Fernando García Pañeda - Con fin a dos

Здесь есть возможность читать онлайн «Fernando García Pañeda - Con fin a dos» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Con fin a dos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Con fin a dos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Jorge y Cris son dos lobos solitarios que apenas se conocen de vista, a pesar de vivir ambos en pisos contiguos del mismo edificio.
Una casualidad les lleva a conocerse y entablar una conversación el mismo día en que se decreta el estado de alarma en todo el país. La soledad, pero también la coincidencia de gustos y de ingenio, les une. Día a día, después de reconocerse como iguales, comienzan a enamorarse.
Sin embargo, la aparición de un ex novio conflictivo y una hermana hiperactiva, pero sobre todo la sospecha de que tienen un vecino homicida, sembrarán su relación de dudas y dificultades. Dudan si estarán en lo cierto o simplemente se han dejado llevar por sus comunes gustos cinéfilos y su poderosa imaginación.
Las situaciones imprevistas a las que se tendrán que enfrentar «a dos» durante varias semanas de confinamiento resolverán sus dudas.

Con fin a dos — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Con fin a dos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

A metro y medio, por lo menos, pero no por miedo al contagio, sino por miedo a la buena suerte. Por miedo al contagio no del coronavirus, sino al contagio de la buena sintonía que desprendía Jorge.

Vamos a ver. ¿Y si te gusta? ¿Qué hay de malo en ello? Le has tenido años ahí, a escasos metros de distancia, pero no habías tenido ocasión de conocerle. Ni él a ti. Bueno, él a ti más de lo que era normal. Y este forzoso confinamiento ha cambiado las cosas. Este confinamiento y una casualidad de encontrarse en el ascensor de aquella manera.

¿Casualidad? Eso era algo sobre lo que aún no sabía qué pensar. ¿Existen las casualidades, o responde todo a un plan determinado? Ay, la gente como mi madre lo tenía tan claro: la voluntad de Dios. Ojalá tuviera yo esa fe, para no comerme el coco sin rumbo fijo. Porque no han sido pocas las ocasiones a lo largo de mi vida en que he detectado más causalidad que casualidad en acontecimientos que a primera vista parecían nimios o que no respondían a la lógica o a la habitualidad; y más tarde he comprobado que, sin su existencia, otros muchos no se habrían producido.

Por eso me preguntaba si hacer una compra excesiva y sufrir para hacerla entrar en casa fue algo casual o necesario. Pero eso son cosas que sólo con el tiempo se llegan a averiguar. O no.

El sueño, bendito sueño, acabó barriéndolo todo. Desde el aburrimiento hasta las elucubraciones. Y, a veces, también las ilusiones.

Día 4

No había sido muy amable por mi parte no haberla saludado siquiera. Cierto que había pasado todo el día fuera de casa desde bien temprano y no había regresado hasta las diez de la noche. Pero tampoco era una hora intempestiva como para, al menos, interesarme por ella. Estaba listo. Si con una chica que me gustaba, y me gustaba a rabiar, me comportaba así, cómo sería para el resto de la humanidad. Un puto ogro.

Se había presentado una oportunidad de oro para conocerla y para darme a conocer. ¿Y qué es lo único que se me ocurrió? Dar por concluida rápidamente una especie de cita que me había transportado al séptimo cielo (por la coincidencia de intereses, por introducirme en su mundo de sencilla delicadeza). Y, para rematar la faena, no dar señales de vida al día siguiente. Incluso había renunciado a pedirle su número de teléfono, que hubiera facilitado las cosas, por eso de «no excederme»…

¿Excederte en qué, payaso?

Desde que me fijé en ella, casi desde que vine a vivir al piso de abajo, Christiana (Christiana, y no Elizama, listillo) representaba todo lo que desde la infancia me había atraído del mundo femenino. Por eso no pocas veces me asomaba a la ventana para verla llegar por las noches con el aplomo y la elegancia en sus ademanes, la seriedad no exenta de encanto, la expresión serena, la sensación de conexión continua con todo su alrededor… hasta con el buen gusto en el vestir.

Ese buen gusto en el vestir, con todo lo que implica de talento y naturalidad, hizo que no me resultara extraño asomarme al escaparate de una de las tiendas de lujo del centro, donde se me había ocurrido buscar un regalo para el día de la madre. Allí la encontré, atendiendo a una pareja de pomposas sexagenarias. Me quedé un buen rato admirando su comedida gentileza, su gracia en los movimientos, su sonrisa atractiva de pura integridad, su discreción. Evidente. Era un lugar donde resultaba normal encontrarla.

Ahí estuve, pegado al cristal durante quién sabe cuánto tiempo, hasta que las supuestas clientas se marcharon y ella se acercó al escaparate para volver a colocar un bolso que las corrupias se habían empeñado en examinar para no comprar. De muy mala gana me di a la fuga: no quería que me tomara por una especie de voyeur de tres al cuarto, en el muy dudoso caso de que me reconociera. Eso no impidió, sin embargo, que reincidiera dos veces, a propósito, en sendas buenas raciones de síndrome de Stendhal en esa ventana mágica que otros llamarían vulgarmente escaparate.

Y fue entonces donde y cuando lo reconocí.

Chaval, te estás enamorando a lo Platón. Como siempre, porque tú eres muy de Platón y poco de Aristóteles. Y así te va.

El caso es que habíamos actuado ambos con una insensatez sospechosa. A pesar de todas las recomendaciones de precaución con que nos estaban machacando desde los medios y las redes sociales, y que nos sabíamos ya de memoria (los que rondábamos la media de coeficiente intelectual, que por lo visto éramos clara minoría), habíamos actuado como si viviéramos en una burbuja hermética y blindada a prueba de pandemias.

Yo sabía por qué. Pero, ¿y ella? ¿Qué necesidad tenía de exponerse de esa manera? ¿Por qué el empeño en agradecer un detalle que me había supuesto un esfuerzo mínimo? Ya estaba haciendo de mí mismo: enredarme en dudas.

Deja entonces de hacer el tonto. Con un poco de suerte todavía lo puedes arreglar.

* * *

—No sé si somos conscientes de lo inconscientes que somos —dijo ella al tiempo que hacía un amago de retirar los platos, que corté con un simple gesto.

—Si te soy sincero, los mejores momentos que recuerdo coinciden todos con una gran inconsciencia por mi parte —dije de forma sincera.

—¿Otra vez te vuelves a declarar? ¿Lo haces siempre tan rápido y a menudo?

—No siempre.

—Será cosa de este confinamiento.

—Apuesto a que sí.

—Ahora en serio. Si supieran que nos estamos saltando a la torera toda precaución seguro que entran ésos de los buzos blancos y nos fumigan de arriba abajo.

Por mi parte, había procurado que vajilla y cubiertos estuvieran bien limpios, pero sin desinfección alguna. Y la mesita del salón no creo que diera lugar a una distancia mínima de metro y medio. Pero si a mí no me importaba, parecía que a ella menos aún, porque había aceptado mi invitación a cenar sin pensárselo dos veces. Eso sí, después de atosigarme por mi falta de urbanidad: «Te da igual que esté en el hospital infectada por tu culpa. O que me asalte una banda de portugueses». «Con los portugueses seguro que me entendía rápido y bien, pero para lo del hospital no tengo excusa».

Sin embargo, durante la cena habían fluido las palabras con la mayor naturalidad y en ambas direcciones.

—No te preocupes, tengo indulgencia plenaria de los que envían a los buzos blancos —reconocí.

—Ah, ¿sí? A ver, a ver, no me digas que eres algún pez gordo de esos que…

—No, no, en absoluto. Pero, tengo contacto con ellos por razón de mi trabajo. Por eso tengo ese móvil tan a mano siempre, no por adicción a las redes.

Guardó silencio, mientras yo terminaba de recoger la mesa. Me intranquilizaban esos silencios, que no prodigaba pero intensificaba con su actitud pensativa. Por hacer algo, sugerí pasar a los sillones frente al ventanal, llevando las copas y la botella hasta una mesita auxiliar.

—Por eso no tienes una gota de alcohol en esta casa —saltó de repente—. Si no llego a traer el vino tendríamos el queso y los patés como flotando en el Mar Muerto.

—Es que no tengo costumbre de invitar a nadie. A veces he tenido algunas botellas de vino, pero casi siempre acaban por picarse.

—Qué desperdicio.

—Por cierto, hablando de trabajo. ¿Cómo te va a ir a ti?

—¿A mí? ¿Por qué lo dices?

No había calculado esa indiscreción por mi parte, que quise borrar con una sincera preocupación.

—Eh… porque mucha gente se va a ver afectada a causa de este desastre.

—No lo sé, está todo en el aire. Pero, de entrada, todos a casa con el ERTE, claro. A esperar noticias y a ver qué deciden desde la central.

—Bueno, estoy seguro de que te va a ir bien cuando esto acabe, ya verás —dije pensando en la excelencia con que la vi trabajar y las cualidades que tenía, pero sin calcular su perspicacia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Con fin a dos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Con fin a dos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Fernando García Maroto - Los apartados
Fernando García Maroto
Fernando García Pañeda - Agonía y esperanza
Fernando García Pañeda
Fernando García Maroto - Arquitectura del miedo
Fernando García Maroto
Fernando García de Cortázar - Historia portátil de España 
Fernando García de Cortázar
Fernando García de Cortázar - España - un país de cine 
Fernando García de Cortázar
Fernando García de Cortázar - Ciudades universales de España 
Fernando García de Cortázar
Fernando García de Cortázar - Titanes de la historia de España 
Fernando García de Cortázar
Fernando García de Cortázar - Hitos de la historia de España 
Fernando García de Cortázar
Fernando García de Cortázar - Atlas de la belleza de España 
Fernando García de Cortázar
Fernando García de Cortázar - Los mitos de España 
Fernando García de Cortázar
Fernando García de Cortázar - Las huellas de España 
Fernando García de Cortázar
Отзывы о книге «Con fin a dos»

Обсуждение, отзывы о книге «Con fin a dos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x