Y así llegué, estaba a dos cuadras. Comí unos huevos fritos con panceta, queso y salsa de tomates (una de esas ocurrencias de cuando no querés cocinar) y me acosté a dormir (mi esposa no estaba, se había ido por unos días a Valencia).
Ah, con respecto a las corridas de toros: son en verano pero por la tele pasan algunos flashes de la última temporada. Algo es algo.
Todavía no me acostumbro a que el año termina. El clima me desconcierta. Miro el almanaque como si estuviese en julio. Llega Navidad y Año Nuevo. Según el horóscopo chino es mi año, el del caballo, y lo empiezo en Europa. Quiero creer que será bueno.
No sé si quedó claro: lo de Jordi me resigno a tomarlo como un trabajo. Me da casa, comida y 5.000 pesetas a la semana para mis gastos. Suficiente para salir, tal vez comprar algún libro o alguna ropa.
Anoche escribí un par de versos que me gustaron:
Por la mañana se oye el trino de un pájaro,
aunque podría ser la voz de alguien cuya única función es
cerrar la cortina del sueño.
¿Te acordás de los Poemas de la Isla ? Se están transformando en una historia de hombres sirena-soldados. Solamente en mi cabeza. Cuando tenga algo escrito te lo mando. A propósito, ¿viste el último video de Madonna? De ahí se me ocurrió lo de los hombres-sirena (en realidad no se me ocurrió, es un robo). Ahora sí, hoy mismo despacho la carta.
Besos y un abrazo fuertísimo.
Pablo
Madrid, 27, 28 o 29 (no sé) de noviembre de 1989
Querido Nicolás:
Hoy recibí tu carta. Estoy agotado. El sueño y el no escribir nada son posibilidades tentadoras. Pero algo sabrás de las oleadas de palabras y pensamientos que no te dejan dormir, uno piensa entonces en levantarse y escribirlas. Mato dos pájaros de un tiro, te escribo y me escribo. Creo que el fantasma de mi tos se desvaneció totalmente, atravesó la pared y se metió en la casa y alma del vecino de al lado. Lo oigo toser. Pero no se trataba de esto ni tampoco de lo que sigue: eso de que lo que eran borbotones y oleadas y tormentas en el pensamiento tal vez se traduce en unas pocas líneas. Se trataba de cierto rechazo a Madrid. Hoy salí a pasear al Parque del Retiro y recordaba los Jardines de Luxemburgo, incomparables, y pensaba en mis paseos por el Sena y extrañé París. Luego salí del Retiro a perderme y vagabundear, y terminé dos horas de perdido en una zona de galpones y fábricas. Me propuse entonces un desafío que me agotó: el de no preguntar a nadie dónde estaba ni dónde había una boca de metro. Aparecí, luego de una insoportable vuelta, en el mismo lugar de hacía unos minutos. No sé qué pensar de Madrid. Todavía no puedo decir que sea fea. Conozco solamente un par de barrios. El barrio donde vivo es lindo, muy lindo; el que visité esta tarde, no, y otros que visitaré serán hermosos y otros horripilantes. El pensamiento que no me dejaba dormir es este: aquí habitan muchos de los fantasmas que sostienen mi existencia. España, digo, y mi abuela y la mitad de mi sangre o más de la mitad (el apellido de mi madre es vasco). Podrá parecer una tontería, pero pienso que tal vez los fantasmas los ve solamente quien los provoca, también en el sentido de producir , claro. Sólo quien los siente, sólo quien encuentra en ellos un significado los puede ver. La imagen de un libro que se va escribiendo mientras se va leyendo y no viceversa. Espero que no encuentres esto demasiado hermético, sino me sentiría perdido de veras. La verdad es que siento haber perdido el juicio, literalmente hablando, el juicio estético. Todo me gusta. Un ejemplo claro es la televisión: disfruto desde un programa infantil, pasando por las series, los programas de juegos, las matinées para viejas y amas de casa, las películas, los deportes… Todo. No me parece tan mal, pero me preocupa. ¿Qué es de mí, hoy? No sé. No puedo conocer gente porque no tengo ganas de hablar con nadie. Volviendo a estos fantasmas que me preocupan, ver en los negocios letreros en español me provoca un rechazo muy fuerte y los españoles me parecen groseros, aunque sigo viendo chicos lindos que me angustian porque no me pertenecen ni me corresponden. Es más allá de que los españoles sean lindos o feos o groseros. Sí, en gran parte son brutos. Lo serio es que todo me resulte tan familiar. Bah, no todo, pero casi. Y muy turbio, muy cubierto de polvo como en las casas embrujadas de las películas de terror. Tal vez porque encuentro aquí ese algo sucio que me intriga de la sordidez de mi familia.
Leo que me contradigo. Todo me gusta, pero el barrio donde me perdí no me gustó y algunos españoles me parecen groseros, pero también hay unos chicos hermosos. Me gustó perderme en un barrio feo y caminar entre espectros. Lo que me preocupa es ¿hasta cuándo todo esto sin caer en la demencia?
29 de noviembre
Hoy recibí tu carta, la anterior a la que recibí ayer. Magias y sorpresas del correo, las de la no-correspondencia. Creo que con la de esta mañana todos tus envíos están al día, salvo la última que estarás escribiendo en respuesta a mi primera carta desde Madrid. Desde entonces mi situación cambió muchísimo. Jordi ya no me pide nada. Al fin se habrá dado cuenta de que de chongo no tengo un pelo, así como tampoco de que siento ninguna atracción sexual por él. No se habló más el asunto. Mi estadía en Madrid sigue siendo difícil. No sé si te conté que tuve una fuerte recaída de mi bronquitis, y que curarla me costó mucha plata. Casi 10.000 pesetas, y Jordi me da 5.000 por semana, así que hasta la semana que viene no tengo un peso. Sólo cuento con lo justo para el metro y alguna que otra cerveza. Sabrán disculpar la tan baja frecuencia de mis cartas. De todas formas, sigo disfrutando de los placeres y del confort de esta casa.
Me informé con respecto a las posibilidades de estudiar acá y no parece difícil. La carrera que me gustaría seguir es Imagen, Ciencias de la Imagen o algo así, que sirve para televisión, video, cine, etc. Con los papeles no habría mayor problema, se convalidan el secundario y el ingreso a Filo porque con Letras y Antropología hay convenio. Como estudiante, te dan una residencia por lo que duren los estudios. Se puede hacer en Portugal o en Francia, sin necesidad de volver al país de origen. Hay que presentar un certificado de ingresos económicos que de algún modo podré solucionar. Si consigo trabajo, puedo enviarle el dinero a Bernard o a alguien de mi familia para que me lo vuelvan a enviar. Sí, parece un chiste de gallegos, pero tengo que tener la constancia de haber recibido un giro del exterior, porque la residencia no te da derecho a trabajar. Si bien Madrid no es tan hermosa como París, se puede estar (dejando los fantasmas de lado). Mi plan es terminar la carrera y luego, bueno, luego no sé, pero si me quedo en Madrid es porque acá es fácil estudiar, y durante los cinco años de la carrera tal vez pueda, mediante alguna treta, obtener la nacionalidad que, como ya sabrás, a partir del 92 sirve para toda Europa, entonces podría volver a París o ir a alguna otra ciudad. No descarto la posibilidad de volver a la Argentina después de haber andado lo suficiente. No sé si es una cuestión de ánimo o qué, pero siento que aquí será muy difícil entablar relaciones tan importantes para mí como las que tengo con ustedes. Aunque sería mejor que ustedes vinieran, así me ahorraría el disgusto de tener que volver a Buenos Aires. Claro, todavía no los puedo invitar, no tengo nada. Eso es bueno. La aventura sigue y espero siempre que algo pase, cualquier cosa puede pasar, esa es la sensación que me alegra. El no poder prever demasiado. El no tener nada. Es muy bueno todo esto, más allá (como dije) de lo lindo o feo de España y de su fauna y flora.
No sé qué decirte con respecto a tu carta, siento que deberíamos emborracharnos juntos y conversar. No es mucho lo que puedo opinar sobre tus edades . A mí sólo me consta que tenés veintiuno. Yo también me siento un viejo y a veces un niño. Pero creo que lo que pensemos no debería ser un impedimento para lo que hagamos. Se puede sentir uno con doce y con cuarenta años al mismo tiempo. Compliquémoslo diciendo que además de esto tenemos veintitantos años. Se puede llevar perfectamente. Se puede ser feliz así. No es impedimento para nada si uno sabe dominar la situación o simplemente no se resigna a que no pase nada. Yo tampoco me siento bien, pero creo que puedo ser feliz. Claro, enamorándome, consiguiendo un novio, que según creo es lo que también a vos te haría falta. No se trata de caricias o de besos. Yo disfrazo mi no tener amor, de besos y caricias, y sigo sin tenerlo. Si querés besos y caricias, eso es fácil de conseguir. Sé que no es lo que vos preferís, pero si sólo se trata de sexo casual, se consigue. Ahora, novio: eso sí que es difícil. Bueno, basta de lata. Pero eso de sentirte al mismo tiempo cuarentón y teenager es una obsesión tuya en la que veo que te trabás siempre. A mí no me parece tan grave, no me parece grave en absoluto, mucho menos a los veinte años. Con respecto a tus cartas, ¿cómo podés pensar que voy a tirarlas? Tampoco las perdí, ni las pienso perder. Espero que hagas lo mismo con las mías.
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