Álvaro González de Aledo Linos - Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros

Здесь есть возможность читать онлайн «Álvaro González de Aledo Linos - Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En este libro el médico y navegante cántabro relata la travesía que en 2015 realizó con su pequeño velero hasta Bretaña. Al estar el barco despachado solo para la navegaración a 12 millas las travesías las realiza siempre costeando, lo que le obliga a seguir el relieve de la costa sin atajos.Pero lejos de ser un inconveniente el autor lo considera una ventaja, pues le permite conocer a fondo los sitios por los que navega, entrar en puertos desconocidos, y relacionarse más con la gente pues como él afirma"con un barco pequeño caes simpático en los puertos y te dan más facilidades que si llegas con un superyate.Y eso también cuenta". Además el pequeño calado le permite internarse en las aguas interiores, allí donde los barcos más grandes no pueden entrar.La bahía de Arcachon, el Golfo de Morbihan, o los cuatro ríos sorprendentes de la costa atlántica de Francia (el Marle, el Auray, el Vilaine y el Loire) algunos de ellos con calado inferior a un metro o que se secan en bajamar, pasaron bajo la quilla del Corto Maltés impregnán- ole de sus maravillosos paisajes y proporcionándole multitud de anécdotas que nos relata en estas páginas.El objetivo del autor es transmitir a los propietarios de veleros pequeños la convicción de que pueden realizar grandes navegaciones y descubrir sitios paradisíacos y muy cercanos, que son desconocidos precisamente por sus dificultades de acceso a los barcos mayores.

Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando volvimos el sol se ponía tras el horizonte como una gran naranja partida, y nos encontramos que el Corto Maltés se había quedado solo en el fondeadero. Muchos barcos de Arcachon se acercan a estos parajes a pasar el día, pero vuelven a casa por la noche y eso habían hecho los que nos encontramos al llegar. Nos quedamos Ana y yo solos en mitad de la nada. Veníamos con los pies negros de basa, pero antes de que el mar se retirase habíamos preparado un caldero de agua en la bañera para la vuelta. Al regresar se agradece tener con qué lavarte los pies antes de volver a bordo y no mancharlo todo, pero si no lo haces mientras la marea está alta luego no tienes de dónde cogerlo, pues el mar se ha retirado. Nosotros ya sabíamos lo de los desembarcos en el Páramo de Santander y no nos cogió desprevenidos. Cenamos en aquel sitio paradisíaco y nos fuimos a dormir esperando un reflotamiento tranquilo como el que habíamos experimentado en Santander.

Pero todo paraíso tiene su purgatorio, y en este vino por la noche. Estando varados, hacia las dos de la madrugada salió un viento del Norte con rachas de 15-20 nudos que hacía temblar el palo, aun estando en tierra, acompañado de chubascos. La jarcia silbaba más que nunca, ya que al estar el barco varado no cede ante la fuerza de las rachas, y al oponer más resistencia la jarcia silba y vibra más que estando a flote. La isla está muy poco elevada sobre el mar, apenas un metro, y no ofrece resguardo, o sea que estábamos como si fuera en medio del mar. Como éramos nuevos en el sitio no conocíamos ni el detalle de la configuración de la isla ni los vientos habituales en la zona, porque más tarde nos dijeron que este arreciamiento por la noche estaba siendo habitual esos días, como pudimos comprobar las noches siguientes. Estábamos acostumbrados a Santander, donde en verano sopla por el día pero llega el recalmón total por la noche. No se podía dormir con aquel ruido. Para más inri la pleamar era a las 4:30, y nos tocó aguantar otra vez los golpes del casco contra la arena, porque las olas seguían azotando el barco. No nos apetecía aguantarlos otras dos veces (el inicio de la bajada de la marea a las 4:30, y el repunte de la pleamar por la tarde, cuando teníamos pensado marcharnos) pero tampoco podíamos irnos del fondeo de madrugada porque en toda la bahía está prohibido navegar de noche. Esto último es lógico, pues es un laberinto de parques de ostras sin señalización luminosa del que no sales ileso como lo intentes. Así que en mitad de la negrura intentamos una maniobra desesperada buscando aguas más profundas, pero sabiendo que pasadas estas teníamos un parque de ostras a sotavento.

En teoría, la maniobra era sencilla. Estábamos fondeados por proa con un ancla que estaba aguantando casi toda la fuerza del viento, y por popa con otra que solo era para mantenernos en la posición perpendicular a la línea de marea cuando subiese, pero que como el viento entraba un poco por el través también estaba a tensión. Debíamos cazar la de proa para que el barco avanzase hasta la vertical del ancla, largando el cabo de la popa, levantar entonces el ancla de proa y dejar que el barco basculase hasta quedar colgado de la de popa. Si todo salía bien ganaríamos 25 metros hacia sotavento (la longitud del cabo del ancla de popa) es decir, hacia aguas más profundas. Pero eso era la teoría. En la práctica la tensión del ancla de proa era tal que nos faltaba fuerza para hacer avanzar el barco, y no queríamos ayudar con el motor porque teníamos otro cabo en popa, y además plomado, que podía enredarse con la hélice (el accidente típico que lo complica todo). Por si fuera poco, estábamos en la oscuridad total, solo alumbrados por las linternas frontales. Lo resolvimos pasando el cabo del ancla de proa al winchi de la escota del génova para hacer más fuerza, y añadiendo 25 metros más al ancla de popa, que íbamos largando a medida que cazábamos la de proa. Cuando llegamos a la vertical del ancla de proa hubo otro problema inesperado. Al levantarla el barco empezó a bascular con un recorrido circular bastante escorado a sotavento. Pero los puntales seguían puestos porque no nos había dado tiempo a retirarlos. Con la escora el puntal de sotavento no paraba de rozar el fondo, añadiendo estrés a la maniobra por el temor de quedarnos fijos al fondo por el puntal y atravesados al viento, lo que llevaría a varar apoyados en la panza y con el puntal debajo, con riesgo de dañar el casco. Esta vez la suerte nos acompañó y terminamos el giro completo sin incidentes, hasta quedar colgados del ancla de popa 50 metros a sotavento de la posición original, ya en aguas profundas. Pudimos salir del cepo a eso de las 6 de la madrugada. Aunque todo terminó bien, habíamos estado trabajando toda la madrugada y quedamos exhaustos. Fondeamos en un lugar profundo para dormir un poco esperando continuar la navegación por la mañana. Y esta vez por suerte no se bloqueó la orza, porque era lo único que nos hubiera faltado para rematar la noche.

Nuestra conclusión fue que la varada con los puntales tiene muchos riesgos en aguas abiertas, quedando expuestos a muchos imprevistos difíciles de resolver. En el futuro intentaríamos usarlos solo en aguas muy protegidas. Pese a todo, la visita a la isla fue una de las más agradables del viaje, y sin duda mereció la pena.

Capítulo 6 El cap Ferret y el banc dArguin Al clarear el día poco después de - фото 6

Capítulo 6

El cap Ferret y el banc d’Arguin

Al clarear el día, poco después de las 7 de la mañana, salimos con destino al puerto de La Vigne (44º 40,4’ N; 1º 14,3’ W). Habíamos conseguido un favor muy especial, precisamente por venir “del Océano” como comenté. El puerto de La Vigne, en la costa Este de la península de Cap Ferret, es un puertito privado que normalmente no tiene plazas para visitantes. Es el único de la bahía, junto al de Arcachon, que no se vacía completamente en bajamar, aunque solo le queda una profundidad inferior a un metro. Nos venía muy bien como lugar de base para conocer esa península, porque la única alternativa era fondear o coger una boya, y en ninguno de esos casos podríamos desembarcar las bicis para movernos por carretera. Cuando se lo dijimos al responsable de la Capitanía de Arcachon les llamó por teléfono, y al decirles que éramos españoles y que veníamos “del Océano” con un barco de seis metros, nos permitieron pernoctar en una plaza que les había quedado vacía por unos días, al haber sacado el barco uno de sus socios.

Así pues, nos dirigimos a La Vigne contorneando la Isla de los Pájaros por el Sur y luego por el Oeste a favor de la marea vaciante, solo con el génova, hasta que al superar la isla y tener que hacer rumbo Noroeste nos metimos en el Canal de Picquey, donde el reflujo de la marea nos venía de cara. Entonces izamos también la mayor, llegando a vela a la entrada del puerto. Por el camino pasamos por encima de un bajo que según la cartografía que teníamos del año 2012 (dos años antes) tenía 0,8 metros en bajamares escoradas, que no era el caso de ese día, y volvimos a tocar fondo. Poco después, al terminar de bajar la marea, vimos que en realidad emergía una lengua de arena en forma de pequeña playita donde había algunos barcos varados para carenar. O sea que también aquí la colmatación de arena había elevado los fondos en tan solo dos años. Como la orza del Corto Maltés es abatible no pasó del susto. Al llegar frente a la entrada del puerto llamamos por la radio pero nadie contestaba, como tampoco por el teléfono, seguramente era aún pronto y no habrían empezado a trabajar. Con el agotamiento que traíamos nos amarramos a una boya cerca de la entrada para dormir un rato. Hay que decir que toda la bahía de Arcachon está llena de bancos de boyas y que, al menos en junio cuando Ana y yo entramos, muchas estaban vacías. Si te quedas a bordo puedes utilizarlas, dando por supuesto que si viene su dueño te cambias a otra. Cuando más adelante conseguimos contactar con la marina lo primero que nos preguntaron fue nuestro calado (70 cm con la orza subida), y nos dijeron que esperásemos hasta las 12:30 para entrar, cuando la bajamar había sido a las 10:46 h pues en ese momento no nos garantizaban que hubiese agua suficiente. ¡Como para venir con un barco de quilla fija! Aprovechamos para dormir un poco más, y para arranchar y colocar todo el cafarnaún del barco tras esa noche toledana.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Ana María González González - El claroscuro catalán
Ana María González González
Álvaro González de Aledo Linos - O sea que el amor era esto
Álvaro González de Aledo Linos
Álvaro González de Aledo Linos - Ladrar al espejo
Álvaro González de Aledo Linos
Álvaro González de Aledo Linos - Un tripulante llamado Murphy
Álvaro González de Aledo Linos
Álvaro González de Aledo Linos - Carpe diem
Álvaro González de Aledo Linos
Álvaro González de Aledo Linos - La sonrisa de Mikel
Álvaro González de Aledo Linos
Álvaro González de Aledo Linos - La vuelta a España del Corto Maltés
Álvaro González de Aledo Linos
Álvaro González de Aledo Linos - Dibucartas al grumetillo
Álvaro González de Aledo Linos
Raúl Vélez González - Memorias de viaje (1929)
Raúl Vélez González
Отзывы о книге «Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros»

Обсуждение, отзывы о книге «Santander-Bretaña-Santander en el Corto Maltés, un velero de 6 metros» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x