Esta noche ha vuelto el fantasma, Despierta, Mayelín, Déjame dormir, Que hay un muerto aquí, Déjame dormir que tengo turno en el policlínico, Un muerto te digo, No me fastidies. Tengo que enfrentar el problema solo, qué se hace en estos casos, sólo puedo mirar, Qué quieres, como si los muertos hablaran, una hora mirándolo, él allí, bien muerto, Debo hacer algo, enciendo la luz y desaparece.
Vienen noches iguales, Como si no tuviera nada que hacer, se ve que allá el tiempo sobra, las cosas con Mayelín se han puesto agrias, Te pasas la noche dando vueltas por el cuarto, en qué estás tú, Yo sin poder explicar, Un fantasma, digo, El único fantasma eres tú, me voy. Mayelín se va de la casa y del bufete, A Mayarí, le dice a la gente, empiezan a mirarme raro, yo sin poder defenderme, a quién le importa mi fantasma, Ella no es para ti, Ignacio, olvídala, Lleva un hijo mío adentro, coño.
Qué te pasa, te veo mal, me dice Jorge en El Níkel, Mi buen amigo Jorge, así que dejaste la universidad, Sí, chico, eso no da nada, En qué estás, Hago lo que puedo, qué tienes, te veo nervioso. Tengo que decirle todo a Jorge. No me jodas, chico, así que te inventaste un fantasma para mortificar a tu mujer, Lo mismo dice mi mamá, pero te juro que es verdad, Conozco a una gente, dice Jorge, aquí mismo en Frexes, número tal, dile que vas de parte mía, Yo soy un abogado, coño, yo no puedo, Claro que puedes, o ve a la policía.
Jorge tiene razón, no pierdo nada, cinco pesos, un tabaco y una vela. De parte de quién, dice el hombre, De Jorge, Qué Jorge, El de Nuevo Llano, Ah, Jorge, sí, claro, pasa. Sobre la mesita gira un ventilador, una silla frente a la otra, la vela arde a cubierto del aire pesado y caliente, no es septiembre por gusto, Tú vienes por lo del muerto, Cómo lo supo, Yo lo sé todo, no debes tener miedo, no es un muerto malo, Ah, los hay malos y buenos, qué importa eso si están muertos, qué pueden hacer, qué es lo que quiere de mí, Tu mujer se fue, Eso quería él, Eso, te necesita a ti solo, no a tu mujer, A mí entonces, para qué, Quiere que lo ayudes, Por qué no me lo dijo, Ellos no hablan mucho, no hablan nunca, Hubiera escrito en la pared, No seas bobo, eso sólo pasa en los cuentos, ellos sólo pueden aparecerse, el resto depende de ti, Qué debo hacer, Eso yo no lo sé, Dijiste que lo sabes todo, Eso no, hay cosas que nadie las sabe, ni siquiera alguien como yo, Estamos en las mismas, No digas eso, tienes que dejarte llevar, Eso qué quiere decir, Los muertos trabajan así, te ponen cosas delante, te ayudan a decidir, deciden por ti a veces, sólo debes hacer lo que él te diga, Cómo me lo va a decir, Ya te lo dije, déjate llevar, las cosas van a ir pasando solas, como accidentes, o como casualidades más bien, tienes que seguir el ritmo, como en un baile, más o menos un baile con un muerto, observa bien los lugares, los escenarios que aparezcan, habrá siempre algún mensaje para ti, Dices que no es malo, No lo es, te lo aseguro, Por qué me escogió a mí, Eso yo no lo sé, lo descubrirás tú mismo.
La conversación me ha abierto la curiosidad. Si es cierto lo que el hombre dice, el fantasma no me dejará tranquilo. Estoy obligado a ayudar, cualquier cosa que sea lo que el muerto quiere de mí.
Hay que ver la forma que tienen los muertos de hacer las cosas, para algo están muertos, y eso de trabajar con las mentes de la gente es algo que merece estudiarse, Cualquier día abren un curso de Muertología, cinco años en la universidad, diplomas diferenciados, muertólogo brillante, pero yo aprendí mi lección en cinco minutos, No sé cómo he venido a dar a la estación de ferrocarriles, El último para La Habana, la lista de espera es de eso, de espera. Un hombre me sacude por el brazo, dice que es el administrador, Usted es el pasajero número tal, ha ganado un pasaje gratis, cortesía de la empresa, promociones que se hacen, un nuevo estilo de trabajo, interesar al público, brindar un mejor servicio, hacer más con menos, todo por el cliente, autoplanificación económica, dirección por objetivos, normas isonuevemil aplicadas al transporte ferroviario, no hay que ir al extranjero para aprender, aquí lo tiene, destino Habana, salida a las ocho pe eme, totalmente gratis. La gente aplaude, Los cubanos aplauden por cualquier cosa, me pongo colorado, voy colorado por Aricochea, son las diez, no puedo irme para La Habana así como así, yo tengo un trabajo, eso significa responsabilidad, hay un jefe por el medio, El director al teléfono, Soy yo, Ignacio, Sí, dime, Ignacito, te oigo, Es que tengo que ir a La Habana, es urgente, No te preocupes, si te hace falta dinero, No, dinero no hace falta. Debe haber otro mundo bajo el nuestro, o al lado, Un submundo, diría alguien, líneas paralelas, un espejo invisible donde nuestras acciones encuentran otras acciones en respuesta, leyes metafísicas inimaginables, casas y tiendas iguales a las nuestras, Falta saber si los precios son los mismos, el amor, el dolor, la esperanza, todo tiene allí su lugar adecuado, basta pegar el rostro a los cristales y cerrar los ojos, no es el cristal lo que importa, sino ese cuerpo gaseiforme del que hablan los poetas, los locos y los curanderos, el resplandor y la llovizna puestos a prueba dentro del maletín que ha comprado mi madre, Para qué, vieja, Por si te hace falta viajar de pronto, tú eres un profesional, no vas a ir por ahí hecho un desastre. Entiendo, demasiadas coincidencias, el pasaje gratis, el director tan atento, el maletín, podría escribir un cuento sobre eso. Permiso, al hombre le toca el asiento de la ventanilla, media hora sin hablar, después se presenta, o me presento yo, hablamos, el sueño me vence, aquí cada uno encuentra su propio ritmo, su rostro y su cristal, a mí lo mío, mi fantasma vuelve, hasta en el tren se me aparece, pero no viene solo, hay otra imagen, o la misma imagen en un close up abierto, el cuerpo es el mismo, y la sangre, pero al lado hay algo nuevo, un gran cuadro de dos por uno, un hombre viejo vestido a la moda de la colonia, un caballero español, barbilla prominente, bigote de Cervantes, peluca de Fernando de Aragón, todo en joyas, la espada guarnecida con diamantes, los ojos azules, la mirada terrible, asusta, despierto.
Ninette está en la estación, Cómo supiste que venía, Lo supe, no estás contento, Estoy, y este carro de quién es. El marido de Ninette es alguien, una firma extranjera, buen carro, apartamento en Miramar, Dónde está, Salió urgente para Shanghai, estaremos solos, tienes miedo, qué te pasa, Si llega de pronto, No te preocupes, Los vecinos..., Esto no es Holguín, aquí se conoce más fácil a los amantes que a los maridos. Primera noche juntos, A qué has venido, Ignacio, Qué le puedo decir, Vine por un fantasma, Qué fantasma, El mismo de siempre, Tú y tus fantasmas, Vine a trabajar, No hay trabajo en Holguín, Claro que hay, pero necesitaba cambiar de ambiente, Te puedo conseguir algo en una firma, No quiero firmas, quiero trabajar en la construcción. Hasta para mí suena extraño, pero tengo que dejarme llevar, eso fue lo que dijo el hombre de Frexes, eso es lo que hago yo. No eres tan bobo, dice Ninette, un abogado consigue casa rápido en la construcción, No quiero ir de abogado, Entonces de qué, De albañil, o de ayudante, Estás loco, pero qué les hacen a todos ustedes allá en Oriente, No voy a discutir eso, no hay por qué.
El jefe del contingente me trata bien, habla de la fuerza de trabajo fluctuante y de la necesidad de personal, de la rapidez en las contrataciones y la calidad de los trabajos. Demasiadas molestias por un ayudante de albañil, Ésta es tu cuadrilla, todos gente muy seria, estás en buenas manos, muchacho. El jefe de la cuadrilla me pone con la gente de demoliciones, no será por mi físico, por algo será. Me veo dando mandarriazos en las paredes de una iglesia vieja, No naciste para eso, dice un mulato grande, Te enseñaré cómo es, Los demás miran, toda una semana en eso.
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