Pablo R. Fernández Giudici - El Alcázar de San Jorge

Здесь есть возможность читать онлайн «Pablo R. Fernández Giudici - El Alcázar de San Jorge» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Alcázar de San Jorge: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Alcázar de San Jorge»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Siglo XVII. Un veterano de un tercio español destinado en Flandes, esquiva la muerte una y otra vez como si los cielos le tuvieran reservada una misión secreta.La frustración, el hartazgo y una revelación serán el inicio de un accidentado periplo que lo llevará hasta las lejanas costas del Río de la Plata. Una vez desembarcado en la Buenos Aires colonial, con la ayuda de un viejo amigo y confesor, dará forma a su aventura, plagada de misterios, señales y oscuras referencias ligadas a un pasado doloroso del que no logra huir.

El Alcázar de San Jorge — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Alcázar de San Jorge», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

De pronto, interrumpí mi trabajo y posé mis ojos nerviosos sobre Fernando. Es evidente que entonces algún gesto de reprobación salió de mí porque, ante un incómodo silencio, Alonso preguntó qué era lo que estaba sucediendo.

–Fernando, debemos seguir trabajando –le supliqué en un intento de disipar el desastre. Pero ya era demasiado tarde.

A Fernando le fascinaba trabajar en el túnel y he llegado a pensar que, aún en su inocencia, sentía mucho más orgullo que Rodrigo por la obra de la que era parte activa. Supongo que por mi carácter esquivo y mi reticencia a establecer vínculos con los otros, el prior me asignó a las galerías. O, mejor dicho, me asignó a Fernando como compañero. Las muchas horas de compañía, lo entendí con el correr de los años, tenían como propósito que al fin me abriera y viera en él alguien en quien podía confiar. Fernando no tenía problemas para hablar, al extremo que a veces lo hacía por ambos. Yo, aunque más parco y retraído, no tenía problemas con el trabajo físico, siempre y cuando no me molestaran. Con el tiempo, logramos un acuerdo tácito en el que él llenaba el silencio con las palabras en nombre de los dos y yo me limitaba a devolverle alguna opinión sencilla, mientras la emprendíamos contra la pared de tierra. Supongo que un poco por eso y otro poco porque el túnel avanzaba en forma sostenida, es que el prior se mostraba satisfecho con aquella sociedad.

Pero si el hablar bastante era un pequeño defecto de Fernando, el hablar demás era definitivamente su peor pecado. Y así como pude comprobar luego en otras oportunidades, la ligereza de palabras de Fernando y la curiosidad de Alonso eran una pésima combinación. De modo que allí estábamos los dos, frente al extraño que con un gesto enérgico de divertido fastidio nos invitaba a explicar las insinuaciones.

–Usted cree que el túnel va lento, pero no es lo que parece.

–Explícate mejor.

–Fernando, no –lo amonesté, sólo para ganarme una furiosa mirada de Alonso.

–Tranquilo, el prior dijo que podía saber. Venga, sígame, le mostraré.

–¡Fernando! Nos meterás en problemas.

–¡Muchacho! –me interrumpió Alonso con enojo mientras me apuntaba con su índice– ¡Ya basta! Aparta y deja que me muestre lo que me iba a mostrar.

Consciente de que cualquier intento era en vano, moví medio cuerpo con desgano para dejarle pasar y acceder de ese modo al entusiasmo revelador de Fernando. Me sentía sumamente frustrado, pues no deseaba problemas con el prior, pero mucho menos con Rodrigo a quien en verdad temía.

–Sígame hermano Lorenzo. Es por aquí –indicó Fernando mientras lo hacía desandar un trayecto de túnel– Pensará que somos un poco lentos, pero le aseguro que no es así. ¿Notó algo extraño luego de haber ingresado al túnel?

Alonso dudó por algunos instantes. Pero no había razón para contestar lo contrario.

–No. Nada excepto un túnel.

–Bien –dijo Fernando complacido mientras exhibía una amplia sonrisa– pues déjeme decirle que debería estar más atento. Aquí es.

Ambos hombres detuvieron su paso lento camino al ingreso del túnel y a no mucha distancia donde la galería llegaba a su fin, Fernando puso a prueba al extranjero. No había mucho espacio para ambos, de modo que Alonso se adelantó y comenzó a observar con detenimiento aquel tramo del túnel. La luz no abundaba, pues se trataba de un trecho dónde las tenues luces estaban distantes. Algo perplejo, comenzó a recorrer los ásperos muros con sus manos en busca de algún indicio. No había casi nada fuera de lo normal excepto unas hendiduras en la pared. Fernando, tras haber generado el suficiente suspenso, le puso una mano sobre el hombro y le dijo –Observe.

Se agachó y comenzó a tantear la parte baja de la pared, en busca de algo que Alonso desconocía. Estuvo algunos segundos leyendo con sus dedos las rugosidades del muro terroso, hasta que al fin se detuvo, y tras hacerlo, un sonido seco y potente retumbó con timidez en la galería oscura. Aún en cuclillas, Fernando alzó la cabeza y buscando casi a tientas la mirada de Alonso, sonrió. Luego de hacer eso, empujó con suavidad uno de los muros y descubrió una entrada secreta a un pequeño recinto escondido del túnel principal.

–Válgame… –sólo eso llegó a decir Alonso antes de que el resto de la frase se perdiera en un murmullo. Fernando no cabía en sí del orgullo de aquella obra. Pronto me llamó para que me uniera.

–Pedro… ¡Pronto, lumbre!

No me apuré por cumplir con el pedido de mi compañero. Sabía que nos estábamos metiendo en graves aprietos. Pero al cabo de unos pocos instantes, llegué al fin con un candil y la cara de Alonso trocó de sorpresa a admiración.

No esperaba encontrarse con un recinto de seis varas de lado, ya no practicado en la tierra solamente, sino con pedestales, vigas y sostenes.

–Qué locura. Qué locura… –repetía Alonso, sin salir de su asombro por la compleja ejecución de aquel recinto subterráneo. Había muchas cosas allí que no se explicaba cómo habían llegado. Desde las piedras, que le provocaban una especial fascinación, hasta algunos maderos de proporciones. Todo allí remitía a las bodegas como las había en Europa, pero que nunca imaginó encontraría debajo de aquella modesta casa de retiro.

–Ahora entiendo por qué el prior me recomendó hablar con vosotros. Debo decir que habéis hecho un trabajo magnífico. Y debo reconocer también que vuestro amigo, ese que derrocha felicidad, tiene su mérito si es que esto es obra de él. Me habéis dado una sorpresa como hacía años que no me llevaba. Esto es estupendo, estupendo.

Era evidente que el entusiasmo se había apoderado de Alonso. No hacía más que, candil en mano, recorrer los rincones para analizar con detalle todos los aspectos de la construcción de aquel recinto. Hasta le dedicó una buena porción de tiempo al mecanismo de la puerta que, aunque bastante sencillo, despertó en él nuevas notas de admiración y sorpresa. Fernando, encantado por la reacción del visitante, no hacía más que compartir detalles de esto o aquello, fascinado como él por las pequeñas cosas que componían aquella soberbia cámara. Yo, en cambio, estaba preocupado porque alguien llegara y descubriera nuestra imprudencia. Le pedí a Fernando primero y luego a ambos que nos largásemos de allí. Primero apelando al sentido común, luego a su clemencia y por último al Altísimo. Me figuro que debía tener una buena cara de susto porque en cierto momento, Alonso se me quedó mirando y como si pudiese leer en mis ojos la incomodidad, accedió a dar por terminada la visita.

Para mi alivio, pronto salimos los tres de aquel sitio prohibido. Alonso no dejaba de dedicar palabras de admiración y expresiones elogiosas a los detalles. Fernando cerró la puerta trampa cubierta de tierra y, tras hacer repicar el mecanismo con aquel particular sonido, cegó la cámara enmascarando el acceso en el muro para que ningún curioso más la visitara. Volvimos a nuestro trabajo bastante inquietos, cada cual por sus razones, pero en especial Fernando y Alonso, que no podían dejar de repasar con pasión los detalles de la cámara, uno por orgullo, el otro por genuina fascinación. Era la primera vez que en esos túneles hubo alguien que superó en charla y entusiasmo a Fernando. Ambos cambiaban animadamente los detalles sobre el acarreo de materiales y las técnicas de construcción, tema en el que Alonso se interesaba particularmente. Como era usual en mí, pese a que el visitante se esforzaba por incluirme en la conversación, rehuía de las palabras y sólo me concentraba en la herramienta, alterado aún por el riesgo innecesario que habíamos corrido. Sólo abandoné las frases cortas y monosílabos para hacer un pedido muy preciso, casi desesperado, antes de volver al trabajo silencioso.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Alcázar de San Jorge»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Alcázar de San Jorge» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Alcázar de San Jorge»

Обсуждение, отзывы о книге «El Alcázar de San Jorge» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x