Mónica Zak - Alex Dogboy

Здесь есть возможность читать онлайн «Mónica Zak - Alex Dogboy» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Alex Dogboy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Alex Dogboy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alex vive en la calle con sus perros, desde que su familia lo abandonó, no tiene otra compañía. Es a ellos a quienes confía sus más íntimos pensamientos. Todos lo llaman «el niño de los perros», Dogboy. A través de los ojos de Dogboy conoceremos la realidad de los niños de la calle de Honduras, realidad que comparten los niños abandonados en otras partes del mundo, historias azarosas de sobrevivencia, plagadas tanto de miseria y abandono, como de esperanza y solidaridad. Esta novela es la primera parte de una trilogía.

Alex Dogboy — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Alex Dogboy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Jueguen ustedes, dijo. Voy a decirle a Lupe que haga algo rico para el almuerzo. Quiero que coman bien.

Cuando la comida estuvo lista entraron en el comedor cansados y sudorosos, pero muy contentos. George había regresado al centro, pero no importaba. El televisor estaba encendido en uno de los cuartos y pensaron que podían mirar después de la comida.

Lupe había hecho pupusas salvadoreñas. Unas rellenas de queso, otras con carne picada picante o con frijoles volteados. Alex se comió nueve, después de la novena estaba tan lleno que no se podía ni levantar. Con una expresión alegre en la cara se fue a sentar en uno de los sillones blandos y confortables, en el salón grande. Se puso a ver televisión. Los otros chicos hicieron lo mismo. Entonces vino Lupe. Tomó el control remoto y apagó el televisor.

– ¿Qué mierda haces?

– Tengo algo para mostrarles, dijo Lupe, y se sentó en el sofá. Tenía un sobre grande y amarillo en la mano. Sacó un montón de fotografías del sobre y las puso en la mesa.

Primero unas fotos que mostraban niños tan sucios y desharrapados como habían estado ellos ayer.

Luego había otras fotografías que mostraban niños que estaban bien vestidos, que tenían el pelo corto, parecían bien alimentados y sonreían en las fotos.

El Rata y los otros tres niños de la calle examinaron las fotos con atención. Las levantaron, las miraron y las pusieron de nuevo en la mesa.

– Yo los conozco a todos, dijo el Rata.

Los otros los conocían también. No sabían bien cómo se llamaban, pero sabían los sobrenombres. Eran el Chino, Corazón, Flaco, Panza y Chillón, estaban delgados y tenían las caras sucias, estaban vestidos con ropa que les quedaba grande.

– Pero son los mismos que en las otras fotos, dijo el Rata con voz asombrada.

En el otro montón de fotos los cinco muchachos parecían totalmente transformados.

– Yo los conocía a todos cuando vivían en la calle, dijo el Rata. Desaparecieron hace un tiempo. Pero eso pasa. Chino era mi amigo. A veces me he preguntado qué ha sido de él. Pero es bastante normal que los niños de la calle desaparezcan. Pensé que se había muerto; no sabía que le había ido tan bien.

– No le fue bien. Estas son las fotos de los niños que Don George recogió de la calle la otra vez. Vivieron aquí y yo los hice engordar. Cuando parecían sanos y bien nutridos él se los llevó. Los niños desaparecieron.

– ¿Qué les pasó?, preguntó Alex.

– Él los vendió, ¿no entienden? Los vendió en el extranjero. Lo mismo va a hacer con ustedes.

Qué hará con nosotros Los gritos se oían a través de las paredes y llegaron - фото 12 ¿Qué hará con nosotros?

Los gritos se oían a través de las paredes y llegaron al cuarto de Alex. Eran agudos y fuertes y también se oían golpes. Alex se revolvió inquieto, cuando los gritos cesaron tomó uno de los animales de peluche y lo apretó fuertemente, era un oso panda.

Sabía que el cuarto de al lado era de el Rata.

Se quedó inmóvil en su cuarto.

Todo estaba muy silencioso ahora. No oyó más ni gritos ni golpes del cuarto de el Rata. Por último se levantó, fue hacia la puerta y la abrió. El corazón le saltaba. Se quedó parado en el corredor, sin saber qué hacer. ¿Adónde iría? Unos murmullos ahogados adentro del cuarto de el Rata lo atraían como un imán. Abrió la puerta despacio y tomó valor para prepararse para lo que iba a ver.

El Rata estaba en el centro de la habitación, los otros niños estaban sentados en la cama. George no estaba allí y ningún otro adulto. El Rata tenía en la mano el marco roto de un cuadro, en el piso estaba la imagen, había sido la foto de un auto deportivo, ahora estaba roto. Uno de los chicos tenía la mano sobre el ojo izquierdo.

– Tú estás loco, murmuró el chico que se tapaba el ojo con la mano. ¿Vas a pelear ahora? Tenemos otras cosas en las que pensar. Tenemos que irnos de aquí.

– Lo siento, dijo el Rata. Me volví loco. Es la abstinencia. Cuando no inhalo quiero sólo pelear y gritar y romper cosas.

Uno de los otros muchachos le señaló a Alex un lugar en la cama, Alex se sentó allí también.

– A nosotros nos pasa lo mismo, dijo otro de los niños. Pero nosotros no nos golpeamos la cabeza en la pared ni rompemos los muebles ni nos peleamos con nuestros amigos. Tú eres una rata de cloaca, una mierda.

El Rata dejó el marco del cuadro en el escritorio y se sentó en un sillón.

– ¿Por qué nos va a vender?

Ahora Alex iba a recibir una lección de todo lo que le podía pasar a un niño de la calle, del precio de la libertad.

Los niños desaparecen, sin dejar rastro. Es muy común, le contaron los otros niños. No sabía eso.

– Pero ¿no has visto las fotografías en los periódicos? Pequeñas fotografías que muestran niños: “María Helena, 5 años, desapareció cuando jugaba en la puerta de su casa. César, 4 años, fue secuestrado por una mujer que lo tomó en los brazos y se lo llevó.”

Pero uno no lee jamás que algún niño sea encontrado.

– ¿Qué pasa con ellos?

– Nadie sabe. Quizás los venden a gente que quiere adoptar un niño. Por lo menos consiguen una familia. Otros dicen que los venden para sacarles los órganos. Los venden para sacarles los riñones y las córneas. Pero cuando son niños de la calle los que desaparecen es otra cosa.

Somos demasiado mayores, nadie nos quiere adoptar. Y nadie quiere usar nuestros órganos porque creen que no somos lo suficientemente sanos, ya que inhalamos pegamento y usamos otras drogas.

– ¿Pero quién nos quiere comprar entonces?, dijo Alex.

– Justamente, dijo el Rata. ¿Quién quiere pagar por nosotros? De seguro que es algo peor todavía.

– Quizás nos venden a hombres a los que les gustan los niños, dijo el chico que había recibido el golpe en el ojo. Se le estaba hinchando ahora.

– O nos quieren vender para fotografiarnos, dijo otro. Para tomarnos fotos pornográficas. O hacer películas pornográficas. O películas snuff. Son las peores. No sé si es verdad, pero dicen que filman cuando a uno lo torturan hasta morirse de verdad. Eso es una película snuff.

No alcanzó a decir más porque oyeron pasos afuera de la puerta. Era el gringo George que venía y vio el cuadro roto y cinco rostros asustados. Extrañamente no pareció enojarse, sólo sonrió con sus dientes blancos y parejos.

– Ya veo que la pasan mal, chicos. Sé que es difícil terminar con el pegamento, voy a buscarles unas píldoras. Los van a tranquilizar y a hacerlos sentir mejor.

Volvió con un frasco lleno de píldoras blancas.

Cuando la puerta se cerró detrás de George uno de los niños extendió la mano para agarrar las tabletas, pero el Rata le pegó en la mano.

– No lo hagas. Pueden ser pastillas para dormir. O veneno.

Tomó el frasco, lo destapó, fue al baño y tiró todas las tabletas por el inodoro. Los otros niños dijeron palabrotas, hubieran querido usar las tabletas pero no se atrevieron a impedirle al Rata que las tirara.

Alex no opinaba nada.

Estaba mudo y tenía la cabeza vacía de pensamientos.

– ¿Se sienten mejor ahora?, les preguntó George cuando se sentaron a comer. ¿Tomaron las pastillas?

Los niños asintieron con la cabeza, los cuatro que inhalaban pegamento trataron de evitar mover los pies y las manos para que no se viera lo nerviosos que estaban. Los cuatro se habían sentido muy mal y habían tenido diarrea. Alex era el único de ellos que comía bien.

– Quizás estén somnolientos, dijo George y miraba a los niños que apenas comían.

– Sí, dijo el Rata. Creo que nos acostaremos temprano esta noche.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Alex Dogboy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Alex Dogboy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Alex Dogboy»

Обсуждение, отзывы о книге «Alex Dogboy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x