Mickaël Correia - Una historia popular del fútbol

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El fútbol es más que un deporte: durante siglo y medio, ha sido un poderoso instrumento de emancipación para trabajadores, feministas, militantes anticolonialistas y los jóvenes de los barrios obreros de todo el mundo. El autor rastrea el destino de aquellos que, practicando este deporte a diario, han sido eclipsados por los galácticos del balón.Cuenta también la asombrosa historia de las subculturas relacionadas con el fútbol nacidas tras la Segunda Guerra Mundial, desde los hooligans ingleses hasta los ultras que jugaron un papel clave en las primavera árabes del 2011. Al proponer una historia «desde abajo», dando voz a todos los protagonistas de esta epopeya, Mickaël Correia nos recuerda que el fútbol puede ser tan generoso como subversivo.

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Como los Muscular Christians consideraban la actividad física como una fuente de disciplina y de templanza, la corriente pedagógica pilotada por Thomas Arnold vuelve sus ojos hacia los juegos que los alumnos practican por iniciativa propia. Preocupados por la violencia de estos esparcimientos lúdicos, los reformistas de las public schools y los educadores formados por Arnold deciden, en lugar de esforzarse en vano por prohibir los partidos de fútbol, integrarlos plenamente en el programa académico. En un principio dejan que los seniors organicen ellos mismos sus partidos, legitimando de esta forma la práctica escolar del fútbol. Pero muy pronto los partidarios de la pedagogía disciplinaria de los Muscular Christians instrumentalizan la principal fuente de desórdenes y violencia de los establecimientos escolares para convertirla en una herramienta de control de los alumnos. Impulsados por el oportunismo pedagógico, los educadores reformistas descubren en estos juegos una nueva práctica física que puede ser codificada con el fin de disciplinar mejor a los alumnos e inscribir en sus cuerpos los principios de la ley.73 «Prefiero que mis alumnos practiquen vigorosamente el fútbol a que empleen sus momentos de ocio en beber, emborracharse o pelearse en las tabernas de la ciudad —declara Thomas Arnold—. El deporte es un elixir de inmortalidad y una terapia contra la indisciplina».74

Las primeras reglas del juego del fútbol, destinadas a atenuar la brutalidad endémica de esta práctica lúdica, se oficializan alrededor de 1840. El terreno en el que los alumnos se entregan a los goces del esférico influye grandemente en su rigurosa codificación. En Rugby, donde se juega sobre suelo blando, se oficializa en 1846 un juego con 37 reglas que permite coger el balón con la mano —el handling—. Los suelos duros de Eton favorecen el desarrollo del dribbling game, en cambio el uso de las manos, ya sea para coger la pelota o para detener al adversario, queda prohibido en 1849. En cuanto a la Westminster School, ya en 1854 instituye las primeras actas de los partidos.75 El fútbol no tarda en ocupar un lugar preponderante en la vida estudiantil de las public schools y se convierte en la actividad física del invierno, ya que al críquet solo se jugaba en verano. En su novela autobiográfica Tom Brown’s school days, publicada en 1857, el antiguo school boy Thomas Hughes ya describe cómo su vida académica transcurre en los campos de juego de Rugby, donde se consagra con tesón al equipo de fútbol de su colegio, con el fin de atajar el acoso de un alumno mayor y más fuerte que él.

El fútbol de las public schools se ve progresivamente adornado por todas las virtudes pedagógicas. La práctica del esférico, en un espacio específicamente destinado a ello por la escuela y respetando unas reglas sancionadas por las autoridades educativas, podía ocupar buena parte del tiempo libre de los alumnos, alejándolos así de cualquier tentación de motín. Asimismo, forjaba el carácter de los hombres imprescindibles para el desarrollo del Imperio británico y su triunfante industria, difundiendo en el campo de juego tanto el sentido de la iniciativa como la disciplina y el self-government. «El críquet y el fútbol no son meros entretenimientos; contribuyen a inculcar los valores sociales y las virtudes más viriles y ocupan, al mismo nivel que las aulas o el internado, un destacado e importante lugar en el sistema educativo de las public schools», declara en 1864 la comisión real Clarendon, encargada de realizar un informe sobre el estado general de los establecimientos educativos privados.76

La práctica de juegos físicos codificados se vuelve prácticamente obligatoria en la totalidad de las public schools —a partir de 1853 el Marlborough College las incluirá en su programa académico—77 y se consagran específicamente profesores para ello. En Eton se estipula que «todo alumno de esta casa que no juegue al fútbol una vez al día y dos veces durante los medios días de vacaciones, pagará una multa de media corona y será castigado a recibir puntapiés».78 En algunas escuelas será requisito obligatorio haber sido educador físico para aspirar al cargo de director.79 Hely Hutchinson Almond, seguidor de los Muscular Christians y director de la Loretto School de 1862 a 1903, afirma por su parte haber descubierto en el fútbol y el críquet un conjunto de prácticas indispensables para la formación en la competitividad económica de las futuras clases dominantes. «Los deportes en los que el esfuerzo común de todos conduce a la victoria y en los que se cultivan el valor y la resistencia constituyen la piedra angular del sistema educativo de las public schools», escribe.80

Máquinas bien engrasadas

Desde finales de los años 1840, los partidos de fútbol salen del ámbito de las public schools gracias a la creación, por iniciativa de antiguos alumnos ahora convertidos en estudiantes de universidad, de los primeros clubes universitarios. La ampliación de la red ferroviaria británica supone la multiplicación de los partidos entre equipos universitarios o entre public schools y permite organizar las primeras competiciones a nivel regional. Pero a cada partido, la inextricable diversidad de las reglas de juego de cada establecimiento termina por frenar la ambición de estos encuentros en torno al esférico… En 1848, catorce antiguos alumnos de Harrow, Eton, Rugby, Winchester y Shrewsbury se reúnen durante una tarde en la Universidad de Cambridge, en un sencillo cuarto de estudiante, y se afanan en unificar las reglas del juego del fútbol:

La confusión resultante era tremenda, porque cada uno jugaba según las reglas de su public school —rememora uno de los protagonistas de este encuentro—. Recuerdo a un [futbolista] de Eton reprendiendo a un antiguo alumno de Rugby respecto a la posibilidad de coger el balón con la mano. […] Cada uno trajo una copia de sus reglas del juego, o se las sabía de memoria, y nuestros avances en la unificación de las nuevas normas fueron laboriosos. […] Nuestra reunión no tocó a su fin hasta pasada la medianoche.81

Esta primera normalización del fútbol, llamada «Reglas de Cambridge», orienta el juego hacia el dribbling game, suprimiendo la práctica del handling apreciada por los alumnos de Rugby, y democratiza considerablemente el fútbol a través de los campus universitarios del país. El primer club de fútbol, el Sheffield Football Club, fundado por los antiguos alumnos de la Sheffield Collegiate School, ve la luz en 1857. Lo siguen el Blackheath Club y el Forest Club, constituidos en 1858, y los Old Harrovians (los Antiguos Alumnos de Harrow), en 1859. El esférico continúa su normalización, y en 1862 un profesor de Uppingham propone un reglamento de diez normas titulado The simplest game.

Pero el nacimiento del fútbol moderno se produce realmente el 26 de octubre de 1863 en la Freemasons’ Tavern de Londres. Los delegados de once clubes de la capital y sus suburbios emprenden la tarea de estructurar administrativamente el fútbol y establecer sus reglas definitivas basándose en las de Cambridge. Ese mismo día se constituye oficialmente la Football Association, pero durante las sesiones siguientes se encienden enconadas discusiones sobre el uso de las manos o el mantenimiento de prácticas consideradas por algunos demasiado violentas. Dos meses más tarde, catorce artículos determinan tanto las dimensiones máximas del campo de juego como las reglas que rigen el saque inicial, el marcaje de un gol o los saques de banda. Aunque la prohibición del hacking (patada en la tibia) y del tripping (zancadilla) limita la brutalidad física en la cancha, el juego sigue siendo básicamente un fútbol rudo e individualista practicado por gentlemen partidarios del dicho «Si se te escapa el balón, que no se te escape el jugador». El fuera de juego se introduce en 1866 con el fin de fomentar los pases entre jugadores del mismo equipo, y en 1881 aparece en la codificación del juego la todopoderosa figura del árbitro, el hombre de negro —el color de los clergymen— encargado de hacer respetar sobre el terreno las reglas de la Football Association. Por su parte, el divorcio de los antiguos alumnos de Rugby, adeptos del handling, se consuma definitivamente, y estos últimos crearán la Rugby Football Union en 1871, primer paso en el camino hacia la fundación del rugby moderno. La codificación rigurosa de las reglas del juego, el nacimiento de los primeros clubes y la creación de una federación —la Football Association—, así como la organización de los primeros campeonatos, convierten al dribbling game en un verdadero deporte moderno, el football-association, así llamado para distinguirlo de su pariente cercano, el rugby-football.

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