*****
La familia Casillas está lista para la partida. Sergio de Jean y camisa, ambos Tascani, la apariencia es vital, te juzgan como te ven, Sergio lo sabe muy bien. Débora está hermosa, el pelo planchado, un vestidito liviano, veraniego, le cubre el cuerpo hasta unos centímetros debajo de su culo, provocación buscada por ella; él, su marido, ni se entera. El matrimonio encara la futura noche lleno de deseos, lamentablemente ninguno coincide. Él busca negocios, escaparse de lo que es, de la inconformidad que lo agobia, del presente estancado, mediocre. Ella busca ser vista, seducir a quien la seduce, sentirse deseada por quien ella tanto desea, ser una mujer a la altura de Verónica Aversente. Marido y mujer salen en busca de sus destinos, casi ni perciben a su vástago, su hijo, Agustín, de bermudas y musculosa, con el dibujo de su amada escondido en un bolsillo, que sale también buscando su destino. Una familia más de la CABA, nada distinta a tantas otras, negar lo que se esconde es la idiosincrasia principal de esta hermosa ciudad.
*****
La mansión Alvear-Aversente, siempre Alvear va primero, nadie debe olvidarlo, se prepara para recibir visitas. Pedro, como casi siempre, está encerrado en su estudio, habla por teléfono, una charla pendiente con su amigo, contacto interno de la SIDE, Rogelio Anglada.
— Ya no hay mucho más para contar Pedro. Este tipo Zuñiga comenzó a cuidarse después del escándalo.
—Son más de quince denuncias concretas Rogelio, todas cajoneadas, tonto no es el tipo, o frenaba o el episcopado le retiraba el apoyo,
—El barrio entero cayó en el silencio, nada se dijo del tema de los abusados
—Supuesto abusados Rogelio
—Supuestos tengo los huevos Peter. El tipo estaba hasta el cuello, taparon todo, presionaron, pusieron guita, sobornos, y algo más
—¿Algo más? Pedro disfruta cada vez más de la conversación, informarse sobre posibles enemigos es construir poder.
— Una familia siguió con las denuncias.
—Contame. Dice Pedro, se inclina en su sillón, cierra los ojos, absorbe la información.
—Dejame leer el expediente Peter, a ver, familia Echarte, Guido y Luisa, padres de Lucía, cinco años. Se las buscaba pendejitas de verdad el cura. Rogelio habla y ríe con sarcasmo.
—Y los Echarte ni con presiones ni con sobornos. Arriesga Pedro .
—No, el matrimonio no cedió ante nada. Los frenó el accidente
—¿Accidente? Pedro abre los ojos, se acomoda en el asiento, cuando comenzó a buscar información para presionar a Norma Conesa, si la estúpida directora se metía donde no debía, no esperaba esta novela de intrigas que Rogelio le estaba contando.
—Se mataron Peter, todos, la nena incluida. Invierno de 1981, intoxicación por monóxido de carbono, el calefón mal conectado, la casa poco ventilada, el expediente dice esas y algunas mentiras más.
—¿Y vos crees que el Nuestra Sagrada estuvo metido en esto? ¿Para tanto es el poder de estos tipos?
—Yo no creo en nada Peter, solo te informo.
—Y yo te agradezco. Muy útil todo lo que averiguaste.
—Peter.
—Si Rogelio
— Una cosita más. Dice Rogelio que se propone atacar
—Decime. Contesta Pedro, que se ve venir el ataque.
¿En qué andás? Contame.
—No. El tono de Pedro es frío, terminante
—Te conviene. El tono de Rogelio es sereno, pero algo amenazador
— ¿Por qué? ¿Me vas a mandar a la SIDE?
—No jodas Peter, somos amigos.
—Y los amigos se respetan el silencio
—Es verdad.
—Chau Rogelio, te va a llegar el cheque por tu trabajo, pago bien, lo sabés.
—Lo sé Peter. Hasta la próxima amigo.
Pedro cuelga, su mente prende, una vez más, la luz de alarma. En su libreta, recuadrado, entre los datos de las corruptelas varias del Nuestro Sagrada, anota: cuidarse de Rogelio Anglada. En ese momento suena el timbre, las visitas llegaron, Pedro Alvear, señor y anfitrión, baja a recibirlas.
*****
Termina de cambiarse, se mira al espejo, se arrepiente y se quita la corbata, le da más informalidad a su look, mete panza, engordó mucho los últimos años, se le cayó mucho el pelo también, se ve algo pálido, viejo, lo contrario de su mujer, cada día mejor ella, claro que la cirugía ayuda, pero la actividad física también, parece una pendeja, el culo firme, las tetas fabulosas, el abdomen plano, y esas terribles ganas de coger de las últimas semanas, o se ponía en forma o pronto su mujer le iba a meter los cuernos con algún pendejo pelotudo pero con pija firme. Pobre de ella y pobre del bobito que se atreviera, su suegro tenía contactos en la SIDE, un llamadito y el pibito desaparecía. Franco Aversente sale de su habitación, baja a la cocina, allí esta Eva que prepara la cena, le mira el culo, paradito, chiquito, y seguro bien negro, como ella. Se calienta, esa negrita de mierda lo ponía a full, se acerca por detrás, la rodea con sus brazos, le manosea las tetas, Eva se aparta, sin hablar, Franco insiste.
—Dale Evita, hay guita ¿sabés?, más de la mierda que ganás limpiando mugre.
No contesta, Eva calla y sigue trabajando, cocinando para su acosador, para la mujer de su acosador, para el suegro de su acosador, y para las visitas que invitó su acosador.
—Ya vas a ceder Evita, a todas les gusta la pija, y la guita.
Antes de irse le palmea el culo, Eva cierra los ojos, se concentra en sus tareas, una lágrima rueda por su mejilla.
*****
Su marido acaba de salir de la habitación y Verónica Aversente acaba de salir de la ducha, se seca en el dormitorio, elige la ropa interior, la última que compró, osada, hermosa, creada para ocasiones especiales ¿era esa una noche especial? ¿Disfrutaría ella y alguien más de su nueva ropa interior? Su deseo era que sí. Se pone la tanga, se pone los tacos altos, se mira al espejo, bronceada, estilizada, el culo en lo alto como una ermita llena de lujuria, se sabe hermosa, fatal, irresistible. Se termina de cambiar, descarta el corpiño, una musculosa cubre sus tetas, casi no las puede contener, los pezones sobresalen, urgentes, necesitados. Completa su vestuario con una pollera, algo larga, pero suelta, dócil, de fácil acceso para unas manos de amante apasionado, o mejor dicho, apasionada. Se peina, se maquilla, todo listo. Suena el timbre, es ella, es Débora, piensa Verónica y se muerde el labio excitada.
*****
Vestida para la ocasión, pollerita rosa, remera de Barbie y sandalias blancas, Julieta Aversente está intentando rezar, a solas, porque en familia siempre rezaba y nunca funcionaba, el Monstruo la seguía lastimando. Así que, ahora, volvía a rezar, pero en soledad. Le pide a Dios que la ayude, que se lleve al Monstruo bien lejos, que ya no la lastime, le pide a Dios porque alguien le dijo que Dios existe, que ella estaba equivocada, que Dios además de existir es bueno y nos ayuda, y no fue el padre Foris, que siempre dijo eso de Dios, que existe y que es bueno, no, esta vez quien se lo dijo es alguien en quien ella confía, alguien de quien se enamoró, alguien que esta noche vendrá con sus padres a casa. Entonces Julieta reza:
— Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, salvame del Monstruo, alejame del Monstruo, llevate al Monstruo. Agustín me dijo que sos bueno, que todo lo podés, que me vas a ayudar. Ayudame Diosito, soy chiquita y sufro.
El sonido del timbre interrumpe el rezo. Julieta salta de la cama y corre escaleras abajo, Agustín la espera.
*****
Sábado a la noche y horas extras, estaba podrida de las horas extras, pero eran necesarias, todo era gastos, todo era esfuerzo ¿y para qué? ¿Para sobrevivir y nada más? ¿Valía la pena? Más vale no preguntarse nada, más vale ponerse las anteojeras, no mirar hacia los lados, fijarse el rumbo y darle para adelante. Aguantar la pobreza, aguantar el acoso del pajero de Franco. La humillación le cortaba el alma, pero es parte de la vida, al menos de su vida. Vestida a la orden del día, de muqui diría la chetada, y ella trabaja para la chetada, es limpiamierdas de ricos. Todo saldría bien, sus patrones quedarían contentos y ella llevaría alguna platita más a casa, por Néstor y por Matías, por sobrevivir, que ya era mucho. Eva Ibarguren esta lista, las visitas pronto llegarán, la mansión Alvear-Aversente, siempre, a no olvidarlo, el Alvear va primero, se prepara para la farsa del esnobismo de la CABA. Suena el timbre, Eva abre la puerta, saluda:
Читать дальше