JOSÉ MANUEL CRESPO
LOS VERSOS CON LOS QUE INICIAMOS LA introducción de este libro son un ejemplo notorio de cómo los clásicos pueden servir de inspiración para abordar y reflexionar sobre temas actuales. Se trata de las palabras de uno de los tantos Ulises (re)creados en la literatura posterior a Homero, cuyos objetivos estéticos difieren de los originalmente planteados en la Ilíada y la Odisea . Es un Ulises moderno que en una noche solitaria en Ogigia, morada de la ninfa Calipso, reflexiona sobre su vida y las circunstancias en las que se encuentra. En medio de esta profunda reflexión, un tema recurrente es su actuación y la de los aqueos en la guerra de Troya, así como sus consecuencias. De manera que este Ulises se da cuenta de la profunda transformación interior que se produce en las personas que han vivido en carne propia un conflicto armado y han visto los cuerpos inertes de los suyos. Es un guerrero que siente la culpa y arrepentimiento de los actos que lo hicieron héroe, de no haber detenido el conflicto, de haber dejado que la guerra consumiera su vida. Estas reflexiones resultan especialmente significativas en el contexto colombiano por los varios conflictos armados que han azotado el país durante su vida republicana. Es así como el poema titulado Ulises, hombre solo del poeta colombiano José Manuel Crespo se convierte en un referente ineludible en la literatura universal por su profundo sentir no solo acerca de la guerra, sino también de la paz, en la medida en que este Ulises aborrece la guerra y no hubiera querido jamás participar en actos tan abominables.
De una manera similar este libro pretende buscar luces en los clásicos para iluminar nuestro presente, un presente inestable y conflictivo, un presente en el que la muerte y la desolación se propagan como una plaga, un presente en el que la paz es un anhelo para millones de personas inmersas en numerosos conflictos alrededor del mundo. Así pues, el presente volumen pretende ser una contribución a la reflexión en torno a ese anhelo de paz universal gracias a las generosas contribuciones de investigadores de la Antigüedad clásica, que atendieron a nuestra convocatoria, que generosamente enviaron sus investigaciones y que estuvieron dispuestos en todo momento a colaborar en su publicación. Sus indagaciones, pues, parten de su conocimiento de los textos antiguos para reflexionar sobre la paz, ayudarnos a entender los conceptos y buscar caminos alternativos hacia ella, no solo en Colombia, sino en el mundo entero.
Los artículos de investigación están distribuidos en dos partes. La primera, titulada “ Consideraciones en torno a la paz”, reúne los artículos de investigación que presentan reflexiones sobre la paz en la Antigüedad. En el primero de ellos, titulado “ ¿Un mundo sin guerra? La paz sin pacifistas”, David Konstan explica, a partir del análisis de diversas fuentes antiguas, cómo la célebre Oda a la Paz (1.10) de Tibulo concordaba, en últimos términos, con el programa imperial de Augusto, pues el emperador afrontaba el desafío de solucionar la crisis romana instaurando la paz y dando por terminados los enfrentamientos intestinos. De esta manera, la elegía de Tibulo manifiesta una profecía optimista de una nueva era, que dependía de la capacidad de Roma para mantener el control de sus enemigos. Asimismo, el investigador estudia las concepciones griegas y las tradiciones anteriores a Roma que contribuyeron a la construcción del pensamiento romano de los inicios de la época imperial para comprender el contexto histórico en el que el poema fue compuesto. A su vez, el análisis del concepto de paz frente al de guerra revela que para los griegos y los romanos la posibilidad de un mundo en paz era una utopía, a pesar de encontrar en ella prosperidad y abundancia, ya que la guerra era constante en el mundo antiguo y estaba relacionada principalmente con el carácter, las virtudes y los valores del guerrero. Por otra parte, los conflictos bélicos no solo resultaban atractivos a los antiguos, sino que también rentables para los que tenían poco y podían en ellos encontrar un sustento. En este contexto, Tibulo, como poeta romano, no prevé un mundo totalmente tranquilo; ese es más bien un deseo particular, una ambición propia de llevar una vida apacible. Finalmente, se relaciona la aparición del poema de Tibulo y su importancia con las condiciones y las dificultades del reinado de Augusto, pues dicha elegía posiblemente formaba parte de la propaganda que comenzaba a insistir en el valor de la pax en lugar de la tradicional y agresiva política externa romana.
“ El presente es del victimario; el pasado y el futuro, de las víctimas” de William Alcides Rodríguez García presenta un análisis lingüístico de algunas intervenciones en la Ilíada con el objetivo de demostrar una disposición temporal en relación con la manera de afrontar el desarrollo del conflicto bélico troyano. Por una parte, en los discursos de Aquiles y Atenea predomina la alusión al presente. Por otra, en las intervenciones de Héctor y Príamo se destacan las referencias tanto al futuro como al pasado. Dichas disposiciones se pueden relacionar con la propiedad que, según Aristóteles, presentan aquellos que se dejan gobernar por el pathos , por un lado, y los que atienden al logos , por el otro. De esta manera, el autor analiza cómo el Pelida y la diosa son llevados por las pasiones del instante y se convierten en victimarios a causa de sus acciones, mientras que el rey y el príncipe troyanos se resisten a las pasiones y prefieren su intelecto debido a la posibilidad de un futuro. La memoria y el recuerdo son recursos fundamentales en una víctima, pues le permiten rememorar los sucesos funestos y considerar los escenarios posibles. Como conclusión, el autor hace una reflexión en torno al papel de los victimarios y las víctimas a lo largo de los conflictos bélicos contemporáneos. Los primeros son cegados por su pasión y atienden solamente a una dimensión temporal: el presente, que no les permite considerar respuestas razonables. Su physis , su fuerza, dirige sus acciones a destruir todo vestigio del pasado que existe en la víctima, esto es, su memoria. Los otros, en el momento en que ruegan por sus hijos y familiares, están proyectando un futuro, aunque posiblemente sea una ucronía . En este punto, la víctima indaga por el pasado, la reconstrucción de una historia a partir de la búsqueda de un cadáver, un desaparecido, una verdad. El autor concluye con una petición a las generaciones de hombres racionales en Colombia, para que no olviden a los muertos que ha dejado la guerra durante cincuenta años, a las víctimas de crímenes de Estado, de los grupos paramilitares y de la guerrilla, para que de esta manera la historia no se repita en el futuro.
En el artículo, “ ¿Tiene Heráclito de Éfeso algo que decir sobre la paz?”, Liliana Carolina Sánchez Castro presenta un análisis del vocabulario relacionado con pólemos en los fragmentos de Heráclito de Éfeso, con el objetivo de indagar qué puede decirnos Heráclito hoy en día acerca de la paz. El filósofo es comúnmente relacionando con la guerra, debido al frecuente uso de los términos pólemos y eris en sus fragmentos. En efecto, hay un grupo de fragmentos que, interpretados a la luz del contexto aristocrático del efesio, parece que hacen una alusión a la violencia y una defensa de la guerra. En algunos de ellos, la guerra es presentada como principio que define los roles en la sociedad o como parte de la naturaleza política de los seres humanos, los cuales necesitan de la guerra para encontrar su rol y su esencia y reclamar su lugar y su derecho. No obstante, hay una única aparición del término eirene , su contraparte, en el fragmento B67: “Dios es día noche, invierno verano, guerra paz, saciedad hambre. Cambia, como el fuego, cuando mezclado con especias es llamado según la fragancia de cada una”. En esta referencia no se advierte una apología de la guerra, sino más bien una alegoría de la famosa doctrina de la unidad de opuestos, pues habitualmente la paz es el antónimo de la guerra. En dicho fragmento, los dos términos son usados en las mismas condiciones, es decir, no como deidad, sino solamente como uno de los dos contrarios que constituyen la danza dirigida por la divinidad. Así pues, la guerra es entendida como un principio y no como un término que coexiste con el de la violencia. A partir del fragmento B44, transmitido por Diógenes Laercio (D. L. 9.2), es posible establecer la conexión que hay entre las ideas políticas de Heráclito y su metafísica de la unión de opuestos. El mencionado doxógrafo ofrece una exhortación de Heráclito a sus conciudadanos, aunque no es claro el objetivo o el contenido. La investigadora hace un interesante y detallado análisis de este fragmento y considera que el efesio reprende a los seres humanos por únicamente parlotear y hace énfasis en lo diminutos que son en relación con el orden universal. Finalmente, se concluye que la doctrina de unidad de opuestos conlleva una alternancia dinámica y tomar la guerra, principio de tal doctrina, como alegoría del orden cósmico no implica tener una postura guerrerista, sino que representa un reconocimiento por parte del efesio del dinamismo que dirige el mundo.
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