Pablo R. Fernández Giudici - El Alcázar de San Jorge

Здесь есть возможность читать онлайн «Pablo R. Fernández Giudici - El Alcázar de San Jorge» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Alcázar de San Jorge: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Alcázar de San Jorge»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Siglo XVII. Un veterano de un tercio español destinado en Flandes, esquiva la muerte una y otra vez como si los cielos le tuvieran reservada una misión secreta.La frustración, el hartazgo y una revelación serán el inicio de un accidentado periplo que lo llevará hasta las lejanas costas del Río de la Plata. Una vez desembarcado en la Buenos Aires colonial, con la ayuda de un viejo amigo y confesor, dará forma a su aventura, plagada de misterios, señales y oscuras referencias ligadas a un pasado doloroso del que no logra huir.

El Alcázar de San Jorge — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Alcázar de San Jorge», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

–Le ruego que no mencione lo que le hemos mostrado.

–Lo que me pides es absurdo –contestó Alonso– es evidente que el prior deseaba que me mostrarais vuestra obra. Y sin duda lo habéis hecho. Hace años que lo conozco y empiezo a comprender algunas cosas, pero podéis estar seguros que si hubiese estado en su deseo que yo no me enterara de tales logros, ni siquiera me hubiese permitido bajar los primeros peldaños para asomar mis narices al túnel. Podéis estar tranquilos que el prior es hombre prudente y sabe lo que hace. No veo motivos para la duda, joven amigo, sólo puedo encontrar razones para que sintáis orgullo.

–No hablaba del prior, hermano Lorenzo –atiné a decir algo avergonzado y ya no dije más por ese día.

Creo que hubiera sido demasiado complejo explicarle a Alonso algunas cosas que sólo son comprensibles cuando se tiene el mapa completo de la situación. No era mi intención en aquel momento ahondar en detalles, pues, como he dicho, no era por entonces muy afecto a las palabras ni a los vínculos, aún en aquellos que se entablan por educación o pura cortesía. Y si bien tampoco es mi intención dar ahora muchos detalles acerca de mí, pues lo considero un acto innecesario de vanidad, sí creo oportuno mencionar que eran muchas las cosas que Alonso necesitaba saber para comprender por qué me encontraba tan asustado. El prior era sin lugar a dudas un ser bondadoso e inteligente, abnegado hombre de Dios con un pragmatismo inusual para su época, algo atrevido quizás, que lo puso a la vanguardia de muchas cosas. Pero, debo decir, pese a que se trataba de un hombre con una enorme claridad mental, su talón de Aquiles era confianza con la que obsequiaba a ciertos hombres. En el afán de ver con ojos piadosos los desaciertos, podría decirse que en ocasiones ponía la fe en los hombres apenas por debajo de la fe en Dios. Creo que confiaba demasiado en la naturaleza bondadosa de los individuos y no fueron pocas las veces en las que se llevó una agria sorpresa al comprobar que ponía su confianza en las personas equivocadas. Quizás yo mismo, viéndolo hoy desde la claridad de la experiencia, fui en un principio parte de esa lista de errores del pobre prior.

Conviene aclarar que mi llegada al monasterio no estuvo estrictamente ligada a una cuestión de vocación para la fe. Es indudable que el prior se llevó una enorme sorpresa conmigo y no fue precisamente de las agradables. Le conocía desde niño por ser el confesor de mi padre y a quien, en su lecho de muerte, prometió hacer de mi un hombre de bien. Tarea que sin duda llevaría más esfuerzo de lo que pudo imaginar en un principio. Muchos años tardé en comprender los disgustos que le había provocado a mi padre por las torpezas de mocedad, por ese tonto empeño de mostrarme desafiante a su palabra comprensiva y blanda. Con el correr del tiempo, al recapacitar sobre mi comportamiento, créanme que lo lloré dos veces pues no hay peor remordimiento que el que nace del daño inferido a los padres. Para decirlo de una vez, no crecía yo tan recto como me enseñaron mis mayores y fui la causa de grandes disgustos para mi familia, al menos mientras tenía las libertades para hacer lo que quisiera. Cuando mi padre murió, al no tener madre, pues la había perdido en mi alumbramiento, quedé prácticamente sólo en este mundo. Y digo prácticamente pues tuve una extensa familia paterna, algunos tíos y primos pero, dada mi dudosa reputación no había un vínculo muy fuerte. Así fue como, con catorce años, llegué al monasterio y no nos llevó mucho comprender que, tanto el prior como yo, estábamos en serios problemas. Si algo soy, mi deuda es en parte con ese hombre quien supo demostrar que el amor y la firmeza no van reñidos si de una buena causa se trata. Sólo diré por tanto que no la pasé muy bien en mis primeros años dentro del monasterio, pues acostumbrado a vagar de aquí para allá, fue bastante duro para mí acostumbrarme a la rigidez de la vida monástica. Es cierto que mi espíritu rebelde e indómito no colaboraba, con lo cual, no tardé demasiado en conocer que aún en los piadosos corazones de los hombres de fe, también habitan la férrea disciplina y la severidad. Y sin duda fueron escasas las veces en las que fui acariciado por el sol desde que ingresé al monasterio hasta que cumplí los dieciséis años. Para entonces, mi sed de desafío y de transgresión habían encontrado un nuevo techo y, a fuerza de encierro y de alguno que otro justo correctivo, torné mi carácter indisciplinado en uno que se mostraba más taciturno y silencioso. Recibía del mismo modo el escarmiento y la doctrina y, aunque el primero sirvió para domar mi ardor adolescente, pobre prior, nunca pudo ni a fuerza de repeticiones, encender mi fe con la palabra. Como una bestia indómita que tarde o temprano se acostumbra a las llagas que le provocan las cadenas y solitaria se acurruca para lamerse las heridas, así fui encerrándome en mi mismo. Con paso lento, pero firme, me había convertido en alguien que obedecía, ya sin discutir, pero tampoco razonar, sin cuestionarse y, peor aún, sin relacionarse con las cosas o con el prójimo. Fue quizás por esta nueva condición, por algún tibio remordimiento o sencillamente porque sentía un especial afecto por mí, que pronto el prior empezó a buscar el modo de relacionarme con lo que me rodeaba. Pasé entonces por varias tareas, cuyo verdadero objetivo era mi integración en la comunidad de religiosos y una a una me entregué a ellas con igual responsabilidad e indiferencia. Había algo muerto en mí y simplemente hacía lo que tenía que hacer, como si en esa suerte de desprecio por lo que me rodeaba, pudiese gritar sin voz lo que aún quedaba de mi rebeldía.

Pese a todo esto, y consciente de que se trataba de alguien bienintencionado que trataba de hacer de mí un hombre, tomé un enorme afecto y respeto por el prior pues, a su modo, se había convertido en mi padre adoptivo. Pero, así como comparto estos detalles tan íntimos y sentidos para que comprendáis cómo eran las cosas, también es ineludible decir que mis referencias a la demasiada bondad del prior se basan en un desengaño común entre nosotros. Para la desgracia de ambos, Rodrigo era ese desengaño.

Aunque nunca lo pude comprobar a ciencia cierta, pues todos morimos con algún secreto a cuestas, algo me dice que no todos los que habitábamos ese monasterio teníamos las mismas convicciones en la fe. Algunos, como yo, y os lo he confesado con mucha vergüenza, no sentíamos arder en su interior el llamado del Señor. Otros, por el contrario, eran tan devotos que hasta daban cierta duda si en esas demostraciones no había una pizca de exageración estudiada. Pero Rodrigo era sin lugar a dudas de aquellos por los que uno se pregunta qué clase de vocación lo había empujado a tomar los hábitos. Inteligente y de amplio conocimiento técnico, algo que el prior no solo apreciaba mucho sino también admiraba, tenía la astucia de un gato y el oportunismo de un buitre y, con el correr del tiempo, pocas fueron las veces en las que me equivoqué al anticipar el desastre tras sus muchos halagos al prior. Por algún extraño motivo, pues no me voy a cansar de repetir que el prior no era un hombre lerdo, este rufián con hábitos lo tenía en un puño y sabía llevarlo para su conveniencia. Todo el asunto de los túneles había sido una cuestión inducida con habilidad por él, para la cual cultivó pacientemente el favor del prior a fuerza de razones de método y estrategia. Pero no diré más al respecto por ahora, excepto que Rodrigo no era hombre de fiar y que a mí también me tenía en un puño, pero no por sus melindres y lindezas técnicas, sino por una serie de amenazas que habían comenzado como una simple tontería. Pero tontería que me había enredado en una telaraña de la que no me era posible salir ni por la fuerza ni por la razón.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Alcázar de San Jorge»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Alcázar de San Jorge» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Alcázar de San Jorge»

Обсуждение, отзывы о книге «El Alcázar de San Jorge» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x