Hubiera dormido toda la noche, toda la noche y el día siguiente, pero no puede ser, algo me despierta, una claridad al lado de la cama, los contornos del cubículo delineándose, los ronquidos de los orientales suenan lejos, y esa luz en el cuarto, miro al piso. No lo puedo creer, me pellizco tres veces, cierro los ojos y los abro despacio, está allí, un hombre, un muerto, porque se ve que está muerto, tirado en un charco de sangre, en esa claridad que deja ver cada detalle, las botas con hebillas brillantes, nunca las he visto así, los pantalones con tirantes, la camisa blanca manchada de sangre, mangas largas con ribetes de encaje en los puños, un hombre joven, el pelo negro y lacio, el rostro vuelto hacia mí, los ojos cerrados. Tengo que asustarme, y me asusto, pero no tanto como yo mismo quisiera, me levanto de la cama, despacio, hacia el interruptor, el muerto está ahí, el clic tan fuerte, como un chasquido de carne abriéndose, de sangre brotando a chorros, las lámparas tardan en encenderse, parpadean y se hace la luz. El muerto ha desaparecido, ni gota de sangre en el piso, pero hay algo, un pergamino, letras doradas, algo conocido, Qué hace mi título aquí, qué broma es ésta, mi título en el lugar del muerto, no recuerdo bien dónde lo puse, se me cayó tal vez cuando entré. El muerto era otra cosa, un fantasma, el alcohol se sube a la cabeza, Juro no tomar más.
Alguien despierta, Qué haces, Ignacio, qué le voy a decir, Vi un fantasma, Estás borracho, acuéstate, Lo vi de verdad, estaba aquí, Un muerto dices, Bien muerto, Por dónde se fue, No lo sé, encendí la luz y desapareció, Tenías que haber visto por dónde, Qué tiene que ver, Ya es tarde, las cuatro, acuéstate que mañana vemos lo del muerto, tienes que recordar por dónde se fue, Te digo que lo vi, estaba aquí mismo, Apaga la luz y no jodas más, para eso tomas. Qué puedo hacer, apago la luz y me siento en la cama con el título apretado sobre el pecho, Un fantasma, quién lo hubiera creído, el primer fantasma de mi vida, dicen que el primero nunca es malo, quién sabe si éste se traía algo entre manos.
Todo el mundo sabe del fantasma. Viene mucha gente a ver el cuarto, Un fantasma en el albergue cinco, empiezan a hacer cuentos de cuando la escuela al campo, Vieron un ahorcado en una mata de jobo, una vieja que salía vestida de blanco, una mujer con un gato negro, tantas cosas, toda la mañana en eso, Se ve que son de Holguín, aquí en La Habana no se ven esas cosas. Cómo explicar todo, Yo lo vi, estoy seguro, Estabas borracho, la resaca da eso, Por dónde se fue, Otra vez con lo mismo, qué sé yo por dónde, se fue y ya, me voy a almorzar.
El arroz está duro, y yo pensando en el fantasma, Mucha sal el picadillo, por dónde se iría, Ninette me dijo que la fiesta iba a ser por la tarde, Ir o no ir, si se entera de lo del muerto, Vamos, Ignacio, hay una fiesta en la casa de la rubia, para orientales también, ella no está en eso, Entonces invitó a más gente, no voy a quedarme solo en el cuarto, Espérenme que me voy.
Una fiesta es una fiesta. Los padres de Ninette hicieron bien las cosas, comida abundante, gente sencilla, Éste es Ignacio, el marqués de Aguas Claras, Por qué marqués, No ven que tiene un nombre de ésos, don José Ignacio Villafruela y Villavicencio, grande de Holguín, sangre directa de los reyes de España, Este muchacho va a ser alguien en oriente, ya lo verán en los periódicos. Los padres de Ninette son de Santiago, empiezan a preguntar, hace tiempo que no van a oriente, gente buena de la tierra, han tenido suerte, Ninette nunca lo había dicho, Te lo tenías callado, Mejor dime tú cómo fue eso del fantasma, Qué fantasma, ya alguien te vino con el cuento, Anda, chico, dime, No fue nada, estaba tirado allí, desapareció cuando encendí la luz, Por dónde se fue, No sé, todo el mundo pregunta lo mismo, Ay, chico, olvídate de eso, vamos para el balcón. Ella me besó en la boca, dijo que era muestra de afecto, Tú siempre me has gustado, Ignacio, Lo dices ahora, ya mañana me voy, No importa, bésame.
En casos así la vida puede cambiar de pronto. No es que no quiera volver a Holguín, pero con una muestra de afecto como ésa cualquiera puede tambalearse, Si quieres me quedo, Qué vas a hacer aquí, ni siquiera tienes casa. Ah, claro, la casa, las veinte razones del alquiler, los cuartos estrechísimos, Yo pudiera vivir en un solar de ésos, hay unos cuarticos baratos, yo pudiera vivir ahí, Pero yo no, dice Ninette, y con eso queda todo claro.
Hay otras muestras de afecto esta noche, gente llorando y cosas así, Se nos van los orientales, cinco años juntos, regresan a la tierra, todos graduados, Perdóname por decirte guajiro, No importa, eso es lo mejor que tengo, Vuelvan un día por acá, Se van en tren o en avión, Holguín está tan lejos, Vuelvan por acá un día. Ninette está llorando, Te vas mañana, Ignacio, Me voy. Los padres nos despiden en la calle, Ninette triste, yo triste, Adiós, Ignacio, Adiós, Ninette. Quién sabe, a lo mejor un día nos vemos.
El primer día de trabajo nunca se olvida. Es septiembre y llovizna, el director del bufete dice unas palabras de bienvenida, Un nuevo profesional asume su responsabilidad ante la sociedad y se incorpora a trabajar con nosotros, le deseamos éxitos en el trabajo futuro, le garantizamos todo el apoyo necesario, aquí se va a sentir como en su casa. Por primera vez me dicen “licenciado”, me tratan bien, Ésta va a ser tu mesa. La oficina no está mal, una ventana con vista al patio, Te gustó La Habana, Me gustó, pero Holguín es mejor, es más limpio, Más limpio, sí, y menos bulla, Más limpio, la bulla es la misma, Vamos a almorzar, Vamos. Dulce felicidad la del que empieza, suerte de principiante dicen cuando Mayelín me sonríe en el comedor, ella que no se ríe con nadie, Le has caído bien, Ignacio.
Mayelín se pasa todo el almuerzo mirándome, habla con alguien y me mira. Eso es tuyo, Ignacio, te lo digo yo, suerte que tienes, muchacho. Hay que ver cómo la gente se preocupa, todo el mundo sabe lo de Mayelín, Viste cómo miraba al nuevo. Ella no está nada mal, mulatica clara de Mayarí, yo con acento habanero, Ignacio, verdad, Ignacio, Te gusta esto, Me gusta, me gusta, me gustas tú, Mayelín sonríe, Todos los hombres son iguales, no pierden el tiempo, Todos los hombres sí, de Mayarí dijiste, De Mayarí, Todas las mujeres son lindas allá, Todas no.
Duermo temprano, demasiadas cosas para un solo día. Una claridad conocida me despierta como a las doce, Será posible, miro al piso y lo veo, mi fantasma conocido, la misma pose, la misma sangre, tan muerto como la primera vez, primero el susto, el corazón latiendo, No te vas a escapar. Valiente Ignacio, nombre de marqués, sangre directa de los reyes, no han visto a un hombre abalanzarse sobre algo, Te tengo, pero nada, el esfuerzo ha sido en vano, se esfumó en el aire. Me pregunto por dónde se fue, debe tener un plan B, eso no falla. Mi madre se asoma, Qué pasa, Ignacio, Nada, vieja, Qué haces en el piso, si está oscuro, muchacho, Nada, vieja, un baile nuevo, Acuéstate, Sí, vieja, hasta mañana.
No se ve dos veces el mismo fantasma, éste quiere algo. Mayelín también quiere algo, está esperándome en la entrada del bufete, Hola, Ignacio, Hola. Me besa en la boca y yo como un poste, así de fácil, En Mayarí todas las mujeres son así, Todas no.
No le digo nada del fantasma, va y se asusta y se echa todo a perder, no todas las mujeres te aguantan eso. Un mes saliendo, Ésta es mi mamá, Hola, cómo está, Esta es Mayelín, De dónde, De Mayarí, va a vivir aquí conmigo, Pero…, Ignacio, mijo, Ya lo decidí. Qué puede hacer una madre, qué puede hacer.
Un año exacto viviendo juntos, el amor es una bendición, Estoy embarazada, dice Mayelín cuando estamos sentados a la mesa. Yo contento, mi madre también contenta, Bien, niño o niña, Vamos a ver mañana, vamos a ver.
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