MANUEL MEJÍA VALLEJO (1923-1964)VIDA Y OBRA COMO UN JUEGO DE ESPEJOS
MANUEL MEJÍA VALLEJO (1923-1964)
VIDA Y OBRA COMO UN JUEGO DE ESPEJOS
AUGUSTO ESCOBAR MESA
Manuel Mejía Vallejo (1923-1964).
Vida y obra como un juego de espejos
© Instituto Tecnológico Metropolitano
© Augusto Escobar Mesa
Hechos todos los depósitos legales
Edición:agosto de 2020
ISBN: 978-958-5122-08-6 (impreso)
ISBN: 978-958-5122-09-3 (ePub)
ISBN: 978-958-5122-10-9 (pdf)
AUTOR:
Augusto Escobar Mesa
Silvia Inés Jiménez Gómez. DIRECTORA EDITORIAL
Viviana Díaz. ASISTENTE EDITORIAL
Alejandra Karina Flórez. CORRECTORA DE TEXTOS
Alfonso Tobón Botero. DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Imagen tomada de: WIKIMEDIA COMMONS
Sello Editorial Fondo Editorial ITM
Calle 73 n.° 76A 354 / Tel.: (574) 440 5100 ext. 5197-5382
Editado en Medellín, Colombia • www.itm.edu.co
catalogo.itm.edu.co/• fondoeditorial.itm.edu.co/
Escobar Mesa, Augusto
Manuel Mejía Vallejo (1923-1964): Vida y obra como un juego de espejos / Augusto Escobar Mesa. -- Medellín : Instituto Tecnológico Metropolitano, 2020.
-- (Investigación Científica)
Incluye referencias bibliográficas
1. Mejía Vallejo, Manuel,1923-1998 2. Biografías. 3. Literatura colombiana. 4. Crítica literaria I. Tít. II. Serie
863 SCDD 21 ed.
Catalogación en la publicación - Biblioteca ITM
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A veces me parece que soy un recuerdo de alguien sin memoria, la olvidada canción de un juglar loco, el sueño de un dios agonizante.
A veces me parece que soy otra figura de mi sueño, grito errante sin eco ya para su eco.
O la muerte olvidada de otro que por olvido se quedó viviendo.
Manuel Mejía Vallejo
TIEMPOS DE ASOMBROS PRIMEROS
Una introducción que hace el oficio de varias
De los aprendizajes primeros
Nostalgia de una infancia mitificada
Las artes predisponen el espíritu
Primera novela, primeros desafíos
Algunas lecturas sobre La tierra éramos nosotros
Rumor mendaz
TIEMPOS DE INICIACIÓN A LA VIDA TRIBAL
Brindis de bohemios y tertuliadores de la literatura y otras cosas
La «Generación náufraga»
Desafíos ante una sociedad enclaustrada
Vivir a la enemiga
La cultura para todos
ANDANZAS POR OTROS PAISAJES Y CULTURAS
Exilios necesarios
Tras las huellas del poeta iluminado
Diario inconcluso
Periodista en Guatemala
Periodista en El Salvador
Anclado en la cultura popular
CONSOLIDACIÓN DEL OFICIO LITERARIO
Arte que ausculta la vida y la muerte
Visiones encontradas sobre el festival de la cultura
Preámbulo a un anhelo tantas veces arañado
El Premio Nadal
Utopista que se pregunta y cuestiona
REFERENCIAS
Fuentes primarias
Abreviaturas utilizadas en la bibliografía
Periódicos consultados
Libros de Mejía Vallejo en su primera edición
Cuentos de Mejía Vallejo
Artículos y ensayos de Mejía Vallejo
Correspondencia de Mejía Vallejo
NOTAS AL PIE
A
Rómulo Naranjo
y
Óscar López
TIEMPOS DE ASOMBROS PRIMEROS
Puesto que el sufrimiento no nos ha revelado la belleza, ninguna otra luz puede ya seducirnos.
Ciorán
La obra de Manuel Mejía Vallejo es un abrir puertas para dejarnos ver la compleja realidad no solo del campo y de pequeños pueblos, sino también del mundo citadino. Casi ninguno de los temas de la sociedad y de la condición humana le fue ajeno. Quiso siempre abordar y reflexionar sobre todas las cosas que caían en su campo de visión de escritor y alma de artista que no eran pocas. Deseaba rebujarlo todo, recto-verso, para mostrar aquellos pliegues y repliegues de nuestra condición que solo un atento observador, un fisgón como él, era capaz de captar. Vista la construcción de sus historias, el tono utilizado, el trasegar de sus personajes de ficción con carnadura humana por hallarse anclados en el hueso de la realidad, se pensaría que su visión del mundo, su horizonte de expectativas corresponde a una mirada desoladora y pesimista con respecto a una realidad bien peculiar como la colombiana. Así como hoy, esta realidad histórica y social mostraba fisuras por todas partes, porque sus gestores procuraban ocultar su verdadero rostro con las artimañas de siempre y una inescrupulosa doble moral.
Oquits (1978), un analista político extranjero de los años setenta del siglo XX, se refiere a esto como «el derrumbe parcial del Estado» (p. 52) 1 . Pero ahí estuvo el ojo avizor y el escalpelo del escritor para abrir el cuerpo y diagnosticar la naturaleza y las consecuencias previsibles y, sobre todo, imprevisibles de los males que se iban incubando en las sociedades de su tiempo, porque no solo fue la colombiana, sino también la venezolana, la guatemalteca y la salvadoreña. Pero nadie quiso escucharlo. El final de El día señalado (1964) es aleccionador al respecto. El gamonal del pueblo ha sido vencido en la gallera y, al mismo tiempo un grupo de jóvenes aldeanos bajan del monte para tomarse el pueblo, porque un día se vieron obligados a conformar una guerrilla espontanea después de que la policía y un sargento cruel persiguieran, torturan y mataran a muchos. El sargento, resignado a su suerte le dice al cantinero que, en el momento en que la guerrilla entre el pueblo, este haría lo mismo que cuando él llegó con sus policías a «pacificar el pueblo», es decir, los elogiarían, «estarían con ellos, y pedirían perdón, y formarían otras pandillas que protagonizarían idénticos desmanes» (DS, p. 234) 2. En otro aparte dice el cantinero:
Los que ayer lo adulaban sargento Mataya […], se apuntaban a la otra cara de la moneda. La inminencia de un caudillo los enceguecía, pero si al caudillo a su turno le fallaba la suerte, vivarían al otro porque los entusiasmaba la fuerza por la fuerza en sí, no por el ideal que dejara entrever 3. (ds, p. 239)
El narrador —alter ego del autor— sintetiza ese espíritu revanchista y siempre irreflexivo así: «nada queda sino la venganza de un lado y del otro, hasta el fin. Los resortes morales se han reventado» (DS, p. 235). Es lo que vive el país desde hace décadas con casi toda la clase política, con un sector corrupto de la dirigencia del país y con tantos actores de violencia, que por sus desmanes se parecen unos a otros. Hacen tanto o peor daño a la sociedad, a la economía y, sobre todo, a la moral del país, la guerrilla, los paramilitares, los gobernantes de las grandes y pequeñas ciudades, los hombres de cuello alto que estafan y se roban las arcas del país desde los puestos públicos y una dirigencia siempre inescrupulosa y ávida que corrompe esa clase política, que quiere tragárselo todo y, con eso, genera un estado permanente de anomia social y de violencia. Temprana y lúcidamente el sociólogo Orlando Fals Borda (1962) confirmaba esto mismo hace más de medio siglo:
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