Ese contacto permanente con los estudiantes lo alimenta y le permite a uno ser cada vez más humano. Intervenir de alguna manera en la vida de otro ser humano es una responsabilidad y una oportunidad que lo obliga a uno cada día a ser mejor (C. Bernal Vélez).
Además de ayudar a desarrollar el potencial humano de las personas, implica el reto de construir sociedad, para ello es indispensable poner a dialogar el aula con la realidad del entorno, acercarla a la diversidad social, y no pasar por alto que el aula está incrustada en una realidad histórica que organiza el sentido en los sujetos que ingresan a este espacio. Así lo expresan algunos docentes:
Mi docencia universitaria ha sido una docencia basada en las realidades, porque siempre he estado metido entre las cosas de la profesión para después venir a la Universidad a enseñarlas y nunca he creído en los profesores que no tienen un contacto con la realidad. La academia es una burbuja en la que uno puede inventar mil cosas, pero hay que salir a embarrarse, además porque la Colombia que vivimos es muy diversa (H. Bermúdez Gómez).
Para mí la docencia representa la parte yang, es decir, la estructura, la organización y también la disciplina de seguir estudiando, de encontrarme en un papel donde tengo que liderar algo. No puedo negar que la docencia me ha dado, no solo un estatus, sino una felicidad, que yo pueda tener un efecto positivo en la sociedad, creo que es algo muy positivo (R. E. Rosenberg).
Ser maestro implica vivir en la condición de aprendiz permanente y reconocer el privilegio que otorga la relación pedagógica como crecimiento mutuo, como lo señala uno de los testimonios: "ser maestro es un llamado del alma, antes que una profesión" (S. Moreno Ortiz).
LA ENSEÑANZA COMO ACTO POLÍTICO
Paulo Freire, pedagogo brasileño, defendió la idea de una pedagogía liberadora y de poner en práctica una educación que transformara la estructura de la sociedad, nos enseñó que toda educación es un acto político porque puede ser emancipadora en la medida en que se da en el diálogo que reconoce en el otro sus propios saberes, concepciones, valores y subjetividades; y porque permite que el sujeto se enfrente con su realidad, de tal manera que tenga consciencia de sí y de las aparentes determinaciones que imponen futuros domesticados, para así problematizar lo dado y abrirse a lo inédito viable.
En los testimonios de los maestros está presente un ejercicio autorreflexivo y comprometido con la formación del pensamiento crítico de los estudiantes, con la igualdad educativa y la transformación social, que refleja el sentido político de la enseñanza universitaria:
En primer lugar, yo siento un compromiso porque los estudiantes se transformen ellos mismos y transformen la sociedad en búsqueda de un mundo mejor; que sean capaces de acercase a la realidad y puedan identificar esa realidad en la que están y se den cuenta de qué es lo que funciona y qué es lo que no funciona, y cómo pueden contribuir [...]. Las generaciones han cambiado porque el mundo ha cambiado. Hoy hay mayor empoderamiento, mayor consciencia de sí mismo y de sus capacidades en los procesos de transformación (S. Cogollos Amaya).
Yo creo que no es solo un tema de disciplina sino, sobre todo, mi propia obsesión con la igualdad en una sociedad que es muy desigual en distintos niveles. Pienso en estudiantes que vienen de excelentes colegios, al lado de algunos que han estudiado en colegios no tan buenos, cuyo capital cultural es diferente. Con frecuencia me pregunto si la terminología que uso, de pronto, una persona no la va a entender. Esa es una angustia constante para mí, pero eso mismo me motiva a ser más creativo. Es un reto y yo me pongo frente a ese reto cada día (R. E. Rosenberg).
Se trata de enseñarles que el conflicto te toca a ti, indirectamente, en tu formación. Por cierto, les organizo el trabajo de campo llevándolos a los museos. La última visita fue a la exposición El Testigo. Memorias del conflicto armado colombiano, de Jesús Abad Colorado, para que vean qué ha sido el conflicto en el país, cuando todavía se discute si en Colombia hubo conflicto. Estamos volviendo otra vez a la tesis de que aquí lo que hubo fue unas bandas criminales. Entonces, los muchachos ven eso y se impactan, las fotos de Jesús Abad Colorado muestran algo tenaz (G. Zafra Roldán).
Hay que mencionar, además, que la enseñanza, en tanto acto político, se ofrece como una intencionalidad liberadora. Así, por ejemplo: “La historia no solamente es constructora de conocimiento, sino que su enseñanza es liberadora” señala una profesora; de igual modo, se señala que en la educación teológica: “La fe no puede ser ajena a los problemas de justicia social, que la fe se comprometa con la transformación de la sociedad, que la fe no sea de capilla sino de vida, este es el horizonte liberador” (O. C. Vélez).
Por otra parte, el sentido de la enseñanza también alude el cultivo de la insatisfacción por el presente, a labrar la esperanza y al “derecho al delirio”, en palabras de Eduardo Galeano. Como lo narra uno de los maestros entrevistados: “No solamente se requiere de una formación profesional enfocada hacia una educación que prepare para el mundo del trabajo, que a la postre resulta gris y muy pragmático; sino estimular para que el sueño y la ilusión estén presentes en el ser humano” (S. Moreno Ortiz). También nos lo recuerda el padre Gerardo Remolina:
La acción política de la universidad consiste en proyectar su saber sobre la sociedad para transformarla. Esta proyección ha de realizarla de diversas maneras. En primer lugar, conociendo la realidad en que vive y generando nuevos diagnósticos. Este conocimiento no puede ser un saber abstracto, sino concreto 4.
Lo dicho hasta aquí nos acerca al legado de las pedagogías críticas, en cuanto la educación como praxis emancipadora es fundamental para la construcción de sociedades más inclusivas y justas; parten del reconocimiento incómodo de que la sociedad se sostiene sobre promesas modernas incumplidas, como la igualdad, la libertad y la fraternidad.
En este escenario, el papel del maestro universitario es el de un intelectual de la cultura con la capacidad de incorporar de manera reflexiva y crítica en los procesos de formación, los grandes temas vigentes de la sociedad global y local; de convocar a nuevas generaciones desde el conocimiento del país y sus problemáticas más acuciantes; contribuir al uso ético y creativo del conocimiento con sentido social; y desarrollar en los estudiantes el pensamiento crítico, la capacidad de problematizar y desnaturalizar las desigualdades. Todo ello propiciando un proceso de transformación social mediante el compromiso de personas conscientes y críticas.
VIVIR LA PEDAGOGÍA COMO ACOMPAÑAMIENTO
La experiencia educativa que propician los maestros entrevistados acontece en un clima de aprendizaje donde prima el gesto de acompañar y cuidar al otro en el proceso de formación. Ellos refieren a aspectos que consideramos fundamentales y significativos porque contribuyen al proyecto y misión institucional de formación integral en la Universidad.
Algunos de los maestros entrevistados consideran como elementos fundamentales de la pedagogía universitaria las relaciones no jerarquizantes, el discernimiento, el acompañamiento, el cuidado del otro y el compromiso vivencial con lo que se enseña:
En el ámbito educativo el maestro mismo debe ser muy respetuoso con el estudiante y no violentarlo. Nosotros los maestros, desde nuestra posición privilegiada de conocimiento, algunas veces planteamos jerarquías que son leídas por los estudiantes como agresión. Ellos requieren sobre todo de una orientación crítica que los confronte y los conduzca al estudio y a la investigación, más que de una agresión (S. Moreno Ortiz).
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