¿Te conté que empecé a ir a una pileta? Ya sabés de mi preferencia por el deporte, sobre todo por el momento de las duchas. Pero de verdad que los francesitos más lindos están ahí, aunque el lugar tiene un problema: la primera vez que fui, entré al vestuario y me instalé en un banquito para cambiarme y, ya desnudo, vi pasar a una CHICA. El problema: los vestuarios son mixtos, para desvestirse hay cabinas individuales y tenés que ducharte con la malla puesta, así que se pierde la parte más interesante, la de poder mirar chicos desnudos. Ricardo, la loquilla aparisinada (tiene muy buena onda y me está acompañando a conocer los bares) me contó que por el Marais hay una pileta donde van muchos gays. Un día de estos voy a ir para ver cómo es. Me contó también de algunas discos que los días de semana no cobran entrada. Me tengo que informar bien porque él no está muy al tanto, sale bastante poco de noche, se autodefine como “una loca vespertina”.
Tengo entradas para ver a Eurythmics el 15 de octubre y a los Residents el 26. Las compré con 45 dólares que me quedaban de lo que me había dado mi viejo. Igual de la guita que me da Bernard (si me pongo las pilas y no me la gasto en tomar tanta cerveza) puedo ahorrar. Me queda bastante resto de lo que uso para comer y para viajar, pero nunca fui muy metódico con las cuentas.
Todavía espero carta tuya.
Hoy experimenté con un cangrejo
En el mercado te venden todos los mariscos vivos. Langostas, langostinos, cangrejos… Compré un cangrejo y, siguiendo las indicaciones del pescadero, lo puse a hervir en agua. Quería probar qué gusto tenía. Hay que meterlo vivo en una cacerola con agua fría y sal, sobre el fuego, y a partir de que rompe el hervor, dejarlo quince minutos a fuego mediano. La cocción es simplemente esa: caníbal. El secreto seguramente reside en acompañarlo con una buena salsa a base de mayonesa o mostaza, no sé… Es difícil comerlo elegantemente, pero si estás solo o con amigos, con un martillo o un rompenueces puede ser divertido. Lo rompés y comés todo lo que encontrás adentro. Muy rico. Creo que la próxima vez voy a intentar con unos langostinos.
Del diccionarioPetit Pérez:
folle tordue
FOLLE : loca.
TORDRE : retorcer.
Pero folle tordue no es una loca retorcida , es una loca que camina como retorciéndose.
¿Qué tal andan aquellos lugares? ¿Sigue jodiendo la policía? ¿Hay alguna disco nueva, alguna disco menos? ¿Qué pasa?
3 de octubre
Ya estamos en octubre, hace un poco de frío, comparable al de las tardes soleadas de invierno en Buenos Aires. Creo que ya lo dije mil veces, no sé si en esta carta o en otras, o a otros, (tal vez escribirlo y repetirlo tantas veces tenga efectos mágicos): estoy decidido a quedarme hasta que me echen o hasta que me aburra. Es rarísimo que en París se te acerque un policía a pedirte los documentos. Hay que tener mucha mala suerte. Además, si me echan, no pierdo nada muy distinto de si me voy por mi cuenta. Tal vez no podría volver a entrar por unos diez años. Pero si vuelvo a Argentina, ¿cuántos años tardaría en juntar la plata para volver a salir?
De todos modos, hago lo mejor posible por conseguir mis papeles, para evitar cualquier problema.
Con George avanzó un poco la cosa, y también retrocedió: estábamos en el Central y en un momento me propuso ir a la casa de unos amigos suyos que estaban con nosotros en la mesa. Los amigos me convencieron: “Vamos a fumar”. Y fuimos. George se lució como cocinero: mientras él cocinaba yo armé unos porros de hachís mezclado con tabaco. Armé uno que fumamos enseguida y me preguntaron si no podía armar uno más grande. Entonces armé uno doble, pegando dos papeles. Mortal. En un momento todo objeto que chocaba con otro me hacía ver chispitas. Comimos una ensalada con champiñones y una ratatouille , según George “el platillo del amor”. Conversé mucho con Patrick, el dueño de casa, aunque de las cosas que me decía entendí menos de la mitad, no sé si porque hablaba muy rápido o si porque yo me quedé embobado mirándolo.
Ya tengo un pretexto para volver a verlo: él pinta y dibuja. Sus dibujos se parecen a los del grupo Mariscos en tu Calipso, de los que me traje unas fotocopias que me regaló Rafael Cippolini, entonces le dije “traje unos dibujos de unos amigos míos que te van a gustar mucho…”.
Nos quedamos a dormir ahí y George me hizo ver más estrellitas, porque cuando nos acostamos empezó a darme chirlos en el culo. Pero cuando me quiso coger sin forro no lo dejé, entonces se enojó y no me dio más bola. Yo me dormí. A la mañana siguiente escuché a Patrick preparando el desayuno y me levanté para ayudarlo. Todavía suspiro por él. Espero darte buenas noticias en la próxima carta, sobre el próximo encuentro.
Hoy a la noche voy al cine a ver Batman con Ricardo (no Tapia, la otra). Empecé con el ahorro, ya tengo 100 francos.
No hay modo de hacerte saber que ya van once hojas, que hoy es 2 de octubre y que sigo fiel a mi principio de no mandarlas hasta no recibir tu carta. ¡Ya me estoy enojando con estos tiempos coloniales!
4 de octubre
Finalmente llegó el otro monólogo, el tuyo, junto con el de Paula, que compartía el sobre con postales de Londres y de Valencia, que me había enviado a Buenos Aires Jordi, un español que conocí en Bunker unas semanas antes de viajar a París.
Buscar las cartas es toda una expedición: bajar cinco pisos por escalera, que no vuelvo a subir hasta que no las leí todas. Entonces o bien me siento en un banquito que hay en la vereda, o voy a una placita que hay a cuatro cuadras de acá. Una vez que leí las cartas, subo y lo primero que hago es contestarlas.
Anoche, cuando volvía por la rue Ordener después de haber visto Batman , me miró un chico que estaba hablando por teléfono en una cabina. Lo miré y seguí de largo, pero él me siguió una cuadra y, cuando estuvo varios metros más adelante que yo, me hizo señas para que nos metiéramos en un zaguán. Entré detrás de él y nos pusimos a apretar. Me invitó a su casa, frente a la placita de la que te hablaba antes. Vive en una chambre de bonne en un séptimo piso por escalera (ya tengo piernas de bailarina). Desde la ventana se veía Montmartre. Éric desnudo se veía más lindo que vestido, ancho como los ángeles de Miguel Ángel. Me gustaría terminar en esta hoja. Voy a intentarlo: especie de ritual para que nos encontremos pronto y enamorados, en París o en cualquier otra ciudad, lejos de Argentina.
Dirás ¿y Patrick? Pienso en él, pero no lo llamé ni me llamó. Sigo siendo el mismo calentón de siempre. Por otra parte, estoy un poco aburrido de Bernard. Ya sabés de mi inconstancia. Bernard, el otro día, se negó a comer jamón porque dice que es musulmán. Religioso y también esquizo (es más francés que Gerard Depardieu) y nuestras esquizofrenias no tienen punto de encuentro. Tampoco nuestras religiones. Yo también soy religioso, pero creo que con él sólo coincidimos en la adoración por los hombres. En definitiva, con él puedo vivir, no me molesta demasiado, se porta muy bien conmigo, no se mete en mis asuntos, pero extraño tener mi propia casa o compartir casa con alguien con quien poder hablar de todo y divertirnos juntos, como lo hacía con Paula. Eso necesito, un hermano, un amigo… Confío en que aparecerá.
En una de las postales, Jordi me invita a pasar unas vacaciones en San Sebastián y a pasear con él por España. Tengo que pensarlo bien, me da no sé qué ir de vacaciones cuando todavía no encontré trabajo. Un lujo que todavía no puedo darme. Mi vida sigue desordenada, debería vivir en la rue Desordener .
5 de octubre
Mon cher ami , es una tarde de domingo gris, como casi todo este otoño, si bien anoche vi por primera vez las estrellas: dos o tres nomás, las otras probablemente ahogadas en la polución, como la luna llena, turbia. Tal vez ahora estés durmiendo después de una noche de disco.
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