Un doble principio clave y fontal de nuestra concepción cristiana de Dios puede presentarse así:
~ la Trinidad que se revela gratuitamente encarnándose y salvándonos es la misma Trinidad en su misterio más íntimo, inmanente e intradivino, y la Trinidad inmanente es la misma que se manifiesta en la carne y en la historia obrando nuestra salvación.
~ Dios se manifiesta en la historia tal como es y es tal como se nos manifiesta, pero, lo que nosotros entendemos del misterio íntimo del Dios Trinitario, gracias a su revelación en la historia, jamás agota el misterio íntimo de Dios y, además, la historia no puede contener la Gloria.
La Sagrada Escritura deja claro testimonio de que Jesús dialogó con el Padre Dios como con un igual y un Otro, y de igual forma promete el envío de Otro Paráclito o Espíritu Santo. Afirmando con claridad el monoteísmo judaico, los cristianos tuvieron que explicarse y explicar la presencia de tres Personas divinas y un solo Dios verdadero.
A lo largo de los primeros siglos de su bimilenaria historia, la Iglesia fue descubriendo lo implicado en las relaciones de Jesús con el Padre Dios y con el Espíritu Santo divino. Este largo proceso concluyó plasmando el misterio con un lenguaje determinado y en sólidas fórmulas teológicas y dogmáticas que, pese a los riesgos, siguen guardando todo su valor:
~ La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres Personas: la Trinidad consubstancial. Las Personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios. Es decir, cada una de las Personas divinas es la substancia, la esencia o la naturaleza divina.
~ Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción entre las Personas divinas es real, aunque no divide la unidad divina y reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras. En los nombres relativos de las Personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia. Las Personas divinas son Relaciones substanciales.
~ Los teólogos de lengua griega, para hablar de la recíproca compenetración de las Personas divinas, hablan de perijóresis (rodeo y abrazo compenetrativo): partiendo de la mutua compenetración de las Personas llegan a la unidad de esencia divina, consecuencia de lo anterior.
~ Los occidentales reflexionan partiendo del fundamento o única naturaleza divina, y avanzan por la memoria-conocimiento-amor hacia la Trinidad de Personas. Hablan luego dinámicamente de circumincessio (recíproco ir y venir compenetrándose) y estáticamente de circuminsessio (asentamiento y reposo de uno en los otros). Con esto se está queriendo decir: por esta unidad el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo. Las tres Personas divinas, los tres Distintos, siendo puras Relaciones recíprocas, son el mismo Ser, la misma Vida, el mismo Dios.
La teología contemporánea afirma que Dios es Persona (Inteligencia-Amor): tanto a nivel de su única esencia, cuanto a nivel de las trinitarias relaciones subsistentes.
Las Personas divinas solo existen en relación: Ellas están eterna, original y esencialmente relacionadas entre Sí, se inhabitan e incluyen recíprocamente de modo que se unifican y son Un solo Dios Trinitario. La Trinidad no es una realidad estática sino dinámica; el número tres no es un número matemático con el que se puedan hacer operaciones de suma, resta, multiplicación y división: el Único, por el hecho de ser único, no admite operaciones matemáticas.
~ El Tres de la Trinidad es un número simbólico y arquetípico, remite a la unidad en la diferencia y a la diferencia en la unidad, expresa una relación perfecta:
≈ si hubiese solo uno no habría relación;
≈ si hubiese solo dos habría separación (uno es diferente del otro) y exclusión (uno no es el otro);
≈ siendo tres se evita la des-relación y se supera la separación y exclusión.
~ El Tres expresa: la identidad abierta a la diferencia y que permite la comunión. En la Trinidad las diferencias son inclusivas.
La complejidad creciente del lenguaje teológico y dogmático sobre el misterio de la Trinidad tuvo y puede seguir teniendo dos consecuencias:
~ La primera, positiva: claridad doctrinal en la confesión monoteísta-trinitaria de Dios, evitando monismos y politeísmos; la aparente contradicción entre igualdad y diferencia es en realidad un tipo de “lógica para consistente” que incluye la contradicción en la dicción o afirmación; el lenguaje teológico, de tipo ontológico, permite dar respuestas razonables a las preguntas de tantos creyentes.
~ La segunda, negativa: alejamiento del Dios de Jesús del pueblo sencillo y fiel o, desde otra perspectiva: divorcio entre la definición dogmática y la espiritualidad pedestre y cotidiana.
Siempre existe el peligro de enviar a la Trinidad a la estratósfera. Para que permanezca en el mundo de los humanos se impone, ante todo y sobre todo, escuchar a Jesucristo, respetar el misterio y reconocer con fe enamorada que: en todo lo que existe –tanto en el macro universo cuanto el micro universo– está grabado el Nombre de la Santísima Trinidad, porque todo el ser, hasta sus últimas partículas, es ser en relación.
Jesús, el Cristo, es nuestro punto de partida para nuestro conocimiento de Dios. Y Él nos enseñó que Dios es Amor y nos dejó en la escuela de su Espíritu para que nos llevara a la verdad completa. Dios es Amor, pero, no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola substancia, tanto en la eternidad del misterio cuanto en su manifestación en la historia. En efecto, Dios Amor es:
~ Rico en misericordia (Dives in misericordia) y Padre.
~ Redentor del hombre (Redemptor hominis) e Hijo.
~ Señor y Vivificador (Dominum et Vivificantem) o Espíritu Santo.
Tres Personas que son un solo Dios: el Padre es Amor, el Hijo es Amor y el Espíritu es Amor. Dios es todo Amor y solo Amor: amor purísimo, infinito y eterno. Dios no vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega y comunica incesantemente.
En una historia de pecado y salvación, el Padre Dios es el Amor crucificante, el Hijo Dios es el Amor crucificado y el Espíritu Santo es el poder invencible del Amor en Cruz.
Читать дальше