Osho, legítimo seguidor del pensamiento hindú, conocido anteriormente como Bhagwan, con su pensamiento inspirador, nos ofrece ideas para tener una buena actitud creativa ante la vida. En sus reflexiones y pensamientos menciona que ante lo cotidiano no hay que tener una cierta actitud. Hay que caminar con cierta inocencia, como niños, curiosos y atentos, pero sin ser ingenuos; tranquilos, en paz sin someter al otro, con respeto y afecto por la vida. Una cosa es que los humanos filosofemos, pero otra es que la vida no es la filosofía misma.
No se debe vivir a priori ni andar con conclusiones previas. No calcularlo todo. Y coincide con Jiddu Krishnamurti en que, si uno anda con una actitud hindú, o musulmán, o de blanco o de negro o indígena, o de empresario o de empleado, vamos a construir barreras hacia el otro, pero especialmente hacia nosotros mismos. Si le ponemos un esquema, un formato a todo, eso será nuestro mayor dilema. Porque un asunto será caracterizar el mundo, pero otro etiquetarlo para que forme parte de una actitud con la cual yo me relaciono.
Y agrega que uno puede amar a otro ser humano como a una piedra, a un árbol, a una nube. A un colibrí tanto como a un leopardo o a una sombra. De eso nos hablan los hindúes, que tanto han aprendido de la vida y sus pequeños (o grandes) secretos.
Proyecto: el factor clave del éxito es la perseverancia. Mies Van Der Rohe dijo que “menos es más”, Buda insistió en que si reduces tus deseos sufrirás menos y podrás alcanzar la felicidad en la iluminación. Y yo te digo que si estás dispuesto a “soltar el acelerador” de tu vida como dice Tilopa, y dejar un poco que las cosas sucedan sin forzarlas, sin provocar que el destino haga su papel. Piensa en lo que dice Osho. Prueba estas ideas y me cuentas cómo te fue, algún día, mientras nos tomamos un buen café .
Uno siempre puede, si quiere
Edificio Flat Iron y lámpara de Edison.
Nueva York
Estoy convencido de que por lo menos la mitad de lo que separa a los emprendedores exitosos de los que no lo son es mera perseverancia .
Steve Jobs
Nunca digas “no puedo, no soy capaz”. Lo que muchos se dicen a sí mismos realmente es “no quiero”. Unas palabras más de dolor y de rabia que de incapacidad. ¿Cuándo llega el libro a nuestra vida? No el libro de la estantería o de la biblioteca. El libro de nuestra alma filosófica, de nuestra capacidad de escribirlo, de poder contar algo a los demás, de dejar un legado. ¿Tiene cada uno de los humanos algo qué decir? Hay miles de libros publicados de individuos que nunca los escribieron y de otros que lo hicieron por ellos. Sócrates, el amado filósofo griego, es uno de ellos.
¿Hay acaso a esta altura de la historia humana, un cierto pintar, un deber hacerlo de una particular manera? Un rotundo no es la respuesta. Uno pinta una línea roja sobre un lienzo verde y eso basta. Lanzamos gotas de pintura sobre el lienzo y eso basta. Rayamos las hojas de papel con un poco de tinta y eso basta. ¿Hay que ir más lejos que lo espontáneo? La sola experiencia de sentir con los dedos la textura del óleo cuando viaja sobre la suave madera es, en sí misma, la explicación más profunda del arte. Y eso basta.
La selva es un dios. Un bosque es un templo. Un jardín es un lienzo. Los árboles, las plantas y las flores son los verdaderos duendes, hadas y elfos de ese mundo mágico que es la naturaleza. Sembrar es un acto creador. En la semilla están contenidas todas las futuras generaciones de esa especie. Un milagro único. Pero eso es posible solo si un ser humano tiene una presencia vital ante lo creado, ante la maravilla de la vida, ante el poder descomunal del planeta tierra, ante su fertilidad y su abundancia.
Del cultivar al cocinar solo hay un poco de agua y sal. A la cocina, a las ollas y estufas, a los platos y cuchillos, llegan como lluvia de meteoritos la mayoría de los elementos de la Tabla Periódica a realizar su fiesta. ¿Por qué, si comemos como bacterias, lombrices o elefantes, porqué el analfabetismo de la gastronomía? ¿Acaso preparar los alimentos es un arte esotérico, de alquimistas medievales? Por qué perdimos la humildad de agradecer lo que comemos, tocar la tierra fértil que los nutre, lavar y pelar las cáscaras, adobar y sentir el punto exacto de las explosiones de sabor, de salud. ¿Una maceta no es acaso el universo en un lugar más pequeño?
Proyecto: nunca digas, “no me gusta”, “no puedo”, “no soy capaz”, y mucho menos “no quiero”. ¿Estarías dispuesta a enfrentarte a cada una de esas frases en tu propia vida cotidiana y dejar de sacar excusas para no evolucionar, para no ser una mejor persona?
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