Miguel Domínguez - Bicicleta, mon amour

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Desde muy joven, disfrutaba pedaleando por los alrededores de su ciudad, hasta que estas salidas de varias horas se quedaron cortas e inició recorridos de varios días. Acababa las etapas en campings o albergues que se encontraba por el camino, huyendo de los hoteles que ya frecuentaba por trabajo.
El 13 de julio de 2015, un hecho acaecido en la familia acabó con los viajes de largo recorrido. Desde entonces, ya no sale más de dos o tres horas seguidas, pero, al igual que a Bergman y Bogart; ¡Siempre les quedaría Paris!, a nuestro protagonista; ¡Siempre le quedarán los viajes por seis países del sur de Europa!
Gracias a las libretas de ruta y las fotos tomadas, ha podido recopilar unos cuantos en este libro ilustrado.

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La travesía por el norte, entre las comarcas de La Cerdeña y del Alt Urgel, fue muy agradable. La carretera discurre paralela al Segre, con un paisaje boscoso en su margen izquierda y un poco más abrupto en la otra orilla, hacia el norte. Aunque las zonas cultivadas salpican todo el recorrido, llegando a La Seu de Urgel se convierte en un vergel que circunda la ciudad por el sur. Para tomar la carretera de Andorra, paralela al río Valira, se accede por la nueva variante que permite ver la ciudad desde ese punto más elevado, sin pasar por ella.

Al llegar a La Farga de Moles, donde se sitúa la aduana española, a escasos mil metros de la frontera, apareció el camping programado, en la orilla derecha del Valira. Como cumplía con las expectativas, decidí instalarme y así desplazarme por el principado sin carga.

En Andorra la Vella, lo primero fue buscar donde comer. Lo hice en la terraza con tres mesas que tenía un bar-comidas, lejos del jolgorio de las tiendas del centro. En eso estaba cuando llegó un motorista francés que, al apearse y sacarse el casco, lo primero que hizo fue echarse las manos a los riñones estirando el cuerpo hacia atrás. Al ver que le estaba observando, me hizo un gesto como queriendo decir ¡Estoy muerto! No pude reprimirme y le dije ¡Cansado sin pedalear! Mi comentario no le gustó nada y me contestó que después de cuatrocientos kilómetros sin parar, estaba tres fatigué. Ya más relajado, mientras comíamos me dijo que había salido de Nîmes probando la moto que quería comprar a un amigo, porque no se fiaba de su estado (menudo amigo). De momento me está convenciendo, me dijo, ya veremos si no me deja tirado al volver. ¡Además de desconfiado, pesimista!

Andorra la Vella desde Encamp Reanudé mi camino llegando hasta El Tarter El - фото 21

Andorra la Vella desde Encamp.

Reanudé mi camino llegando hasta El Tarter. El día acompañaba para apreciar las vistas del país pirenaico, dejando de lado la capital y sus comercios llenos de visitantes, ávidos de comprar cualquier cosa por el simple hecho de ser barata. Regresé paseando, alegrando mis pupilas, respirando aire puro, disfrutando de todo, ¡feliz!

El camping se había llenado de viajeros y entre ellos, otro cicloturista francés que regresaba a casa, en Burdeos, después de recorrer parte de nuestra costa cantábrica, Navarra y Aragón. Estuvimos charlando hasta las tantas, intercambiando anécdotas de nuestros viajes, aunque fue él quien más habló. Llevaba muchos días fuera y como su recorrido había sido mayor, tenía muchas más cosas que contar.

Emprendí la marcha el viernes 13 (lagarto, lagarto), pedaleando hacia la cercana Seu de Urgel en busca de un bar donde almorzar. Aproveché para ver de cerca la ciudad del copríncipe de Andorra, antes de iniciar el regreso a casa siguiendo de nuevo el cauce del Segre, esta vez en dirección sur.

Después de Orgañá, llegando al pantano de Oliana, encontré gran afluencia de camiones que salían de unas obras paralelas a la carretera. Obras que continuaron hasta poco antes de cruzar el río por última vez, al llegar a Oliana. Por lo que pude observar, estaban perforando la montaña en varios sitios, quizás para una nueva carretera, dejando hecha un asco aquella por la que circulábamos, sobre todo para ciclistas y motoristas. La gran cantidad de tierra y gravilla suelta, hacían insegura la circulación para las dos ruedas, pero más por las piedras que, como verdaderos proyectiles, se desprendían de los neumáticos de los coches, cuyos conductores no se privaban de correr con semejantes residuos sobre la calzada.

Parada obligada en Oliana. Quería ver la evolución de la villa después de más de veinte años de mis primeras visitas, por trabajos relacionados con la empresa de pequeño electrodoméstico allí ubicada, cuyo nombre recuerda al de un signo del zodiaco: Taurus.

He de decir en favor de esa empresa, ahora multinacional, que la freidora regalada (por servicios prestados) en 1984, todavía funciona en 2019 tras un uso continuado, y que el silencioso ventilador de sobremesa, adquirido a orillas del mar Menor en 1974, dejó de funcionar después de habernos refrescado cada verano durante casi 45 años. Así de bien se fabricaba entonces, no como en la actualidad que, al cabo de cuatro o cinco años, cualquier aparato eléctrico de cualquier marca y precio, ya renquea o ha muerto. Dicen las malas lenguas que son programados en fábrica con fecha de caducidad. ¡Qué mal pensados!, pero ya se sabe, ¡piensa mal y acertarás!

Oliana con la sierra del Cadí al fondo Poco después bordeando el pantano de - фото 22

Oliana con la sierra del Cadí al fondo.

Poco después, bordeando el pantano de Rialb, tomé hacia el este en dirección Solsona, buscando el camping junto al pantano de Sant Ponç, que me costó mucho encontrar al estar poco señalizado.

Al llegar entendí por qué. ¡Era un camping residencial! Como estaba casi lleno, el gerente pretendía que me quedase en la única parcela libre (donde cabían diez tiendas como la mía) pagando como si la ocupase toda, claro. La otra opción era una habitación en la masía, dentro del recinto, de coste similar. No me gustaron ninguna de las dos opciones. Estaba claro que quería aprovecharse de la situación: mi bici cargada, en el fondo del valle, lejos de la carretera, cuesta arriba, pero lo que decantó la balanza en la decisión de marchar fue la perspectiva de no dormir esa noche; viernes, en un camping de residentes de fin de semana, la juerga estaba asegurada. De hecho, ya había empezado.

Deshice lo andado regresando a la carretera con la intención de llegar hasta Cardona, a unos doce kilómetros.

La subida a esa localidad fue de aúpa, sobre todo al final de la jornada con el sol calentando todavía y tras recorrer ciento veinte kilómetros. La oficina de turismo, arriba de todo, estaba cerrada, pero preguntando a los lugareños enseguida me indicaron una casa donde alquilaban habitaciones y nos pudimos alojar tan ricamente mi bici y yo.

Panorámica del castillo de Cardona por la salida hacia Súria Nada que ver con - фото 23

Panorámica del castillo de Cardona por la salida hacia Súria.

Nada que ver con el entorno del camping y su arboleda, su lago artificial, su cielo despejado sin contaminación lumínica para observar las estrellas, e imagino a sus pajarillos piando al amanecer, (y sus festivaleros de fin de semana alborotando) pero recorrer las estrechas calles de Cardona, en parte medieval, tampoco estuvo mal. La ubicación en lo alto de la colina, permite disfrutar de una vista panorámica del campo que se extiende hacia el norte, plagado de pequeños huertos que dan fe de la vida en el valle, pues no se apreciaba ninguno en barbecho.

Hacia esa campiña estaba orientado el balcón de mi habitación, que dejé abierto para disfrutar del silencio y del frescor, proporcionándome un descanso perfecto toda la noche.

La última etapa del viaje la inicié después de visitar la plaza presidida por Borrell II, desde cuya balconada se apreciaba la enorme montaña de sal extraída de la mina, que tanto afeaba el paisaje al sur. Allí tomé un buen desayuno: dos huevos fritos con ajos, unas lonchas de panceta bien torradita y el consabido pan con tomate, que me permitiese no desfallecer antes de llegar a comer a casa. Aún me quedaban unos ochenta kilómetros para cubrir ese último tramo.

Convoy cargado con sales potásicas silvinita y carnalita Siguiendo el cauce - фото 24

Convoy cargado con sales potásicas (silvinita y carnalita).

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