Mientras tanto, se le asignó una pensión de 2.000 pesos anuales para la madre y cuatro hijas y otros 2.000 para el futuro heredero.30 Aunque esta suma representaba menos de la mitad de los aproximadamente 9.000 pesos que el mayorazgo producía anualmente, era una cantidad generosa en una época en que un alto funcionario del gobierno, como su tío Luis Osorio, ganaba unos 6.000 pesos al año.31 Pero los 4.000 pesos difícilmente le alcanzaban para mantener una casa elegante con varios sirvientes y para educar a sus cinco hijos de la manera acostumbrada en la alta sociedad. Además, su pensión solamente duraría hasta que Gerónimo llegara a la mayoría de edad. Por lo tanto, la Güera pidió 9.500 pesos prestados de las propiedades vinculadas, y sin duda también tuvo que cuidar los bolsillos.32
Después de menos de dos años se casó de nuevo, con un señor acaudalado. Sabemos muy poco sobre el segundo matrimonio aparte de que fue muy breve. El 10 de febrero de 1807 se casó con el doctor don Juan Ignacio Briones Fernández de Ricaño y Bustos, viudo originario de Guanajuato que tuvo una distinguida carrera en Querétaro como comisario de guerra honorario, alcalde ordinario y censor regi de conclusiones, y después en la Ciudad de México como abogado de la Real Audiencia y de su ilustre Real Colegio. El novio tenía cincuenta y tres años y la novia veintiocho.33 La boda tuvo lugar a las siete de la noche en la casa de su morada en la calle del Coliseo. Ofició el canónigo Beristáin, viejo amigo de la Güera, y fueron testigos su tío político, Silvestre Díaz de la Vega, y su cuñado, el marqués de Uluapa. Según el acta de matrimonio, asistieron a la ceremonia “otras personas distinguidas de esta vecindad y Comercio”.34
Sin embargo, la muerte otra vez intervino. Briones falleció seis meses después de la boda, el 16 de agosto de 1807, dejándola con su séptimo (y último) embarazo. La hija póstuma de Briones vino al mundo el 22 de abril de 1808. Como todos los hijos de la Güera, su nombre completo era muy largo: Victoria Rita Juana Nepomuceno Josefa Ygnacia Luisa Gonzaga Briones Rodríguez. Pero su vida fue corta: murió al año y medio, en el otoño de 1809.35
El fallecimiento de Briones involucró a la viuda en una disputa reñida sobre la herencia, porque este había nombrado a su hermano y dos hermanas como sus herederos universales en un testamento probablemente hecho antes de casarse y ciertamente antes de saber que la esposa estaba encinta.36 El asunto se complicó porque, según las leyes de la época, la viuda era heredera forzosa de parte de los bienes y el nacimiento de un hijo póstumo añadía otro heredero. Cuando la Güera empezó a manejar los bienes del esposo difunto, los tres hermanos le entablaron una demanda criminal. Hasta llegaron a cuestionar si el bebé era de Briones, y el 31 de mayo de 1808 —después de enterarse del nacimiento de Victoria— le solicitaron a un cura de la Ciudad de México que certificara la gravidez y parto de la viuda. La respuesta fue afirmativa. Constancia de su embarazo es que apenas dos semanas después de la muerte del esposo, al otorgar su poder a don Ignacio del Rivero para que fuera a Querétaro a fin de sacar el testamento de la casa mortuoria de los Briones, ella explicó que no podía ir por sí misma “en atención a hallarse grávida e impedida de caminar”.37 Después, Victoria vivió bastante tiempo como para romper el testamento de su padre y quedó como su único heredero. Y cuando murió la niña, la madre lo heredó todo (aunque en 1811 acordó darle a los Briones la quinta parte de los bienes para resolver el pleito).38
La Güera se quedó con un buen legado que consistía en dinero en efectivo, oro y plata, joyas, una casa en San Luis de la Paz, dos casas en Querétaro y las haciendas de San Isidro y Santa María en el estado de Guanajuato —una fortuna valorada en 320.000 pesos (lo que hoy equivaldría a varios millones de pesos)—. Por lo tanto, su posición había mejorado notablemente. Si bien este caudal no se podía comparar con los enormes patrimonios de las familias más ricas del reino, es verdad (como referiría Carlos María de Bustamante años después) que su segundo matrimonio “con un hombre rico la dejó heredera de no pocos bienes”.39 Aunque había entrado al matrimonio sin bienes propios, al enviudar se convirtió en señora acaudalada.
conclusión
Cuando Briones falleció en 1807 María Ignacia Rodríguez tenía veintinueve años. Se había enfrentado a numerosos retos. Aguantó un primer matrimonio abusivo, se defendió de las escandalosas acusaciones del consorte, administró su hogar con fondos limitados y sepultó a dos maridos. Trajo seis hijos al mundo, perdió uno en la infancia, y esperaba otro bebé sola y peleando por su herencia. Pero logró superar estos desafíos con determinación —y con la ayuda de sus parientes y buenas amistades—. De ahora en adelante su situación económica más favorable le permitiría vivir cómodamente, aunque las guerras de Independencia le habían de traer nuevos tropiezos y su vida se complicaba por las responsabilidades de la maternidad. Mas lucharía por resolver sus problemas a solas, y esperó casi dos décadas para casarse de nuevo.
1Ver el Diario de Bustamante, apuntes del 12 de junio de 1826, 2 de agosto de 1828, 16 de mayo de 1830, 2 de abril 1832, 8 de enero de 1835, 26 de octubre de 1838, 5 de diciembre de 1839, 1 de febrero de 1846 y 4 de septiembre de 1846.
2Calderón de la Barca, Life in Mexico, p. 142.
3La primera tal referencia que he encontrado está en una carta de 1812 escrita por la marquesa de Villahermosa a la exvirreina Inés de Jáuregui en España, en que identifica a su nuera Josefa Villamil como “hija de la Güera”. Citada en Romero de Terreros, Ex-Antiquis, p. 234.
4Sobre las dos familias, ver Muñoz Altea, “La Güera Rodríguez”, pp. 200-201. El acta de nacimiento de María Ignacia Rodríguez en FS, México bautismos, 1560-1950”, Ref. 2: CH01KG, FHL microfilm 35,190.
5Ladd hizo esta observación para la nobleza, pero igualmente podría describir el círculo social de la Güera, en que muchos no tenían títulos nobiliarios. Ladd, Mexican Nobility, p. 163.
6Las fuentes secundarias se contradicen sobre las edades de sus hermanas. Me he valido de los documentos en las bases de datos en FS y FN (ver Apéndice 2). Algunas también mencionan a un hermano, José, que debe haber sido uno de los “otros que fallecieron” en la infancia, según el testamento del padre. En 1810 este solamente declara tener tres hijas, e identifica al esposo de Vicenta como José Marín, un empleado de vista en la Real Aduana de Guadalajara, Testamento de Antonio Rodríguez de Velasco (31 de octubre de 1810), AHN, Francisco de la Torre #675, vol. 4557, ff. 448v-450. En 1833 Vicenta se refirió al marido difunto como administrador cesante de la Aduana de Valladolid, AHN, Ignacio Peña #529, vol. 3530 (6 de agosto de 1833), ff. 55-155v.
7Todas las citas del expediente de divorcio vienen de la selección del caso en Arrom, Mujer mexicana, pp. 63-107.
8AGN, Instituciones Coloniales/Inquisición (61), vol. 1468, exp. 26 (1800), ff. 297-298.
9García, Leona Vicario (1910), pp. 35-44; Calderón de la Barca, Life in Mexico, pp. 286-288.
10Sobre la familia Villar Villamil, ver Muñoz Altea, “La Güera Rodríguez”, pp. 201-203.
11“Autos que sigue don José Gerónimo López de Peralta Villar y Villamil, apelando al matrimonio que pretende contraer su hijo” (julio de 1794), AGN, Instituciones Coloniales/Indiferente Virreinal, Matrimonios caja 1185, exp. 1, esp. ff. 2v y 3v.
12AP, Matrimonios Españoles, libro 35, f. 176v, #154. Sobre Rivero, ver Aguirre Salvador, El mérito, p. 431.
13“Autos sobre alimentos” (1794-98), AGN, Vínculos y Mayorazgos 115, vol. 215, exp. 8, f. 104v.
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