Esta obra, De rege , quizás no nace directamente de su experiencia parisina, pero está marcada por haber sido Mariana testigo de los enfrentamientos entre católicos y hugonotes que desembocaron en la Noche de San Bartolomé, el 24 de agosto del año 1572. Es, además, origen de su prolongada buena y mala fama internacional. Sobre ella escribe Harald E. Braun y, analizando cuestiones más específicas, rastrean su influencia otros trabajos del congreso.
En 1578 había recibido el encargo de informar sobre la heterodoxia de la Biblia políglota del humanista Benito Arias Montano. Tras dos largos años de trabajo, el informe será favorable y tan bien fundamentado que otros delicados trabajos del mismo cariz se le encomendarán: la supervisión de un Manual para la administración de los sacramentos , la corrección de las actas de los concilios diocesanos de Toledo o la redacción del Índice expurgatorio de 1584.
Su sentido de la responsabilidad, que tantas veces agravó su dureza de carácter, le reportaría problemas con la Corte y, a título póstumo, con su propia orden. Su tratado De monetae mutatione le llevaría año y medio a prisión por orden del duque de Lerma, valido de Felipe III; y la publicación, en 1625, de su Discurso de las cosas de la Compañía le convertiría, durante tres siglos, en blanco de las sospechas y las críticas de otros jesuitas. Si varios trabajos del congreso estudian a Mariana en el seno de la orden de la que formó parte —así lo hacen David Martín López y Francisco Javier Gómez Díez—, su concepción de la política y la responsabilidad del gobernante es estudiada por José Luis Villacañas en el trabajo que abre estas actas.
Otras muchas cuestiones nos han interesado, aunque sabemos que no tantas como a Mariana, y tememos que, quizás, no tan importantes.
Si Mariana, en el prólogo ya citado, escribe al rey: «Ninguno se atreve a decir a los reyes la verdad; todos ponen la mira en sus particulares […]», es lógico que ese espíritu, crítico con reyes, superiores religiosos, validos, hermanos de religión, colegas y rivales que llevó a ver en Mariana un hombre de «santo celo y libertad al hablar cuando y como no conviene» (P. Claudio Acquaviva, S. J.) y, en una dirección algo distinta, uno con el que «para tener paz era menester sin replica hacer todo cuanto quería» (P. Diego de Avendaño, S. J.), genere resultados académicos tan críticos como diversos.
Esperamos que algo de lo mejor de este espíritu se vea reflejado en las actas del congreso internacional «La actualidad del padre Juan de Mariana».
Ignacio Monar García
ORIGEN DEL PROYECTO
Al comienzo del curso escolar 2016/17, exactamente el 27 de octubre de 2016, un grupo de profesores nos reunimos a comer en Talavera de la Reina. El convocante de dicha comida, José Luis Pozo Fajarnés, nos propone llevar a cabo un congreso sobre la obra del padre Juan de Mariana. Otro compañero y gran amigo, Julián Rodríguez Ortega, se muestra tan entusiasta y convencido que pienso que es inevitable colaborar en esa tarea.
Tengo algunas fotos de ese día y conservo una hoja con las anotaciones que tomé durante aquella primera toma de contacto. En aquel folio, escrito a modo de «lluvia de ideas», escribí esta pregunta: «¿Qué sé yo de Mariana?». Debajo hice una pequeña lista: «Da nombre al instituto más antiguo de Talavera. Jesuita. Su padre era cura. Placa con su nombre en la basílica del Prado. Escribió sobre si es lícito matar al tirano».
Voy a añadir otras dos confidencias. Durante los meses de preparación, tanto Julián como José Luis vivieron situaciones familiares de diverso signo: el primero recibió la noticia de la llegada de su segundo hijo —con sus lógicas responsabilidades—, y Josechu conciliaba las múltiples gestiones congresuales con la atención necesaria a su hermano, que sufría el proceso final de una enfermedad que terminó por llevárselo.
¿Por qué cuento estos detalles? Me atrevo a ello porque deseo subrayar que solo en la dimensión personal —la que acerca nuestras vidas y las humaniza— se dignifican nuestros actos. En lo fundamental, el congreso sobre el padre Juan de Mariana fue un trabajo compartido que generó amistad. Se hizo con honestidad y con medios sencillos. ¿Les importa que comparta mi orgullo con ustedes?
¿POR QUÉ MARIANA?
Es significativo lo poco que sabemos de los personajes de nuestro pasado. Talavera de la Reina no es una ciudad especial a la hora de desconocer su historia; parece que lo exótico vale más y merece más nuestra atención que lo propio como regla general. Sin embargo, afortunadamente, algunos conciudadanos se empeñan en desmontar esta falsa creencia y llevan tiempo trabajando en esta tarea intelectual, que es casi un rescate. Grupos de investigación histórica (el colectivo Arrabal, La Enramá, la Asociación Barbacana), acompañados del trabajo serio y constante de estudiosos como Ángel Ballesteros, José María Gómez, César Pacheco, José Luis Reneo, Francisco Peñalver, Ángel Monterrubio y un largo etcétera, han mantenido viva la curiosidad por nuestra historia más cercana. Unirse humildemente a ellos en este propósito ha sido muy gratificante.
El motivo central de nuestro interés por Mariana nacía del hecho de dar nombre al instituto de educación en el que trabajamos los impulsores del congreso. En su momento, —más de cincuenta años hace de ello—, el claustro de profesores así lo propuso. En los anales del centro se cuenta cómo el padre Juan de Mariana sirvió en numerosas ocasiones como modelo para representaciones teatrales, concursos literarios, etc. Después, aquellos fervores iniciales fueron, lógicamente, dejando paso a otras preocupaciones pedagógicas: la Constitución, la defensa del Tajo, el bicentenario de la batalla de Talavera, etc. De algún modo, Mariana se fue diluyendo en cierto olvido.
En 2015, el centro celebró con diversos actos su cincuenta aniversario. Hubo una jornada de reencuentro de antiguos y actuales profesores, y en ella tuvo lugar la inauguración de una gran placa de excelente cerámica talaverana con el retrato del jesuita. Bajo esta, una acertadísima cartela resume la esencia del personaje: «Padre Juan de Mariana (1536-1624). De la Compañía de Jesús. Historiador. Filósofo. Teólogo. Escribió la primera Historia general de España ».
Fue una idea excelente. Miles de alumnos —no exagero— pueden ahora poner cara al jesuita que da nombre a su centro y reconocer, siquiera brevemente, sus aportaciones.
Pero existía una deuda más profunda con el padre Juan de Mariana; con el congreso proyectado pretendíamos subsanarla.
No habían pasado dos meses y el 11 de diciembre ya disponíamos de un programa para empezar a recibir las primeras inscripciones. El proyecto había tomado forma muy rápida y es preciso decir que en ello fue decisivo el apoyo del ayuntamiento de nuestra ciudad, particularizado en la persona de su concejala de Educación, D.ª María Victoria González Vilches, y también del centro asociado de la UNED de Talavera, y, en concreto, D. Enrique Martínez de la Casa, su director. Pronto sumamos a estos decisivos patrocinadores también la Fundación Cardenal Herrera Oria y la Universidad Francisco de Vitoria.
UN CONGRESO RIGUROSO Y DINÁMICO
El padre Juan de Mariana era, sin duda, un pensador heterodoxo, crítico y nada tradicional, pero también meticuloso y exhaustivo en sus trabajos. De alguna manera, un congreso sobre su figura debía reflejar estas características. El elenco de los ponentes y participantes buscó responder a estas premisas.
Deseábamos escuchar voces contradictorias, enfoques diversos. Hago notar que entre las instituciones colaboradoras se encuentran el Nódulo Materialista y el Instituto Teológico de Toledo, el Cine Club Mariana y el Departamento de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Obviamente, venían de lugares muy distintos entre sí.
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