NOTAS AL CAPÍTULO PRIMERO
Excepto las observaciones generales, no nos anima el propósito de incluir en este libro el detalle de los acontecimientos históricos. Recomendamos al lector que quiera completar el cuadro de la continuidad histórica recurrir a libros especializados sobre el tema. Más adelante sugerimos lecturas adicionales, conforme al tema.
Un libro general —claro y actualizado— es el de Luis Suárez Fernández, Historia de España Antigua y Media, 2 tomos, Madrid, 1976. Este libro pondrá al alcance del lector un cuadro general, tanto de la historia de la España cristiana como de la España musulmana, y el sistema de relaciones entre ambas.
El lector que quiera profundizar en una descripción histórica más detallada puede valerse de la gran serie sobre la Historia de España, dirigida por Ramón Menéndez Pidal.
Al respecto, fue traducido del francés el excelente libro de E. Lévi-Provençal sobre la historia de la España musulmana: España musulmana hasta la caída del Califato de Córdoba, 711-11031, traducción de E. García Gómez (t. 4), Madrid, 1957. La desventaja de este libro está en el hecho de que concluye con la caída de los califatos omeyas en al-Andalus, pero se trata de una investigación minuciosa y actualizada que dedica una gran parte a la historia social y cultural de la España musulmana.
Para la historia de la España cristiana en el mismo período el lector puede recurrir al volumen VI de esa serie: J. Pérez de Urbel, España cristiana, comienzo de la Reconquista, 711-1038, Madrid, 1956.
Otro libro general para la Historia de España, tanto de la cristiana como de la musulmana, es el de Luis García de Valdeavellano, Historia de España, 2 tomos, 5.ª edición, Madrid, 1973. Desde su aparición en el año 1952 ha sido publicada en muchas ediciones.
[1]Continuatio Byzantia Arabica a. DCCXLI et continuatio Hispana a. DCCLIV, en: Th. Mommsen (ed.). Monumenta Germaniae Historica, Chronica Minora, Berlín, 1894, Rep. 1961. Vol. XI, pp. 334-368, y luego: M. G. H. La investigación detallada sobre las dos crónicas fue hecha por L. E. Dubler, «Sobre la crónica bizantina de 741 y su influencia en la Península Ibérica», Al-Andalus, vol. XI (1946), pp. 284-349.
[2]El profundo estudio de Dubler (op. cit.) llega a la conclusión de que el primer cronista redactó su trabajo después de haberse islamizado, pero su estilo pone en tela de juicio dich afirmación: es difícil suponer que un nuevo islamizado describa el surgimiento del Islam en términos de «rebelión» y «ataques de salteadores», o que no se esmere en explicar las ventajas de su nueva fe. A pesar de la cordialidad con que el autor describe a veces ciertas personalidades musulmanas, su estilo es no obstante extraño: a los musulmanes llama con el nombre de sarracenos y relata la historia del Islam como si se refiriera a un grupo que le es ajeno. Además, a lo largo de toda la crónica no hay ninguna insinuación de que el autor se hay alejado del cristianismo, o que trate de presentar la superioridad del Islam desde un punto de vista religioso. Es difícil explicar este hecho, si se supone que se trata de una persona ilustrada que poco antes cambió su religión y quiere justificar su conversión, o tal vez propagar su nuevo credo por medio de su escrito. Por último, sorprende que quien se convirtiera al Islam en España suministre una información tan escasa y truncada sobre la conquista del país por los musulmanes y sobre los treinta años de dominio del Islam, mientras que no escatima información con respecto a la historia de la España visigoda y a la lucha entre el Islam y el Imperio bizantino.
[3]M. G. H., op. cit., p. 340.
[4]Ibid., p. 337.
[5]Dubler subraya el nexo entre este párrafo y la crónica bizantina de Teophanes: Al-Andalus, op. cit., pp. 302-303; M. G. H., op. cit., p. 338: ...ut dei apostolum et prophetan eum in omnibus sacramentis suis esse scriptisque adfirment...
[6]M. G. H., op. cit., p. 339.
[7]Sobre el acuerdo, ver: Memorias de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1903; Rep. 1969, t. XIII, pp. 797-798. La descripción en la crónica: M. G. H., op. cit., p. 354. Sobre las leyes de guerra y paz en el Islam, ver: M. Khadduri, War and Peace in the Law of Islam, Nueva York, 1979.
[8]M. G. H., op. cit., p. 353.
[9]Ibíd., p. 359: ... talis enim inter Arabes tenetur perpetim norma... absque scandala adeant regiminis gubernacula.
[10]Ibíd., p. 363.
[11]Ibíd., p. 352.
[12]Con respecto al relato de la crónica, ver: Ibíd., 355. La corrección se hacia a veces para adecuar la versión a su concepción general. Dozy enmienda la fuente y determina el nombre más aceptado: «Le Comte Iulien, Iulianus», en R. Dozy, Recherches sur l’histoire et la littérature de l’Epagne pendant le moyen-âge, 3.ª edición, París, 1881, t. 1, pp. 57-65. Codera propuso el nombre de Olbanus, sosteniendo que se tratba de un cristiano de origen bereber (F. Codera y Zaidín, «El llamado conde don Iulian», en Estudios Críticos de la historia árabe española, Zaragoza y Madrid, 1903-1917; epec. cap. VII, pp. 45-94. Lévi-Provençal niega rotundamente estas versiones y sostiene que Iulian no era otro que el Exarca de Ceuta: Lévi-Provençal, Historia de la España musulmana, en Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, tomo IV, Madrid, 1964, pp. 8-10.
[13]Este criterio está contenido, por ejemplo, en H. Livermore, The origins of Spain and Portugal, Londres, 1971, pp. 248-249.
[14]M. G. H., op. cit., p. 353.
[15]«Isidori Iunioris Episcopi Hispalensis Historia Gothorum Wandalorum Sueborum ad a. DCXXIV», en M. G. H., Chronica Minora, op. cit., p. 267.
[16]«Crónica Profética», en Gómez Moreno, «Las Primeras Crónicas de la Reconquista», Boletín de la Academia de la Historia, t. 100 (1952), pp. 622-628.
[17]«Chronicom Sebastiani», en A. Huici, Crónicas Latinas de la Reconquista, Valencia, 1913, vol. I, pp. 196-239. Migne P. L., vol. 129, cols. 1111-1124, «Rotense»: Gómez Moreno, op. cit., pp. 609-621.
[18]C. Sánches Albornoz, «La redacción original de la Crónica de Alfonso III», en Investigaciones sobre Historiografía Hispana Medieval, Buenos Aires, 1967, pp. 40-44.
[19]«Crónica de Albelda», A. Huici, op. cit., pp. 114-196. Gómez Moreno, op. cit., pp. 600-609.
[20]«... éstos son los que reinaron en Córdoba. Reyes del origen de los Benihumaya (Venihumeia)», Huici, op. cit., p. 187.
[21]En el significado clásico, por ejemplo en Tácito, ver: Philip Fabia, Onomasticon Taciteum, Hildesheim, 1964, pp. 187-188. Y en la crónica misma: «Los caldeos al instante se volvieron a la fuga», «... de modo que ni uno de los caldeos renaciese...», «... mataron a muchos de los caldeos a espada y fuego». Huici, pp. 211-213, y 231.
[22]Ibíd., p. 206. Ver L. Réan, Iconographie de l’art Chrétien, tomo III, París, 1957, pp. 715-717. Señala el desarrollo de esa figura según las descripciones apocalípticas de Juan desde el siglo XI y detalla iconografías que tratan de la descripción de la futura destrucción de Babilonia como símbolo de la perfidia (717-718), pero el autor se abstiene, por alguna razón, de señalar las fuentes más antiguas de «Babilonia la ramera», que aparecen ya en las iconografías mozárabes de los beati del siglo X. Ver P. de Palol; M. Hirmer, Early Medieval Art in Spanis, Londres, 1967, pp. 48-59, y ver también reproducción, p. 67.
[23]M. Díaz y Díaz, «Los textos antimahometanos más antiguos en códices españo les», Archive dhistoire doctrinale et littérature du moyen-âge, vol. 37, pp. 149-164. N. Daniel, Islam and the West, The Making of an Image, Edinburgh, 1960, pp. 1-7. D. J. Sahas, John of Damascus of Islam, the Heresy of the Ismaelites, Leiden, 1972.
[24]Huici, op. cit., p. 152.
[25]Cabe suponer que el autor de la crónica estudió el origen de los godos en la crónica de Isidoro de Sevilla. También él relacionó el nombre con los versículos de Ezequiel: Gothorum antiquissimam esse gentem (certum est) quorum originem quidam de Magog Iafeth filio suspicantur a similitudine ultimae syllabae; et magis de Ezechiele propheta id colligentes. Retro autem eruditi eos magis Getas quam Gog et Magog appelare consueverunt. M. G. H., op. cit., p. 268.
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