Laureano Debat (Lobería, Argentina, 1981). Se licenció de periodista y comunicador social en la Universidad Nacional de La Plata, donde también trabajó como docente en diferentes talleres de escritura. Llegó a Barcelona en 2009 para cursar el Máster en Creación Literaria en la Universitat Pompeu Fabra.
Como periodista cultural ha colaborado en los suplementos Radar, de Página 12, y Cultura(s), de La Vanguardia y en la revista Orsai. Ha incursionado, además, en diferentes ámbitos del periodismo: arquitectura, ciencia, política y derechos humanos. También trabajó como productor y locutor de radio, copy publicitario y guionista. Actualmente colabora como cronista de la Revista Ñ de Clarín y Anfibia de Argentina, Altaïr Magazine, Eldiario.es Catalunya Plural y Vice de España y Radioacktiva de Colombia.
Candaya Abierta, 8
© Laureano Debat
Primera edición: septiembre de 2017
© Editorial Candaya S.L.
Camí de l’Arboçar, 4 - Les Gunyoles
08793 Avinyonet del Penedès (Barcelona)
www.candaya.com
facebook.com/edcandaya
Diseño de la colección:
Francesc Fernández
Imagen de la cubierta:
Francesc Fernández
BIC: FA
ISBN: 978-84-15934-89-9
Depósito Legal: B 2376-2018
Actividad subvencionada por el Ministerio de Cultura y Deporte
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier procedimiento, sin la previa autorización del editor.
BARCELONA COMO UNA FICCIÓN INCONCLUSA
LA VIDA EN ROUGE
FLYERS A LA PARRILLA
TU NOMBRE ME SABE A HERBALIFE
CASTINGS PARA UN PISO COMPARTIDO
FANÁTICO DE LOS CURSOS
LOS MENDIGOS PERFORMERS
TERRORISMOFOBIA
MARATÓNICA
MASOCRÍTICOS EN BICICLETA
UNA CIUDAD DE MÁQUINAS
EL RAVAL EN SU ESPEJO DE LA RIERA BAIXA
ANUBIS SE VISTE DE ZIGGY STARDUST
MÁS POPULAR QUE JESÚS
LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE MI ARMARIO
LA HISPANIDAD AL PALO
SUEÑO CON CHINOS EN EL PATO LOCO
TERRASSING WAY OF LIFE
CHARLES MANSON CORTANDO EL CÉSPED DE LOS JARDINES DE PEDRALBES
EL LABERINTO DE TIGER
LA BOUTIQUE DE LOS FUTURISTAS VINTAGE
AMORES PERROS
CONGRESOTÉRICO
ALGO LE PASA A POBLENOU
NOLLEGIU O EL RETORNO DEL LIBRERO
LA CANCHA EN UNA NAVE INDUSTRIAL
RACING CAMPEÓN EN BARCELONA: 13 AÑOS Y 13 MIL KILÓMETROS DESPUÉS
CIUTAT MERIDIANA TAMBIÉN SE DIVIERTE
BARRIO DE PASTILLAS
LOS NIÑOS INDIES DE SANT ANDREU
MAMÁ, QUIERO IR AL ESPACIO
DESDE EL SPAM. LA CÁSCARA DEL MOBILE WORLD CONGRESS
BARCELONA CIUDAD ABIERTA
BARCELONA COMO UNA FICCIÓN INCONCLUSA
Los mapas, tan exactos con su escala. Tan solventes en hacernos creer que sabemos dónde estamos. Como pésimo lector de mapas, dudo tener alguna certeza posible mientras piso el suelo de Barcelona. Camino por barrios que despiertan más preguntas que respuestas, que alimentan obsesiones. Que dan sentido, en definitiva, a una cierta escritura.
Todavía circulan en mi retina algunas de las primeras imágenes de la ciudad, como instantáneas de la sospecha de estar habitando una ficción: los edificios goteados, las tiendas de moda dentro de murallas medievales, los barrios tecnológicos sobre despojos de fábricas abandonadas, una adolescente con hábitos musulmanes y un piercing rosa furioso en la nariz, el bronceado naranja de un turista danés sacándose fotos en las Ramblas con músicos bolivianos vestidos de indios siuoxs norteamericanos.
A partir de esta textura inconexa, el modelo de mi cartografía personal sobre Barcelona se fue acercando bastante a la Guía Psicogeográfica de París , de Guy Debord: un plano anárquico de flechas que apuntan hacia múltiples direcciones, en donde reina el desorden y la desorientación. Vivir y transitar la ciudad al margen de los mapas ya no sólo por ser un mal lector de mapas, sino también porque la propia ciudad es un desorden, a pesar de que la nomenclatura matemática de barrios, los tarros clasificadores de residuos o la puntualidad limpiadora de las calles traten de ordenarla.
Entendí enseguida que ordenar Barcelona era imposible, que reinaba el caos y que su movimiento era permanente. Y en esa inquietud se fue dibujando mi propio mapa de la ciudad, un mapa inconcluso hecho de experiencia vivida, sensaciones, memoria y sueños. Un mapa caótico trazado a pulso en caminatas por la ciudad.
Dice Luis Martín-Santos en Tiempo de silencio que “cuando uno llega a una ciudad piensa que esa ciudad lo está esperando”, planteando un dilema permanente del inmigrante, esa falsa ilusión que no podemos evitar sentir. Sabemos que nunca es verdad pero igual necesitamos creer que ese sitio nos necesita, aun con la conciencia de que somos absolutamente prescindibles y que la ciudad seguirá moviéndose con o sin nosotros.
Lo mismo que sucede con la escritura. Necesitamos concebir nuestros textos como imprescindibles y necesarios, sabiendo que seguirán el rumbo musiliano de “una recta que avanza titubeando en la nada”, el mismo camino del viajero errante que se desprende de su yo en cada paseo o en cada escrito. Que va mutando en su encuentro dialéctico con la propia ciudad que lo transforma. Y que lo convierte en otro.
Ni utopía ni distopía
Quizás la exposición de arte contemporáneo que más me ha marcado en todos estos años que llevo en Barcelona haya sido “Atopía: Arte y Ciudad en el Siglo XXI”, organizada por el CCCB entre el 25 de febrero y el 24 de marzo de 2010. Presentaban allí una selección de obras de artistas de todo el mundo que trabajaban desde la atopía urbana, desde la incomodidad y la atomización, bajo la óptica del individuo solitario enfrentándose a la gran ciudad. Los comisarios Iván de la Nuez y Josep Ramoneda marcaban el contexto en el catálogo de la exposición: “Cuando la ciudad concreta pierde sus contornos y da lugar a la ciudad abstracta”. O lo que es lo mismo: cuando se pierden los límites entre realidad y ficción tanto en la configuración de una ciudad como en la propia experiencia urbana.
El artista hongkonés Stanley Wong (más conocido por su seudónimo de Anothermountainman ) presentó la serie Lanwei , unas fotografías con montaje en las que se veían individuos solitarios habitando edificios en ruinas. Seres derrotados y deprimidos usando unos pocos muebles que parecían haber sobrevivido a una devastación. Restos de edificios inacabados, burbuja inmobiliaria distópica y fondos de rascacielos interminables y anónimos. No había objetos a los que aferrarse ni con la emoción ni con el recuerdo y los sujetos parecían víctimas de algún tipo de sueño o quimera inconclusa. No existía un pasado concreto sino la evocación de un pasado difuso encarnado en las ruinas.
El reverso de la obra de Wong eran las fotos de la anglo-norteamericana Carey Young, de la serie “Body Techniques”. La propia artista posaba sobre terrenos sin edificar o sobre edificios que estaban siendo construidos o que fueron abandonados y en cuyo fondo había, también, otros edificios más grandes. Como modelo, Carey Young se adaptaba de manera ergonómica a su entorno: era el individuo adaptándose a la ciudad y no la ciudad al individuo. La artista trataba de representar dos posibilidades en una ciudad, a partir de la metáfora arquitectónica de una periferia sin edificar y de un centro plenamente edificado: el individuo puede permanecer en el desierto urbano o puede adaptarse al entorno construido. Bajo una aparente frialdad en las escenas, ahora la presencia humana adquiría calidez, tal vez por sus formas corporales que recordaban instantáneas de danza contemporánea. Se veía sensualidad y desapego, un escenario aséptico y despojado que requería que observásemos con mucha atención la escena representada. La artista nos hacía dudar hasta de nuestras propias percepciones.
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