3. La novedad del pontificado de Francisco está relacionada con la novedad de Aparecida. Ayer Bergoglio contribuyó con Aparecida; hoy Aparecida contribuye con Francisco. Él la asume con fidelidad creativa y pone la conversión misionera en el corazón de su programa reformador.
No obstante, destaco que lo que trataré de expresar aquí tiene un sentido programático y consecuencias importantes. Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de la conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están (EG 25).
El espíritu de Aparecida se puede resumir en las frases nuevo Pentecostés y conversión pastoral. La V Conferencia significa un paso del Espíritu para intensificar nueva evangelización misionera (A 13) y permanente (A 551). Propone «una actitud de permanente conversión pastoral» (A 366) de todas las comunidades de los discípulos misioneros (A 368). «Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales» (A 365).
4. La Ecclesia semper reformanda es una Ecclesia in statu conversionis y una Ecclesia in statu missionis. La conversión misionera es la clave y la meta de una reforma de la Iglesia. Para Francisco «la salida misionera es el paradigma de toda la Iglesia» (EG 15). El Papa aplica su distinción entre la misión paradigmática y la misión programática69. Este programa convoca a reformar todas las estructuras eclesiales «para que se vuelvan más misioneras» (E 27), lo que incluye la conversión del papado y las estructuras del gobierno central de la Iglesia (EG 32).
5. Francisco plantea la conversión misionera de la Iglesia desde las periferias del Sur. Este proceso verifica de un modo nuevo lo afirmado en 1950 por Yves Congar. Varias reformas fueron inspiradas en un retorno a la pobreza evangélica y generaron un nuevo compromiso con los pobres. Este pontificado vuelve a reconocer el protagonismo de las periferias y los periféricos70.
Las iniciativas vienen sobre todo de la periferia. Con razón se ha dicho que la historia progresa desde las márgenes. Las márgenes están más cerca de la periferia que el centro. Además este, por su vocación propia de guardián de la estructura, prefiere lo definido a lo que busca y aspira a ser definido… La historia enseña también que las reformas emprendidas tan solo desde arriba, sin amplia participación de los elementos de la base, periféricos y populares, tienen poca eficacia… Pero si la mayoría de las iniciativas provienen de la periferia, si las reformas no tienen posibilidad de lograr más que si se apoyan sobre amplias corrientes apostólicas, unas y otras solo pueden realizar una reforma de la Iglesia, una reforma en la Iglesia, y no una ruptura, si son asumidas por la Iglesia, incorporadas en su unidad: eso se hace, concretamente, mediante la declaración y la aprobación de las autoridades, la consagración conferida al profetismo por la apostolicidad… En nuestra obediencia al Espíritu se halla inserta una especie de tensión, es decir, una relación entre dos polos igualmente necesarios. Y esta obediencia solo es plenamente verdadera si alcanza estos dos polos y llena el espacio que los separa. Los dos polos son la iniciativa periférica y su consagración por el centro…71.
6. Francisco promueve una reforma de la Iglesia y una transformación del mundo desde las periferias de los pobres y a la luz de la fe en Cristo: «El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo “se hizo pobre” (2 Cor 8,9)» (EG 197). Por eso él desea una Iglesia pobre y de los pobres. La opción preferencial por los pobres es el vínculo profundo entre todas las corrientes de la teología latinoamericana de la liberación, incluyendo la teología argentina del pueblo. Francisco ofrece una notable reflexión bíblico-teológica sobre «los pobres en el corazón de Dios y de la Iglesia» (EG 186-216). Conociendo la tradición me animo a decir que ese texto tiene la mejor exposición del magisterio pontificio sobre Cristo, la Iglesia y los pobres72.
7. La misericordia de Dios en Cristo mueve a construir puentes entre las personas y los pueblos.
Todos los muros caen. Todos. No nos dejemos engañar. Sigamos trabajando para construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación… Las «3-T», ese grito de ustedes que hago mío, tiene algo de esa inteligencia humilde, pero a la vez fuerte y sanadora. Un proyecto–puente de los pueblos frente al proyecto–muro del dinero. Un proyecto que apunta al desarrollo humano integral73.
VII. LA REVOLUCIÓN DE UNA ECCLESIA REFORMATA ET SEMPER REFORMANDA
1. La reforma no es solo reforma de la curia sino de toda la Iglesia y de todos en la Iglesia. Las reformas se realizan a través de procesos sinodales animados por el don del reino de Dios inaugurado en la Pascua de Cristo, lo que requiere caminar marcando un agudo sentido del tiempo. La peregrinación en el tiempo reclama la virtud teologal de la esperanza; las virtudes del área de la fortaleza: perseverancia, paciencia, magnanimidad, audacia; mucha prudencia y más misericordia (EG 44). Una reforma sinodal de la Iglesia implica animar procesos renovadores participativos irreversibles, como el que se dio en el proceso sinodal en torno al matrimonio y la familia. En esa línea el Papa anima a «ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios» (EG 223).
La reforma sinodal del Pueblo de Dios en la cabeza y en los miembros requiere abordar muchas cuestiones pendientes. Aquí basta nombrar una sola: la necesidad de institucionalizar mejor los vínculos fraternos de los ministros ordenados con todos los fieles porque «los laicos son, simplemente, la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados» (EG 102). Este proceso implica superar tantas formas de clericalismo y de centralismo propias de la imagen piramidal de la Iglesia. En esa línea se orientan la preocupación por delinear la figura del obispo y el presbítero como un pastor que va delante, al lado y detrás del pueblo que se le confía (EG 31)74, y la promulgación de la nueva Ratio para la formación presbiteral75.
2. Solo los papas pueden reformar el papado. Francisco se inscribe entre los papas reformadores. Esta conciencia de recibir una misión reformadora está expresada en el nombre elegido por el Papa argentino. La reforma de la Curia, fijada por el decreto Christus dominus, ha comprometido a tres papas. Pablo VI tenía conciencia y voluntad de llevar adelante la renovación conciliar en todos los planos, sobre todo en las reformas de la liturgia y el gobierno. Instituyó el Sínodo de los obispos, reformó el Colegio de los cardenales, e inició el reordenamiento de la curia con la constitución Regimini Ecclesiae universae, luego modificada por la constitución Pastor bonus de Juan Pablo II76. Benedicto XVI ha reconocido que Francisco tiene el carisma de ser «el hombre de la reforma práctica»77. En su discurso a los miembros de la curia romana en 2017 el Papa se refirió a su ministerio como primado diaconal, remitiendo al título Servus servorum Dei, que expresa la vocación de unirse a Cristo en su forma de siervo (Flp 2,7). Y pidió a quienes trabajan en la curia ejercer una diaconía ministerial y curial para el bien y el servicio de las Iglesias.
3. La reforma profunda de la Iglesia —no meramente disciplinar— es una obra del Espíritu Santo que la renueva (LG 4). Exige una gran docilidad para ser un conductor conducido por el Espíritu.
La reforma de la Iglesia —y la Iglesia es semper reformanda— es ajena al pelagianismo. Ella no se agota en el enésimo proyecto para cambiar las estructuras. Significa, en cambio, injertarse y radicarse en Cristo, dejándose conducir por el Espíritu Santo. Entonces todo será posible con ingenio y creatividad78 .
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