009). Con el propósito de refutar tal percepción, Dawkins distingue dos acepciones del término ‘teoría’, las que podríamos identificar como dura y blanda. La acepción dura refiere un conjunto de afirmaciones acerca de hechos, expresadas en el formato de hipótesis y que han sido confirmadas o establecidas sólidamente por medio de evidencias. En este sentido fuerte, la teoría de la evolución es una teoría. En cuanto al sentido blando, ‘teoría’ se refiere a hipótesis, especulaciones o conjeturas que no han sido confirmadas y que se mantienen en la condición de propuestas. Decididamente, en el estudio de los fenómenos de la comunicación no hay aún teorías en el sentido duro. En consecuencia, uso el término como sinónimo de ideas, conceptos, modelos, hipótesis.
Capítulo 1
MAPAS PARA NO EXTRAVIARSE
Los gobiernos designan entre sus funcionarios a un experto en comunicaciones. Las empresas contratan expertos para mejorar las comunicaciones entre los miembros de sus cada vez más complejas organizaciones. Los ministerios de salud emplean a agencias publicitarias para desarrollar sus campañas contra enfermedades como el sida, el cólera o el virus anta. Los candidatos a presidentes incluyen a profesionales de la comunicación en sus comandos y los políticos se preocupan de cuidar su imagen entrenándose en destrezas de gesticulación y presentación personal; los terapeutas de pareja o de familia diagnostican ‘falta’ de comunicación o comunicación insuficiente en el origen de los problemas de sus pacientes. Un ciudadano cualquiera, sin necesidad de erudición alguna, sabe por su propia experiencia que puede comunicarse con quienquiera, a la hora que lo desee, por alejado que esté físicamente. Lo que habría tomado días, semanas y hasta meses en el pasado, hoy se logra casi instantáneamente gracias al fax, el teléfono, el correo electrónico o la video-conferencia. El satélite permite a un televidente cualquiera asistir a una final de fútbol o a una conferencia internacional de mandatarios sin desplazarse de su domicilio. Como prefiera decirse, el planeta se ha achicado o las velocidades de transmisión y transporte han aumentado pasmosamente. Las percepciones cotidianas del espacio y del tiempo se han modificado drásticamente.
Es fácil constatarlo: la comunicación está por todas partes. Pero, antes que un hecho reciente, se trata de un descubrimiento reciente. Si bien en ciertas dimensiones del fenómeno –como, por ejemplo, el desarrollo y consolidación de la industria publicitaria– se trata de algo de corta data, históricamente hablando, la comunicación no verbal, la hablada y luego la escrita, hunden profundamente sus raíces en el pasado remoto del hombre. No será la primera vez que algo que está delante de los ojos resulte ser lo menos visible y evidente. Otro dato a consignar es que el fenómeno de la comunicación es algo complejo: ocurre en diversos niveles, conlleva diferentes tipos de factores en juego, se entrecruza con variadas estructuras relacionales e institucionales, etc.
Como lo ha sancionado la tradición intelectual, el procedimiento más razonable para abordar un tema, asunto u objeto complejo y abarcador, consiste en dividirlo en partes más simples y luego abordar cada una por separado. Técnicamente, eso es lo que se llama ‘análisis’. Siendo una manera útil de proceder, hay que aplicarla teniendo en cuenta una contraindicación que resulta sustantiva a la hora de pretender una comprensión satisfactoria del fenómeno estudiado: es necesario no creer que la fragmentación inducida o provocada por el método del análisis corresponda necesariamente a una fragmentación en el fenómeno mismo. Tal confusión es causa de muchos malentendidos.
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