Pablo R. Fernández Giudici - El Alcázar de San Jorge
Здесь есть возможность читать онлайн «Pablo R. Fernández Giudici - El Alcázar de San Jorge» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Alcázar de San Jorge
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Alcázar de San Jorge: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Alcázar de San Jorge»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El Alcázar de San Jorge — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Alcázar de San Jorge», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
–Más fatigas de las que podéis imaginar.
–En ese caso, por favor acompaña a Tadeo que te mostrará el lugar.
–Nada de eso, mi Señor. Esperé semanas para hablar con vos y en tanto esté en pie, podré compensaros por tantos años de silencio.
–Te propongo una cosa: Acompaña a Tadeo, aséate y descansa un poco. Tu visita es motivo de una inmensa alegría para mí, aunque no voy a negar que aún no salgo de mi sorpresa. Pero aún así, tengo responsabilidades que atender y quisiera escucharte como es debido.
Alonso asintió algo frustrado; dio las gracias con humildad por el convite y las atenciones. Sabía que no podía presentarse así como así y pretender que su visita alterara el funcionamiento del monasterio. De modo que, cediendo a las exigencias de la nueva etapa que había comenzado, aceptó el consejo. Tadeo era un hombre amable y de muy pocas palabras. Tras hacerle seguir brevemente, le mostró la celda donde dormiría, que era de una modestísima factura aunque, al igual que el corazón de esos hombres, estaba limpia y dispuesta para recibir a un extraño como él. Resignado y algo inquieto por todo lo que debía hablar con el prior, Alonso se recostó en el camastro y sólo entonces reparó en el tiempo que hacía que no dormía en una cama decente. Sin duda era un hombre fuerte y acostumbrado a la faena pesada, pero hasta el más fuerte de los hombres debe descansar para poder seguir adelante, de modo que se dejó caer y perderse en un sueño reparador.
Para cuando advirtió que su siesta se había convertido en pesado sueño, hacía tiempo ya que el sol se había ocultado. Un nuevo golpe, algo más insistente sonó y entonces entendió que alguien estaba llamando a su puerta desde hacía algún tiempo: era el prior.
–Adelante, amigo mío. Por favor, pasa. No golpees la puerta de tu casa, pasa, pasa.
–Hermano Lorenzo –soltó el prior con una mirada pícara y reprobatoria.
Alonso sonrió y rascándose la cabeza, se incorporó algo aturdido aún por el sueño. Sólo podía sonreír como sonríe un niño después de cometer una travesura y de algún modo ensayó la disculpa.
–Es una larga historia.
–No me cabe la menor duda –dijo el prior en tanto se acomodaba sobre un taburete– Veo que tienes largas historias acumuladas, amigo mío. Puedes comenzar cuando quieras.
Durante al menos dos horas, ambos hombres que se conocían desde hacía muchos años, pudieron al fin ponerse al día con las vivencias de cada uno. En especial Alonso, que con algo de timidez y de culpa desgranó hasta el mínimo detalle todo lo acontecido en los últimos meses. El prior, por momentos, también volvía a encontrar en aquella mirada, dos ojos encendidos y una pasión incontenible, pero a la vez, en la medida que escuchaba con atención los pequeños detalles del relato, se sorprendía por descubrir un hombre nuevo debajo del conocido. Algo que sin duda, además de sorprenderlo, opacó su ánimo y lo intranquilizó un poco.
–Mira, Alonso, o mejor, Lorenzo, si es que así lo prefieres. No voy a negar que estoy sorprendido por lo que cuentas y sé que has pasado por mucho sufrimiento, pero lo que no dejo de ver en todo lo que me cuentas, es aquello que yo mismo te señalé hace muchos años: Dios tiene un propósito para ti. Ignoro si viniste hasta aquí para darme el gusto de admitir mi razón o para intentar disfrazar las cosas y así demostrarme que no la tenía.
–No, no la tienes.
–Sin embargo viniste a mí. Mira, nos conocemos desde hace bastante tiempo y sé por lo que has pasado. Sé por las tragedias que debiste atravesar y sé también que hace años que sufres…
–Te ruego que no metamos a Dios ni al pasado en esto –dijo con mirada encendida y algo de brusquedad– No volvamos a mi pasado, porque lo hecho, hecho está. Puedo entender que en todo veas la mano de Dios, porque es tu elección y tu destino, pero no el mío. Yo no tengo destino, no tengo nada.
–Sabes que no hablas en serio. Por algo huiste de aquel hombre.
–Mira… –dijo tras extraer de sus sucias ropas el medallón robado– traje un recuerdo de mi paso por Flandes. Esto es todo lo que me queda del sacrificio de toda aquella tontería. Y antes de que me lo preguntes, no. No es una medalla por mis actos de guerra. Aunque no huí de Diego por cobarde, pues me conoces lo suficiente como para estar de acuerdo conmigo en que no lo soy. Me largué de allí porque no quería terminar como un trofeo más de aquel maldito o, peor, muerto por mis propios hombres. Así que de este modo me cobré un par de favores que aquel insensato me debía desde hace tiempo. Ni él ni muchos otros soportaban la idea de que no muriese. Tardé en comprender que si estaba vivo es por fortuna, no por lo que los demás se empecinan en ver. Y juro que deseé morirme más de mil veces. Pero no puedo dejar este mundo sin tomar un último riesgo. No sin antes completar la tarea…
–Sigues con esa idea.
–Es la razón de mi vida.
–Tu vida debería contemplar otras razones.
–Sabes bien que no tengo más razón que las piedras. Es lo que me mantuvo vivo todos estos años.
–No soy el único que piensa distinto. Creo que fue más fácil para ti huir que aceptar tu condición de elegido.
–Mira, Sebastián, sabes bien que te considero un amigo y es cierto que vine hasta el otro lado del mundo porque necesito un tiempo para sosegarme, pensar y hacer las cosas que realmente tienen sentido para mí, aunque no lo tengan para los demás. Durante todos estos años, en todas las veces que tuve que tragar fango, soportar a imbéciles que creían que sabían más que yo y salir una y otra vez a batalla en esa tierra maldita, lo único que me mantuvo con vida fue mi sueño. Quédate con tus pensamientos de un buen Dios que te despoja de todo para luego ahorrarte unas balas y unos vendajes. Lo único cierto y real que me mantuvo en pie, cuando todo a mi alrededor se caía a pedazos fue, es y será un sueño. Nada más que un sueño. Y voy a pelear por él porque es lo único que me mantendrá con vida mientras pueda moverme y hacer algo por alcanzarlo. No tengo nada en contra de Dios, pero no te confundas, que este asunto es de una naturaleza más mundana.
–Sigues disgustado con Él.
–Eso no es asunto tuyo.
–Pero sí lo es que aparezcas de la nada, después de todos estos años y dispares tres o cuatro verdades que no hacen más que demostrarme que eres un necio obstinado incapaz de reconocer ni dar las gracias cuando se te tiende una mano amiga.
–Mira, realmente agradezco lo que haces por mí...
–No hablaba de mi. Hablaba de Dios –disparó el prior con frialdad en tanto se ponía de pie–. La cena nos espera.
En la sala donde los monjes se agrupaban para hacer sus frugales comidas, había una gran mesa en la que cabían cómodamente sentados unos veinte hombres, en cuya cabecera el prior ofrecía una oración antes de tomar los alimentos. Alonso se incorporó tarde al grupo que casi en silencio le dio la bienvenida con gestos leves y sonrisas, pero con pocas palabras. Se sintió algo intimidado por aquella quietud y por las miradas curiosas que lo estudiaban como si se tratara de un ser inusual y extraño. Una vez sentados y dichas las oraciones, el prior le dedicó unas palabras antes de comenzar la cena.
–Hermanos, por favor den la bienvenida al hermano Lorenzo; se quedará unos días con nosotros. Lorenzo es un viejo amigo mío y ha venido a ésta, la morada de Dios, a reencontrarse con Él y a buscar el sosiego perdido. Les ruego lo hagan sentir en su casa y no duden en contar con su ayuda para toda clase de tareas. Lorenzo es un hombre fuerte y hábil con las manos. Estoy seguro que le dará más a esta congregación que lo que nosotros podamos ofrecerle a él.
A estas alturas creo conveniente revelar un detalle que es de importancia, al menos para quien escribe estas líneas. En esa mesa estaba yo, uno de los monjes más jóvenes de aquel monasterio. Para ser completamente honesto, debo decir que en aquel momento no presté demasiada atención al forastero. No era usual que el prior tratase a alguien de amigo antes que de hermano, pero por entonces estaba yo sumergido en otros pensamientos y no recuerdo haberle destinado mucho interés. Sin embargo, durante esa primera noche, sí hubo un detalle que captó mi atención. No tanto por aquel desconocido, sino por algo que salió de los labios del prior y que significó no sólo un antecedente, sino un llamado de atención para todos sobre lo que estaba por suceder; en especial para mí. Es desde ese momento que los recuerdos acuden a mi memoria tan vívidos y coloridos como si de ayer se tratara: No fue hasta el promedio de la cena, mientras todos comíamos en silencio y se escuchaba algún murmullo aquí y otro allá, que el prior quebró la monotonía con un extraño pedido.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Alcázar de San Jorge»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Alcázar de San Jorge» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Alcázar de San Jorge» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.