Nefelibata de un peripatético
Augusto M. Otero
Otero, Augusto M.
Nefelibata de un peripatético / Augusto M. Otero. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2020.
64 p. ; 20 x 14 cm.
ISBN 978-987-4116-41-3
1. Poesía Argentina. I. Título.
CDD A861
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ISBN 978-987-4116-41-3
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.
Impreso en Argentina.
Con mucho amor para mis viejos, no les prometo nada;
Abuelos: estoy eternamente malcriado por su cariño;
Sofía, nos debemos muchas ramblas más.
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@peripatetico.nf
Bendito
Haciendo una tarea de lo incorregible
apretando los dientes cuando no queda nada más que morder
perdiendo la cabeza por lo que me ha sido insostenible
mirando atrás, pensando en volver.
Dejando dormir mis piernas
mientras caliento por las noches el sofá.
¿Qué me traerán para pensar las tinieblas?
¿Qué añoranza me traerá la soledad?
Por benditos, ya nos habríamos muerto,
más que alguna u otra vez,
habrá que ver quién tiene el poder de quitarme el aliento
cuando ya ni viento sopla por mi ser.
No existe telón en el teatro
de los que sueñan antes de dormir,
cuando desgarbados están los amores
las canciones, las pasiones
los “algo” por qué escribir.
Ingenuo
Apaga la luz cuando creas que ya lo has visto todo,
y te darás cuenta de lo ingenuo que fuiste.
Así funciona
Piensa, escribe, borra,
así funciona el amor no correspondido.
Escribe, borra, piensa,
así funciona el amor que no volverá a ser.
Borra, piensa, escribe,
así funciona el amor que decide seguir luchando.
Escribe, piensa, borra,
así funciona el amor que teme.
El poeta de Schrödinger
Que peligroso puede llegar a ser
pensar en la incertidumbre
en el suicidio cuántico
en la caja de los días.
Creciendo
Cuando el departamento me pareció un palacio
cuando un cuento me pareció una enciclopedia
cuando entendí la dificultad de los atajos
cuando en el cajón, no me quedaban medias.
Cuando volví a sentir tu abrazo
cuando una tarde de frío, me refugié en una cochera
cuando en la mesa empezaron a faltar vasos
cuando la comida ya no “aparecía” en la nevera.
Cuando apagaba el teléfono antes de ir a la cama
cuando escuchaba todo sin entender nada
cuando ya era tarde para decir “lo siento”
me di cuenta que estaba creciendo.
Aquellas noches
Aquellas noches, perdía mi disfraz de mujeriego
y me ocultaba en la barbarie callejera,
iba cantando sin embocar un soneto
y me giraba si alguien pasaba por mi lado,
para ver quién era.
Aquellas noches mi campera no abrigaba,
ni el nailon me ahogaba, ni mis zapatos calzaban.
Aquellas noches únicamente me dedicaba
a escabullirme entre los montones,
de una ciudad sin callejones, sin ecos.
Aquellas noches el bolsillo era refugio
de una mano que merecía protegerse
no era culpable de mi desquiciado inconsciente
por querer salir a caminar en pleno junio.
Y ahora recuerdo a Joaquín con porkpie
besando a esa mujer tan extraña
con entre rejados de telarañas
y basureros desbordados.
Que pintaba sus labios con las luces del pecado.
Que en su ligera vida, me brindó un infinito refugio.
Hoy me abrazaba entre sus brazos y sus ropas blancas.
Qué bella que es la ciudad desnuda por las noches.
Opuestos
Nunca fuimos buenos.
Nacimos opuestos.
Tu sonrisa es cóncava,
yo soy un vértice convexo.
Tu tan noviembre,
yo un febrero.
Las almas gemelas eran un cuento:
a mí me mareaban tus ideas
a ti te ahogaban mis silencios.
Nacimos opuestos.
Tú tienes labia para charlar,
yo soy más bien discreto.
No te da celos la poligamia
yo, ni conmigo puedo.
Cuando dices “silencio”,
soy el seguro de una granada suelto.
Nacimos opuestos.
A ti te gusta probar mi paladar
Ahora, paso de los besos.
Dentro de tu ética, entran los permitidos semanales,
para mí sería un disparate salirme de lo cotidiano.
Eres como un cuerpo celeste,
yo como un agujero negro.
A ti te gusta bailar milongas,
yo prefiero boleros.
Tú serás tan Norte, yo tan Sur y,
quizás, sea eso lo que nos hace covalentes.
Somos ángulos opuestos por el vértice,
somos blanco y negro,
formando matices.
Tú un cutis perfecto,
yo, cicatrices,
Somos opuestos.
Por relación, porque eres mi doble y yo tu mitad.
Por contrariedad, porque yo soy tierra y tu cielo.
Por privación, porque eres libre y yo lo sueño.
Por afirmación, porque estoy seguro que aun así te quiero.
Más de lo que puedas soportar
Para el día que me quieras
ya habré cerrado el portón,
habré vaciado las maletas,
y habré colgado el pantalón.
No existirá mi nombre
y se me cortará la última cuerda,
saldrá a luz lo que se esconde
debajo del colchón.
Para el día que me quieras
el naranjo se habrá secado
y el desayuno quedará preparado
sobre la mesa ratona.
Las rosas de aquel verano
serán en blanco y negro
y no me dará gusto vernos
ni por fotos, ni por el barrio.
No podrás reprocharme olvidos,
ni domingos aburridos,
ni pájaro sin nido
ni los inviernos sin abrigo.
Ni los “te quiero” sin amor.
Para el día que me quieras
tendré mi última sonrisa
riendo, de lo que conjugue con el verbo amar.
Para aquel día
Cupido irá deprisa
a buscar el arco y flecha para disparar.
Para entonces ya los habré robado
quemado, guardado en una cajita
y tirado en alta mar.
Para el día que me quieras
me querré más a mí mismo.
Más de lo que pueda imaginar.
Más de lo que puedas soportar.
Conexión
Siéntate conmigo un segundo,
escucha los entre-palabras que tengo para callar,
traga cada pupila mía que mira al suelo, que mira al cielo,
[que te mira, que deja de mirar.
Siéntate conmigo un segundo
escucharé tus pausas para pensar
tragaré cada pupila tuya mirando al suelo, mirando al cielo,
[que me mira o que deja de mirar.
Siéntate conmigo un segundo.
Tenemos tanto para conectar.
Ser Nefelibata
Por las veces en que me dormí en el colectivo
por las veces que canté solo
por aquellas en las que me encariñé rápido
por las que me parecieron todo.
Por la razón de ser viviente
brindo por las veces en que sentí la muerte
por las que me creció un nudo en el pecho
y en las que la felicidad me pareció lejos.
Por la razón de ser Nefelibatas
caminando por el parque
por las veces en que me recosté en el pasto
o es un colchón ¾
durante millones de horas
o un instante.
Por todas esas cosas
elijo reír cuando me toca,
llorar cuando me brota,
mojarme la boca,
tocar la última nota,
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