¿Qué es lo distinto? Lo distinto es un dato, un rasgo que extraemos del discurso en una primera entrevista, un rasgo que empieza a implicar al sujeto en relación a ese significante dado, construido, consolidado. Ese sujeto que vino porque estaba angustiado, ahora se ubica en que es un sujeto que se llama “pescado”, con todas las significaciones que puede tener “pescado”. “Pescado” puede ser pescado o puede ser un “pez muerto”, o puede ser toda figura que articule datos de la historia de la pesca con la actualidad del gusto por comer pescado porque hace bien para el colesterol, por ejemplo. Esa nueva figura que envuelve “pescado” pasa a ser un nuevo representante que representa al sujeto y por eso lo llamamos acto. El acto es el cambio de la representación del sujeto por un significante.
Betty Nagorny nos enseñó en su momento que había un ejemplo con la cuestión del “Che” Guevara. Ernesto Guevara Lynch, cuando conoció a Fidel Castro en México y entró en contacto con todo el grupo cubano, no era reconocido aún por el significante “Che”. Si no hubiera estado en un contexto de lenguaje cubano jamás hubiera llegado a ser reconocido como “Che”. Si hubiera permanecido en un contexto de lenguaje argentino nunca hubiera llegado a ser “Che”. ¿Por qué es “el Che”? Porque en ese contexto de lenguaje cubano sonaba extraño eso de “che”, “che”, “che”. En Argentina ni lo hubiéramos distinguido, dado que aquí es corriente esa expresión, todos checheamos todo el tiempo. El contexto de lenguaje cubano empezó a interpretarle a Guevara que era “el Che” y finalmente terminó nombrándolo y destituyendo la identificación a su original nombre propio, al nombre que le pusieron sus padres. Ese nuevo nombre implica la escucha de una reiteración, una escucha no comprensiva, una escucha extraña.
El analista debe escuchar a sus paciente como escucharon los cubanos a Guevara y como lo interpretaron instituyendo finalmente el nombre “Che”, velando de ese modo su nombre histórico. Ese nuevo nombre es un significante que queda coagulado y eso se llama letra. La letra es el destino final que nos planteamos para todo este movimiento de los significantes.
Tengan en cuenta incluso que Guevara no fue a decirle a los cubanos que lo llamasen “Che”. Guevara se encontró con eso. Fue el Otro quien le puso ese nombre y fue esa articulación la que cayó sobre sí. No la buscó, tal como dice Picasso, sino que la encontró.
Ese es un ejemplo de un sujeto hablado y finalmente nombrado. Cuando ya no hay sujeto del significante, cuando hay sujeto de la letra, de la insignia, cuando hay un sujeto que ya no se llama sujeto, es cuando hablamos del final del análisis, y esto implica acceder a la ética del bien decir. El bien decir del sujeto del significante es ser hablado. Cuando habla el yo no es ética del bien decir. La ética del bien decir de un sujeto es dejarse hablar, es decir asociar libremente.
¿Cómo habla un sujeto que ya no es hablado sino que está determinado por el sinthome, por la letra que lo marca? El sujeto que habla bajo la ética del bien decir es el que sabe lo que dice y sabe lo que quiere, de alguna forma parodiando a la pulsión: la pulsión sabe lo que quiere. No es un sujeto que encuentra el deseo sino que va por el camino de la pulsión. Miller hace en este punto una observación respecto de que la pulsión sabe lo que dice y lo que quiere, y que el sujeto del fin del análisis es un sujeto que está íntimamente articulado a la pulsión.
Habíamos hecho también otra formulación sobre este mismo punto que señalaba que el sujeto del significante es un sujeto que es hablado y el sujeto del sinthome, de la letra, es un sujeto que escribe. ¿Cuál es en definitiva la ética del bien decir del sujeto que llega al final del análisis? Esto es muy importante porque esta ética es la que va a sostener la posición del analista, esa forma de hablar es la que sostiene la interpretación. ¿Cómo es hablar para un analista en lógica pulsional, usando aquello que les había dicho del deseo del analista y del Trieb de Freud en tanto convergen el deseo del analista y la pulsión?
Pueden revisar estas ideas en el texto de Lacan “Del Trieb de Freud al deseo del analista”. Miller hace un trabajo de los últimos capítulos de ese texto dedicado a rectificar la significación del falo, esto quiere decir, separar al deseo del goce, dirigiéndonos a la deflación del deseo y a la evolución de la pulsión.
Quedan planteadas entonces una serie de preguntas: ¿Qué implica revelar lo real? ¿Qué implica enfrentarse a lo real? ¿Qué implica afectar a lo real? ¿Qué es lo que recibe el sujeto de todo ese contacto con lo real que antes era muy rechazado y ahora parece mostrar una articulación?
¿Cuál es la cuestión del despertar del sujeto? ¿Qué quiere decir despertar? Hay que ver este punto en detalle, despertar puede querer decir muchas cosas, puede aludir a que el sujeto se articuló a lo real, a la angustia, al goce…
Nos estamos preguntando por aquello que lo real le hace al sujeto, especialmente cuando está despierto
P.: ¿Sería que lo real despierta al sujeto?
PATRICIO ÁLVAREZ: Hay documentos en los que Miller lo señalaba, no recuerdo dónde. Uno es en el Seminario 11, cuando plantea que hay automatón, y da justamente el ejemplo del padre al que se le murió el hijo. Señala el sueño de “Padre, no ves que ardo” como el punto de despertar. Hay un despertar que es el encuentro con lo real para luego rearmar el entramado simbólico, que es el efecto de seguir durmiendo.
Pero después Lacan en el Seminario 24 plantea que no hay despertar, o sea que en la medida en que lo simbólico no puede sumir a lo real no hay despertar. Plantea una posición escéptica en ese sentido. Miller trabaja este cambio de posición en la que se pasa primero de un hay un despertar a un no hay despertar posible. Ahí está toda la cuestión del final del análisis en relación al sinthome, a que no hay el efecto de iluminación. De algún modo retoma la cuestión del final del análisis que había planteado por el atravesamiento del fantasma. Está planteado como una discusión de Lacan contra sí mismo.
J. CHAMORRO: Podemos tomar estos dos tiempos; un tiempo que es el de la tyche, con todas sus implicancias, y el otro tiempo que es donde Lacan dice que no hay tal despertar.
Lacan está ahí desarrollando todo lo que escapa al sujeto, todo lo que escapa a la absorción, y está planteando lo que se llama un “mal encuentro” entre el sujeto y la realidad, representada con la irrupción de lo real, que parece estar intentando ir más allá. Sería bueno si alguien quiere tomar el capítulo V del Seminario 11 a fin de repasar cuál es la ventaja de despertar en lugar de seguir durmiendo tranquilamente.
La pregunta es: ¿qué nos aporta ese despertar? Seguro que habla del mal encuentro. Lo que nos interesa es en todo caso entender cuál sería la ventaja de ese mal encuentro.
1- Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis, Cap. VI, Paidós, Buenos Aires, 1987, p. 76.
2- Lamborghini, O., Obras completas, Tomo II, Sudamericana, Buenos Aires, 2003.
3- Lacan, J., “Lituraterre”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2010.
Clase 5 EL SIGNIFICANTE MEDIO DE GOCE
Qué hacer con lo real
Identificaciones
La deflación del deseo
Sensibilidades
Despertar
Deseo de saber
En algún momento de la clase de hoy vamos a escuchar la presentación de Marcela Molinari de un breve y viejo texto de Miller que se llama “Despertar”, y en el cual se analiza la noción de lo real. Nos preguntábamos en la reunión anterior por expresiones tales como “tocar lo real”, “enfrentar lo real” o “modificar lo real”. También desarrollamos lo que supone la noción de real propia del psicoanálisis, marcando las diferencias con la noción de lo real de la ciencia. ¿Qué implican estas diferentes formas de referirse a lo real? Hay muchas maneras de responder a esta pregunta pero hay una que va creciendo a lo largo de la enseñanza de Lacan y es la de considerar a lo real como síntoma.
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