María Laura Gambero - Salvar un corazón

Здесь есть возможность читать онлайн «María Laura Gambero - Salvar un corazón» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Salvar un corazón: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Salvar un corazón»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿Es posible SANAR las heridas de un pasado todavía presente? Gimena tiene un espíritu libre y, aunque lleva consigo sus propias tristezas, lucha para que nada la detenga. Amenazas, traiciones y ecos del pasado le harán trampa en su camino al amor.
¿Podrá el perdón tender un puente hacia el futuro?

Salvar un corazón — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Salvar un corazón», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Desesperada, recorrió la habitación con la mirada; no había puertas ni ventanas, solo oscuros cortinados. ¿La habían encerrado allí? ¿Dónde estaba? No lograba recordar. Casi corriendo, con el rostro arrasado por las lágrimas y la visión empañada, llegó a uno de los cortinados. Lo recorrió hasta dar con una abertura. Salió de esa habitación y vio una puerta. Esperanzada por haber encontrado una vía de escape, se dirigió hacia allí. Para su desconcierto, descubrió que no se trataba de una salida, sino de una habitación que apestaba a tabaco y cigarros.

Cada vez más aterrorizada, repasó el lugar con la mirada y el corazón casi se le detiene de azoro al contemplar la gran cantidad de sillas que, desordenadas, enfrentaban un amplio ventanal. Se acercó y se espantó aún más al comprobar que desde allí se tenía una visión óptima de la habitación donde ella había estado. Comenzó a temblar sin control. El terror gobernaba cada uno de sus sentidos y, a los tumbos, regresó al oscuro corredor desde donde milagrosamente divisó una salida de emergencia camuflada con el color oscuro de la pared. Estaba a punto de alcanzar la salida cuando escuchó las voces que se acercaban a ella. La abordó una ola de pánico que casi logra paralizarla, pero con la poca fuerza que le quedaba empujó la puerta de salida y salió de allí desesperada.

–Siéntete más que pagado –dijo Mirko con cierto cansancio–. La de esta noche cancela mi deuda, Candado.

–Puede ser, pero no creo que sea así –le aseguró con voz áspera. Lo miró con sorna y algo de malicia–. Te conozco de sobra, Croata, en una semana volverás a estar en deuda conmigo. ¿Dónde piensas conseguir?

Mirko no dijo nada, pues era cierto. La única manera de que Candado lo proveyera era que él cumpliera con su parte. Pero estaba harto. No quería más de eso; tenía que encontrar la manera de abrirse.

–Ahora es mi turno –sentenció Candado palmeándole la mejilla–. Quiero que tomes unas buenas fotos.

–No… no me parece.

Mirko desvió la vista preguntándose a qué venía tanto escrúpulo con esa mujer; no lo entendía, pero no quería que Candado la tocase.

–Me importa una mierda lo que a ti te parezca –aclaró, riéndose como si hubiese escuchado una buena broma–. Acá las órdenes las doy yo, Croata, no te hagas el estúpido conmigo. ¿Dónde está esa perra? –chilló, enajenado. Furioso, se volvió hacia Mirko–. ¡¿Dónde está?!

–Estaba aquí hace un momento –le respondió casi en un murmullo.

–Dime que tomaste las fotografías –demandó Candado. Mirko desvió la vista sin atreverse a decir que no–. Estás en problemas, Croata. No debiste dejarla ir.

Mirko permaneció en el centro de la habitación tratando de pensar. En un rincón debajo del espejo creyó ver algo. Ofuscado, se acercó y lo tomó. Era una cédula de identidad. Frunció el ceño y se acercó al foco de luz. Sonrió con malicia. Tenía un nombre y una dirección por donde comenzar a buscar.

Gimena Rauch , leyó con rabia. ¿Dónde te metiste? Te voy a encontrar .

Con paso rápido, dejó el recinto y salió a la parte trasera de la discoteca. Estaba amaneciendo, pero lo que más llamó su atención fueron las sirenas de las patrullas que se acercaban al lugar. Entonces hizo lo único que podía hacer: correr.

CAPÍTULO 1 MADRID LUNES 25 DE MAYO DE 2015 No fue así Étienne protestó al - фото 11

CAPÍTULO 1

MADRID, LUNES 25 DE MAYO DE 2015.

–No fue así, Étienne –protestó al ingresar a la terminal 4 del aeropuerto de Barajas–. No fue así y lo sabes.

Con fastidio bufó y se detuvo a un costado para evitar que la atropellara la gente que iba y venía arrastrando sus maletas sin perder de vista los letreros indicadores. En su oído, Étienne seguía protestando, como si al hacerlo tuviera la más leve posibilidad de convencerla de no viajar. Retomó su camino hacia el sector de Iberia, donde los pasajeros comenzaban a congregarse.

–No entiendo porqué no quieres comprenderlo, te lo expliqué no una sino mil veces –remarcó subiendo el tono de voz sin importarle las personas que se acumulaban a su alrededor–. Basta. No tiene ningún sentido seguir hablando. Se terminó.

Sin prestar la debida atención a lo que su pareja de los últimos cinco años le decía, Gimena se acomodó en la larga fila que antecedía los mostradores donde despacharía su equipaje.

–No me importa si se modificó la fecha de una exposición o si el mismísimo rey de España estará presente en tu galería –protestó, interrumpiéndolo–. Hace más de un año que estamos programando este viaje. Me aseguraste que me acompañarías al casamiento de mis amigos. Dijiste que nada ni nadie lo impediría. Fueron tus palabras. Eso es lo que me disgusta.

Llegó al mostrador sin apartar el celular de su oreja y, con cara de pocos amigos, entregó su pasaporte y la tarjeta para que le cargaran las millas acumuladas.

–¡No me vengas con eso! –explotó Gimena golpeando el mostrador–. Habíamos acordado visitar juntos mi país. No lo puedo creer… esta fue la gota que colmó mi vaso, Étienne. Hasta acá llegué.

La empleada de la aerolínea la observó con mala cara. Gimena se forzó a sonreírle e intentó prestar atención a sus palabras por sobre la voz ronca de Étienne que retumbaba en su oído. Tomó nota mental del horario de embarque y guardó la documentación luego de alejarse del mostrador.

–Lo que sea, Étienne –sentenció, categórica; estaba cansada de escucharlo–. Mira, como ya te he dicho, no pienso modificar mis planes. Por lo pronto, estaré unos seis meses en Buenos Aires. ¿No te parece?, pues qué pena. Te llamo a mi regreso; si es que regreso. Adiós.

Sin segundas consideraciones, Gimena cortó la comunicación y arrojó el celular al fondo de su bolso. Respiró hondo tratando de despojarse de la contrariedad que la conversación había dejado en ella. Se sentía tan desilusionada.

Hacía más de cinco años que estaban juntos; aunque usar la palabra “juntos” era una forma de decir, porque Étienne Ducrot, dueño de una prestigiosa galería de arte ubicada sobre la rue Saint-Honoré a pocos metros de rue de Castiglione, vivía en la bella Ciudad de la Luz, al igual que su exesposa y sus cuatro hijos, algo que no perturbaba el espíritu de Gimena. Ella no era una mujer celosa del pasado, y como los hijos de Étienne siempre ocuparían un lugar importante en su vida, había aprendido a aceptarlos. Con él había disfrutado de veladas maravillosas, tanto en París como en Madrid y también bellísimas vacaciones cargadas de romance. Oh, sí, ella había disfrutado muchísimo de su relación con él porque, más allá de todo, ambos tenían sus espacios y vivían a una distancia adecuada; quizás por eso había funcionado por tanto tiempo.

Pero el idilio se había acabado. Gimena adoraba la relación libre y sin ataduras que compartían. Por años, el amor fluyó con naturalidad hasta que él empezó a no conformarse con solo verse una o dos veces al mes. De buenas a primeras, las demandas de Étienne se intensificaron y la presión se incrementó. La quería en París. El problema era que Gimena no deseaba mudarse, ni atarse a él tiempo completo; su insistencia la agobiaba.

A los treinta y siete años, Gimena Rauch tenía claro qué deseaba de su vida y qué no. Perder su libertad por un puñado de palabras dulces era algo a lo que no estaba dispuesta. Su vida no estaba en Francia, y no tenía dudas de que su camino se dirigía hacia nuevas fronteras. Había puesto toda su energía en su profesión y eso sí era un aspecto de su vida que la gratificaba. Gimena era feliz ocupándose de lo que le gustaba; sintiéndose libre de cuerpo y alma.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Salvar un corazón»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Salvar un corazón» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Marion Brenner - Laura Wolkenstein
Marion Brenner
María Laura Ceirano - El mar en tus ojos
María Laura Ceirano
María Laura Méndez - Procesos de subjetivación
María Laura Méndez
María Laura Ligotti - Eco de amores en pena
María Laura Ligotti
María Laura Fernández Pinola - La crisis del desarrollo
María Laura Fernández Pinola
Anna Maria Sigmund - Tatort Genfer See
Anna Maria Sigmund
Laura Raquel Valladares de la Cruz - Activismo, diversidad y género
Laura Raquel Valladares de la Cruz
María Elena Muñoz M. - (A)Cerca de Paisajes
María Elena Muñoz M.
Отзывы о книге «Salvar un corazón»

Обсуждение, отзывы о книге «Salvar un corazón» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x