La Carta Encíclica del papa Benedicto XVI invita a una reflexión crítica sobre la “categoría de relación”. Constata que la criatura se realiza, en cuanto humana, en las relaciones interpersonales. Y presenta a la Trinidad de personas y unidad de substancia en Dios como fundamento para una “interpretación metafísica” de lo humano en la que la relacionalidad es tan esencial cuanto la unidad de todos en una misma naturaleza.
Finalidad
Cabe, por último, preguntarse: ¿cuál es la finalidad inmediata y principal de esta antropología relacional? La pregunta es importante pues esta finalidad discierne la pertinencia de los temas que elegimos y la forma de abordarlos. La respuesta ya la hemos evocado y ahora la explicitamos: fundamentar una sana espiritualidad cristiana.
El corazón de la espiritualidad cristiana consiste en un encuentro con Jesucristo: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus Caritas Est, 1). Este “encuentro”, claro está, es experiencial y la más plenificante forma de relación.
La espiritualidad es ordinariamente entendida como “fe vivida con la ayuda del Espíritu”, es una realidad del orden de la vida. Desde otra perspectiva, como bien dijo San Bernardo, la vida espiritual consiste en una doble consideración práctica: el conocimiento de sí mismo y el conocimiento de Dios. Por todo esto, si bien el presente balbuceo antropológico será más teórico que práctico, tendrá siempre en cuenta las consecuencias prácticas de una buena teoría.
Temas y forma
Creo importante decir una palabra sobre los temas juzgados pertinentes para la finalidad pretendida, y la forma literaria de abordarlos.
Para este esbozo de antropología relacional, hemos seleccionado los temas clave que nos ayudarán a conocer sus fundamentos y a comprender su dinamismo:
~ Trinidad e Imagen
~ Persona e Interpersonalidad
~ Cuerpo y Alma
~ Inteligencia, Voluntad y Libertad
~ Deseo y Afectividad
~ Sexualidad, Sexo y Género
~ Amor, Amistad y Enamoramiento
~ Púdicos y Castos
~ Célibes y Casados
~ Sociables, Comunitarios y Comunicativos
~ Cultos y Religiosos
~ Trascedentes y Místicos
~ Experiencia
Acerca de la “forma literaria” que voy a utilizar hace referencia a un género literario muy conocido en la antigüedad como Speculum. En efecto, numerosas obras medievales que han llegado hasta nosotros se presentaban como “Espejos de...” Estas obras pueden clasificarse en dos grandes grupos: espejos instructivos y espejos ejemplares. Tanto unos como otros tienen un doble objetivo: ayudar a conocerse a sí mismo y a crecer en la virtud. Además de esto, dado que el ser humano es imagen de Dios, el espejo refleja de alguna manera realidades trascendentes.
En síntesis podemos decir que el género literario de speculum permite acceder a tres realidades distintas y complementarias entre sí:
~ Realidades trascendentes que se reflejan como en espejo y enigma.
~ La visión de un modelo ejemplar que invita a la imitación.
~ Nuestra propia deformidad o inadecuación que queda reflejada por contraste.
Además reconozco que me he inspirado también en otro género literario común a varios autores monásticos.
Este género consistía en agrupar “sentencias” en número de cien, dando lugar así a las “Centurias”. Las sentencias (máximas o aforismos) eran condensaciones de sabiduría práctica y doctrina del espíritu, destinadas a ilustrar la mente y caldear el corazón, hacer pensar y hacer sentir. Si bien las sentencias de una centuria eran comprensibles en sí mismas, no faltaban lazos que las unían unas con otras. Se creaban así afinidades que daban lugar a grupos temáticos y a una cierta relación entre un grupo y otro. Las repeticiones, más que duplicaciones, eran aproximaciones al mismo tema, desde otro ángulo.
Ventaja en la redacción y modo de lectura
Esta forma de redactar tiene sus ventajas y sus limitaciones. Me interesan ahora las primeras, al menos las cuatro siguientes: sintetizar sin necesidad de sistematizar, evocar problemas sin tener que solucionarlos, crear algunos neologismos fáciles de comprender aunque insulten a la gramática y dejar abierto el discurso para eventualmente redondearlo en el futuro.
Pero, sobre todo, esta forma de escribir reclama una forma de leer. No se puede leer todo y de un tirón: lo que se ha escrito pensando, demanda ser leído sentado y reflexionando. Se pueden elegir secciones temáticas según el interés del momento, pero sin olvidar que cada una forma parte de un conjunto. Por lo general, los temas y fragmentos que ponen palabras a la experiencia del lector despiertan más interés. Los que no suscitan atracción hoy pueden atraer e iluminar mañana. Todo esto que acabo de decir es efectivamente así: antes de que le suceda al lector ya le ha acontecido a este escritor cuando era lector y observador.
Capítulo
Uno
Trinidad e Imagen
Los cristianos afirmamos que Dios es Amor. Y si es Amor ha de amar a alguien. Ese alguien somos, ciertamente, nosotros. Pero antes de que existiésemos, Dios ya era Amor, sin haber jamás comenzado a serlo.
~ En todo amor hay tres realidades implicadas: uno que ama, uno que es amado y el amor que los relaciona y une.
~ Dios es Amor pues siempre amó a Otro en cuanto Hijo y es amado por Él en cuanto Padre, y este amor mutuo es Otro, que llamamos Espíritu Santo.
~ Un Dios Amor absoluto tiene que ser un Dios Trinitario que, si crea, crea según su imagen y semejanza.
Puesto que Dios es Amor, la única sustancia divina implica comunicación dialogal, ofrenda y acogida amorosa entre dos Personas, el Padre y el Hijo, que se encuentran mutuamente en un intercambio eterno de amor. Pero la felicidad y bondad perfectas entre dos que se aman no admiten exclusivismos ni cerrazones; por el contrario, reclaman la presencia de una tercera persona; en la Trinidad amorosa esta persona es el Espíritu Santo. El amor trinitario es participativo e implica sobreabundancia de delicia, goce de alegría incesante. Quienes saben qué es el amor llegan fácilmente a la Trinidad de las Personas, que es realmente la expresión “lógica” del hecho de que Dios es Amor: la experiencia humana enseña que dos amantes, sin un tercero a quien amar conjuntamente, se agotan y muere el amor.
El Dios revelado por Jesucristo, valga la paradoja, más que el Absoluto es el Relativo: Ser centrípetamente en Relación y centrífugamente Relacional. El Dios cristiano es un absolutamente Relativo y relativamente Absoluto. Este Dios, desde la perspectiva de la espiritualidad o fe-vivida, no Es para quedar encerrado en fórmulas dogmáticas para ser creídas, sino para Ser liberador de la vida que vivimos según el dogma que creemos. No en vano hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.
Trinidad
El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Este misterio se refiere a Dios en sí mismo y a su relación con nosotros. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental en la jerarquía de las verdades de nuestra fe. La historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los seres humanos apartados por el pecado y se une en comunión con ellos.
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